viernes, 10 de abril de 2015

Capitulo 20


—¡Por supuesto que no! Tú has estado ahí conmigo un montón de veces.—Ella entrelazó su brazo a través del mío—.Y también hoy tengo mi auto, así que ni siquiera necesitamos caminar.
Sonreí. 
—Gracias, Can—Suspiré felizmente y nos dirigimos hacia los casilleros. Agarré todos los libros que necesitaba para la tarde, metiéndolos en mi bolso—.Sólo necesito decirle a Vico que lo veré en casa. Te veré en clases —expliqué, volteando en dirección al casillero de Vico. Lo divisé con Peter conversando con algunos de sus otros amigos del equipo—.Hola, chicos —canturreé a medida que  me acercaba a ellos. Todos me miraron, sabía que le gustaba a algunos de los chicos del  equipo; era obvio por la forma en que me miraban fijamente. Sin embargo nunca ninguno hacía un movimiento… eso probablemente era obra de Vico.
—Hola, Lali. ¿Cómo estás? —preguntó Casey, examinándome lentamente.
—Bien gracias, ¿y tú? —pregunté educadamente.
—Mucho mejor por verte —respondió, sonriéndome.
Vico le dio un puñetazo en el brazo, haciéndome reír. 
—Amigo, ¡hermana menor! —chilló furiosamente.
—Vic, sólo quería decirte que no iré a casa contigo esta noche. Can necesita que vaya con ella a hacer algo después de la escuela. Simplemente te veré en casa más tarde —dije, sonriendo. Pude ver a Peter frunciendo el ceño luciendo un poco decepcionado.
—Bueno, tengo trabajo esta noche, así que habría sido Liam quien te llevara a casa de todas formas—respondió Vico, encogiéndose de hombros casualmente.
Miré a Peter y sonreí. 
—Cierto, sí, lo olvidé. Bueno, lamento perderme eso. —Él me regresó la sonrisa y mi corazón casi se detuvo porque era tan apuesto. Me giré para irme caminando antes de detenerme de nuevo, con una idea formándose en mi cabeza. Volteé de nuevo hacia él y lo miré, burlonamente—. Oh, por cierto, Pitt, el bote va por más de cuatro mil dólares ahora. Eso son más de doscientas chicas.
Sus ojos se ensancharon. 
—No me jodas,¿en serio? —preguntó, luciendo sorprendido, y francamente, un poco asustado. Vico estaba partiéndose de la risa, los otros chicos a nuestro alrededor estaban mirándonos como si nos hubiésemos vuelto locos.
—En  serio—confirmé, guiñándole un  ojo a Peter y  alejándome, riéndome de su cara de disgusto.


 Después de la escuela, Can me llevó a la clínica de planificación familiar. Tomé un número y porque no había estado allí antes, tuve que llenar un montón de formas sobre mis datos personales, vida sexual actual y mi historial médico. Después de aproximadamente una hora de espera, me llamaron a través de una sala blanca y estéril, donde una señora estaba esperando allí por mí.
―Hola, Mariana. Adelante ―dijo, sonrió y señaló una silla.
―Hola―dije con voz ronca, nerviosa, sentándome frente a ella.
―No  ienes que estar nerviosa. ¡No voy a morder!  ―se  rió.  Le  sonreí nerviosamente―. Así que, ¿qué puedo hacer por ti hoy? ―preguntó ella, hojeando las formas que había llenado.
―Bueno, mi novio y yo nos estamos volviendo muy serios y estamos hablando detener relaciones sexuales, por lo que quería ir a la píldora. ¿Eso es algo que puedo hacer aquí, o  tengo  que  ir a mi  propio  médico? ―pregunté, jugando  con  mis manos, sonrojándome.
Ella sonrió amablemente.
―Por supuesto que puedes hacerlo aquí. Aquí dice que eres virgen ―dijo, ojeando a través de mis formas de nuevo.
―sí lo soy.  ―Me ruboricé aún más, deseando que la tierra se abriera y me trague.
―No tienes que estar avergonzada, Mariana. Creo que es fantástico que estés aquí.
Veo tantas chicas jóvenes que no piensan en ir tomando la píldora hasta que es demasiado tarde. Es refrescante tener a una jovencita siend  ta  responsable ―dijo, acariciando mi mano. Di un suspiro de alivio y sonreí. Pensé que iba a tener una conferencia de por qué no debería tener relaciones sexuales a mi edad y cómo debería estar esperando―. Está bien, sí lo tengo que conseguir cierta información, como tu presión arterial, peso y esas cosas. Luego podemos hablar de cuál te
sentará mejor, ¿de acuerdo?
Después de que terminé con mi presión arterial, peso y mi índice de masa corporal ambas fuimos a sentarnos de nuevo cerca de su escritorio.
―Bien, bueno te recomiendo que vayas por la píldora combinada. La vas a tomar todos los días, a la misma hora cada día durante tres semanas, luego no la vas tomar por una semana que será cuando tengas tu período. Es muy eficaz y es lo que la mayoría de las jovencitas buscan―explicó , sonriendo.
Asentí y sonreí, porque todo parecía estar cayendo en su lugar.
―Eso suena bien.
Tomó su libreta y escribió una receta.
―Puedes retirar esto lleno justo al lado. Te he dado un suministro de tres meses para que pueda ver cómo te va. La próxima vez, si todo está bien, entonces vamos a ir a por seis meses ―explicó.
―Sí, gracias―Sonreí con gratitud porque había hecho esto mucho más fácil para mí de lo que pensé que sería.
―Así que, te voy a dar un folleto para leer, pero las cosas importantes a tener en cuenta son: hay que tomarlo a la misma hora cada día, y tienes que tomarla todos los días aparte de tu semana de descanso―Sonrió y me dio la receta―.Asegúrate de leer el folleto  sobre  lo que  hay  que  hacer si te olvidas de una, si vomitas después de tomarla, ya que eso pueden dejar de hacerlo funcionar. Te voy a dar algunos de estos para mantenerte a salvo hasta que estés al ritmo de tu píldora, está bien. ―Agarró un puñado de condones y los puso en una bolsa de papel para mí.
―Oh, gracias ―murmuré, tomándolos con agradecimiento.
―Bueno, gracias por venir, Mariana. Te veré en tres meses―Se levantó y tendió su mano hacia mí, marcando el final de la cita.
Se la estreché, sonriendo. 
―Gracias―Caminé hacia la puerta, sonriendo de oreja a oreja. ¡Vaya, eso fue más fácil de lo que pensaba!
―Oye, ¿cómo te fue? ―preguntó Can, levantándose de su asiento.
―Sí, muy bien. Tengo que ir a llenar mi receta, y entonces estoy lista. ―Enganché mi brazo a través del suyo, tirando de ella hacia la puerta.
―¡Vaya, no puedo creer que vayas a tener relaciones sexuales con Peter Lazani !
―chilló ella, emocionada.
―Todavía no lo hago. Necesito saber que puede esperar por mí. No estoy lista para eso aún ―le dije con sinceridad.
―Él va a esperar por ti. Se ve que está loco por ti.―Can sonrió feliz y  suspiré.
Realmente esperaba que eso fuera cierto. Llené mi receta y Cande me dejó en casa.
Vico aún estaba en el trabajo, así que me hice un sándwich y me senté a la mesa para hacer mi  tarea. Una vez que hube terminado, miré el reloj.  No era sino las ocho; tenía una hora más hasta que Vico volviera a casa.
Sonreí  y agarré mi teléfono, marcando a Peter, apenas capaz de contener mi emoción.
 ―Hola ángel ―respondió él, sonando ridículamente feliz.
―Hola. ¿Quieres venir? ―le pregunté, mordiendo mi labio de entusiasmo.
―Claro que  sí. Ahí estaré  ―respondió y colgó. Corrí a mi  habitación para comprobar rápidamente mi cabello. Me reí de mí misma cuando me di cuenta que me había convertido en una de esas chicas que pensaban que tenían que  verse perfectas para él. Volví a la sala de estar, al mismo tiempo en que él entró por la puerta delantera.
―Hola. ―Sonreí.
Él me arrastró en sus brazos y me besó con pasión, haciendo que mi corazón seacelere y mi estómago aletee. Después de un rato se apartó.
―Hola ―suspiró, haciéndome temblar de felicidad―. Así que,¿dónde estabas?Te extrañé  ―murmuró,  poniendo su rostro entre mi cabello respirando profundamente.
Me reí y me aparté. 
―¿qué? ¿Eres una especie de espeluznante hombre que huele el cabello?―bromeé, tomando su mano arrastrándolo hacia el sofá y empujándolo hacia abajo. 
Él se rió y se apoderó de mi cintura, y me atrajo a su regazo de modo que estaba a horcajas sobre él. 
―Te he echado mucho de menos hoy. Odiaba verte y no ser capaz de tocarte. Además, ¿qué diablos fue eso en el almuerzo? ¿Te gustó burlarte de mí? ―preguntó, frunciendo el ceño.
Pasé mis manos por su cabello castaño y sedoso, y me reí con aire de culpabilidad. 
―Tengo que preparar el terreno para mi victoria. No puedo aparecerme frente a
Martina y ser toda: “sí, he ganado la apuesta, ¿cierto?” ―le pregunté inocentemente.
Negó con la cabeza, todavía con el ceño fruncido. 
―Pero eso fue exagerado. Quiero decir, ¿sabes lo difícil que fue para mí no saltarte
encima? ―bromeó.
Asentí con la cabeza y me mordí el labio para no reírme. 
―Oh  sí, me  di cuenta de que  fue difícil  para ti―me burlé, alzando las cejas  a sabiendas, haciéndole reír.
―Mmm, lo que sea. ¿A dónde fuiste de todos modos? Tenía la esperanza de pasar un poco de tiempo contigo esta noche. ―Me atrajo más hacia él y me besó en la nuca, haciéndome morderme el labio cuando mi piel se desató en piel de gallina.
Me aparté y me puse de pie, caminando hacia mi bolso de la escuela para sacar la bolsa marrón de la clínica. Me senté en su regazo y sostuve la bolsa en alto paraque él tomara. Me miró, confuso, y luego miró a la bolsa. Su cara se transformó desde la confusión,  a  la comprensión,  a la felicidad,  a estar  molesto.  Espera, ¿molesto? ¿Por qué demonios iba a estar molesto conmigo?
―¿Fuiste a hacer esto por tu cuenta? ―preguntó, frunciéndome el ceño con enojo.
Negué con la cabeza, un poco confundida por su reacción. 
―No fui por mi cuenta, Can fue conmigo―modifiqué, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.
―¿Por qué no me lo dijiste? Habría ido contigo―dijo, empujándome más cerca de él, la expresión molesta todavía en su rostro.
―Pitt, pensé que, ya sabes... en realidad no es un lugar donde llevar a su novio. Quería ir por la píldora; Canse ofreció a venir conmigo.―Me encogí de hombros; realmente no veo por qué estaba tan enojado por eso.
―Ángel, te amo, habría ido contigo. Me gustaría que me hubieras dicho―dijo, mirándome con tristeza.
―¿Qué diferencia hace? No pensé que te gustaría ir ―dije, confundida. ¿Por qué diablos se sentía tan lastimado y molesto? ¡Simplemente fui por la píldora para que pudiera tener sexo con él! ¿No debería estar feliz por ese hecho?
―¿No  pensaste que  me  gustaría ir? Ángel, se trata de mí también, quiero que hagamos cosas juntos. Somos una pareja, un equipo. Me siento un poco dolido de que pensaras que no querría ir ―explicó, besándome en la frente.
―Pitt, lo siento, de verdad. Realmente no pienso así. Simplemente pensé en que la mayoría de los chicos no estaría interesado. Pensé que estarías contento de tomara un poco de iniciativa ―le dije, mirándolo en tono de disculpa, rogándole con mis ojos que entendiera que no tenía intención de hacerle daño.
―Estoy contento de que hayas tomado la iniciativa, pero no soy como la mayoría de los chicos. Te  amo.  La mayoría de los chicos no están enamorados de sus novias, como yo. Esta fue una gran cosa de tu parte por hacer, y yo debería haber estado allí para ti ―explicó, besándome tiernamente.
Tomé una respiración profunda sintiendo la culpa instalarse en la boca de mi estómago. No pensé en ello de esa manera. 
―Lamento no haberte dicho o pedido que vinieras conmigo. Tengo que volver en tres meses para un chequeo,¿quieres venir conmigo entonces? ―pregunté, sonriendo y poniendo mi frente en la suya.
Se echó a reír. 
―No, en realidad no es lo mío ―bromeó, levantando su nariz y encogiéndose de hombros.
Me reí y le di una palmada en el hombro juguetonamente. 
―Idiota ―dije  en  tono  de broma,  haciéndolo reír más  fuerte. Lo empujé hacia abajo sobre el sofá y me puse encima de él, besándolo. En el momento en que me alejé, los dos estábamos respirando pesadamente. Me miraba con lujuria y podía sentir que ya había despertado―. Peter, solo porque me voy a tomar la píldora, no significa que  estoy  lista para algo  más.  Ya lo sabes,  ¿verdad? ―pregunté, respingando,  esperando  no  haber conseguido elevar  sus  esperanzas  y  ahora estuviera esperando sexo.
Él sonrió y me metió el pelo detrás de la oreja. 
―Ángel, ya lo sé. Está bien. Vamos a ir tan lento como quieras. Mientras que pueda hacer esto.―Empujó mi rostro hacia abajo al suyo  de nuevo. Sonreí contra sus labios y me sentí más feliz de lo que había estado en años, él era demasiado dulce.
Sólo rezaba que estuviera lista pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se fuera corriendo tras esa cualquiera Martina.
Después de besarnos y abrazarnos alrededor de una hora escuchamos un coche en la calle. 
―Maldita sea, debe ser al auto de Vico―susurré, tratando de alejarme de Peter.
Me senté, alisando mi cabello, con la esperanza de que no se viera como si hubiéramos estado ligando durante la última hora.
Peter se rió y tiró de mí hacia abajo en el sofá con él. 
―Vico puede manejar esto. Vamos, tiene que acostumbrarse a esto con el tiempo.
Él va a vernos besándonos de vez en cuando―dijo, riendo entre dientes en mi cuello. Sonreí mientras entretejí mis dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Peter levantó la cabeza para mirar, con una pequeña sonrisa en el borde de sus labios.
De hecho, creo que él estaba disfrutando molestar a Vic.
―¡Oh, vamos, chicos! En serio, ¿qué he dicho esta mañana sobre las muestras de
afecto públicas? ―Se quejó Victorio, arrojando las llaves sobre la mesa.
Pitt gimió y puso los ojos en blanco mientras se incorporaba, empujándome a sentarme junto a él. 
―¿Mejor? ―preguntó, sonriendo con malicia.
Vico suspiró y puso los ojos en blanco también. 
―Voy a acostumbrarse a esto, supongo―se  quejó. Peter me sonrió y no pude evitar sonreírle de vuelta. Él echó su brazo sobre mi hombro y me tomó de la mano con su otro brazo, jugando con mis dedos.
Vico entró y se dejó caer en el sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí de su expresión de contrariedad y me levanté. 
―Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, chicos, pueden entretenerse a sí mismos por un  tiempo, ¿verdad?―Les sonreí a los dos a la vez. Tenía la sensación de que
necesitaban un poco de tiempo de “vinculación masculina”  después de las revelaciones de anoche. Jake y Liam eran los mejores amigos después de todo.
―Sí. ¿Quieres jugar a Halo, Vic? ―preguntó Peter con entusiasmo. Vico se levantó para configurarlo y  me  sonreí  secretamente  feliz. Sí, volvieron  a la normalidad.
Agarré la bolsa de papel marrón y me dirigí a mi dormitorio, riendo cuando Peter golpeó mi trasero y me silbó. Ya había hecho mis deberes, así que decidí que un largo y agradable baño de espuma en la bañera sería bueno. Preparé un baño y añadí una gran cantidad de burbujas, antes de agarrar un libro y meterme en la  bañera. Me perdí en la historia.
Estaba tan absorta en la historia que no oí la puerta abrirse. 
―Bueno, eso sí que es sexy ―ronroneó Peter desde la derecha junto a mí.
Grité y casi dejo caer el libro en el agua. 
―¡Mierda!  ¡Casi  me das un infarto, Pitt! ―grité, tratando de calmar mi corazón que estaba tratando  de  romper mis  costillas. Llevé mis rodillas hasta mi pecho y traté de ocultarme de modo que pudiera ver nada inapropiado. Por suerte para mí, todavía había bastantes burbujas que ayudaron.
Se echó a reír. 
―Lo siento. Oye, ¿puedo entrar?―bromeó  mientras se arrodillaba junto a mí  y puso sus  dedos en la bañera.  Los sacó de forma rápida y  meneó  la cabeza―. Olvídalo. ¡Eso está jodidamente helado! ―Frunció el ceño y se secó la mano en la toalla.
―Peter, ¿podrías salir de aquí? ¡Esto no es divertido! ―grité, sonrojándome.
Puso su sonrisa un poco engreída y se inclinó para besar mis labios sólo por una
fracción de segundo antes de que se volviera y regresara a la puerta. 
―Estaba bromeando. En realidad no me di cuenta de que estabas aquí. Aunque, deberías salir, esa agua está muy fría.  ¿Has  estado  ahí todo  este tiempo? ―preguntó ,sacudiendo la cabeza.
―Está un poco fría ―admití. Ahora que estaba fuera de la historia ni siquiera me di cuenta que  la bañera  estaba como  piedra  fría y  tenía piel de gallina por todas partes. Peter sonrió y se volvió de nuevo a mi habitación, cerrando la puerta para darme un poco de intimidad. Saqué el tapón y lancé mi libro a un lado mientras me ponía de pie. Agarré la toalla del borde y la envolví alrededor de mí con fuerza. Me di cuenta al salir de  la bañera  que  no  había traído  nada de ropa aquí para cambiarme. En  realidad estaba muy frío,  y  mis  dientes  castañeteaban.  No  podía quedarme aquí toda la noche, simplemente tendría que ir a buscar un pijama. No era gran cosa; Peter me había visto en una toalla antes.
Cuando entré en mi habitación me di cuenta de que estaba descansando en  mi cama. 
―Hola ―dije, sintiéndome un poco inc moda, a medida que me ponía un par de
pantalones cortos debajo de la toalla.
―Por Dios,  Ángel, podría haberte dado hipotermia o algo así  ―me regañó, mirándome con preocupación.  Me agarró  de la mano  y  me  llevó  a la cama, sentándome en el borde cuando él entró en el cuarto de baño, volviendo con otra toalla. Frotó mis brazos y hombros, secándome rápido.
Estaba contenta que decidí no lavarme el cabello, en cambio, poniéndolo en  un moño desordenado,  de lo contrario  eso  me  habría hecho  tener aún  más  frío.
Envolvió  su  brazo  alrededor de mí,  poniendo  cada uno  de mis  dedos  arrugados como ciruelas en su boca, calentándolos de uno en uno a la vez. ¡Oh, Dios mío, eso es sexy! Incliné mi cabeza y lo besé, al parecer atrapándolo por sorpresa. Después de uno  o  dos  segundos,  respondió,  besándome  de vuelta.  Mordí su  labio suavemente y  él abrió  la boca,  permitiéndome  deslizar mi  lengua en  ella. Gimió desde la parte posterior de su garganta y envolví mis brazos alrededor de su cuello, sujetando  su  cabello rudamente, tirando  ligeramente  de él. Me llevó  más  cerca, profundizando el beso. Después de lo que pareció una eternidad, pero aun así no fue lo suficientemente  largo,  se  alejó respirando  pesadamente.  Sus  labios  no dejando mi piel, sin embargo, en cambio, besó mi cuello, succionando la piel cerca de mi clavícula, haciéndome jadear y retorcerme.
Todavía estaba helándome  y  mis  dientes  empezaron  a castañetear de nuevo,
arruinando el momento. Se retiró entre risas. 
―Vamos a ponerte debajo de las sábanas y así puedas entrar en calor. ―Se quitó la camiseta en un solo movimiento y no pude dejar de mirar a su pecho esculpido.
Sentí movimiento y mi visión se volvió negra por unos segundos, interrumpiendo el comérmelo con los ojos. Sonreí cuando me di cuenta que había puesto su camiseta por encima de mi cabeza.
―Peter, si quieres que me caliente, todo lo que necesitas hacer es quitarte la ropa ―ronroneé, mordiéndome los labios y mirando por encima su pecho y abdomen, con ganas de pasar mi lengua sobre ellos.
Se rió y rodeó sus brazos alrededor de mí. 
―Ángel, no podrías estar más caliente, confía en mí. Eso sería ilegal ―respondió, besándome otra vez. Me quité la toalla húmeda y la arrojé en el piso mientras él me  levantaba.  Envolví mis piernas alrededor de su  cintura mientras me cargaba hasta el final de la almohada y sacaba la colcha, subiéndose en la cama conmigo todavía unida a su frente como un mono bebé. Empujó la colcha por completo a lo largo  de nuestras cabezas y  se  apartó  de nuevo  para hablar  conmigo en la penumbra―. Te he echado de menos esta noche. ¿Por qué no te quedaste a jugar con nosotros? ―pregunt  de mala gana.
―Pensé que tú y Vic necesitaban un poco de tiempo juntos. Realmente no has hablado con él por tu cuenta desde que se enteró de nosotros. Él sigue siendo tu mejor amigo, así que sólo vamos a tener que encontrar un equilibrio. No puedes pasar todo tu tiempo tratando de meterte en mis pantalones, sabes ―bromeé.
 ―Pero  me  encanta intentar  meterme  en  tus  pantalones  ―se  quejó en  broma, dándome la cara cachorrito, haciéndome reír. Estaba calentándome ahora. Su calor corporal palpitante en  mí  y  nuestro  aliento  caliente entremezclándose  bajo  el edredón,  lo  hacía todo  parecer casi humeante al debajo.  Por otra parte, podría haber sido sólo la pasi n que sentía ardiendo dentro de mí―. Supongo que tienes razón. Vic estuvo bien esta noche, en realidad dijo que era agradable verte feliz, por lo cual me llevé todo el crédito por supuesto ―dijo engreídamente.
―¿Todo  el crédito? ¡Vaya,  ese  un  ego  desmesurado  el que  tienes  allí!  ―bromeé
con una sonrisa ante el doble sentido, sobre el bulto en sus pantalones vaqueros que estaba presionando sobre mí. Se rió y acarició el costado de mi rostro con el dorso de sus dedos.
―¡Es mejor que no estés desnudo con mi hermana pequeña, Lanzani! ―gruñó mi hermano de advertencia desde la cercanía de la puerta.
Peter empujó la colcha fuera de nuestras cabezas, sonriendo con aire de culpabilidad. 
―amigo, un poco de advertencia más estaría bien.
―Oh, Vic, ¡contrólate! ¿Qué quieres ¿Y alguna ve  has oído hablarde tocar? ―pregunté, empujando  la colcha más  atrás  para que  pudiera  ver que  tenía una camiseta puesta.
―Toqué. Simplemente no escucharon a través de todo el coqueteo ―respondió, sonriendo. Todos nos reímos y Jake neg  con la cabeza―. De todos modos, solo quería decirte, La, que mamá regresa a casa el domingo.
Sonreí; no había visto a mi madre en tres semanas. 
―¿Sí? ¡Impresionante! ―exclamé con mucho gusto.
Vico asintió con la cabeza, su sonrisa a juego con la mía. 
―Sí. Bueno, está bien, voy a la cama. Mantengan el ruido bajo por aquí; no quiero saber nada.
Me eché a reír y no pude resistir burlarme de él un poco más. 
―Vic, tal vez quieras tomar prestado mi iPod, estamos calentando para la apuesta ―bromeé, guiñándole un ojo.
Pitt se echó a reír y Vic simplemente me miró fijamente, sacudiendo la cabeza con desaprobación, cerrando la puerta detrás de él.
―Ángel, eres demasiado divertida ―dijo Liam, besando mi cuello.

―Cállate, LANZANI―contesté, imitando el tono bromista de Vic. 

Continuara... Vuelvo el Lunes!!

Besos
Lunis ♥

Capitulo 19


Me desperté a las seis cuando mi alarma sonó. Gruñí porque había olvidado cancelarla.  Supongo que no necesito sacarlo de mi cama temprano, ya no. Me di vuelta y abracé a Peter. Siempre dormía a pesar del sonido de la arma; juro que él dormiría mientras un  terremoto  tuviera  lugar y  no despertaría. Lo codeé ligeramente, diciendo jugarle una broma.
―Seis en punto ―dije, codeándolo de nuevo.
Gruñó y lentamente se levantó de la cama, todavía medio dormido.
―Bien, Ángel. Te quiero; te veré después. ―Bes  mi frente y salió de la cama, sus ojos apenas abiertos. No pude evitarlo, rompí en carcajadas. Me miró, confundido―.¡Shh!¿De  qué  te estás riendo? ―preguntó,  frunciendo el ceño, poniéndose sus jeans.
―De ti ―lo provoqué, sonriendo felizmente.
―¿Qué hay conmigo? ¿Qué he hecho? ―susurró, trepando de vuelta a la cama y
arrastrándose sobre mí. Presionó cada centímetro de su cuerpo contra el mío pero aun así mantuvo su peso lejos de mí de alguna manera. Miró a mis ojos, sonriendo felizmente por un rato, y luego el entendimiento cruz su rostro―¡Mierda!¡Tu hermano sabe! Entonces, ¿por qué diablos me despertaste, Ángel? No tengo que irme ―lloriqueó.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo empujé para un largo beso.
―Solo  estaba bromeando. Olvidé cancelar la alarma, así que pensé en usar el tiempo de más para que pudiéramos besarnos.
Él sonrió pícaramente.
―¿Quieres que nos besemos?―provocó, besando mi cuello. Jadeé mientras alcanzaba el sensible lugar cerca de mi clavícula.
―Mmmm ―susurré, deslizando mis manos por su espalda, arañando ligeramente con mis uñas, haciéndolo gemir. Trepó de vuelta bajo las sábanas y me besó tierna y suavemente, manteniéndome cerca. No hizo movimiento alguno para llevar las cosas más lejos que eso, lo que adoré. Él realmente era adorable.
Salió de mi habitación un poco después de las siete y media. Pitt me empujó en uno de los taburetes de la cocina, sonriendo a sí mismo como el gato que obtuvo el helado. 
―Oye, consigo hacerte el desayuno sin que me grites hoy ―dijo alegremente.
Me reí y observé mientras me servía una taza de cereal; sonrió y lo puso frente a mí, antes de hacer algo de tostadas para sí mismo.
―¿No comes cereal? ―pregunté, observándolo zamparse cuatro rebanadas de tostadas.
Sacudió la cabeza, estirando la nariz.
―No me gusta el cereal; es asqueroso y todo empapado.―Fingió unestremecimiento, pretendiendo tener náuseas.
Me reí de nuevo.
―De verdad que eres raro―me burlé, sonriéndole.
Sonrió de oreja a oreja.
―Sabes, es algo raro, que seas todas amable conmigo al desayuno.
―Podría ser mala si quieres ―ofrecí, encogiéndome de hombros.
Se rió y sacudió la cabeza.
―No, me  acostumbraré a ello con el tiempo―Caminó hasta mi lado. Me volví para verlo y  puso  el cabello detrás de mí oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla, haciéndome sonrojar―. De verdad eres la cosa más hermosa en el mundo―murmuró. Mi corazón se  saltó un latido por la honestidad en su voz, sus ojos verdes penetraban en los míos,  haciéndome sentir como  la única chica en el mundo.
―¡Corten esa mierda! Puede que haya dado mi bendición pero no necesito que me lo muestren en la cara durante el desayuno ―gruñó Vic mientras caminaba en la cocina para preparar algo de cereal. Palmeó a Peter en la parte trasera de su cabeza al caminar por su lado, como de costumbre.
Todos nos reímos y Peter se paró detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura, apoyando su cabeza en mi hombro.
―Gracias, Vi. Sé que dijiste que me mantuviera alejado, pero…―Pitt dejó que las palabras quedaran en el aire, mirando a mi hermano con agradecimiento.
―Lo que sea. Estamos bien. Solo no nos hagas tener un problema, ¿de acuerdo ―respondió mi hermano, sonriendo amigablemente.
Los brazos de Pitt se apretaron a mí alrededor.
―No lo haré. ―Besó mi hombro ligeramente y Vic fingió náuseas, haciéndome reír.
―Bueno,  vamos entonces, tortolitos, supongo que necesitan llegar un poco más temprano  a la escuela para poder anunciarlo juntos  ―afirmó Vico, poniendo los ojos en blanco.
Peter rió y asintió. Jadeé y sacudí la cabeza fieramente.
―¡Imposible! No podemos hacer eso―dije, mirando a Peter. Lució realmente herido por alguna razón.
―¿Por qué no?―preguntó, tomando mi mano y mirándome confundido.
Miré a Vico; a él realmente no le iba a gustar esto.
―Er, bueno, tengo una especie de apuesta. La siguiente en acostarse contigo ganará  total.  Realmente necesito el dinero.―Miré a Pitt incómodamente, pero sólo empezó a reír histéricamente.
Vico casi se ahogó con su bebida. 
―¡Imposible!¡No puedes hacer eso!―gritó, sacudiendo la cabeza violentamente―No  quiero saber que ustedes  dos  están teniendo sexo. ¡No  lo quiero!
Me reí con su enojada y disgustada cara.
―Vic, no estamos teniendo sexo.―Me encogí de hombros, haciendo relajar su cara un poco―. Pero cuando lo hagamos, definitivamente quiero ganar la apuesta. No la ganaré si las personas saben que ya soy su novia. ―Miré a Pitt, insegura de si estaría de acuerdo con esto o no.
―Ángel, no quiero que estés conmigo por alguna apuesta.  ―Frunció el ceño, luciendo un poco herido.
Le sonreí seductoramente.
―¿Crees que esa es la razón por la que voy a querer tener sexo contigo? Confía en mí, chico mío; no será por el dinero, eso es sólo una ventaja de más.
Se inclinó adelante y puso su boca junto a mi oreja.
―¿Así que cuál será la razón? ―susurró, enviando un escalofrío por mi columna vertebral.
Me mordí el labio.
―Hmm, no estoy segura pero tendrá algo que ver con que me ruegues de rodillas ―bromeé, sonriéndole con suficiencia.
Se rió y me besó, empujándome cerca de su cuerpo, enviando olas de deseo por mi  torrente sanguíneo. Se apartó para mirarme, la lujuria escrita con claridad a través de su rostro. 
―Te rogaría felizmente justo ahora, sabes.
Palmeé su pecho y di un paso atrás antes de que lo arrastrara de vuelta a mi habitación y rompiera sus sexys jeans y los botones de su camisa negra para ver su impecable cuerpo.
―Oh, eso lo sé, chico mío. ―Me reí, intentando atrapar mi respiración.
Miré Vico, que estaba mirándonos fijamente con los ojos muy abiertos, su boca abierta con sorpresa.
―Chicos, en serio no puedo soportar estas demostraciones de afecto―dijo, haciendo una mueca y sacudiendo la cabeza.
―Está bien, las demostraciones terminaron. Sólo creo que deberíamos mantener esto en  secreto por un tiempo.¿Por qué no conseguir algo de dinero por hacer algo que eventualmente sucedería, de todas maneras? Así es como yo lo veo ―dije, encogiéndome de hombros.
Pitt y Vic se miraron uno al otro.
―Supongo. Pero, ¿podrás ganas? Quiero decir, ¿la apuesta tenía algo que ver con hacerme terminar con mi novia o algo así? ―preguntó Peter, frunciendo el ceño.
Me reí tontamente y sacudí la cabeza.
―Nop, me aseguré de eso. Definitivamente sólo se trata de la siguiente que  te coja, como tan elocuentemente lo dijeron.
Peter sacudió la cabeza, luciendo un poco disgustado.
―No puedo creer que las chicas hagan ese tipo de cosas.
Vico rió.
―¿Saben qué? Creo que puede que sea el siguiente en anunciar que tengo una novia. Entonces puedo sólo escoger a alguien y podemos dividir el dinero ―dijo brillantemente, como si hablara en serio.
Peter tomó mi mano y me empujó hacia la puerta.
―Vamos, lleguemos a la escuela antes  de  que  tu  hermano  tenga otra idea brillante. ―Rió, sacudiendo su cabeza hacia Vico.
Peter me guiñó un ojo por el espejo mientras entrabábamos al estacionamiento.
Había más chicas de lo normal esperándolos. Todas fueron directamente a él tan pronto como su puerta fue abierta. Martina, como de costumbre, estaba al frente.
Me reí.
―Buena suerte, novio―me burlé, guiñándole mientras me  alejaba, balanceando mi trasero a propósito. Sabía que estaba observándome. Cuando llegué a la puerta miré atrás sobre mi hombro para verlo empujar los brazos de una chica lejos de él, una expresión de mal gusto en su cara. Debió haber tenido a veinte cinco chicas rodeándole, lucía verdaderamente enojado. Me reí y fui a encontrar a mis amigos; como de costumbre, estaban por los casilleros.
―Hola, chicos ―dije alegremente, cuando los alcancé.
―¡Alguien está de buen humor hoy! ¿Alguna razón en particular?―preguntó Poli, luciendo confundido por mi rostro feliz.
―Nop, ninguna razón en particular. Solo vi a Peter ser acosado por cerca de veinte cinco chicas. Se ve verdaderamente irritado por eso, fue muy gracioso ―expliqué, sonriendo salvajemente. Justo entonces, él caminó más allá de mí con Vico. Tenía a una chica coqueteándole a cada lado, y aproximadamente otras diez caminando detrás de él. Rompí en carcajadas y me lanzó una oscura mirada, haciéndome reír más fuerte.
―No me sorprende que tenga a todas esas chicas detrás de él. ¿Sabes en cuanto está la apuesta ahora? ―preguntó Can, sonriéndome con suficiencia.
Asentí.
―Sí, lo sé. Euge me dijo que está como en ochocientos d lares o algo así. No lo puedo  creer.―Sacudí la cabeza desaprobadoramente, e intenté no imaginar lo que se sentiría ganar esa cantidad de dinero.
Can, Euge y Poli intercambiaron una mirada, antes de romper en risas.
―No, ese era el total de ayer. Hoy está a cerca de cuatro mil doscientos―dijo Can. Sentí el color drenarse de mi cara mientras mi corazón se  hundía. ¡Santo cielo! Eso es como, ¡oh, Dios, ni siquiera puedo definirlo! ¡Son como doscientas chicas, todas queriendo acostarse con mi novio!
—¡Oh Dios mío! ¿En serio? —pregunté mientras tragaba el nudo que rápidamente estaba formándose en mi garganta. La idea de todas esas chicas lanzándose a sí mismas hacia mi chico, literalmente me hizo sentir un poco enferma. Can asintió y parecía un poco comprensiva; como si supiera lo que yo estaba pensando. Euge y Poli sólo parecían emocionados porque obviamente no tenían ni idea de que yo estaba con Peter. Afortunadamente, la campana sonó, así que todos no dirigimos a clases.

 .................

A la hora de comer comenzaría a hacer mi jugada por Peter. La gente necesitaba ver que al menos lo estaba intentando. No podía sólo anunciar que había dormido con él, así que necesitaba que la gente me viera haciendo el esfuerzo. No lo había hablado con Peter,  pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no debería ser tan  difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la cafetería a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis amigos.
—Chicos, voy a hacer mi jugada por Peter para la apuesta. Sentémonos con mi hermano hoy, ¿sí?
Can me dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y nos dirigimos hacia la mesa de los atletas. La mesa de los atletas estaba casi llena de chicas, todas ellas coqueteando  desvergonzadamente con Pitt. Sonreí ante su expresión; parecía incluso más enfadado ahora que antes. Miré a la chica sentada al lado de Pitt; ella había terminado su almuerzo y estaba mirándolo fijamente, con  una expresión coqueta en su rostro.
—Oye, Sally.  Escuché que alguien golpeó tu auto en el estacionamiento, ¿fue mucho el daño? —pregunté inocentemente.
Ella jadeó y se puso de pie de un salto. 
—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se volteaba y echaba a correr.
Escuché a mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras se sentaban en la parte más alejada de la mesa.
—Hola, Peter—Le sonreí mientras me dejaba caer en la silla al lado de él.
—Hola, Ángel  —respondió, sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba recibiendo miradas mortales de todas las chicas cerca, obviamente porque ya me había ganado una sonrisa—¿Alguien golpeó el auto de Sally? —preguntó, comiéndose su sándwich de atún.
Me encogí de hombros y sacudí la cabeza. 
—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.
Se echó a reír. 
—Sabía que me deseabas —bromeó, guiñándome un ojo.
—Bueno, quién no lo hace —respondí, sonriendo y mirando alrededor de la mesa a las  chicas que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de agua y fingí tratar de abrirla—Peter, ¿puedes abrirla por mí? —pregunté, haciendo pucheros ligeramente.
—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y te quedarás atorada así —bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió fácilmente y me la pasó de nuevo.
—Gracias.—Sonreí, haciendo caso omiso de su comentario—. Vaya, nunca me di cuenta lo  fuerte que eres. Debes  ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé, deslizando  mi  dedo  hacia abajo  por sus  bíceps, mordiéndome  el labio seductoramente. Me miró con lujuria, con los ojos fijos en mi boca. Sólo a partir de la expresión  de dolor en su rostro, podía decir que  quería darme un beso. Él no respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes hacerlo, quiero decir, tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y lo examiné lentamente.
Tragó.—Er, supongo, sí un poco—murmuró, todavía mirándome un poco sorprendido y desconcertado.
No quería que esto llegara demasiado lejos, por el momento sólo estaba estableciendo el escenario para mi victoria. Rompí el contacto visual y comencé a comerme mi comida, lentamente, dejando que el tenedor se quedara en mi boca más tiempo del necesario. 
—Oh Dios —gemí, cerrando los ojos mientras masticaba lentamente—. Esto está tan bueno —jadeé. Lo escuché gemir en voz baja a mi lado y supe que mis ruidos sexuales  estaban llegándole. Lo miré—.Peter, deberías probar esto—ronroneé seductoramente. Él tenía una expresión adolorida en su rostro mientras me miraba fijamente con  la boca ligeramente abierta.  Sacudió la cabeza un  poco,  como  si estuviera tratando de alejar un pensamiento y yo me tragué una risita. Oh mierda, iba a hacerme pagar por esto más tarde.
—Er, OK sí —dijo. Sonreí y agarré un tenedor lleno de mi pasta y lo guié hacia su boca para alimentarlo.
Un pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones vaqueros. 
—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca, mirándolo a modo de disculpa.
—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con su mano.
OK, ¡podía hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré una servilleta y le limpié los pantalones vaqueros con ella. Era a medio muslo así que me aseguré de limpiar sólo un poco más arriba, mientras lo miraba a través de mis pestañas. Lo escuché tragar  audiblemente mientras un  ligero  bulto  comenzó  a aparecer en  sus pantalones el cual rápidamente cubrió con su brazo.
—Ahí. Listo —coqueteé.
—Er… Gracias —murmuró, cerrando los ojos y suspirando.
Sonreí triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré alrededor de la mesa para ver si todas estaban mirándome. Ya sean expresiones sorprendidas o enojadas estaban pegadas a cada rostro femenino. Solté una risita, y le guiñé el ojo a Martina quien se había vuelto roja por el enfado.
—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis  acerca de mi  proyecto científico —dije, levantándome y sonriendo de oreja a oreja.
Peter agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el asiento. 
—¿Qué fue eso? —preguntó, luciendo ligeramente confundido.
Me encogí de hombros y le sonreí. 
—¿No tengo permitido ser amigable contigo, Peter? Quiero decir, eres el mejor amigo de mi hermano después de todo. Siempre estás pasando el rato en mi casa así que sólo pensé que debería ser cortés.
—Cortés, claro —contestó, sonriéndome.
Le lancé un  guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a Martina y las porristas me incliné hacia abajo y le susurré al oído. 
—Supera eso —me burlé, partiéndome el culo de la risa.
Agarré la mano de Cande, haciéndola caminar un poco por delante de Euge y Poli quienes estaban conversando algo sobre una galería de arte a la que Eu quería ir el fin de semana. Eu estaba un poco chiflada por el arte. 
—Can, creo que necesito tomar la píldora. ¿Todavía está abierta al público la clínica de planificación familiar en la calle Rose después de la escuela? —pregunté.
Asintió en confirmación. Sabía que ella sabría, había tenido un pequeño accidente hace aproximadamente un mes con un condón roto y había ido ahí por la píldora del día siguiente.
—Sí, desde las cuatro hasta las ocho —respondió, mirando por encima del hombro para asegurarse  de que  nadie  pudiera  oírnos—.  Así que, vas a dar el paso, ¿eh? Creo que es genial. Definitivamente deberías tomar la píldora. ¿Quieres que vaya contigo?—preguntó  de forma casual.  Sabía que  lo  decía en  serio;  era  la mejor amiga que una chica podía pedir.
—Todavía no estoy lista, pero no quiero quedarme corta o algo, quiero decir, debe tomar un tiempo  que entre en tu sistema o  algo. ¿Entonces no te importa venir conmigo? Realmente lo apreciaría —admití, mirándola con agradecimiento. Estaba muy nerviosa acerca ir por mi cuenta, y no se sentía bien pedirle a Peter que viniera.
No era exactamente el tipo de cosas que un chico hace.


Continuara...