Me desperté a las seis cuando mi alarma sonó. Gruñí porque había olvidado cancelarla. Supongo que no necesito sacarlo de mi cama temprano, ya no. Me di vuelta y abracé a Peter. Siempre
dormía a pesar del sonido de la arma; juro que él dormiría mientras un terremoto
tuviera lugar y no despertaría. Lo codeé ligeramente, diciendo jugarle una
broma.
―Seis en punto ―dije, codeándolo de nuevo.
Gruñó y lentamente se levantó de la cama, todavía medio
dormido.
―Bien, Ángel. Te quiero; te veré después. ―Bes mi frente y salió de la cama, sus ojos apenas abiertos. No pude evitarlo, rompí en carcajadas. Me miró, confundido―.¡Shh!¿De qué te
estás riendo? ―preguntó, frunciendo el ceño, poniéndose sus jeans.
―De ti ―lo provoqué, sonriendo felizmente.
―¿Qué hay conmigo? ¿Qué he hecho? ―susurró, trepando de
vuelta a la cama y
arrastrándose sobre mí. Presionó cada centímetro de su
cuerpo contra el mío pero aun así mantuvo su peso lejos de mí de alguna manera.
Miró a mis ojos, sonriendo felizmente por un rato, y luego el entendimiento cruz su rostro―¡Mierda!¡Tu hermano sabe! Entonces, ¿por qué diablos me despertaste,
Ángel? No tengo que irme ―lloriqueó.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo empujé
para un largo beso.
―Solo estaba
bromeando. Olvidé cancelar la alarma, así que pensé en usar el tiempo de más para que pudiéramos besarnos.
Él sonrió pícaramente.
―¿Quieres que nos besemos?―provocó, besando mi cuello. Jadeé mientras alcanzaba el sensible lugar cerca de mi clavícula.
―Mmmm ―susurré, deslizando mis manos por su espalda,
arañando ligeramente con mis uñas, haciéndolo gemir. Trepó de vuelta bajo las
sábanas y me besó tierna y suavemente, manteniéndome cerca. No hizo movimiento
alguno para llevar las cosas más lejos que eso, lo que adoré. Él realmente era
adorable.
Salió de mi habitación un poco después de las siete y
media. Pitt me empujó en uno de los taburetes de la cocina, sonriendo a sí mismo
como el gato que obtuvo el helado.
―Oye, consigo hacerte el desayuno sin que me grites hoy
―dijo alegremente.
Me reí y observé mientras me servía una taza de cereal;
sonrió y lo puso frente a mí, antes de hacer algo de tostadas para sí mismo.
―¿No comes cereal? ―pregunté, observándolo zamparse cuatro rebanadas de tostadas.
Sacudió la cabeza, estirando la nariz.
Me reí de nuevo.
―De verdad que eres raro―me burlé, sonriéndole.
Sonrió de oreja a oreja.
―Sabes, es algo raro, que seas todas amable conmigo al
desayuno.
―Podría ser mala si quieres ―ofrecí, encogiéndome de
hombros.
Se rió y sacudió la cabeza.
―No, me acostumbraré a ello con el
tiempo―Caminó hasta mi lado. Me volví para verlo y
puso el cabello detrás de mí oreja, sus dedos demorándose en mi mejilla, haciéndome sonrojar―. De verdad eres la cosa más
hermosa en el mundo―murmuró. Mi corazón se
saltó un latido por la honestidad en su voz, sus ojos verdes penetraban en los míos,
haciéndome sentir como la única chica en el mundo.
―¡Corten esa mierda! Puede que haya dado mi bendición
pero no necesito que me lo muestren en la cara durante el desayuno ―gruñó Vic mientras caminaba en la cocina para preparar algo de cereal. Palmeó a Peter en la
parte trasera de su cabeza al caminar por su lado, como de costumbre.
Todos nos reímos y Peter se paró detrás de mí, envolviendo
sus brazos alrededor de mi cintura, apoyando su cabeza en mi hombro.
―Gracias, Vi. Sé que dijiste que me mantuviera alejado,
pero…―Pitt dejó que las palabras quedaran en el aire, mirando a mi hermano
con agradecimiento.
―Lo que sea. Estamos bien. Solo no nos hagas tener un problema, ¿de acuerdo ―respondió mi hermano, sonriendo amigablemente.
Los brazos de Pitt se apretaron a mí alrededor.
―Bueno, vamos entonces, tortolitos, supongo que necesitan llegar un poco más temprano a la
escuela para poder anunciarlo juntos ―afirmó Vico, poniendo los ojos en blanco.
Peter rió y asintió. Jadeé y sacudí la cabeza fieramente.
―¡Imposible! No podemos hacer eso―dije, mirando a Peter. Lució realmente herido por alguna razón.
―¿Por qué no?―preguntó, tomando mi mano y mirándome
confundido.
Miré a Vico; a él realmente no le iba a gustar esto.
―Er, bueno, tengo una especie de apuesta. La siguiente en acostarse contigo ganará total. Realmente necesito el dinero.―Miré a Pitt incómodamente, pero sólo empezó a reír histéricamente.
Vico casi se ahogó con su bebida.
―¡Imposible!¡No puedes hacer eso!―gritó, sacudiendo la cabeza violentamente―No quiero saber que ustedes dos están teniendo sexo. ¡No lo quiero!
Me reí con su enojada y disgustada cara.
―Vic, no estamos teniendo sexo.―Me encogí de hombros,
haciendo relajar su cara un poco―. Pero cuando lo hagamos, definitivamente
quiero ganar la apuesta. No la ganaré si las personas saben que ya soy su novia. ―Miré
a Pitt, insegura de si estaría de acuerdo con esto o no.
―Ángel, no quiero que estés conmigo por alguna apuesta. ―Frunció el ceño, luciendo un poco herido.
Le sonreí seductoramente.
Se inclinó adelante y puso su boca junto a mi oreja.
―¿Así que cuál será la razón? ―susurró, enviando un
escalofrío por mi columna vertebral.
Me mordí el labio.
―Hmm, no estoy segura pero tendrá algo que ver con que me
ruegues de rodillas ―bromeé, sonriéndole con suficiencia.
Se rió y me besó, empujándome cerca de su cuerpo,
enviando olas de deseo por mi torrente
sanguíneo. Se apartó para mirarme, la lujuria escrita con claridad a través de su rostro.
―Te rogaría felizmente justo ahora, sabes.
Palmeé su pecho y di un paso atrás antes de que lo arrastrara de vuelta a mi habitación y rompiera sus sexys jeans y los botones de su
camisa negra para ver su impecable cuerpo.
―Oh, eso lo sé, chico mío. ―Me reí, intentando atrapar mi
respiración.
Miré Vico, que estaba mirándonos fijamente con los ojos muy abiertos, su boca abierta con sorpresa.
―Chicos, en serio no puedo soportar estas demostraciones de afecto―dijo, haciendo una mueca y sacudiendo la cabeza.
―Está bien, las demostraciones terminaron. Sólo creo que deberíamos mantener esto en secreto por un tiempo.¿Por qué no conseguir algo de dinero por hacer algo que eventualmente sucedería, de todas maneras?
Así es como yo lo veo ―dije, encogiéndome de hombros.
Pitt y Vic se miraron uno al otro.
Me reí tontamente y sacudí la cabeza.
―Nop, me aseguré de eso. Definitivamente sólo se trata de la siguiente que te coja, como tan elocuentemente lo dijeron.
Peter sacudió la cabeza, luciendo un poco disgustado.
―No puedo creer que las chicas hagan ese tipo de cosas.
Vico rió.
―¿Saben qué?
Creo que puede que sea el siguiente
en anunciar que tengo una novia. Entonces puedo sólo escoger a alguien y podemos
dividir el dinero ―dijo brillantemente, como si hablara en serio.
Peter tomó mi mano y me empujó hacia la puerta.
―Vamos, lleguemos a la escuela antes de
que tu hermano
tenga otra idea brillante. ―Rió, sacudiendo su cabeza hacia Vico.
Peter me guiñó un ojo por el
espejo mientras entrabábamos al estacionamiento.
Había más chicas de lo normal esperándolos. Todas fueron
directamente a él tan pronto como su puerta fue abierta. Martina, como de
costumbre, estaba al frente.
Me reí.
―Buena suerte, novio―me burlé, guiñándole mientras me
alejaba, balanceando mi trasero a propósito. Sabía que estaba observándome.
Cuando llegué a la puerta miré atrás sobre mi hombro para verlo empujar los brazos
de una chica lejos de él, una expresión de mal gusto en su cara. Debió haber tenido
a veinte cinco chicas rodeándole, lucía verdaderamente enojado. Me reí y fui a
encontrar a mis amigos; como de costumbre, estaban por los casilleros.
―Hola, chicos ―dije alegremente, cuando los alcancé.
―Nop, ninguna razón en particular. Solo vi a Peter ser
acosado por cerca de veinte cinco chicas. Se ve verdaderamente irritado por eso, fue
muy gracioso ―expliqué, sonriendo salvajemente. Justo entonces, él caminó más
allá de mí con Vico. Tenía a una chica coqueteándole a cada lado, y aproximadamente otras diez caminando detrás de él. Rompí en carcajadas y me lanzó una oscura
mirada, haciéndome reír más fuerte.
―No me sorprende que tenga a todas esas chicas detrás de
él. ¿Sabes en cuanto está la apuesta ahora? ―preguntó Can, sonriéndome con suficiencia.
Asentí.
―Sí, lo sé. Euge me dijo que está como en ochocientos d
lares o algo así. No lo puedo creer.―Sacudí la cabeza desaprobadoramente, e intenté no imaginar lo que se sentiría ganar esa cantidad de dinero.
Can, Euge y Poli intercambiaron una mirada, antes de
romper en risas.
―No, ese era el
total de ayer. Hoy está a cerca de cuatro mil doscientos―dijo Can. Sentí el color drenarse de mi cara mientras mi corazón se hundía. ¡Santo cielo! Eso es como, ¡oh, Dios, ni siquiera puedo definirlo! ¡Son como doscientas chicas, todas queriendo acostarse con mi novio!
—¡Oh Dios mío! ¿En serio? —pregunté mientras tragaba el
nudo que rápidamente estaba formándose en mi garganta. La idea de todas esas
chicas lanzándose a sí mismas hacia mi chico, literalmente me hizo sentir un
poco enferma. Can asintió y parecía un poco comprensiva; como si supiera lo que yo
estaba pensando. Euge y Poli sólo parecían emocionados porque obviamente no
tenían ni idea de que yo estaba con Peter. Afortunadamente, la campana sonó, así
que todos no dirigimos a clases.
.................
A la hora de comer comenzaría a hacer mi jugada por Peter.
La gente necesitaba ver que al menos lo estaba intentando. No podía sólo
anunciar que había dormido con él, así que necesitaba que la gente me viera haciendo
el esfuerzo. No lo había hablado con Peter,
pero un pequeño coqueteo inofensivo en el almuerzo no debería ser tan
difícil. Mientras llevaba mi bandeja de comida a través de la cafetería a nuestra mesa habitual, me volteé hacia mis
amigos.
—Chicos, voy a hacer mi jugada por Peter para la apuesta. Sentémonos con mi hermano hoy, ¿sí?
Can me dio una mirada de complicidad y me guiñó el ojo y
nos dirigimos hacia la mesa de los atletas. La mesa de los atletas estaba casi
llena de chicas, todas ellas coqueteando
desvergonzadamente con Pitt. Sonreí ante su expresión; parecía incluso más enfadado ahora que antes. Miré a la chica
sentada al lado de Pitt; ella había terminado su almuerzo y estaba mirándolo fijamente,
con una expresión coqueta en su rostro.
—Oye, Sally. Escuché que alguien golpeó tu auto en el
estacionamiento, ¿fue mucho el daño? —pregunté inocentemente.
Ella jadeó y se puso de pie de un salto.
—¡Mierda! ¡Es el auto de mi mamá! —gritó, mientras se
volteaba y echaba a correr.
Escuché a mis amigos echarse a reír detrás de mí mientras
se sentaban en la parte más alejada de la mesa.
—Hola, Peter—Le sonreí mientras me dejaba caer en la
silla al lado de él.
—Hola, Ángel
—respondió, sonriéndome. Miré alrededor para ver si estaba recibiendo miradas mortales de todas las chicas cerca,
obviamente porque ya me había ganado una
sonrisa—¿Alguien golpeó el auto de Sally? —preguntó, comiéndose su sándwich de atún.
—Nah. Sólo lo dije porque quería sentarme aquí.
Se echó a reír.
—Sabía que me deseabas —bromeó, guiñándome un ojo.
—Bueno, quién no lo hace —respondí, sonriendo y mirando
alrededor de la mesa a las chicas que estaban tratando de matarme con los ojos. Agarré mi botella de agua y fingí tratar de abrirla—Peter, ¿puedes abrirla
por mí? —pregunté, haciendo pucheros ligeramente.
—Ángel, si sigues haciendo pucheros, el viento cambiará y
te quedarás atorada así —bromeó, sonriendo y quitándome la botella. La abrió
fácilmente y me la pasó de nuevo.
—Gracias.—Sonreí, haciendo caso omiso de su comentario—.
Vaya, nunca me di cuenta lo fuerte
que eres. Debes
ejercitarte un montón, ¿eh? —ronroneé, deslizando mi dedo
hacia abajo por sus bíceps, mordiéndome el labio seductoramente. Me miró con lujuria, con los ojos fijos
en mi boca. Sólo a partir de la expresión de
dolor en su rostro, podía decir que quería darme un beso. Él no respondió—. ¿Entonces? ¿Te ejercitas mucho? Porque debes
hacerlo, quiero decir, tu cuerpo es, mmm… —Mi voz se desvaneció, y lo examiné
lentamente.
Tragó.—Er, supongo, sí un poco—murmuró, todavía mirándome un poco sorprendido y desconcertado.
No quería que esto llegara demasiado lejos, por el
momento sólo estaba estableciendo el escenario para mi victoria. Rompí el
contacto visual y comencé a comerme mi comida, lentamente, dejando que el tenedor se
quedara en mi boca más tiempo del necesario.
—Oh Dios —gemí, cerrando los ojos mientras masticaba
lentamente—. Esto está tan bueno —jadeé. Lo escuché gemir en voz baja a mi lado
y supe que mis ruidos sexuales
estaban llegándole. Lo miré—.Peter, deberías probar esto—ronroneé seductoramente. Él tenía una expresión adolorida en su
rostro mientras me miraba fijamente con la
boca ligeramente abierta. Sacudió la
cabeza un poco, como
si estuviera tratando de alejar un pensamiento y yo me
tragué una risita. Oh mierda, iba a hacerme pagar por esto más tarde.
—Er, OK sí —dijo. Sonreí y agarré un tenedor lleno de mi
pasta y lo guié hacia su boca para alimentarlo.
Un pedacito de pasta cayó del tenedor a sus pantalones
vaqueros.
—¡Oops, lo siento tanto! —Hice una mueca, mirándolo a
modo de disculpa.
—No te preocupes por eso, Ángel. —Me sonrió y lo sacudió con
su mano.
OK, ¡podía hacer que esto funcionara a mi favor! Agarré
una servilleta y le limpié los pantalones vaqueros con ella. Era a medio muslo así
que me aseguré de limpiar sólo un poco más arriba, mientras lo miraba a través de
mis pestañas. Lo escuché tragar
audiblemente mientras un
ligero bulto comenzó
a aparecer en sus pantalones el cual rápidamente cubrió con su brazo.
—Ahí. Listo —coqueteé.
—Er… Gracias —murmuró, cerrando los ojos y suspirando.
Sonreí triunfalmente. ¡Ja! ¡Tomen eso, chicas! Miré
alrededor de la mesa para ver si todas estaban mirándome. Ya sean expresiones sorprendidas
o enojadas estaban pegadas a cada rostro femenino. Solté una risita, y le
guiñé el ojo a Martina quien se había vuelto roja por el enfado.
—Mejor me voy. Tengo que hablar con la Sra. Francis acerca de mi proyecto científico —dije, levantándome y sonriendo de oreja a
oreja.
Peter agarró mi mano y me jaló de nuevo hacia el
asiento.
—¿Qué fue eso? —preguntó, luciendo ligeramente
confundido.
Me encogí de hombros y le sonreí.
—Cortés, claro —contestó, sonriéndome.
Le lancé un
guiño y me levanté para ir con mis amigos. Cuando pasaba junto a Martina y las porristas me incliné hacia abajo y le
susurré al oído.
—Supera eso —me burlé, partiéndome el culo de la risa.
Agarré la mano de Cande, haciéndola caminar un poco por
delante de Euge y Poli quienes estaban conversando algo sobre una galería de
arte a la que Eu quería ir el fin de semana. Eu estaba un poco chiflada por el
arte.
—Can, creo que necesito tomar la
píldora. ¿Todavía está abierta al
público la clínica de planificación familiar en la calle Rose
después de la escuela? —pregunté.
Asintió en confirmación. Sabía que ella sabría, había
tenido un pequeño accidente hace aproximadamente un mes con un condón roto y había
ido ahí por la píldora del día siguiente.
—Sí, desde las cuatro hasta las ocho —respondió, mirando
por encima del hombro para asegurarse de
que nadie pudiera
oírnos—. Así que, vas a dar el paso, ¿eh? Creo que es genial. Definitivamente deberías tomar la
píldora. ¿Quieres que vaya contigo?—preguntó de forma casual. Sabía que
lo decía en serio;
era la mejor amiga que una chica podía pedir.
—Todavía no estoy lista, pero no quiero quedarme corta o
algo, quiero decir, debe tomar un tiempo que entre en tu sistema o
algo. ¿Entonces no te
importa venir conmigo? Realmente lo apreciaría —admití, mirándola con
agradecimiento. Estaba muy nerviosa acerca ir por mi cuenta, y no se sentía bien
pedirle a Peter que viniera.
No era exactamente el tipo de cosas que un chico hace.
Continuara...
Muy buena jugada.
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