lunes, 11 de agosto de 2014

"Toda la noche con el jefe"


CAPITULO 15
Por el rabillo del ojo, Lali observó a Peter. Parecía absorto en sus pensamientos, frunciendo el
ceño frente a su portátil. Lo había evitado en la medida de lo posible desde el incidente en la
escalera. Había pasado el fin de semana de excursión por Bath con una amiga y casi había
conseguido olvidarse de Peter durante un periodo de tres horas. El resto del tiempo, había sido lo único en su cabeza.
De vuelta en la oficina el lunes, el trabajo se había incrementado. Faltaban sólo dos días para 
 la presentación al cliente y trabajaban a todas horas. Había conseguido marcharse a casa antes que él. Nicolás y Andres estaban siempre sentados en sus mesas, de modo que nunca estaban solos.
Además, tenía la impresión de que Peter estaba esperando a que diera ella el siguiente paso. De acuerdo. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de no hacerlo, aunque fuera lo más difícil que hubiese hecho nunca. Casi más difícil que seguir con su vida hacía casi dos años.
Le había dicho la razón por la que no podía estar con él. Pero no había advertido la intensidad de su propia vulnerabilidad hacia él. Se había entregado a él sólo dos segundos después de que empezara a tocarla. Sin importarle lo poco que sabía de él, ni el hecho de haber estado en una zona pública y correr el riesgo de ser descubiertos en cualquier momento. De hecho, había estado a punto de suceder justo eso. Si Peter no hubiera actuado con rapidez, los habrían visto. Se había mostrado más resuelto que ella, y eso le daba miedo.
Había dicho que ella le había pedido que la tocara, y sabía que tenía razón. En su mente, se lo había rogado y él lo había interpretado. Gran error. Habían descubierto juntos su debilidad. No tenía más que tocarla para que su resistencia se evaporase. No iba a arriesgarse a echar a perder un trabajo por segunda vez. Quería terminar aquel contrato de la mejor manera posible. Pero más miedo daba la intensidad de su reacción hacia él. No parecía normal. No era una simple atracción física. Sabía que, si se dejaba llevar, acabaría sufriendo. Una distracción para él parecía ser algo más para ella, y le daba demasiado miedo analizar exactamente qué.
De modo que volvió a comportarse con frialdad, incapaz de mirarlo a los ojos por miedo a lo que pudiera ver o, peor aún, por miedo a lo que pudiera revelar. Nico y Andy estaban demasiado ocupados para darse cuenta. Y, tal vez, Peter también.
Contuvo un suspiro y se fue a buscar a Rochi para tener cinco minutos de alivio. Le dirigió una
mirada de reojo cuando se dirigía hacia la puerta y vio que estaba observándola con tal expresión de deseo que se sonrojó sólo con verla. Lali volvió a mirar hacia la puerta. Desde luego, no estaba demasiado ocupado.
Rocío, feliz por poder charlar durante un momento, le dirigió una mirada de preocupación.
—Eh, esta noche van a tomar algo en el pub. Han terminado uno de los proyectos. Ven a tomarte una copa y así podrás relajarte un poco.
Lali abrió la boca para negarse, pero de pronto lo pensó mejor.
—Buena idea —los últimos días había estado trabajando tanto que casi se sentía una reclusa.
Se suponía que debía aprovechar al máximo sus últimas semanas en la ciudad; debería salir todas las noches en vez de quedarse despierta durante horas pensando en un hombre al que no podía tener.
Una noche con Rochi y los demás sería una estupenda manera de relajarse. Peter y su equipo se quedarían trabajando hasta tarde de nuevo, así que no correría el peligro de encontrárselo.
—Bien, estás muy pálida. Necesitas pasarlo bien.
Lali intentó sonreír, obligándose a contestar con alegría.
—¿Sabes? Tienes toda la razón.- Unas cuantas copas, eso le serviría para ver el asunto de
Peter con perspectiva.

Nada más abrirse la puerta, Peter supo que Lali había vuelto. Advirtió sus suaves pisadas sobre la alfombra, el olor de su fragancia. Apretó los dientes y se mantuvo quieto, negándose a darse la vuelta y mirarla como realmente deseaba hacer.
Miró a Andres, que estaba contemplando a Lali descaradamente. Se sintió molesto. No le
gustaba cómo Andres la miraba, sabiendo que era exactamente así como la miraba él también; con lujuria. Pero sabía que a Andres sólo lo movía la lujuria, mientras que él deseaba comprender todo el conjunto. Había algo en ella que le resultaba atrayente, y le hacía desearla más de lo que había deseado a ninguna otra mujer.
Segundos después, Lali se aproximó a él con una hoja de papel en la mano.
—Peter, necesito que firmes mi horario de la semana pasada. Tengo que enviarlo por fax a la agencia esta tarde para asegurarme de que me paguen. Se me olvidó dártelo el viernes y me acabo de acordar.
El sabía perfectamente la razón. El viernes. Las escaleras. La miró a la cara. Lali estaba mirando el papel, que había dejado frente a él en el escritorio. No revelaba nada. Al igual que había estado haciendo desde aquellos minutos en las escaleras, minutos que él había estado reviviendo una y otra vez. Maldecía la interrupción, y buscaba desesperadamente en su cabeza la manera de volver a repetirlo. El deseo de tocarla era abrumador, y no lo soportaba. Una gran parte de él no soportaba el efecto que Lali le producía.
No se sentía seriamente atraído por ella. De ninguna manera. No podía sentirse atraído por alguien que, francamente, podía ser un poco grosera. Aunque, la verdad, sospechaba que su grosería tenía que ver con sus esfuerzos por mantenerse alejada de él. Cuando superasen eso, estaba más que seguro de que encontraría maneras de compensárselo. Era divertida. Veía el sentido del humor con demasiada frecuencia en su rostro. ¿Por qué no podrían pasar un par de meses de diversión?
Dándose cuenta de que se había quedado mirándola durante demasiado tiempo y que, como resultado, ella se había puesto roja, centró su atención en el papel que tenía delante. Lo escudriñó antes de firmar al final. Entonces algo captó su atención.
—¿Tu nombre completo es Mariana? —preguntó. No era que conociera a muchas, pero jamás se había encontrado con una neozelandesa con un nombre que sonara a francés.
—Mi padre era francocanadiense.
—¿Era?
Lali asintió con cierta pesadumbre en su mirada.
—¿Aprendiste francés?
—No. De hecho él murió antes de que yo naciera.
—Debió de ser duro para tu madre.
—Lo fue. Pero era una superviviente.
—¿Era? —sintió un vuelco en el corazón. No quería fisgonear, pero sabía que estaba obteniendo información vital. Pistas que podrían ayudarlo a entender ese aire de misterio que había en ella. Algún hecho que pudiera explicar por qué le costaba tanto hacer lo que sabía que deseaba.
—Era —Lali recuperó el papel y se alejó.
Peter la observó mientras se sentaba de nuevo en su silla, evitando mirar a ningún lado en
particular, especialmente a él. Huérfana. Sin padre desde que nació y sin madre desde... ¿cuándo? Estuvo a punto de preguntárselo, pero la expresión de su cara indicaba que ésa era toda la información que iba a darle; al menos ese día.
Centró su atención en las cifras de la pantalla del ordenador y, por primera vez en toda su carrera, deseó no tener que trabajar. Deseó que el proyecto acabara para poder concentrarse en ella. Asqueado, comenzó a aporrear el teclado. ¿Qué diablos le pasaba? El mismo había dicho que no quería distracciones. Pero conocer a Lali era más que una distracción. Era como un acontecimiento que cambiaría su vida, uno que escapaba a su control y que no sabía si podría soportar.


Mil perdones!!! hoy me pongo al día con los capítulos faltantes!!

3 comentarios: