lunes, 11 de agosto de 2014

"Toda la noche con el jefe"


CAPITULO 16
Lali se escapó antes de lo que había pensado que podría, dejando a los demás absortos en el trabajo. Corrió por la acera hacia Jackson's, el bar donde Rochi y los demás ya disfrutaban de la segunda ronda. Rocío la saludó alegremente y Lali se encontró enseguida con un zumo de piña en la mano mientras hablaba con algunos de los consultores recién llegados a la empresa.
De pronto sintió un leve codazo en las costillas.
—Ven a conocer a Poli —Rochi tenía una mirada tan expectante mientras la arrastraba hacia la puerta que Lali tuvo que contener la risa. Lo reconoció de la fiesta en la oficina, cuando lo había confundido con Peter. A pesar de que Poli tuviera un físico maravilloso y una sonrisa fabulosa, no era Peter. Estaban a años luz en términos de dinamismo y magnetismo.
Poli le estrechó la mano y le dirigió una de sus sonrisas.
—Es un placer conocerte por fin. He oído hablar mucho de ti.
—Y yo de ti —dijo Lissa con una sonrisa, y se sorprendió al ver un leve guiño en su cara. No un guiño sugerente, sino más bien uno conspirador. Era curioso. A no ser que estuviese interpretando mal las señales, aquel tipo no estaba interesado en conocer a alguien nuevo. Dio un sorbo a su zumo mientras observaba la conversación entre Rochi y él.
Rocío estaba como siempre, hablando sin parar, pero Lali observó la mirada seria de Pablo mientras la escuchaba. Le llevó unos quince segundos de observación hacer la conexión. Rochi desapareció, reclamada por otro amigo, y Lali no perdió el tiempo.
—Te has enamorado de Ro, ¿verdad? —le dijo.
Poli se quedó mirándola sorprendido antes de mirar hacia donde se encontraba Rochi.
—Soy culpable de todos los cargos —admitió.
Lali observó un toque de inseguridad en su rostro antes de que la ocultara con una sonrisa.
—Aunque es una pérdida de tiempo, ya que sólo le interesan los tipos como él.
Lali se dio la vuelta y sintió un vuelco en el corazón. Peter había llegado y estaba de pie junto a
Rochi, mirándolos con una expresión feroz. Ella se dio la vuelta rápidamente y miró su vaso,
sintiendo el calor en las mejillas. ¿Qué estaba haciendo allí? Había dado por hecho que podría estar relajada unas horas. Su indicador de proximidad de Peter, también conocido como su pulso, comenzó su ritmo descontrolado. Le resultaba muy difícil controlar su atracción por él, y sabía que sólo le haría falta pasar unos segundos a solas para perder el control. Tenía que evitar que eso ocurriera.
—Hmm —murmuró Poli—. ¿Quién es?
—Peter. Uno de los jefes —dijo ella, aunque más para recordárselo a sí misma que para informarlo a él—. Ha sido un placer conocerte, Pablo, pero tengo que irme a casa.
Se despidió apresuradamente y corrió hacia Rochi para decirle adiós.
Peter se puso en su camino, bloqueándole el paso.
—Así que Rocío tenía razón —dijo él.
—¿En qué? –pregunto ella con cautela. Nunca lo había visto tan serio.
—En que su amigo sería el tipo perfecto para ti —contestó señalando con la cabeza hacia Poli.
Si no hubiera estado tan nerviosa, se habría reído. En vez de eso, suspiró. La situación ya era suficientemente complicada sin añadir los celos.
—De hecho no, no tenía razón en eso. Pero sí tenía razón en una cosa.
—¿En qué?
—Tienes unos ojos alucinantes —lo miró y dejó que su atracción se notase claramente. El
tiempo se detuvo y, fascinada, vio cómo su expresión pasaba de la ira al deseo. Aquella
comunicación no verbal los mantenía unidos. Lissa sintió el calor aumentando en sus mejillas y un escalofrío recorriéndole el cuerpo mientras lo miraba. El deseo que había estado intentando controlar durante toda la semana amenazaba con explotar.
Finalmente admitió que ese deseo no iba a desaparecer sin más. Los sentimientos que creía que podría controlar no disminuían a cada día que pasaba. Al contrario, la atracción aumentaba.
Cada día la necesidad de estar con él era mayor. Parecía inevitable. Incontrolable.
No quería que Peter pensara que estaba interesada en Poli. La idea era de risa. En ese momento sentía que jamás podría desear a nadie como lo deseaba a él. Y eso le resultaba aterrador.
Finalmente habló, aunque con un susurro.
—Me voy a casa.
—Déjame ir contigo —contestó él.
—No.
—¿Qué ha ocurrido? No me digáis que se han roto los ordenadores y hemos perdido los informes —Andres se acercó a ellos con una copa en cada mano, haciendo que Lali fuera otra vez consciente de sus alrededores—. ¿Quieres una copa, Lali?
Ella negó con la cabeza.
—Ya me marcho. Nos vemos mañana —se alejó antes de que ninguno de los dos pudiera decirle nada más.
Se despidió de Rochi con la mano, pero su amiga se acercó a despedirla a la puerta.
—La gente se pregunta si Peter y tu tenéis una aventura—dijo Rocío sin preámbulos.
Lissa la miró escandalizada.
—No te enfades —añadió Rochi apresuradamente—. He dicho que no, que yo supiera. Pensé

que querrías saberlo.

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