lunes, 11 de agosto de 2014

"Toda la noche con el jefe"


CAPITULO 17
Lali se encogió de hombros. No era de extrañar. Incluso Poli había advertido de inmediato la
atracción entre ellos. Sumado a un par de incidentes delante de Nico y de Andres y a las miradas que se habían dirigido en mitad del bar, era normal que la gente empezara a murmurar. A pesar de lo que le había dicho a Peter, realmente no le importaba. La gente tendía a pensar lo que quería sin importarle la verdad. Había aprendido eso hacía mucho tiempo, siendo la única hija de una madre soltera adolescente. Además, no sería la única aventura sobre la que se especularía, ni la última. Pronto habría otra, conociendo las habilidades de algunos de los empleados.
—¿Estás bien? —preguntó Rochi tocándole el brazo—. Mira, La, si no quieres contármelo, de acuerdo. Pero sé que ocurre algo. Se ve que hay atracción entre vosotros.
Lali sonrió y dijo:
—Estoy bien, Ro. Simplemente estoy cansada, nada más. Creo que ya es suficiente por esta noche.

El jueves pasó muy deprisa. A pesar de no haber dormido apenas, Lali consiguió terminar la
versión final de los informes. A media tarde se encontraba imprimiendo copias para distribuirlas en las presentación.
Después se aseguró de que el equipo que Peter y los demás necesitaban para el viernes hubiera sido comprobado por los técnicos y estuviese listo. Los demás habían estado reunidos al otro extremo de la mesa durante casi toda la tarde. Lali apartó la vista del ordenador un instante y los miró. Todos parecían nerviosos. Peter daba vueltas de un lado a otro mientras Nicolás repasaba una y otra vez su parte de la presentación. Él parecía disfrutar con la excitación del desafío. Parecía tan competente, tan seguro, tan concentrado.
Lali volvió a mirar a la pantalla. Ella no se sentía ni competente, ni segura ni concentrada.
Tenía la garganta seca y un intenso dolor de cabeza. Le dolían hasta los ojos. Se llevó las manos a las mejillas; las tenía ardiendo, y el frío de los dedos le resultó aliviante.
Estaba cansada. Cansada de mirar gráficos y cifras durante horas en la pantalla del ordenador; cansada de estar encerrada en aquella habitación, pero sobre todo estaba cansada de estar tan cerca de Peter y no poder estar con él. Lo deseaba desesperadamente. La idea la consumía por dentro al igual que la rabia. Estaba permitiendo que la atracción física que sentía por él dominara su trabajo. Eso nunca le había ocurrido antes. Pensar en él le nublaba la mente y temía que eso afectara a su rendimiento. Lamentaba que él tuviese la habilidad de olvidarse de todo. ¿Cómo podía estar tan concentrado en el trabajo si sentía la misma pasión abrumadora?
De pronto eran más de las seis y la oficina se había vaciado, salvo por su equipo. Nico y Andy fueron por pizza, insistiendo en salir a buscarla en vez de pedirla. Nicolás decía que estaba
desesperada por tomar el aire. Andres anotó los pedidos. Lali dijo que le apetecería cualquier cosa menos marisco. Tenía que terminar aquello cuanto antes para poder irse. Tenía los nervios a flor de piel y le costaba un gran esfuerzo mantenerse allí sentada y fingir concentración ante la pantalla.
Una parte de ella deseaba salir de allí e irse a casa lo antes posible, pero otra parte deseaba saltar sobre Peter y devorarlo. Sus reservas ante una aventura en el trabajo iban desapareciendo a favor del deseo que sentía por él. Sólo tendrían unas pocas semanas por delante. Pero eso en sí mismo suponía un problema. A medida que pasaban los días y su atracción aumentaba, sabía que tendría que ser más fuerte que nunca porque podría acabar con el corazón destrozado.
Lo deseaba desesperadamente, pero no podría tenerlo.
Un silencio incómodo llenó la habitación. Estaba furiosa ante la aparente facilidad con la que él continuaba trabajando. Parecía completamente concentrado a pesar de su proximidad, mientras que ella era incapaz de trabajar cinco minutos seguidos.
—La gente dice que tenemos una aventura —dijo ella.
—¿De verdad? —preguntó él sin levantar la mirada de la pantalla—. Me sorprende. Saben que normalmente no tonteo en la oficina.
—¿Y por qué no lo haces normalmente? —preguntó Lali.
—El trabajo es el trabajo y la diversión es la diversión —contestó él sin más.
—¿Y esos caminos nunca se juntan? —preguntó ella sin saber bien por qué. Simplemente sentía la necesidad de hacerlo enfadar para demostrar que no era tan inmune como parecía.
—Es más fácil así. De lo contrario, ¿cómo te concentrarías en el trabajo? —de pronto él levantó la cabeza y la miró—. ¿Cómo puedes concentrarte si la mujer que deseas está sentada enfrente y aun así no puedes tocarla como te gustaría? ¿Cómo diablos se trabaja así?
Lali se sintió satisfecha de haber cumplido su objetivo, pero aun así siguió hablando.
—¿Así que, si no me ves, no piensas en mí?
—No —contestó él—. Siempre pienso en ti. Pero es muy difícil concentrarse en los malditos números cuando llevas esa blusa medio transparente y lo único que quiero hacer es arrancártela para poder ver bien lo que hay debajo.
Lali se sintió consumida por el calor. Con el corazón acelerado, se puso en pie y agarró su
chaqueta. Al mismo tiempo, él también se levantó y se acercó a ella. Estiró el brazo y le agarró la muñeca con fuerza, haciendo que la chaqueta cayese al suelo. Se quedaron de pie mirándose.
Lali estaba segura de que podría sentir su pulso frenético. Observó mientras él miraba sus labios y deslizaba la mirada después hasta su pecho. Respiró profundamente y se dio cuenta de que se le habían endurecido los pezones. Peter se quedó mirándolos y se le endurecieron más aún. Volvió a mirarla a la cara y vio que tenía las pupilas dilatadas por el deseo.
—¿Tienes frío? —bromeó.
El deseo y la rabia aumentaron y se mezclaron. Lali se mordió los labios y trató de controlarse,
deseando que la presión que sentía fuera la de su boca en vez de la de sus propios dientes.
—Prácticamente hipotérmica —contestó tras tomar aliento.
Peter sonrió y le apretó la muñeca con más fuerza, tirando de ella hasta colocarle la otra mano
en la mandíbula, acariciándole suavemente la mejilla con el pulgar.
—¿Por qué te preocupa tanto lo que piensen? No haces lo que deseas porque piensas que la
gente hablará a tus espaldas. ¿Por qué debería importarte?
Lali se quedó mirándolo. Se equivocaba. No se trataba del resto de la gente. No hacía lo que deseaba porque sabía por experiencia que sería lo peor para ella. Una aventura en el trabajo era una fantasía que invariablemente acababa en pesadilla. El ambiente era falso; largas horas de trabajo juntos durante un corto espacio de tiempo. La adrenalina y la excitación llegaban a su punto más alto. No era el mundo real, ¿y quién sabía qué secretos escondería Peter fuera de la oficina? ¿Qué ocurriría cuando se encontrara en otro proyecto con otra empleada temporal que le resultase atractiva?
Peter continuó acariciándole la mejilla suavemente, aunque la respuesta de su cuerpo no fue tan suave. A pesar de lo que le decía su cerebro, lo deseaba.
—Vamos a darles algo de lo que hablar —dijo él sin dejar de mirarle la boca. Le acarició los labios con el pulgar y presionó suavemente, haciendo que se separasen ligeramente—. Si todos lo piensan, sería una pena no aprovecharse de ello.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó ella.


Me encanta esta foto, es tan... natural jeje

1 comentario:

  1. D ella si k hablarían ,y nada bueno,al fin y al cabo él es el jefe,y Lali ya tuvo su mala experiencia.

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