sábado, 2 de agosto de 2014

"Toda la noche con el jefe"



Sorpresa!!!

CAPITULO 14
Deslizó los dedos por la tira del liguero, haciendo que Lali separase las piernas para proporcionarle un mejor acceso. Deslizó los dedos hacia un lado hasta llegar al borde de sus bragas.
Estaba seguro de que Lali lo sentía tanto como él. Lo deseaba con la misma intensidad. Quería hablar con ella, decírselo, oírselo decir, pero no podía apartar los labios de su piel. La torturó, deslizando los dedos por el elástico de las bragas, sintiendo sus intentos por estirar más las piernas encerradas en la falda.
Peter apartó la boca de sus labios para permitirle tomar aire mientras le besaba el cuello. Siguió torturándola con los dedos, aunque sus suspiros y el movimiento de sus caderas indicaran que su impaciencia era creciente. Sonrió al ver la piel expuesta bajo su camisa, disfrutando de su fragancia floral.
Y entonces sintió sus manos en los muslos, sintió su calor a través de los pantalones mientras se deslizaban hacia arriba, sintió la presión cuando le agarró las nalgas con fuerza, y supo que estaba en problemas. Sus instintos más primarios comenzaban a apoderarse de él. Ya la había torturado demasiado. Estiró la mano sobre su monte de Venus y siguió acariciándola con los dedos entre las piernas, sintiendo su humedad a través de la seda y el encaje. Estuvo a punto de arrancarle la prenda de golpe para poder saborearla con la lengua allí mismo.
Entonces lo oyó. El sonido de una puerta cerrándose más arriba. Se apartó de ella y la miró a los ojos. Ella le devolvió la mirada, confusa. Peter quería seguir besándola, pero no ahí, no en ese momento. Señaló con la cabeza en dirección a las pisadas que se aproximaban. Vio cómo sus ojos
se abrían desmesuradamente al advertir el ruido.
—Maldita sea —murmuró él, deseando poder maldecir y gritar mucho más alto. Ella se colocó
la falda apresuradamente y él la agarró del brazo y la condujo hacia abajo. Fue como si volaran.
Peter corría llevado por la excitación. Lali ya no podía negarlo. Ardía tanto de deseo por él como él por ella. Apenas podía esperar.
Pasó su tarjeta por la ranura y abrió la puerta del sótano, metiéndola dentro, desesperado por poder sentirla de nuevo. No quería que aquellos escasos segundos separados le hubieran dado tiempo para cambiar de opinión.
Demasiado tarde. Lali ya se había separado de él y estaba mirándolo con frialdad.
—Pensé que habías dicho que no volverías a tocarme a no ser que yo te lo pidiera —dijo ella.
Fue un susurro, pero rebotó de todas formas en el silencio del aparcamiento. «Tócame, tócame», era lo único que él oía. Lo único que deseaba oír.
—Me lo has pedido —contestó Peter. Sabía que estaba en un terreno peligroso con aquel asunto. Sabía que la disconformidad de Lali con respecto a la situación estaba en parte justificada. Maldición. A él le habían dicho que sería perfecta para el proyecto y deseaba poder conocerla mejor. Y para eso necesitaba tiempo. Tiempo para conocerse. Cuanto antes terminaran el trabajo, mejor; se aseguraría de que no volvieran a coincidir en ningún proyecto.
Lali lo miró con odio y arqueó las cejas, pero el fuego en sus ojos no era enteramente de rabia.
—Me lo has pedido —repitió él con más seguridad de la que realmente sentía. Deseaba poder estrecharla entre sus brazos de nuevo y demostrárselo, pero el momento había pasado.
Lali abrió la boca para negarlo, pero él levantó las manos, silenciándola, y le señaló la cara.
—Lo has pedido con los ojos.
Ella miró al suelo inmediatamente, y Peter observó su lucha interna, vio cómo aquello que había entre ellos estaba afectándole. Aunque ella no era la única. Controló sus instintos primarios e intentó aliviar la tensión de la situación.
—No te preocupes —dijo con una carcajada que sonó tan forzada como realmente era—. La
próxima vez esperaré a oír las palabras.
Entonces Lali lo miró, y él sintió un vuelco en el corazón al ver la expresión de tortura en su rostro. Parecía dividida, confusa. Deseaba que le dijese algo. Quería que abriese su corazón y su mente, al igual que él quería abrir su cuerpo. Lo deseaba todo de ella. Todo.
Por un momento pareció como si ella fuese a decir algo, pero entonces se mordió los labios, y aquella acción estuvo a punto de hacerle romper su palabra. Peter no dijo nada cuando ella pasó por delante y regresó a las escalaras. Se quedó quieto, tratando de recuperar la respiración y de controlar la Torre Eiffel que tenía debajo de los pantalones para poder subir las escaleras y seguir trabajando.

No sabía qué haría si Lali nunca se lo pedía con palabras.

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