Esa noche fue terrible.
Me fui a la cama aterrorizada de los zombies, e inclusocuando me dormí, me puse a soñar con mi padre. No había soñado con
él desde hace más de cinco meses. Los últimos sueños que tuve fueron de cuando
Can y Euge se quedaron por el cumpleaños de Euge. Como las chicas estaban
acá, Peter tuvo que permanecer lejos, y había despertado a toda la casa con mis
gritos.
Mi sueño esta
noche era malo.
Vic tenía once años y yo nueve. Estábamos jugando en el patio para
salir de la casa porque mi padre quería para ver algunos partidos de fútbol en
el televisor. Había estado bebiendo toda la tarde lo que lo hacía aún más temperamental.
Vico y yo estábamos jugando con su nueva pelota de fútbol que él había
conseguido para su cumpleaños un par de semanas antes. Se suponía que no
podíamos jugar con ella en el patio, sólo en el parque, pero Vic quería
mostrarme un nuevo truco que había aprendido.
Le estaba dando rodillazos a la pelota para mantenerla en el aire; yo me estaba riendo y contando las veces que él
podía hacerlo, estando toda orgullosa de mi hermano mayor. Él perdió
el control de la misma, y en lugar de dejarla caer en el piso, trató de salvarla
a patadas. La pelota voló por el aire y golpeó la ventana. Por suerte, no se
rompió, pero sí hizo un gran estruendo. Los dos nos dimos vuelta y miramos a la
puerta, esperando.
Unos diez segundos
después, se abrió la puerta y mi padre nos hizo señas para que entremos.
—Trae la pelota —dijo entre dientes. Su rostro estaba criminalmente enojado, haciéndome
congelarme. Vico me agarró la mano y me obligó a ponerme atrás de él mientras
entrábamos, agarrando la pelota con la otra mano.
Mi padre cerró la puerta fuertemente, haciéndome saltar y llorar. Vico agarró mi mano más apretada.
—¿Quién pateó la
pelota? —preguntó mi padre desagradablemente.
—Yo lo hice. Lo
siento, papá. Fue un accidente —susurró Vico, mirándolo en tono de
disculpa.
Mi padre tomó la
pelota en sus manos y la puso sobre el mostrador, y luego golpeó a Vico con tanta fuerza en el
estómago que él realmente se despegó del piso ligeramente. Puse mis manos sobre mi boca para ahogar el grito fue amenazaba con salir de mí. Levantó el puño le golpeó de nuevo, así
que le agarre la mano para
detenerlo. Se dio vuelta hacia mí y me golpeó duro, enviándome volando hacia la pared, golpeando
mi cabeza. Podía sentir que algo corría por el costado de mi cara; mi visión
era un poco borrosa.
Se dio vuelta de
nuevo hacia Vico, golpeándolo de nuevo. No sólo lo hizo una vez, él lo
golpeó una y otra vez, en el estómago y los muslos hasta que Vico estaba llorando en el piso.
Le estaba rogando que se detuviera. Él me agarró del brazo y me tiró hacia
arriba, agarrando un cuchillo de la encimera. No podía respirar. Vico le gritó que me dejara en paz y se levantó del suelo, el dolor por la paliza que acababa de
recibir se extendía por su cara.
Mi padre le dio un
puñetazo en la mandíbula, enviándolo al piso otra vez.
—Está bien.
Córtame, hazlo. ¡Solo por favor, no golpees más a Vico, por favor! —supliqué,
llorando y mirando a mi padre suplicante.
Sorprendentemente,
puso el cuchillo en mi mano. Tuve el impulso de apuñalarlo con él, pero me
tenía agarrada mi muñeca, así que no podía. Agarró la pelota de Vico del
mostrador y la sostuvo quieta.
—Explótala —ordenó. Negué con la cabeza rápidamente.
A Vico le encantaba esa pelota, era su regalo de cumpleaños de mí parte, había
ahorrado mi asignación de dos meses para comprarlo para él—. Explótala— repetía con
su voz fría. Podía oler el alcohol en su aliento, ya que soplaba a través de mi
cara; el olor me revolvió el estómago.
Él agarró mi muñeca
y me hizo meter el cuchillo profundamente en la pelota de cuero. Lloré. Él me
soltó mi mano, tomando el cuchillo y tirándolo rudamente en el fregadero antes de marcharse a la sala de
estar para ver el resto de su partido como si nada hubiera pasado. Miré a Jake; él estaba sentado en el
piso casi sin poder respirar. Se veía
horrible.
Corrí hacia él
y se
sentó, tomando una toalla de cocina y presionándola en mi cabeza donde me había
golpeado, mordiéndose los labios para detener su llanto.
—La, lo siento mucho.¿Estás bien?—graznó, su voz apenas un susurro. El estúpido chico estaba luchando por respirar ¿y me estaba preguntando si yo estaba
bien?¡Por Dios, realmente tenía el mejor hermano del mundo!
Me desperté sobresaltada. Estaba llorando, llorando tan
fuerte que apenas podía respirar. Me
limpié la cara con las manos temblorosas, mientras
miraba al reloj;eran casi las cuatro y media de la mañana. Me acerqué a abrazar
a Peter, pero él no estaba ahí, estaba en su propia casa. ¡Oh Dios, lo necesito!
Agarré mi celular y me escapé de la habitación a la sala de estar.
Stas dspierto?
Le mande un mensaje. Esperando que si estaba dormido, no lo
escuchara, no quería despertarlo si
realmente había logrado dormir esta noche.
Casi de inmediato, mi teléfono sonó.
—Ángel, ¿estás bien? —me preguntó en
cuanto respondí. Seguía llorando, no pude
frenar mi respiración, mis manos estaban temblando
violentamente.
—No —gruñí.
—Voy para allá.¿Puedo ir por el frente?—Lo escuché deslizar su ventana abriéndola y
el viento que soplaba por el teléfono.
—Sí —lloré. Fui
a la puerta principal y la abrí, esperando parada ahí por él. Estuve ahí sólo
por unos segundos antes de que él corriera dando vuelta en la esquina y me agarrara
en un abrazo, levantándome cuando entró en la casa. Envolví mis piernas
alrededor de su cintura y me agarré fuerte alrededor de su cuello. Él inmediatamente apretó los labios en mi cuello, respirando hacia abajo por mi espalda y hombros hasta que mi cuerpo se relajó. Nos trasladó a
la sala de estar y se sentó en el
borde del sofá, todavía abrazándome con su boca en mi cuello.
Cuando me calme me retiré para poder mirar su cara de
preocupación.
—¿Zombies? —preguntó, viéndose un poco esperanzado. Negué
con la cabeza y su cara cayó, se veía tan triste pero rápidamente se convirtió
en enojo, estaba tan enfadado que parecía que una vena de su frente iba a
estallar. Sólo lo abracé de nuevo sin hablar; él sabía que había soñado con mi
padre, no tenía necesidad de preguntar—.¿Quieres hablar de ello?—preguntó un par de minutos más
tarde, acariciando mi espalda, con dulzura.
—No. —Mi voz ronca de tanto llorar. Asintió y siguió
frotando mi espalda—.¿Te desperté, Pitt?
—pregunté, de repente sintiéndome culpable por haberlo hecho venir todo el camino hasta acá
a las cuatro y media de la mañana.
—No, Ángel. No podía dormir —dijo en voz baja.
Me reí.—¿El
beso no sirvió entonces?—bromeé, sintiéndome mejor ahora que estaba acá.
—No, sabía que tendría el efecto contrario —respondió,
sonriendo.
Le sonreí con tristeza.
—¿Quieres quedarte
conmigo por un rato? Podría poner la alarma de mi teléfono. Podríamos dormir en
el sofá —sugerí. Él sonrió y nos acostó lado a lado; agarré mi celular y fui a través de la pantalla del menú hasta que llegué a la función de alarma—.¿A qué hora la fijo? —le pregunté, mordiéndome el labio, preguntándome a qué hora se
levantaría Peter, probablemente no antes de las diez en domingo.
—¿Qué hay de la
siete y media?—sugirió, tirando de mí hacia él. Programé la alarma
y puse el teléfono en el piso al que podía llegar fácilmente. Él doblo su pierna sobre la mía y
envolvió sus brazos fuertemente a mi alrededor,
nuestras narices casi se tocaban.
Sonreí y le dí un ligero beso.
—Buenas noches, Pitt.—Cerré los ojos y suspiré con
satisfacción, sintiéndome a salvo y segura en sus brazos.
—Buenas noches, mi hermosa novia—susurró, besando mi nariz. Le sonreí a lo dulce que era, y caí en un sueño sin sueños dentro de
minutos.
Continuara...
Mañana mas!
Besos
Lunis♥
Otroooo :))
ResponderEliminarMuy buena la nove!! Masssss
ResponderEliminar+++++++++++++++
ResponderEliminarK dulceeeee.
ResponderEliminarEspero k no los pille Vico ,o Cande.
O k si los pillen d una buena vez ,veremos k pasará.