miércoles, 11 de marzo de 2015

Capitulo 2


Chicas me olvide de poner una partecita del cap anterior. Aquí les va!!

Me desperté a la mañana, todavía fuertemente envuelta en sus brazos; di un grito ahogado y miré al reloj 6:20 a.m. 
—¡Peter! —susurré, sacudiéndolo. 
—Ahh, ¿qué, Mamá? —preguntó con sus ojos cerrados.
—¡Shhh!  —siseé,  rápidamente cubriendo  su  boca antes  de que  hablase  otra vez.  No puedo creer que nos quedásemos dormidos, esto está tan mal.
Sus ojos se abrieron de golpe y me miró, sorprendido, luego miró alrededor de mi  habitación. 
—Oh no,¿me quedé dormido? —susurró, sentándose y pasándose la mano por su pelo,  que  estaba levantado  por todas partes  pero  en  realidad se  veía mejor  que cuando tenía ese asqueroso gel en él.
—Tienes que ir a casa, Pitt. ¡Rápido!  —siseé, empujándolo hacía la ventana. La abrió y  empezó a trepar fuera pero agarré su mano haciendo que se detuviera.
Levantó la vista hacia mí una expresión confundida en su cara. 
—Gracias —susurré, sonriéndole agradecidamente. Realmente necesitaba ese abrazo la otra noche,esa fue probablemente la cosa más bonita que Peter alguna vez había hecho por mí.
Él me devolvió la sonrisa. 
—De nada, Ángel —respondió, sonriendo y saliendo.
Vi como pasaba por el agujero en la valla y volvió a subir a su propia ventana. La cerró y me saludó, le devolví el saludo y luego fui a vestirme. El pensamiento de Peter viniendo a escondidas aquí y estando en  la casa sin permiso, hizo que mi estómago doliera. Tuvimos mucha suerte de no ser atrapados. Me aterraba pensar que habría sucedido si sus padres  hubieran ido a su habitación a la noche y hubieran visto su cama vacía, o que habría pasado si no me hubiera despertado temprano. Me estremecí al pensar en lo que mi padre haría si hubiera entrado aquí para encontrar a Peter en la casa durante la noche.

Capitulo 2
8 Años después…

Me desperté con  la familiar sensación  de ser aplastada;  me  retorcí, empujando  mi  hombro  hacia atrás. Pedro movió  su  peso  ligeramente. 
Estaba abrazándome en cucharita por detrás, respirando profundamente en  la parte trasera de mi cabello. Su pesado brazo cubriéndome, sujetando mis brazos en  mi  pecho,  sostenía mi  mano apretadamente, nuestros dedos entrelazados, su pierna tirada casualmente sobre mí. Podía sentir la usual “gloria matutina” empujando contra la parte más estrecha de mi espalda.
Rápidamente silencié la alarma de mi teléfono y lo codeé en el estómago. 
―Seis en punto ―murmuré somnolientamente, cerrando los ojos.
―Diez minutos más, Ángel.Todavía estoy cansado ―murmuró él, empujándome más fuerte contra su pecho.
―Nop, no diez minutos más. La última vez se convirtió en una hora y Vico casi te atrapa aquí―murmuré, codeándolo en el estómago una vez más.
Movió su brazo e inmovilizó mis manos en la cama cerca de mi cabeza, en una posición de oración. 
―Solo diez minutos más, Ángel ―se quejó. Suspiré y cerré los ojos de nuevo. No había forma de discutir con él cuando estaba así, simplemente no tenía la energía a esta hora de la mañana para pelear con él. Ambos nos deslizamos de nuevo en el sueño, instantáneamente.
―¡Mariana, será mejor que ya estés lista! ―gritó mi hermano, golpeando la puerta.
Me levanté de un salto y también Pedrp, era más de las siete.
―Er…sí, estoy lista ya, Vico―grité en respuesta, mirando a Pedro que estaba frotándose la cara, luciendo un poco aturdido.
―Bien. Voy a desayunar. Apúrate. Peter conducirá hoy así que está lista para irnos en media hora ―llamóVico a través de la puerta, antes de caminar a zancadas por el pasillo.
―Caray, Ángel, ¿por qué no me despertaste? ―acusó Pedro, frunciendo el ceño.
Lo miré en advertencia, y le di mi mejor mirada de muerte. 
―¡Lo hice, imbécil! ¡Dijiste “diez minutos más”  y luego me inmovilizaste en la cama para evitar que te codeara! ―gruñí sarcásticamente, haciendo una mala imitación de su voz.
Él sonrió burlonamente y me empujó de vuelta a la cama, sujetando mis manos sobre mi cabeza y rodando sobre mí. 
―¿Te inmovilicé en la cama?¿Estabas soñando conmigo otra vez, Ángel? Podría hacerte ese sueño realidad ―se mofó, con su rostro a centímetros del mío.
―¡Ya quisieras! Ahora, apártate de mí, Peter, y ve a alistarte.Conduces hoy,aparentemente ―siseé, asintiendo hacia la ventana. Él suspiró y se levantó de mí, poniéndose sus jeans y camiseta. Trepó por la ventana, silenciosamente, cerrándola detrás de sí al irse. Caminé hacia ella y la aseguré antes de dirigirme a la ducha más rápida de todos los tiempos. 
Exactamente veintiséis minutos después, caminé con dificultad hacia la cocina, con un  ceño  fruncido, Peter estaba allí, apoyándose  casualmente contra la encimera, comiéndose  mi  cereal. ¡Maldita sea,  todas las  mañanas! Su  cabello estaba despeinado en su usual apariencia de apenas salí de la cama, que para ser honesta sí lucía así cuando acababa de salir de la cama. Todo  lo que  hacía siempre  era deslizar sus manos por todo su cabello unas cuantas veces y añadirle un poco de cera. Se veía igual que todas las mañanas, como un maldito supermodelo. Usaba jeans desgastados de cintura baja que dejaban ver un poco sus calzoncillos,y siempre hacía que las chicas se derritieran. Hoy estaba usando una camiseta blanca que mostraba su cuerpo perfectamente esculpido y  una camisa anaranjada y gris de manga corta sobre ella, que tenía completamente desabotonada. Sus ojos verdes estaban brillantes con diversión mientras me miraba.
―¿Retardada esta mañana, Ángel? ―preguntó con una sonrisa de suficiencia.
Le lancé una mirada de muerte, haciéndolo sonreír burlonamente. 
―¡Cállate, Pedro! ¿Por qué demonios te estás comiendo  mi cereal de nuevo?¿No tienes  comida en casa?―pregunté, arrebatando la taza de sus manos y comiéndome el contenido. Él sólo me observó con una sonrisa divertida. 
Vico me lanzó una caja de jugo. 
―Si te ves un poco tensa esta mañana, La. ¿Todo va bien? ―preguntó, mirándome un poco preocupado.
Miré seriamente a Peter una vez más mientras él empezaba a reírse. Por supuesto que me veía tensa, tuve media hora para ducharme y vestirme. 
―Me quedé dormida ―murmuré con un suspiro abatido.
Vico no tenía idea que Peter dormía en mi habitación conmigo cada noche, si fuera así,  se enloquecería. 
Vico siempre era protector conmigo, siempre lo había sido, pero había empeorado desde que mi papá se fue cuando yo tenía trece. Bueno, dije se fue, pero la verdad era que Vico y Peter habían llegado a casa temprano del hockey un día para ver que mi padre me había dejado  sin sentido, y estaba intentando violarme. Vico finalmente caído en cuenta y él y Peter le habían dado una paliza, casi matándolo en el proceso. Lo habían echado de la casa y le habían dicho que si alguna vez regresaba, lo matarían.
Nunca regresó, sin embargo, eso fue hace ya tres años.
Un poco después de eso, mi  mamá consiguió un trabajo en una enorme firma electrónica, era la asistente personal del director, así que viajaba mucho. Se iba dos veces más de lo que estaba aquí, de modo que sólo la veíamos por cerca de una semana al mes, si algo. Vico era mi única supervisión, aunque a veces era más como que yo estaba intentando cuidar de él. 
Peter también era muy protector conmigo, pero todavía no nos llevábamos bien, incluso aunque él literalmente pasó cada noche envuelto a mi alrededor en la cama por los últimos ocho años. Se había vuelto a escabullir en mi habitación la noche siguiente de verme llorar de nuevo y habíamos terminado durmiéndonos una vez más.  Después de dos semanas se había vuelto una cosa normal. No era algo de lo que habláramos nunca, solo dejaba mi ventana sin seguro y él entraba una vez que sus padres revisaran que él estuviera dormido. Jamás nos habían atrapado en ocho años. Habíamos estado cerca un par de veces, sin embargo. Hace un par de años, la mamá de Peter había encontrado su cama vacía, pero él había mentido, diciendo que se había escapado a una fiesta y se había quedado en la casa de un amigo. Nadie sospechó que estaba al lado, conmigo.
Él todavía me molestaba como loco y me molestaba tanto como lo hacía cuando éramos niños, pero yo siempre supe que él estaría ahí para mí si lo necesitaba. Era como si él tuviera doble personalidad. De día, me molestaba, volviéndome loca y enojándome todo el tiempo, y de noche, era el chico más dulce en el mundo y me abrazaba, haciéndome sentir segura y a salvo.
 ―Te  ves  sexy hoy,  Ángel  ―dijo Pedro, con su sonrisa patentada, mirándome de arriba abajo lentamente, haciéndome retorcer.
¡Sí, claro! Mi cabello castaño todavía estaba húmedo porque no tuve tiempo de secarlo por sus  estúpidos “diez minutos más”, así que lo tenía recogido en un despeinado moño. Me había puesto mis jeans ajustados y un top rojo de cuello en v y una capucha, junto con mis converse. Había añadido lo mínimo de maquillaje, y algo  de lápiz  labial claro. No  me  veía sexy. ¡Maldito  idiota! Le mostré el dedo y caminé hasta su auto. Recostándome contra él, enojadamente, esperé que  me honraran con su presencia.
El camino a la escuela fue igual que siempre, ellos se sentaron el frente hablando de futbol y  fiestas, y yo me senté en la parte trasera escuchando mi iPod, intentando ignorar las sonrisas de Peter en el espejo. Estacionamos en la escuela y el auto fue inmediatamente asediado por personas, igual que cada mañana. Pedro y Victorio eran considerados “jugadores sexis” en nuestra escuela. Eran de último año y el sueño de toda chica, los chicos querían ser amigos suyos, y las chicas querían dormir con ellos.
Peter se rió mientras yo me encogía, saliendo del auto e intentando evadir la horda de zorras que  me empujaban porque estaban intentando lanzarse sobre él. Una chica me codeó a propósito. La miré en su pequeña falta que lucía más como un cinturón y su top que mostraba su estómago, e  hice una mueca. ¡Caray,  es  tan perra!
―Mierda, Martina, ¿dejaste tu falda en casa? ―pregunté con un horror fingido.
Ella me miró con el ceño fruncido y escuché a Peter y Vico reírse. 
―Lo que sea, ¿sabes que ese look de emo no te va bien, cierto? ―escupió ella en respuesta.
Sólo me reí y me aleje caminando. Era usual que Martina y yo tuviéramos este tipo de comentarios para la otra. Ella había salido con Peter por un tiempo, bueno, si por  salir te referías a tener sexo unas cuantas veces, y luego la dejó. Ella todavía no lo había superado y lo quería de vuelta, más para disgusto de él.
―Eso no fue  amable, Ángel.―Peter se rió, mientras me alcanzaba y lanzaba un brazo alrededor de mi hombro. Inclinó su cabeza cerca de la mía―. Lamento lo de esta mañana ―susurro en mi oreja, enviando escalofríos por mi columna. 
Lo codeé en las costillas, haciéndolo sonreír y apartarse.
―E ignora a Martina, creo que llevas genial el look emo ―añadió,  con  un  guiño coqueto.
Vico lo golpeó en la parte trasera de la cabeza.  
―¡Amigo, esa es mi hermana menor! ―lo regaño enojadamente, apartándolo de mí. Peter sólo se rió y me guiñó una vez más, haciéndome poner los ojos en blanco. Pedro se alejó y caminó directo a lo que lucía como su última conquista. Le sonrió seductoramente y ella se sonrojó cuando él inmediatamente empezó a coquetear con ella.
Encontré a mis amigas, que prácticamente estaban follando a Vico y Peter con los ojos y expresiones soñadoras. 
―Hola, Can, Pablo (Poli), Euge―dije alegremente cuando llegué a ello.
―Hola, La, ¿llegaste  aquí con sexy trasero número uno y número dos hoy? ―preguntó  Cande, mirando fijamente a mi hermano mientras se alejaba.
Me reí y sacudí la cabeza. 
―Nop, solo Vico y Pedro, igual que siempre.
Can suspiró. 
―¿Cómo demonios puedes no  afectarte por lo condenadamente calientes que son? Quiero decir,  ¡tienes tanta suerte de vivir con Vico! Yo adoraría ver su sexy trasero caminando alrededor todo el día―ronroneó, abanicándose la cara.
Fingí tener náuseas. 
―¡Candela, ese es mi hermano y su imbécil amigo! ¿Cómo en la tierra puedes obviar su comportamiento mujeriego? Ambos son unos idiotas. ―Me encogí de hombros.
No entendía por qué, pero cada chica en esta escuela estaba enamorada de ellos. Vico era una gran persona, pero trataba a las chicas como objetos, y Peter, bueno, Peter simplemente era un imbécil de tiempo completo.
―Son los dos mejores jugadores del equipo de hockey y lucen como dioses  del sexo, y yo  desearía poder obviar eso ―dijo sugestivamente, moviendo sus cejas con una sonrisita, haciéndome reír. Enlazó su brazo con el mío y me  empujó a nuestra primera clase.

La escuela estuvo bien, como era normal; yo era bastante popular debido al hecho de que mi hermano y su mejor amigo eran los chicos más deseados allí. Ellos cuidaban de mí, lo que básicamente significaba que advertían a todos los chicos que se alejaran de mí, que de hecho, me sentaba bien porque yo no quería salir con nadie. La mayoría de las chicas querían ser mis amigas para poder acercarse ami hermano. Las chicas que querían ser novias eran fáciles de localizar, en su mayor parte podías saber si querían que las presentaras por el tipo de ropa que estaban usando, si no estaban usando mucha entonces iban por mi hermano o Peter.
Amaba mis clases, era bastante popular entre  los profesores  porque  mis  notas nunca iban por debajo de un sobresaliente. Siempre hacía mi tarea y jamás llegabatarde; me enorgullecía de ello, aunque no era una nerd. 
A la hora del almuerzo,  me senté con mis amigos cuando escuché los usuales suspiros y risitas tontas.
Las chicas empezaron a revisar su cabello y  arreglar su maquillaje, de modo que supe que mi hermano y sus amigos estaban llegando al comedor. Suspiré cuando Cande y Euge empezaron a sentir lujuria por ellos, como era costumbre.
―¡Oh, genial, sexy trasero número uno está viniendo! ―Euge rió tontamente, codeando a Can en las costillas.
Puse los ojos en blanco cuando una mano apareció por detrás de mí, robándome un puñado de mis papitas fritas.
―Hola, Ángel ―susurró Peter en mi cuello.
Golpeé su mano cuando fue a robar más. 
―¡Pedro, por el amor de Dios! Ve a comprar tu propia comida, idiota ―despotriqué, molesta.
Se echó a reír.
—Oh, sabes que quieres compartir conmigo  —respondió, dejándose caer en el banco, empujándome de nuevo con su cadera.
—¿qué quieres?—le pregunté con un suspiro, moviendo el plato lejos de él.
Pasó el brazo alrededor de mi hombro.
—Sólo quería visitar a mi chica. Sé que me has echado de menos sin verme todas las mañanas y eso —dijo engreídamente.
Todas mis amigas suspiraron y lo miraron con nostalgia.
—Podrías quitar tu brazo-para-putas de mí, Peter, por el amor de Dios; ¡no quiero coger cualquier cosa! —le regañé, encogiéndome para alejarme.
Se rió de nuevo. 
—No seas así, Ángel. Sólo quería hacerte saber que voy a llevarte a casa hoy. Tu hermano tiene una cita, así que...—Se calló, sonriéndome.
¡Genial, simplemente genial! Me iba a llevar a casa. Fantástico. Él siempre hacía el trayecto a casa lo más largo posible sólo para molestar mi vida externa.
Luego, insistiría en  esperar  en casa hasta que mi hermano llegase, lo que significaba que tenía que cocinar para él también. ¡Maldita sea, es tan molesto!
 —Está bien, Peter. Ahora corre, estoy segura de que tienes alguna ETS (Enfermedad de transmisión sexual) más que propagar por ahí —le dije, agitando la mano con un gesto molesto.
Se rió y me dio un beso en la mejilla mientras se ponía de pie. 
—Finge todo lo que quieras, Ángel, los dos sabemos que vas a querer que duerma contigo por la noche. —Me guiñó un ojo con malicia, dándole a lo que acababa de decir un doble sentido, y rogué para que nadie más se diese cuenta.
—Claro que querré, Peter, porque estoy tan enamorada de ti. —Suspiré, poniendo los ojos en blanco y frotándome la mejilla donde él me besó.
—Yo también te quiero. —Me sonrió mientras se alejaba de vuelta a la misma chica de esta mañana. Pasó  el brazo alrededor de su  hombro, sus sucios, asquerosos labios descendieron hasta los de ella. Fruncí el ceño, y aparté la mirada de nuevo a mis amigos cuando comenzó a hacerlo con ella en medio del comedor.
Can, Euge y la mitad de las chicas del comedor estaban mirándole con lujuria.
—Jeez, ¡este chico es  tan  jodidamente  molesto!  ¿Por qué  mi  hermano  no  podía escoger un  mejor  amigo  mejor,  alguien  que  no  fuera un  arrogante, obsesivo, gilipollas? —despotriqué, lanzando mis manos al aire.
—Oh,  ¡deja de lloriquear! Juan Pedro Lanzani acaba de tener su  brazo alrededor tuyo  y besado en la mejilla, daría cualquier cosa por tener esos dulces labios en mí —dijo Euge soñadoramente, haciéndome reír.
—Lo que sea. Vamos, vamos a nuestra próxima clase. —Le  sugerí mientras recogíamos nuestras bandejas e íbamos.

Continuara... hasta mañana!

Besos 
Lunis ♥

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