No estaba prestando atención a dónde íbamos, así que me
sorprendí cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la pista de hielo. Él
sonrió y se levantó, y yo le
seguí con el ceño fruncido.
—¿Qué estamos haciendo aquí? —le pregunté mientras me
agarraba la mano y me llevaba dentro. Tal vez tenían un buen café en el
interior o algo, que era la única razón que se me ocurrió para que me trajera aquí.
Hizo caso omiso de mi pregunta.
—Hola, por favor, dos —dijo a la señora detrás del mostrador, entregándole el dinero. Di un grito ahogado, ¿en realidad íbamos a patinar? Había estado patinando un par de veces en mi vida, pero era
completamente terrible en ello.
—¿Necesitas
alquilar patines? —preguntó la
señora con una sonrisa amigable, mientras sus ojos discretamente recorrían el cuerpo de Peter.
—Sí, un once y un cinco por favor—respondió, guiñándome
un ojo. Fruncí el ceño mientras hablaba, preguntándome cómo demonios conocía mi
talla de zapatos.
Le pasó dos juegos de patines y él sonrió de nuevo, tomó
mi mano y me arrastró a los bancos. Me di cuenta que la señora no dejaba de ver a Peter mientras se alejó, y ella se relamía los labios en su trasero. Me reí y puse
los ojos en ella, lo cual la hizo ruborizarse y mirar hacia otro lado.
—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Pedro, mirándome
extrañamente.
—Tienes otra
admiradora —declaré, asintiendo con la cabeza hacia la mujer—Simplemente no puedes evitar ser tú mismo, ¿puedes?
—bromeé con una pequeña sonrisa.
—No te preocupes, no estoy interesado en ella —respondió,
mirándome como si quisiera decirme algo.
Nos cambiamos a nuestros patines y nos dirigimos hacia el
hielo. No había nadie más allí, probablemente debido a que era sólo justo después de las nueve de la mañana.
—¿Por qué estamos haciendo esto? Sabes que no puedo patinar.—Hice una mueca, mirando el hielo, comenzando a entrar en pánico.
Él se rió y tiró de mí hacia el hielo.
—Lo sé, lo recuerdo. No te preocupes, te ayudaré. —Pitt y
mi hermano jugaban hockey sobre hielo para la escuela; Vico era el portero y Peter el delantero. Ambos habían estado patinando
desde hace años, pero
yo nunca había sido capaz de hacerlo. Me encantaba ver a la gente patinando y siempre
deseé poder aprender, pero literalmente
no podía ponerme de pie. Tomó mis
dos manos mientras resbalaba y me deslizaba por todo el lugar. Él estaba
patinando hacia atrás, frente a mí.
—Estás doblando los tobillos ligeramente, Ángel. Trata de
mantenerlos de forma recta, por eso no tienes ningún control —dijo mirando mis
pies.
Me quedé más recta y sentí que mis pies se deslizaban
hacia afuera por debajo de mí, al instante,
me agarró por la cintura y se inclinó hacia atrás de manera que ambos caímos y caí encima de él, su cuerpo rompiendo mi
caída. Se rió debajo de mí, me empujó hasta las rodillas, así que yo estaba a
caballo, luego me senté a su lado. Yo no podía ponerme de pie así que esperé a que se
levantara primero.
—Está bien, intentemos el número dos.—Sonrió, tirando de mí a mis pies con facilidad—. Párate derecha y mantén los pies quietos, te
voy a tirar de todo hasta que puedas
conseguir el equilibrio.—Le dio una patada en mis patines con suavidad, empujándolos para juntarlos a medida que se
apoderaba de mis manos con fuerza.
—¿Por qué sigues haciendo eso? —le pregunté, empujándome
a mí misma en una posición sentada de nuevo. Podía sentir el hielo comenzar
a mojar la parte de atrás
de mis jeans, haciéndome temblar.
—¿Haciendo qué? —preguntó, mirándome con una expresión
confusa.
—Cada vez que comienzo a resbalarme, te dejas caer
haciéndome aterrizar encima de ti. Te vas a lastimar —expliqué frunciendo el ceño.
Se encogió de hombros.
—Mejor que sea yo que tú —murmuró en voz baja,
levantándome a mis pies otra vez. Me le quedé mirando, sorprendida. ¿Acababa de decir
eso? Tal vez le oí mal—. Estás mejorando, duraste por lo menos un minuto más que
la última vez —bromeó con su sonrisa patentada.
OK, eso se parece más al Peter que conozco, debí haberlo
escuchado mal después de todo.
—Ja, ja. Bueno, un minuto está bien para mí. Sabes que no
puedo hacer esto —me quejé, cayendo de nuevo al instante. Se las arregló para
sostenerme sólo agarrando mis caderas, presionando nuestros cuerpos y levantándome
del hielo de manera de que pudiera colocar mis
pies de nuevo desde el
principio. Sentí a mi corazón empezar a latir más rápido, pero no era por el temor
habitual de que alguien me estuviese tocando, era algo más que no podía entender. Me
sonrojé y miré hacia otro lado mientras él me puso de nuevo sobre mis pies.
—¿Por qué te sonrojas? —preguntó, frunciendo el ceño,
pero mirando divertido a la vez.
—No me sonrojo. Hace frío, eso es todo. Mi trasero está
congelado, creo. —Me di la vuelta para mostrarle mis pantalones mojados, frotando
mi trasero para tratar de alejar un poco el
frío. Le oí tomar una respiración profunda
y dejar escapar un suspiro. Miré
hacia atrás para ver que estaba frunciendo el ceño con los ojos cerrados, lucía como si estuviera herido o algo.
—¿Estás bien? —le
pregunté, todavía frotándome el
trasero. Él asintió con la cabeza y se quitó la camisa, allí parado en sus jeans de
corte bajo y su camiseta apretada que dejaba ver los músculos que tenía debajo.
Colocó su camisa bajo mi cintura y la ató con un nudo en el frente.
—¿Qué estás haciendo?, te vas a resfriar —lo regañé
mientras trataba de desatar el
nudo que había hecho.
—No te preocupes, estaré bien. La próxima vez traeré un
suéter de repuesto para tu muy delicado trasero —respondió, agarrando mis manos y
empezando a tirar de mí otra vez.
¿La próxima vez?¿Qué quiere decir con la próxima vez?
No es que no esté pasando un buen rato, pero estar aquí con Peter, era extraño, se
sentía raro. Bueno, eso no era estrictamente cierto ya que en realidad se sentía
bien, por lo que se sentía raro.
—¡Eso es! Lo estás logrando—susurró, lo que por supuesto me hizo perder el equilibrio de nuevo. Me presioné contra él por tercera
vez, riendo histéricamente.
OK, esto era realmente divertido y no hacía daño. Usualmente,
cuando venía a patinar con Vico y se cansaba de atraparme, simplemente
me dejaba caer sobre mi trasero todo el tiempo. En unos treinta minutos estaba por lo general tan magullada y adolorida que me daba por vencida.
—Ves, ahora te estás divirtiendo. —Pedro se rió,
sacudiendo los cristales de hielo de su espalda y sosteniéndome otra vez. Nos las arreglamos
para patinar tres vueltas enteras a la pista antes de volverme a caer. Realmente
estaba mejorando.
Después de lo que pareció una eternidad, la pista estaba
empezando a estar más llena y mi estómago comenzó a gruñir. Ya me estaba cayendo cada vez menos, pero seguía agarrando sus manos con un apretón
mortal.
Sacó su móvil del bolsillo y aspiró el aire a través de
sus dientes blancos nacarados,
produciendo un sonido sibilante. OK, eso no sonó bien, tal vez nos perdimos también el segundo período…
—Eh, ángel, la escuela terminará en más o menos una hora
—dijo haciendo una mueca.
—¿QUÉ? —dije casi gritando, lo que le hizo dar un
respingo que a la vez me hizo perder el equilibrio. El me agarró y me deslizó a la
baranda plástica de la pista para mantenerme de pie, su cuerpo presionado contra el mío, su
cara a centímetros de la mía. Mi corazón comenzó a acelerarse de nuevo. Él no
se movió. Simplemente se quedó allí mirándome,
fijo en mis ojos
hasta que comencé a sentirme
un poco mareada. De repente me di cuenta de que no estaba
respirando, así que tomé aire en un respiro irregular, el cual parecía sacarlo de allí.
Se retiró, pero dejó sus manos en mi cintura,
sosteniéndome.
—Será mejor que nos vayamos. Si tu hermano se entera de
que he estado contigo durante todo el
día, me
va a cortar las pelotas
—dijo con fingido
horror, haciéndome reír.
En lugar de
sostener mis manos para ayudarme a llegar al lado, continuó sosteniéndome por
la cintura, patinando en reversa mientras me arrastraba. En realidad no sabía
qué hacer con mis manos, así que las coloqué sobre sus hombros. Cuando comencé a caerme de nuevo, se
agachó y me recogió en sus brazos, manteniendo uno de sus firmes antebrazos bajo mi
trasero y forzando mis muslos alrededor
de su cintura con la otra mano
como si yo no pesara absolutamente nada. Se volteó en el
lugar y
patinó hacia delante,
rápido. En realidad, daba un poco de miedo. Sostuve mi aliento y lancé
mis brazos alrededor de su cuello, presionando mi cuerpo contra el suyo tan fuerte como pude,
probablemente ahogándolo y sacándole
la vida de golpe, pero no se quejó. En lugar de salir por la puerta como esperaba que hiciera,
patinó alrededor de toda la pista de nuevo, para luego caminar fuera del hielo y
bajarme en una banca.¿Qué demonios fue eso?
—¿Por qué hiciste
eso?—le pregunté, sintiéndome un poco incómoda de haber tenido todo mi cuerpo envolviendo el suyo. Sin embargo,
no sé por qué me sentía incómoda al respecto, dado que el envolvía el suyo contra
el mío cada noche.
—¿Hacer qué, Ángel? —preguntó, mirando confundido.
Señalé el hielo.
—Patinar una vuelta más. ¿Por qué no simplemente tomaste lasalida? Patinaste pasándola —expliqué, frunciendo el ceño, pero al mismo
tiempo sonriendo, ¡éste chico es realmente raro!
Parecía un poco
incómodo, pero luego reacomodó su expresión a su habitual sonrisa de “hago derretir a las chicas”.
—Me retrasaste todo el tiempo; simplemente quería una
vuelta en la que pudiera patinar de frente, eso era todo.—Se encogió de hombros.
Bien, ahora
me siento un poco culpable de no haberle permitido divertirse por haberme tenido que cuidar todo el tiempo.
—Pitt, ve y patina un poco. Me quedaré sentada aquí, está bien. Tu también debes tener un poco de diversión —le sugerí, regalándole
una sonrisa.
Él sonrió.
—Tuve mucha diversión.—Su expresión parecía completamente honesta, se levantó rápidamente y fue por nuestros zapatos.
Perdón por la demora!!
Hasta mañana!
Besos
Lunis♥
.
Otroooo, no se como Lali no se da cuenta lo que siente!
ResponderEliminarTotalmente enamorada de estos dos! Más! !
ResponderEliminar+++++++++
ResponderEliminarPeter si k sabe aprovechar el tiempo,y las circunstancias
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