Me desperté a
las seis en punto como siempre para apagar mi alarma; la silencié e
intenté, sin éxito, moverme lejos de Peter. Tenía mi cabeza en su pecho y mi
pierna encima de su entrepierna, lo cual como siempre, ya estaba llena de
“gloria matutina” que les pasaba a todos los chicos. Él tenía su mano en mi rodilla, fijando mi pierna ahí,
y su otro brazo envuelto tensamente alrededor de mi cintura. Cuando
traté de moverlo, apretó
su agarre, murmurando algo
en sueño sobre ya no
querer ir más a la universidad.
Moví mi brazo
y toqué su estómago.
—Seis en punto
—murmuré, tocándolo de nuevo cuando no abrió sus ojos.
Él gruñó y
apretó su agarre, moviéndome así que quedé completamente encima de él. Podía sentir su erección
presionando entre mis piernas. Jadeé con la sensación, era extraño
pero en verdad se sintió bien. ¿Qué demonios está mal conmigo? ¡Este es Pedro por
amor de Dios! Traté de liberarme, pero eso sólo nos hizo rozarnos en lugares en los
que preferiría no pensar en el amigo mujeriego de mi hermano, en un contacto
mejor amigo. Mi cuerpo comenzó a cosquillear y no pude evitar que un pequeño gemido se me
escapara de los labios. Oh Dios mío, ¡eso en verdad se siente bien!
—¿Pitt? —le susurré/grité.
Él abrió sus ojos de golpe y me miró, impactado. Su
expresión rápidamente cambió
a su sonrisa de marca, la cual quería golpear fuera de su
rostro.
—Bueno, buenos días, ángel. Wow, esto es una primera
vez —ronroneó, alzando sus cejas, su sonrisa de asombro.
—¿Me soltarías por amor de Dios? —le susurré grité. Él
alzó sus manos a modo de rendición y rápidamente rodé de encima de él.
—Son las seis —refunfuñé, frunciendo el ceño.
Él se volteó de lado para mirarme.
—Está bien. No estés enojada conmigo todo el día de hoy,
por favor. No sabía que había hecho eso, lo siento, Ángel, ¿está bien? —susurró,
besando mi frente antes de salir rápidamente de la cama para ponerse su
ropa.
—Está bien, lo que sea —murmuré, posicionándome en su
lugar cálido de la cama donde había estado acostado.
—Te veré después. —Me dirigió un guiño antes de salir por
mi ventana.
Dándome la vuelta, enterré mi rostro en su almohada,
todavía puedo olerlo y eso me hace sentir segura y calmada. Me hundí en un sueño
pacifico por otra hora.
Después de
vestirme más pacíficamente que ayer,
me concentré en
mi iPod y estaba bailando felizmente cuando lo vi comiendo mi
cereal de nuevo. ¡Cada jodido día! Suspiré y robé el cereal de sus manos.
—¡Demonios, Pedro, hay como cuatro cereales en las
alacenas y sólo comes el mío!
¿Por qué? ¿Lo haces solo para enojarme? —pregunté,
frunciendo el ceño, cuando
comencé a masticar mi desayuno.
—Buenos días para ti también, Ángel—dijo educadamente, con una sonrisa de diversión en su rostro.
—Claro, hola.—Me dejé caer y comí mi cereal mientras
Vico entraba en la cocina.
—Hey, chicos,¿están casi listos para irse?—preguntó Vico, lanzándonos a cada
uno una caja de jugo como siempre.
Ambos asentimos
y nos
dirigimos al auto de Peter. Mientras me acercaba a la escuela, Poli me agarró y me llevó para una charla.
—¿Qué pasa? —pregunté, preocupada.
Parecía un poco
desesperado; su cabello estaba desorganizado, como si hubiera estado jalándolo o pasando sus manos por él un montón,
sus ojos estaban tensos con estrés.
—Olvidé que el cumpleaños de Maria es mañana, ¡y no idea
de que darle! —chilló
desesperadamente, pasando sus manos por su cabello
fuertemente, confirmando
mis sospechas sobre el estilo.
—Cálmate, todavía tienes
tiempo. Ahora, ¿qué
clase de cosas le
gustan? —
pregunté, pensando en Mery y todo lo que sabía sobre
ella.
—Quería darle algo que pudiera quedarse con él, pero no sé qué…—Cerró
sus
ojos, obviamente entrando en pánico.
—Pablo, cálmate.¿Qué te parece unos lindos
pendientes? ¿Le gustan las piedras,
verdad? También
podrías darle un nuevo
joyero o algo
para ponerlas dentro —
sugerí.
Su rostro se iluminó.
—¡Sí! Tiene un gusto por los joyeros antiguo en este
momento. ¡Esa es una idea
genial! Oh Dios gracias, Lali. ¡Te debo a lo grande! Voy
a saltarme la mañana para poder conseguirla —dijo, sonriendo emocionadamente y
corriendo, gritando adiós por su hombro.
Caminé de regreso al colegio, y noté que no había casi
nadie.
Mierda santa, ¿llego tarde? Comencé a correr por el
pasillo; pude ver a Peter y un
par de sus amigos caminando hacia mí.
—Disminuye la velocidad, Ángel, te caerás —gritó Pedro,
sonriéndome mientras yo medio corría, medio caminaba hacia él.
Cuando lo pasé, él sacó su pie para hacerme tropezar,
pero antes de que golpeara el suelo envolvió sus brazos apretadamente alrededor de
mi cintura, y me levantó.
—Caray, Ángel, sé que soy caliente, pero no necesitabas
caer a mis pies —bromeó, haciendo reír a todos sus amigos. Lo golpeé en el pecho
fuertemente, mirándolo—.Oh también me gusta un poco rudo, Ángel, sabes eso—dijo, sonriendo retorcidamente.
Todavía no había
soltado mi cintura, dio un paso hacia adelante y presionó su cuerpo contra el mío, sus manos se deslizaron hacia mi
trasero.
—Mmm, genial —ronroneó en mi oído.
Odiaba ser
tocada; traía recuerdos de mi padre. Jadeé, y antes de que siquiera pudiera pensar
en lo que estaba haciendo, subí mi pierna y lo golpeé en las pelotas. Él gruñó y me soltó rápidamente, doblándose por
la mitad y agarrando su ingle.
—¡Mantén tus jodidas manos fuera de mí! —grité, tratando de no llorar. Estaba luchando por respirar y mis manos estaban temblando.
Me di la vuelta para alejarme corriendo pero me agarró
por la mano y me empujó hacia él de nuevo.
—Ángel, sólo estaba bromeando, sabes que nunca te haría
daño —gimió.
Su voz se quebró un poco, sonaba como si tuviera dolor.
Miró directamente a mis ojos; pude ver la honestidad en sus
profundos ojos azules acuosos.
Me dio un abrazo y puso sus
labios en mi
cuello, justo donde se
unía con mis hombros
y respiró profundamente por su nariz, enviando a su aliento
caliente a bajar por mi cuello. Esto es lo que siempre hacía para calmarme,
cuando lloraba en su hombro; esta era la única
cosa que parecía funcionar. Podía sentir su corazón
latiendo rápidamente contra
mi pecho, así
que me concentré
en hacer juego
con mi respiración y la suya. Respiré su olor hasta que me había
calmado. Me moví hacia atrás y él sólo me estaba mirando, arrepentimiento en su
rostro.
—Lo siento. No debería haber hecho eso, Ángel, no pensé —dijo en tono
de disculpa.
Asentí con la cabeza y bufé, limpiándome la cara con la
manga.
—Yo también lo siento. ¿Te duele? —le pregunté, haciendo
una mueca ante la idea
de cuán fuerte le había dado un rodillazo.
Se encogió de hombros.
—Estoy bien, fue mi
culpa —respondió,
inclinándose para mirarme a los ojos de nuevo. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome incómoda.
Tenía la sensación de que cuando Peter me miraba a los ojos, podía ver el
verdadero yo, el que trataba de esconderse de todo el mundo, la niña asustada a la que no
le gusta que la gente la toque, porque me traía recuerdos de aquellos domingos y
mi padre llevándome al sofá, guiándome a sentarme en su regazo.
Cuando la gente me tocaba, incluso las chicas, mi corazón
se iba a toda marcha y siempre
comenzaba a sentirme enferma.
Las únicas excepciones a esto
son mi madre, Vico y Peter. Esta era la razón exacta por la que
no tenía citas. La idea de que alguien me tocara o besara, hacía que mi piel se
pusiera de gallina.
Aparté la vista de él y
me di cuenta que tenía una
gran mancha húmeda en el hombro en el que había estado llorando. La limpié,
frunciendo el ceño.
—He arruinado tu camisa.
—Tengo otras, Ángel, no te preocupes —contestó con una
sonrisa fácil, que no era la sonrisa de satisfacción que le ha dado a otras
personas, era una sonrisa sincera, los que por lo
general sólo se consigue en la
noche o cuando no
había nadie alrededor.
Miré a mi alrededor y me di cuenta que estábamos solos en
el pasillo, me quedé sin aliento en estado de shock.
—¿Dónde? —murmuré, mirando arriba y abajo del pasillo
desesperadamente.
—Ellos fueron a clase —respondió—. Vamos, no hay razón
para ir al final, así que vamos a ir por
un trago
o algo así.
—Me tomó de la mano hacia el estacionamiento, hacia su coche
—Peter, ¿qué?
¡No puedo faltar a clase! —grité, mirando a mi alrededor rápidamente para
ver si alguien veía a dos
estudiantes escapando fuera de la escuela.
Se echó a reír.
—Vamos, Ángel, una clase no te hará daño. Ya estás diez
minutos tarde de todos modos. —Abrió la puerta del pasajero y me hizo señas para
entrar.
Suspiré y de mala gana me subí dentro. Realmente no me
importaba pasar tiempo con Peter, pero eso sólo dependía de cual Peter estaría
aquí conmigo, el de la noche o el del día. El Peter de la noche era considerado,
cariñoso y atento. El Peter del día era un coqueto, un hijo de puta y un pelmazo. Sin
embargo, el Liam del día y de la noche me hacía
sentir segura y protegida.
Me volví a mirarlo mientras conducía, tenía una pequeña sonrisa en su rostro.
—¿Qué te pasa? —le
pregunté, un poco
preocupada de que esto fuera a convertirse
en una especie de broma que
iba a acabar mal para mí o avergonzarme.
—¿Qué quieres
decir? ¿No puedo
estar contento de que
estamos pasando un tiempo juntos? —me preguntó, y me dio un guiño coqueto.
Puse los ojos y gemí.
Genial, una hora con el Peter del día es mi peor
pesadilla.
Continura!!
Bueno me fui de viaje, vuelvo el domingo!
Que tengan un excelente finde!!!
Gracias!
Besos
Lunis♥
me encantooo.. masssssssss
ResponderEliminarmassssssssssssssss
ResponderEliminarOtroooo :)
ResponderEliminarEl Peter d noche ,más presente en el día con Lali.
ResponderEliminarmassssssssssss plis
ResponderEliminary?????????????????????????
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