lunes, 2 de junio de 2014

"Entre lineas" capitulo 44


Poli
Es marzo, cinco meses desde que concluyó  Instituto Prejuicio. He pasado  tiempo  con Agus en varias ocasiones,  y  he visto  a  Vico dos  veces.  Sin embargo,  no  he  visto  o  escuchado  de ninguna  otra  persona.  Ahora,  el  elenco  principal  se encuentra  en Austin por un par de días para  hacer una sesión de fotos  para  la  revista  Vanity  Fair.  Mi  vuelo  llegó  tarde,  y  no  hay  nadie cuando  me  registro  en el  hotel.  Desorientado  por estar de vuelta  en Austin,  me duermo  pensando en Lali. Mis sueños son vívidos e inquietantes, retrocediendo a los  bordes de mi conciencia cuando  me despierto,  no  dando  detalles claros y  dejándome relajado.  El  café y  el  desayuno del  servicio  de habitaciones  retrasan  la  posibilidad  de ver a  ninguno  de ellos hasta  que el  conserje me  llama para avisarme que la limo ha llegado.
Cuando salgo de mi habitación y doy vuelta en la esquina, ella está de pie delante del ascensor. ―Lali ―le digo en voz baja, para no asustarla. Sus hombros se tensan un poco,  pero  se vuelve con una agradable,  aunque artificial, expresión.
―Hola, Pablo.
―Te ves bien ―le dije, y en realidad es cierto.
―Gracias. Tú también.
Las puertas del ascensor se abren y entramos y nos paramos a un pie de distancia, mirando los números descendentes.  Los recuerdos giran alrededor de nosotros, fuertes y silenciosos, como me gustaría poner su espalda contra  una pared  tan pronto  como  las puertas  del  ascensor se  cerraron detrás de  nosotros,  sujetándola  contra  el  frío  panel  de acero  inoxidable,  mientras mis  manos acariciaban su  cintura  y  mi boca  se movía  sobre la  suya  hasta  que  ninguno  de los dos podía  pensar con claridad.  Me pregunto  si ella  ya  lo  ha  olvidado.

―Está bien, Lali, recuéstate con tu cabeza en el regazo de Pablo. Así, genial. Poli, pon una mano sobre su estómago. ―El fot grafo de VF es Virgil, uno de esos artistas tan bien conocidos que un apellido no es necesario. Él es  conocido por sensuales y románticas fotografías. Acomodando el cabello de Lali en cascadas sobre mis rodillas sobre la  manta  que han extendido  sobre las tablas del muelle,  dice―: Lali a mí, Poli,  a  ella… con anhelo, deseo en tu rostro. ―Claro, no hay problema.
Snap, snap, snap.
La siguiente sesión me tiene sentado en un taburete mientras que ella se  sienta  en mi regazo,  cara  a  cara,  con las piernas cerradas en torno  a  mis  caderas.  Ella  está  haciendo  un esfuerzo  tenso  para  mantener su  mirada  desviada,  un desafío  total  en esta  posición.  ―Estas son fotografías de la cintura para  arriba,  pero  los necesito  más cerca ―dice  Virgil―. Lali,  arquéate hacia él. ―Snap, snap, snap―. Bien. Ahora inclina tu cabeza hacia atrás, barbilla hacia arriba ―Snap, snap. ―Más atrás, los ojos cerrados. ―Presiono mi boca contra su garganta, y  Virgil está eufórico―. Impresionante. Snap,  snap.  Él  mueve su  brazo,  moviendo  la  mano  de Lali hacia  la parte  detrás de mi cabeza,  sosteniéndome en mi lugar por encima  de su  corazón,  los latidos resonando  a  través de mí  mientras miramos hacia  la  cámara  y  Virgil  toma  fotografías como si no  hubiera  suficiente rollo  en el mundo para capturar este momento.
Nos paramos espalda con espalda, las manos unidas a nuestros lados, mientras miramos hacia  el lago,  destacando lo que se ha llamado  mi “perfil de hombre arquetípico.”  Apoyando la cabeza entre mis omóplatos, Lalise queda  mirando  a  la  cámara  mientras Virgil  toma  fotografías.  ―Emma,  mira  sobre mi hombro. Imagínate que estás muy lejos, en algún lugar encantador y  perfecto… 
A la  derecha,  los demás se reúnen,  hablan y  miran distraídamente,  esperando su turno. Victorio y Agustín están detrás de los otros, riendo.  Las chicas están sentadas en un semi-circulo,  Ángela está  leyendo,  los  otros están hablando. Pedro está alejado de ellos, con las piernas hacia el  frente, cruzadas, apoyándose con sus codos, mirando a Lali. En su rostro se forma  una sonrisa torcida  y  sé que ella le regresa la  mirada.  Levanta  su  barbilla,  saluda,  y  Virgil  murmura: ―Perfecto  ―tomando  fotografías  rápidamente. 
Las fotografías grupales son graciosas, algunas de ellas se mostrarán, la  mayoría  no  lo  harán.  Vico, Agus, Pedro  y  yo  sostenemos a  Lali horizontalmente como una cantante de burlesque. Una pirámide de manos y rodillas,  los chicos abajo, Paula, Emilia,  Eugenia, Ángela y  Lali sobre nosotros.  Agus  gime y  pretende que se  derrumba  ante el  bajo peso  de la  pequeña Ángela cuando  se sube encima  de Paula y Eugenia,  todos gritamos y reímos cuando casi todos nos estrellamos sobre las mantas y arena.
Mañana  será dividido,  las chicas por la  mañana  y  los  chicos por la  tarde. ―Sin resacas, chicos, ―dice Virgil―. La cámara no es gentil con chicos  con los ojos rojos. ―Sonríe cuando rodamos los ojos y nos arrastramos hacia los  autos que nos esperan. 
Entro al coche junto con Lali, Euge y Án. Tocando el hombro  de Lali, llamo su atención fuera de su conversación. Está tan desconfiada  de mí  como  lo  estaba  en el  ascensor esta  mañana.  ― Aún irás a  la  universidad en el otoño? ¿Has elegido alguna?  
Sus manos están cruzadas sobre  su  regazo, y  yo  mantengo  una  peque a distancia entre nosotros. ―Visitaré algunas el mes que viene, tomaré una decisión final.
―Qué bien.
Los cuatro hablamos sobre proyectos futuros, y Ángela charla con Lali sobre los colegios que ella ha elegido visitar el mes que viene y lo que va a  estudiar. No debería de sorprenderme que ambos estén en Nueva York, para  teatro tiene sentido, pero no puedo evitar preguntarme si esto tiene algo que ver con Pedro, o todo que ver con él. Llegamos al hotel y  todo el mundo  decide en pedir servicio  de habitación en mi cuarto, excepto  por  Eugenia, quien está quedándose en su habitación con Nacho el Novio Controlador. 
―Ese tipo es un patán ―le dice Agus a Lali, utilizando la coctelera de mi habitación para hacer margaritas―.  Cómo puede gustarle eso?
―No tengo idea ―responde mientras él desenrosca la coctelera y vierte el contenido en tres vasos, uno para ella, y el otro para mí. ―Una  amiga mía se metió en una relación seria  con un hombre posesivo  ―continúa  después  de tomar  un sorbo―.  Miraba  sus mensajes de  texto, la separó de sus amigos, irrumpió en su computador. Fue una pesadilla  total. En realidad, ella dijo que una parte fue bastante buena, y resto era una pesadilla.
Lali y yo por poco escupimos la margarita sobre él. 
― Tan pronto  estás poniendo  a  todos borrachos,  Agustín? ―dice Paula  cuando se une.
― Quieres uno? ―Pregunta―. Están mágicamente deliciosos.
―Sí, por favor; uno para Pitt también. Estará  aquí en un segundo. Está atendiendo una llamada.
Estoy viendo a Lali cuando Paula menciona a Pedro, y puedo ver  la fracción de alegría que cruza por su rostro. El temor que le sigue después.
Después que la filmación terminó, la especulación sobre los dos de ellos  cayó por completo. De acuerdo con los medios de comunicación, ella y  yo  nos la  arreglamos  para  vernos un par  de veces,  algo  irrazonable  dado  el  hecho que no  hemos estado  en la  misma  ciudad  desde que el  rodaje  terminó.
No habrá juegos esta noche ante el veredicto de Virgil contra la resaca.
Todo  el  mundo  está  relajado  y  nostálgico,  a  sabiendas de que después  de  esta noche, habrá pocas reuniones antes del estreno en mayo y después eso  será todo. Incluso si alguno de nosotros trabajamos juntos en el futuro, nunca  volverá a ser este grupo de nuevo.
Pedro llega, colocándose con sus piernas cruzadas en el suelo entre Paula y Lali. ―Hola, La―dice.
―Hola.  ―Le devuelve la  sonrisa y  después  voltea a  otro  lado,  escuchando la conversación de los demás. Nada más sucede entre ellos que  yo vea.
―A lo  mejor querrán una secuela  ―Emilia dice―.  Will y Lizbeth se casarán y vivirán una vida melancólica, libresca y aburrida.
―Esa es la manera de arruinar el sueño idílico de Darcy  y Elizabeth de  todos los tiempos ―agrega  Agus―.  Mostrando  lo  que su  vida  sería  una vez que se hayan  casado.  ―Se vuelve hacia  Victorio―.  Eres un idiota  sombrío! ―dice, en voz falsa.
― Y tú eres como tu madre! ―Contraataca él
Cuando  todos comienzan a  irse un par de horas más tardes,  tomo  el brazo  de Lali con suavidad.  ―Lali espera  un momento.  Quiero  preguntarte algo. ―Está precavida, pero asiente con la cabeza.

Lali
―Ven y siéntate. ―Pablo toma mi mano y me lleva al sofá.
 ―Um,  tenemos que levantarnos temprano; bueno,  yo  tengo que levantarme temprano, supongo  que tú no  tendrás que  estar allí hasta más tarde…
Las excusas tropiezan a través de mi cerebro.
―No  es tan tarde ―dice,  y  decido  escucharlo―.  Te ves hermosa hoy.
―Aún sigue sin soltar mi mano―. No podía quitar mis ojos de ti.
Está tan bello como siempre, sus ojos azules deslizándose por mi rostro, su  pelo  rubio  un  poco  más oscuro,  un poco  más largo, perfectamente desordenado.  Parpadeo,  sus palabras flotando  a  mí  alrededor.  ―Pablo,  qué quieres…?  Quiero decir, yo no…
―Lali,  he cometido  un error.  Un gran error.  Estaba  molesto  cuando  desapareciste esa noche, pero  nunca debí haberte dado un ultimátum, fue imprudente  e infantil.  Debí  haberte  esperado  y  hablar contigo.  Podría  haberte explicado. Tú eres razonable y justa, y estoy seguro que me hubieras escuchado.
Mi corazón late a  un ritmo  en mi  pecho,  sus impulsos  atravesando  a  través de mi cuerpo. ―Pero… tú no esperaste. No explicaste. Solo te fuiste con  la primera chica, y luego la segunda, la tercera, la cuarta, quiero decir, Jesús,  dejé de contar después de eso…
―Solo estaba tratando de ponerte celosa…
―No,  estabas  tratando de demostrar lo  poco importante que fui.  Y lo conseguiste.
Esta  es la  zona  de combate a la que entramos cuando se fue con María  y  yo  lo  dejé  ir.  No  hubo  ningún enfrentamiento,  ninguna  ruptura.  Mi garganta se cierra mientras lucho contra las lágrimas. No había pensado que, en aquel  tiempo,  él  en realidad  me había  herido.  Pensé que sólo  estaba molesta  por sus intentos de humillarme.  Una  emboscada  de emociones me abarca cuando me doy cuenta de que no le di la importancia necesaria. Lo  que él había hecho dolió. Y al parecer, aún lo hace.
Limpia  mis ojos con sus pulgares,  eliminando  cuidadosamente las  lágrimas.  ―Lali,  soy  un chico  arrogante.  Estoy acostumbrado  a  tener  las  cosas a mi manera, cada vez, con todas las chicas. Tú eras diferente. Es por eso que no puedes salir de mi cabeza. ―Se inclina, sosteniendo mi rostro entre sus palmas de la mano―. Perdóname. Por favor. ―Sus ojos son fascinantes, de color azul oscuro, y sé que hay más profundidad en ellos de lo que él me ha  dejado ver, pero no es suficiente.  
―Te perdono ―le digo―. Pero no puedo olvidar. Y no puedo confiar en ti, Pablo.
Toma  mis manos entre la  suyas.  ―Puedo  ser diferente  contigo.  ―Es tan  sincero que toma todo mi ser para pensar de manera lógica―. Tú puedes ser  la única que pueda ver a través de toda mi mierda y ayudarme a tratar de ser algo más, algo mejor.
Miro  nuestras manos entrelazadas.  ―No  quiero  ayudarte a  intentar ser algo más. Quiero a alguien que ya sea algo más. Por su cuenta. Con o sin mí.
Guarda silencio, y no me atrevo a mirarlo. ― Hay alguien más?
Pienso  en Peter.  Peter,  quien no  puede ser  mío.  ―No,  no  lo  hay. Pero eso no es el punto.
―Entonces,  cuál  es? ―Toma  mi  barbilla  con la  punta  de sus dedos,  haciéndome mirarlo a los ojos de nuevo.
Me tiembla  la  barbilla,  las  lágrimas extendiéndose por su  mano.  ―El  punto es que no me voy a conformar con menos de lo que quiero, menos de  lo que merezco. Paula confió  en ti y la abandonaste; y sí ―digo antes de que  se pueda  oponer―,  tal  vez  eran demasiados jóvenes para  manejar la situación en aquel  entonces,  pero  nunca  me diste la  oportunidad  de  averiguar  eso  por mi cuenta. Comenzaste a  salir con el  resto  del  elenco,  como si mis sentimientos no importaran. Te perdono, pero ya lo he superado.  Esa es la cosa. Ya lo he superado.
Con la  última  gota  de esfuerzo  que puedo  encontrar,  me levanto  y  salgo  de la  habitación, temblando  de pies a  cabeza.  Él  no  habla,  no  me sigue, pero no puedo relajarme hasta  que estoy en mi habitación, la puerta  cerrada y asegurada detrás de mí. Enciendo la luz y me arrastro a la cama,  llorando y marcando.

―Cande ―le digo cuando ella responde; sintiéndome diez veces mejor en el momento en que escucho su voz. 



Se están haciendo largos los capítulos! jajajaja

4 comentarios:

  1. He dicho esto toda la novela.. odio a pablo. Q peter se ponga las pilas locooo! Mass

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  2. ayy peter reacciona!!!!!!!!!! te la estan soplando y vos muy pancho jajja
    seguila

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  3. Y peter??? Me esta poniendo nerviosa su actitud pasiva!! Más!!

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  4. Todavía piensa en Peter!!!!!
    .

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