miércoles, 11 de junio de 2014

"Entre lineas" capitulo 55


Peter
Yo: aterrizando ahora. Te llamaría, pero le temo a la azafata.
Lali: Ja, Ja ¿por qué?
Yo: Ella tiene bigote. Y patillas. Y una ira perpetua.
Lali: Ten cuidado...
Yo: Estoy arriesgando mi vida para escribirte que estoy a solo unos pocos cientos de millas lejos de ti.
Lali: Ojalá estuviera allí ahora
Yo: Tengo tantas ganas de verte que me duele

Al segundo en el que le doy enviar, estoy replanteando —demasiado tarde— el texto anterior. ¿Debido a lo desesperado que puedo parecer? Ha pasado tanto tiempo desde que me he sentido así. No, yo nunca me he sentido así. Estaba enfermo de amor por Zoe, pero no reorganizaba mi vida en mi cabeza para hacerle sitio a ella en todas partes. En cuestión de qué, ¿Menos de dos semanas? Lali ha pasado de ser la niña que se escapó, a la chica que veo en cada momento de mi futuro. Estoy empezando a entrar en el modo de pánico y pensar todo por segunda vez, cuando mi teléfono reproduce el tono del texto.
Lali: Yo también.
Y simplemente así, el alivio inunda mis músculos, relaja mi respiración, y calma mi mente. Riéndome de mí mismo, miro hacia Los Ángeles mientras el taxi sube hasta la terminal. Tenía dieciséis años la última vez que me sentí tan sacudido por mis propios deseos. Estoy fuera de práctica.
No voy a ver a Lali hasta mañana, cuando se registre en el hotel en Los Ángeles, y tengo el deseo de verla como cuando solía anhelar la sensación de un cigarrillo entre los dedos, entre mis labios, inhalar, exhalar, la nicotina inundando mi sistema y haciendo que todo estuviese bien con el mundo, treinta segundos dentro.
Definitivamente no debería decirle que pensar en ella me hace desear un cigarrillo para alejarme del borde, por primera vez en meses. No es que esté seguro de que incluso fuera a funcionar.
Yo: Escucha, verte no será suficiente.
Lali: Me considero advertida y preparada.
Lali: Oh Dios Mío *sonrojo*
Yo: :)
***
El siguiente mensaje es para Cassie, para hacerle saber que he aterrizado, para preguntarle cómo esta Cara. La mayoría del tiempo está muy bien cuando se deja caer en casa de su tía, pero a veces no. En la actualidad, mi hermana me informa que Cara está bailando delante de la batería de Caleb, balanceándose y comiendo cereal de una taza.
Mi familia ha sido de apoyo desde el primer día en que Cara vino, el primer día es el día que la llevé a casa. Antes de eso, ellos estaban divididos, mamá y Brynn en un lado y mi padre y Cassie por el otro. Mamá y Brynn no estaban a favor de que yo tomara la custodia de Cara. Habíamos tenido una reunión familiar para tomar la decisión, y aunque mis hermanas cursaban la universidad y ya no vivían en casa, ambas dieron su voto. Mamá tenía los labios apretados, pero Brynn se puso lívida.
—¿Por qué te haces esto a ti mismo? —Golpeaba con la mano la mesa de pino la cocina. Todos estábamos sentados en tablones, yo en la cabeza como el acusado—. Ella te dijo que no se la quedará, gracias a Dios, por lo que estás fuera del gancho de la manutención de niños por dieciocho años. ¡Deja que la cuide todo lo que estime conveniente y vete a vivir tu vida! ¡Tienes dieciséis, santa mierda!
Nadie dijo nada. No creo que papá y Cassie no estuvieran de acuerdo con ella. Ellos simplemente pensaron que me deberían dar una elección, y la tuve.
Miré mis manos, extendidas sobre la mesa. No eran tan grandes como las de papá en ese momento. No eran las manos de un hombre. Eran las manos de un niño. Supe en ese momento que podía recuperar mi adolescencia y salir de esta con el pleno apoyo de mi familia.
Mi voz era baja, pero segura—. Es mi bebé. No puedo dejar que la abandone…
—Juan, cariño, todos podemos               apreciar tu sentido de la responsabilidad. —El tono conciliador de mamá me molestó aún más que la ira de Brynn—. Pero Zoe también es responsable por no protegerse a sí misma.
—No sabíamos que los antibióticos podían arruinar la píldora.
—¿Y no usabas condones? —Brynn gritó—. ¿En qué diablos estabas pensando?
Mi cara ardía. Estaba sentado en la cocina, mientras que toda mi familia discutía mi vida sexual y me miraba como si fuera el mayor idiota del planeta.
Sin lugar a dudas el momento más embarazoso de mi vida.
Papá se aclaró la garganta, y todo el mundo esperó a que su evaluación rompiera el empate. Mi padre es un hombre de pocas palabras, un rasgo que heredé. Sus ojos se encontraron con los de mamá, Cassie y Brynn, uno por uno.
—Creo que Pedro tomó su decisión, y si Zoe está de acuerdo con esto, vamos a tener otro miembro en la familia, y todos vamos a ajustarnos en consecuencia. —Se volvió hacia mí—. Pedro, quiero tu palabra de que vas a manejar esto como un hombre. No a salir corriendo cuando se ponga duro. Que no cambiarás de opinión más tarde. —Asentí con la cabeza.
—Lo sé, papá. —Él devolvió el gesto, como si fuera un igual, y me enderecé.
—Habla con Zoe. Mantennos informados. Todo esto va a funcionar. —Le ofreció una media sonrisa a mi madre, que estaba sentada estoicamente frente a él—. No es como si los tres hayan sido previstos, después de todo. —Mamá sonrió a su vez. Ese fue el final de la reunión familiar.
Zoe estaba convencida de que iba a ser “igual que Juno”. Les dijimos a sus padres nuestra decisión, y desde que ellos le habían dado todo lo que Zoe quería desde el día en que nació, eran bastante fáciles de convencer. Hubo momentos durante los próximos meses, en los que ella se enojaba y me culpaba por haberla convencido de tener el bebé. Como las semanas que pasó, parte de la segunda etapa en el baño, vomitando, todos los días. O cuando le salió otra estría. O cuando se dio cuenta que había ganado dieciocho kilos y el bebé no pesaría más de cuatro.
No estábamos juntos, juntos, pero Ross Stewart ya no daba vueltas (lo que de alguna manera confundía a Zoe), y yo estaba convencido de que parte de para que todo funcione se daría si Zoe y yo volviéramos a estar juntos. Eso no sucedió, por supuesto.
Una vez que Cara nació, Zoe la entregó, firmó los papeles legales que terminaban sus derechos parentales, y se fue a pasar un mes en el sur de Francia con sus padres. Cuando regresó a Nueva York, pasó varias semanas en los Hamptons, antes de dirigirse a Florida para la universidad. Nunca llamó o vino. Era como si Cara nunca hubiera sucedido. Como si yo nunca hubiese sucedido.

Lali
Una vez que tiré mi maleta en el umbral de mi habitación, oprimo el botón de marcación rápida de Peter para decirle mi número de habitación.
Esperando por él, paseo por lo largo de la suite, de la puerta a la ventana, de la ventana a la puerta, con un nudo en el estómago y la cara enrojecida, como si tuviera fiebre.
Como predijo, nos hemos mandado mensajes de texto y hablamos por Skype durante los últimos diez días. Sé mucho más sobre él de lo que sabía hace un mes. No lo conocía en absoluto el pasado otoño. Sólo conocía la comodidad que sentía en su presencia, como si siempre hubiera sido parte de mi vida, parte de mí. Tal vez esto es lo que se siente al perder la memoria —sólo impresiones e inclinaciones conocidas, sin señales de los hechos que los respaldan.
Se escucha un golpe en la puerta y mi corazón se detiene y cae a mis rodillas, comenzando a retroceder violentamente, mientras camino hacia la puerta y la abro. Desde el primer momento, nos quedamos parados, bebiéndonos el uno al otro, antes de dar un paso atrás en la habitación y de que él me siga como si hubiera una cuerda atada a su pecho. La puerta se cierra detrás de él.
Todos los detalles sobre él se han agudizado, mi cerebro jugando con imágenes mentales de él una y otra vez. Su pelo oscuro está desordenado y cae sobre su frente. Sus ojos se ven profundos, caramelo por la tarde, en esta sala, pero serán de color negro con poca luz. Rastrojos leves en la barbilla, y en la mandíbula. Si yo fuera una extraña para él, pensaría que su boca se encuentra enojada, pero sé que no es así. Su fosas nasales dilatadas sólo en lo más mínimo y retrocedo un paso más.
—¿Está... bien... si cierro la puerta? —Su voz es tan baja, y la reconozco como la voz que utiliza cuando estamos hablando por la noche. Asiento con la cabeza, y se vuelve a girar ajustando el pestillo y cerrando la habitación desde el interior, la manga de su camiseta negra arremangada para exponer sus músculos tensos, que se definen en la parte superior del brazo. Mi boca se seca con un deseo tan fuerte que hace que mi respiración se detenga. Cuando da un paso hacia mí, estoy inmóvil, dividida entre balancearme hacia él o dar un paso atrás. Sus brazos se deslizan a mí alrededor, mientras se inclina y entierra su cara en mi cuello.
—Te he echado de menos. —Su voz zumbando a lo largo de mi clavícula, se empapa en mi hombro.
—También te he echado de menos. —le digo, mi voz en un susurro, como el humo. Se tira hacia atrás, sus brazos aún ajustados en mi espalda baja, y sonríe.
—Yo te he echado más de menos. —Lo recuerdo haciendo esta promesa mientras se alejaba de mí el otoño pasado en el aeropuerto, después de que intercambiáramos un adiós y yo le dijera que lo echaría de menos. “Te echaré más de menos”, él había dicho. Yo le di un vistazo de severa mofa y parpadeé hacia sus ojos. “No te creo. Creo que debes demostrar una afirmación como esa.”
Su boca se va hacia un lado mientras mira hacia mí, esa expresión tan familiar y hermosa que me corta la respiración. “¿Ah, sí?”, dice, con una ceja arqueada hacia arriba.
Mis manos avanzan poco a poco por sus brazos, que se tensan y aprietan todavía a mi alrededor. Él no suelta su presa, desde que se deslizó en torno mío. Puedo tomar sus mangas en puñados por ambas caras y deleitarme con la sensación de sus hombros, anchos y sólidos y tan diferentes de los míos que me siento suave y pequeña.
Tirando de mí más cerca, Peter me levanta en sobre los dedos de mis pies mientras su boca cae sobre la mía. La sensación de sus labios, insistentes y sin dar tregua, me aturde durante una fracción de segundo, y luego respondo sus movimientos, abriendo la boca, un suave lamento se forma en mi garganta cuando nuestras lenguas se encuentran. Mis manos se deslizan a su cabello, los mechones negros como la tinta se derraman sobre mis dedos, como si lo instara a más.
—Lali. —Él suspira, envolviendo un brazo alrededor de mi espalda, sus dedos acariciando sobre la piel en mi cintura, acunando la mano en mi cabeza, empujando a través del pelo de mi nuca. Su toque es gentil a continuación, pasa a los besos en cámara lenta, tirando de mí a lo largo como una corriente sutil, sin prisas.
Sin darme cuenta incluso de que nos hemos movido, siento el colchón presionando en las pantorrillas, y él rompe el contacto con mi boca el tiempo suficiente para que me levante sobre él, llevándome al centro de la cama.
—Sólo quiero besarte. —Murmura, con los labios trazando una línea por debajo de mi barbilla hacia la oreja antes de rodar sobre su espalda y tirar de mí sobre él. Mi rodilla está entre las suyas, anclada a él en la cama mientras sus manos corren por mi espalda y mis hombros antes de enmarcar mi cara y tirar de mí hacia abajo para un beso largo y lánguido. Capturando sus muñecas, las estampo contra el colchón, mi pelo, que cae sobre mi hombro, haciéndole cosquillas a lo largo del lado de la mandíbula.
—¿Eso es todo lo que quieres? ¿Estás seguro? —le pregunto, de una forma descarada que nunca he usado. Debido a que este es Peter, y es real y está aquí y me toca, no a miles de kilómetros de distancia, siendo una cara en una pantalla. Él se ríe, con sus ojos cerrados mientras gira la cabeza y me acaricia el antebrazo, dejando besos suaves en la muñeca, rozándome con los dientes haciendo mi piel de gallina, hacia arriba por el brazo. Sus ojos se abren y se queda mirándome, todo calor.

—No. Quiero todo de ti, contigo. —Gira sus manos hasta que aprisionan mis muñecas, curvándose sobre mí hasta que estoy bajo él nuevamente—. Pero en este momento, sólo voy a seguir besándote hasta que me pidas que pare. — Si él está esperando una objeción, no la va a conseguir. Yo paso mi legua por mis labios, una señal de por favor, dame un beso. Y él lo hace.

6 comentarios:

  1. Siiiii laliterrrrr.. menos mal, decime xfa q lis otros dos tarados no vuelven a hablar en muchos cap? Una preg la segunda temporada es todo desde el principio contada x peter y Paula o son cosas nuevas?

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    1. La segunda temporada empezo desde el momento en que habla Peter. Y, lamentablemente, la historia es contada por los cuatro: Lali, Peter, Poli y Paula.
      Espero haber aclarado tus dudas =)
      Beso

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  2. Jajjajaja,ya sabemos k es calladito x herencia familiar.

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  3. holaaaaaaaaaaaaaaa!!!
    soy nueva lectora
    te digo desde ya q me encanta la historia y la voy a seguir
    ame este reencuentro
    besos @ari_stafe

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