Peter
Yo:
aterrizando ahora. Te llamaría, pero le temo a la azafata.
Lali:
Ja, Ja ¿por qué?
Yo:
Ella tiene bigote. Y patillas. Y una ira perpetua.
Lali:
Ten cuidado...
Yo:
Estoy arriesgando mi vida para escribirte que estoy a solo unos pocos cientos
de millas lejos de ti.
Lali:
Ojalá estuviera allí ahora
Yo:
Tengo tantas ganas de verte que me duele
Al segundo en el que le doy enviar,
estoy replanteando —demasiado tarde— el texto anterior. ¿Debido a lo desesperado
que puedo parecer? Ha pasado tanto tiempo desde que me he sentido así. No, yo
nunca me he sentido así. Estaba enfermo de amor por Zoe, pero no reorganizaba
mi vida en mi cabeza para hacerle sitio a ella en todas partes. En cuestión de
qué, ¿Menos de dos semanas? Lali ha pasado de ser la niña que se escapó, a la
chica que veo en cada momento de mi futuro. Estoy empezando a entrar en el modo
de pánico y pensar todo por segunda vez, cuando mi teléfono reproduce el tono
del texto.
Lali:
Yo también.
Y simplemente así, el alivio inunda mis
músculos, relaja mi respiración, y calma mi mente. Riéndome de mí mismo, miro
hacia Los Ángeles mientras el taxi sube hasta la terminal. Tenía dieciséis años
la última vez que me sentí tan sacudido por mis propios deseos. Estoy fuera de
práctica.
No voy a ver a Lali hasta mañana, cuando
se registre en el hotel en Los Ángeles, y tengo el deseo de verla como cuando
solía anhelar la sensación de un cigarrillo entre los dedos, entre mis labios,
inhalar, exhalar, la nicotina inundando mi sistema y haciendo que todo
estuviese bien con el mundo, treinta segundos dentro.
Definitivamente no debería decirle que pensar
en ella me hace desear un cigarrillo para alejarme del borde, por primera vez
en meses. No es que esté seguro de que incluso fuera a funcionar.
Yo:
Escucha, verte no será suficiente.
Lali:
Me considero advertida y preparada.
Lali:
Oh Dios Mío *sonrojo*
Yo:
:)
***
El siguiente mensaje es para Cassie,
para hacerle saber que he aterrizado, para preguntarle cómo esta Cara. La
mayoría del tiempo está muy bien cuando se deja caer en casa de su tía, pero a
veces no. En la actualidad, mi hermana me informa que Cara está bailando delante
de la batería de Caleb, balanceándose y comiendo cereal de una taza.
Mi familia ha sido de apoyo desde el primer
día en que Cara vino, el primer día es el día que la llevé a casa. Antes de
eso, ellos estaban divididos, mamá y Brynn en un lado y mi padre y Cassie por
el otro. Mamá y Brynn no estaban a favor de que yo tomara la custodia de Cara.
Habíamos tenido una reunión familiar para tomar la decisión, y aunque mis
hermanas cursaban la universidad y ya no vivían en casa, ambas dieron su voto.
Mamá tenía los labios apretados, pero Brynn se puso lívida.
—¿Por qué te haces esto a ti mismo? —Golpeaba
con la mano la mesa de pino la cocina. Todos estábamos sentados en tablones, yo
en la cabeza como el acusado—. Ella te dijo que no se la quedará, gracias a
Dios, por lo que estás fuera del gancho de la manutención de niños por
dieciocho años. ¡Deja que la cuide todo lo que estime conveniente y vete a
vivir tu vida! ¡Tienes dieciséis, santa mierda!
Nadie dijo nada. No creo que papá y Cassie
no estuvieran de acuerdo con ella. Ellos simplemente pensaron que me deberían
dar una elección, y la tuve.
Miré mis manos, extendidas sobre la
mesa. No eran tan grandes como las de papá en ese momento. No eran las manos de
un hombre. Eran las manos de un niño. Supe en ese momento que podía recuperar mi
adolescencia y salir de esta con el pleno apoyo de mi familia.
Mi voz era baja, pero segura—. Es mi
bebé. No puedo dejar que la abandone…
—Juan, cariño, todos podemos
apreciar tu sentido de la responsabilidad. —El tono conciliador de mamá me
molestó aún más que la ira de Brynn—. Pero Zoe también es responsable por no protegerse
a sí misma.
—No sabíamos que los antibióticos podían
arruinar la píldora.
—¿Y no usabas condones? —Brynn gritó—.
¿En qué diablos estabas pensando?
Mi cara ardía. Estaba sentado en la
cocina, mientras que toda mi familia discutía mi vida sexual y me miraba como
si fuera el mayor idiota del planeta.
Sin lugar a dudas el momento más
embarazoso de mi vida.
Papá se aclaró la garganta, y todo el mundo
esperó a que su evaluación rompiera el empate. Mi padre es un hombre de pocas
palabras, un rasgo que heredé. Sus ojos se encontraron con los de mamá, Cassie
y Brynn, uno por uno.
—Creo que Pedro tomó su decisión, y si
Zoe está de acuerdo con esto, vamos a tener otro miembro en la familia, y todos
vamos a ajustarnos en consecuencia. —Se volvió hacia mí—. Pedro, quiero tu
palabra de que vas a manejar esto como un hombre. No a salir corriendo cuando
se ponga duro. Que no cambiarás de opinión más tarde. —Asentí con la cabeza.
—Lo sé, papá. —Él devolvió el gesto,
como si fuera un igual, y me enderecé.
—Habla con Zoe. Mantennos informados.
Todo esto va a funcionar. —Le ofreció una media sonrisa a mi madre, que estaba
sentada estoicamente frente a él—. No es como si los tres hayan sido previstos,
después de todo. —Mamá sonrió a su vez. Ese fue el final de la reunión
familiar.
Zoe estaba convencida de que iba a ser
“igual que Juno”. Les dijimos a sus padres nuestra decisión, y desde que ellos
le habían dado todo lo que Zoe quería desde el día en que nació, eran bastante
fáciles de convencer. Hubo momentos durante los próximos meses, en los que ella
se enojaba y me culpaba por haberla convencido de tener el bebé. Como las
semanas que pasó, parte de la segunda etapa en el baño, vomitando, todos los
días. O cuando le salió otra estría. O cuando se dio cuenta que había ganado
dieciocho kilos y el bebé no pesaría más de cuatro.
No estábamos juntos, juntos, pero Ross
Stewart ya no daba vueltas (lo que de alguna manera confundía a Zoe), y yo estaba
convencido de que parte de para que todo funcione se daría si Zoe y yo volviéramos
a estar juntos. Eso no sucedió, por supuesto.
Una vez que Cara nació, Zoe la entregó,
firmó los papeles legales que terminaban sus derechos parentales, y se fue a
pasar un mes en el sur de Francia con sus padres. Cuando regresó a Nueva York,
pasó varias semanas en los Hamptons, antes de dirigirse a Florida para la
universidad. Nunca llamó o vino. Era como si Cara nunca hubiera sucedido. Como
si yo nunca hubiese sucedido.
Lali
Una vez que tiré mi maleta en el umbral
de mi habitación, oprimo el botón de marcación rápida de Peter para decirle mi
número de habitación.
Esperando por él, paseo por lo largo de
la suite, de la puerta a la ventana, de la ventana a la puerta, con un nudo en
el estómago y la cara enrojecida, como si tuviera fiebre.
Como predijo, nos hemos mandado mensajes
de texto y hablamos por Skype durante los últimos diez días. Sé mucho más sobre
él de lo que sabía hace un mes. No lo conocía en absoluto el pasado otoño. Sólo
conocía la comodidad que sentía en su presencia, como si siempre hubiera sido
parte de mi vida, parte de mí. Tal vez esto es lo que se siente al perder la
memoria —sólo impresiones e inclinaciones conocidas, sin señales de los hechos
que los respaldan.
Se escucha un golpe en la puerta y mi
corazón se detiene y cae a mis rodillas, comenzando a retroceder violentamente,
mientras camino hacia la puerta y la abro. Desde el primer momento, nos
quedamos parados, bebiéndonos el uno al otro, antes de dar un paso atrás en la
habitación y de que él me siga como si hubiera una cuerda atada a su pecho. La
puerta se cierra detrás de él.
Todos los detalles sobre él se han agudizado,
mi cerebro jugando con imágenes mentales de él una y otra vez. Su pelo oscuro
está desordenado y cae sobre su frente. Sus ojos se ven profundos, caramelo por
la tarde, en esta sala, pero serán de color negro con poca luz. Rastrojos leves
en la barbilla, y en la mandíbula. Si yo fuera una extraña para él, pensaría
que su boca se encuentra enojada, pero sé que no es así. Su fosas nasales
dilatadas sólo en lo más mínimo y retrocedo un paso más.
—¿Está... bien... si cierro la puerta?
—Su voz es tan baja, y la reconozco como la voz que utiliza cuando estamos
hablando por la noche. Asiento con la cabeza, y se vuelve a girar ajustando el
pestillo y cerrando la habitación desde el interior, la manga de su camiseta
negra arremangada para exponer sus músculos tensos, que se definen en la parte
superior del brazo. Mi boca se seca con un deseo tan fuerte que hace que mi
respiración se detenga. Cuando da un paso hacia mí, estoy inmóvil, dividida
entre balancearme hacia él o dar un paso atrás. Sus brazos se deslizan a mí
alrededor, mientras se inclina y entierra su cara en mi cuello.
—Te he echado de menos. —Su voz zumbando
a lo largo de mi clavícula, se empapa en mi hombro.
—También te he echado de menos. —le
digo, mi voz en un susurro, como el humo. Se tira hacia atrás, sus brazos aún ajustados
en mi espalda baja, y sonríe.
—Yo te he echado más de menos. —Lo
recuerdo haciendo esta promesa mientras se alejaba de mí el otoño pasado en el
aeropuerto, después de que intercambiáramos un adiós y yo le dijera que lo
echaría de menos. “Te echaré más de menos”, él había dicho. Yo le di un vistazo
de severa mofa y parpadeé hacia sus ojos. “No te creo. Creo que debes demostrar
una afirmación como esa.”
Su boca se va hacia un lado mientras
mira hacia mí, esa expresión tan familiar y hermosa que me corta la
respiración. “¿Ah, sí?”, dice, con una ceja arqueada hacia arriba.
Mis manos avanzan poco a poco por sus
brazos, que se tensan y aprietan todavía a mi alrededor. Él no suelta su presa,
desde que se deslizó en torno mío. Puedo tomar sus mangas en puñados por ambas
caras y deleitarme con la sensación de sus hombros, anchos y sólidos y tan
diferentes de los míos que me siento suave y pequeña.
Tirando de mí más cerca, Peter me levanta
en sobre los dedos de mis pies mientras su boca cae sobre la mía. La sensación
de sus labios, insistentes y sin dar tregua, me aturde durante una fracción de
segundo, y luego respondo sus movimientos, abriendo la boca, un suave lamento
se forma en mi garganta cuando nuestras lenguas se encuentran. Mis manos se
deslizan a su cabello, los mechones negros como la tinta se derraman sobre mis
dedos, como si lo instara a más.
—Lali. —Él suspira, envolviendo un brazo
alrededor de mi espalda, sus dedos acariciando sobre la piel en mi cintura,
acunando la mano en mi cabeza, empujando a través del pelo de mi nuca. Su toque
es gentil a continuación, pasa a los besos en cámara lenta, tirando de mí a lo
largo como una corriente sutil, sin prisas.
Sin darme cuenta incluso de que nos hemos
movido, siento el colchón presionando en las pantorrillas, y él rompe el
contacto con mi boca el tiempo suficiente para que me levante sobre él,
llevándome al centro de la cama.
—Sólo quiero besarte. —Murmura, con los
labios trazando una línea por debajo de mi barbilla hacia la oreja antes de
rodar sobre su espalda y tirar de mí sobre él. Mi rodilla está entre las suyas,
anclada a él en la cama mientras sus manos corren por mi espalda y mis hombros
antes de enmarcar mi cara y tirar de mí hacia abajo para un beso largo y
lánguido. Capturando sus muñecas, las estampo contra el colchón, mi pelo, que
cae sobre mi hombro, haciéndole cosquillas a lo largo del lado de la mandíbula.
—¿Eso es todo lo que quieres? ¿Estás
seguro? —le pregunto, de una forma descarada que nunca he usado. Debido a que
este es Peter, y es real y está aquí y me toca, no a miles de kilómetros de
distancia, siendo una cara en una pantalla. Él se ríe, con sus ojos cerrados
mientras gira la cabeza y me acaricia el antebrazo, dejando besos suaves en la
muñeca, rozándome con los dientes haciendo mi piel de gallina, hacia arriba por
el brazo. Sus ojos se abren y se queda mirándome, todo calor.
—No. Quiero todo de ti, contigo. —Gira
sus manos hasta que aprisionan mis muñecas, curvándose sobre mí hasta que estoy
bajo él nuevamente—. Pero en este momento, sólo voy a seguir besándote hasta
que me pidas que pare. — Si él está esperando una objeción, no la va a conseguir.
Yo paso mi legua por mis labios, una señal de por favor, dame un beso. Y él lo
hace.
Ay me encantaaa
ResponderEliminarPeter es un tiernoo
Masss
Siiiii laliterrrrr.. menos mal, decime xfa q lis otros dos tarados no vuelven a hablar en muchos cap? Una preg la segunda temporada es todo desde el principio contada x peter y Paula o son cosas nuevas?
ResponderEliminarLa segunda temporada empezo desde el momento en que habla Peter. Y, lamentablemente, la historia es contada por los cuatro: Lali, Peter, Poli y Paula.
EliminarEspero haber aclarado tus dudas =)
Beso
Me encanta!! Más!!
ResponderEliminarJajjajaja,ya sabemos k es calladito x herencia familiar.
ResponderEliminarholaaaaaaaaaaaaaaa!!!
ResponderEliminarsoy nueva lectora
te digo desde ya q me encanta la historia y la voy a seguir
ame este reencuentro
besos @ari_stafe