lunes, 9 de junio de 2014

"Entre lineas" capitulo 53

Peter
Han pasado cuatro días desde que la vi. En persona, de todas maneras.
Actualmente estoy mirando un brusco gráfico de ella en la pantalla de mi laptop, la mejor substituta de Lali que la tecnología tiene para ofrecer.
No es suficiente. Ni siquiera cerca.
—¿No tienes clases mañana? —pregunta, parpadeando en su propia webcam, mirando a su correspondiente imagen espasmódica de mí.
—Sí, tengo. —La diferencia horaria entre nosotros no juega a mi favor.
Ella es la que se puede permitir dormir; yo soy el que tiene clases a las ocho. 10:03 p.m. en Sacramento y son las 1:03 a.m. en New York—. Pero si estuvieras aquí, tampoco estaría durmiendo. Así que ¿Cuál es la diferencia? Además del hecho de que, sentado en mi cama, la laptop inclinada para ver tu rostro mientras hablas, es mucho más inferior que el sentimiento de ti en mis manos, el sabor tuyo en mi lengua. — La borrosa imagen de Lali sonríe, una mano nerviosamente colocando su cabello detrás de su oreja. Mira lejos, hacia la puerta de su habitación, imagino, y de regreso a mí.
Inclinándose más cerca, su rostro llena mi pantalla—. ¿Oh? —Su voz baja—. ¿Y qué estaríamos haciendo, en lugar de dormir, si yo estuviera allí?
Le di una versión un tanto dócil. No exactamente censurada, pero no lo suficiente como para asustarla, tampoco. La luz en su fondo es demasiado oscura para ver si se sonroja, pero sus labios se separan y sus ojos se amplían suavemente y se muerde los labios adorablemente y escucha como si estuviera contando la mejor historia del mundo.
No sé qué tan lejos llegó con Pablo. O con alguien antes que él, ya sea el caso, aunque suponía que no hubo nadie antes de él, por lo frustrado que lucía frecuentemente. Sé lo suficiente sobre Pablo Martinez y sus capacidades de seducción. Sin querer una descripción entera de cuán críticamente la había cagado al no tomarla de él, el otoño pasado, no tenía ningún plan de preguntarle sobre su involucramiento. No tiene nada que ver con lo que pienso de ella. No tiene nada que ver con nosotros.
—Desearía que estés aquí. —dijo finalmente, su labio superior sobresale tan ligeramente que podría estar imaginándolo. Corro mi dedo por él en la pantalla, lo que no puede verme hacer.
—Estaré allí, en una semana.
Ella gruñe—. Demasiado tiempo.
Rio suavemente—. Estoy de acuerdo.
Un leve rasguño viene desde la puerta cerrada de mi habitación.
—Vete, Noodles. —Llamo. El gato de Cara usualmente está dormido a los pies de su cama a la 1:00 a.m., no vagando por la casa arañando en puertas cerradas al azar.
Entonces mi pestillo gira, la puerta se abre un poco antes de que un pequeño rostro aparezca—. ¿Papi?
—Tengo una visita. —Digo a la diminuta cámara en la parte superior del marco, empujo la laptop en la cama y vago por la habitación—. ¿Cara? ¿Qué estás haciendo levantada? —Abro la puerta y ella se aferra a mí, obstaculizada solo por el conejo de peluche apretado en un puño.
Asiéndola por debajo de los brazos, la levanto y la acomodo en mis brazos. Estornuda y entierra su rostro en mi cuello—. ¿Un mal sueño? — pregunto, y asiente, estornudando un poco más fuerte.
—¿Puedo dormir contigo? —Un hipo sigue su ahogado pedido. Lali tose ligeramente, el sonido viniendo a través de los parlantes de la laptop con irregularidad rasposa, y la cabeza de Cara salta—. ¿Quién es ella?
—Estoy hablando con Lali. —digo—. Vamos a llevarte de regreso a tu cama.
Ella gira la cabeza de un lado al otro tercamente, sus oscuros ojos decididos—. Yo quiero hablar con Lali, también.
Genial. Luchar para llevar a Cara de regreso a su cama podría tomar media hora. Querría contarme la pesadilla entera, y es una narradora bastante dramática. Sospecho enteramente que adhiere detalles mientras relata, solo para realzar la historia. Y después el pedido de agua. La solicitud de un beso.
La necesidad de ser acompañada al baño. El comprobar los monstruos en el armario, bajo su cama y detrás de las cortinas. Otro beso. Amo a mi hija, pero mierda, qué sincronización.
Me acerco y tomo la laptop con mi mano libre, girándola hacia Cara y yo—. Podría dejarte ir. —Le digo a Lali—. Esto podría tomar un tiempo.
—Hola, Lali. —dice Cara, posando para la cámara, la pesadilla horrible olvidada. Suele conversar conmigo de esta manera cuando estoy lejos de casa y está con Brynn o Cassie—. Este es Bunny. —Sostiene el conejo frente a la cámara web. Estoy segura de que todo lo que Emma puede ver es una pantalla llena de piel azul gastada.
—Oh, bueno hola, Bunny. ¿Eres de casualidad… una tortuga?
Cara suelta risitas, arrebatando a Bunny hacia su pecho y reemplazando el peludo juguete con su propio rostro—. Nooooo.
—Una jirafa, ¿quizás?
—¡Nooooo!
—¿Un perrito? Bueno, estoy perpleja. ¿Qué clase de animal tiene un nombre como ese?
—¡Un conejo! —Cara se está revolviendo en un ataque de risa, y no puedo evitar reír con ella. Se gira hacia mí y apunta a la cama—. Siéntate, papi.
Me siento, con un suspiro, dividido entre conmoción y euforia ante la habilidad de Lali de cambiar en la marcha. Hace cinco minutos le susurraba detalles perversos de lo que quería hacerle, y si la mirada en su cara era alguna indicación, no tenía ningún problema en seguirme la corriente. Y ahora estaba encantando a mi hija.
Cara comienza a quedarse dormida rápidamente, desplomándose en mi regazo un corto tiempo después, acurrucada alrededor de Bunny. Son casi las 2 a.m. —Voy a volver a acostarla y espero que se quede así. ¿A la misma hora mañana?
—Más temprano mañana. —promete—. Buenas noches, Peter.
—Buenas noches, La. Te veo pronto. —Suspiro y la pantalla queda negra.
Ah, Dios. Mi vida se ha vuelto más complicada de lo que nunca imaginé que podría volverse. No tenía ninguna idea real de lo que hacía cuando decidí aceptar la paternidad.
Para arreglármelas, hice algunos ajustes que pensé podría manejar, como olvidar enredos románticos cercanos. Al principio, nada podría haber sido fácil, porque aún estaba enamorado de Zoe.
Una vez que finalmente la superé, me di cuenta que también había crecido, madurado. Las chicas en el campus me miraban con desvergonzada curiosidad y deseos señalizados sin complicaciones, y mi negativa de compartir cualquier trozo de información personal solo aumentaba su interés. No me importaba particularmente si les gustaba mi posición sin-ataduras o no. Algunos trazaron algunas líneas, y yo simplemente me alejé. Nunca le mentí a nadie. Nunca prometí nada. Nunca quise nada más de nadie. Hasta Lali. La amistad que desarrollamos fue como ninguna otra relación que he tenido antes. Tan fácil, tan compañera, pero la atracción física estaba ahí, también, desde el primer momento en que la vi. Me rehusé a creer que estaba enamorándome de una chica de 17 años, y peleé, duro. La primera vez que la besé, sus sentimientos al descubierto fueron tan irresistibles que caí en modo protector. La resolución vino naturalmente: no la tocaría —más allá de lo que habíamos hecho— hasta que fuera una adulta legal, hasta que ella me lo pidiera específicamente. Por primera vez desde Zoe, mi guardia se había bajado.
Exactamente por eso esa foto de Pablo y Lali cortó a través de mí.

Lali
El baile de graduación es una pesadilla. Claro que no es exactamente Carrie, pero no es High School Musical III, tampoco.
Cuando Marcus me llamó para decirme que aun quería que lo acompañara a su baile de graduación, tragué promesas clichés: No eres tú, soy yo. Aún podemos ser amigos. No era mi intención lastimarte.
Aunque no vocalicé ninguna de estas, sí le dije que lo sentía al menos media docena de veces. Mi culpa aparente debe haberle dado un mental “sigue adelante” para transformarse en un completo idiota para el fin de semana siguiente.
La espiral descendente comenzó cuando llegó a recogerme. Le dije a papá y Malvina que íbamos como amigos, así que no quería que hicieran un gran alboroto por eso. Naturalmente, Malvina ignoró esa suplica y tenía la cámara cargada y lista.
—Recuerdo mi baile de graduación. —dijo, sonriendo soñadoramente hacia la distancia mientras pensaba, Oh, mierda, aquí vamos—. Era una total princesa, con todo hasta la zapatilla de cristal. —Puso una mano en su boca como si estuviera por revelar un secreto—. En realidad, esos zapatos eran de acrílico muy incómodos.
—Ah. —dije, intentando lucir simpática.
Malvina nos cegó con flashes múltiples mientras Marcus deslizaba un ramillete en mi muñeca en la entrada. Nos guio afuera y nos hizo posar frente al paisaje de la piscina; la que hizo a papá caminar alrededor, con la mandíbula apretada, por días, mudo y furioso, después de que recibió la factura por todas las refacciones que ella había autorizado.
Sacando fotos como si tuviera aspiraciones a una fotógrafa de alta costura, Malvina no era consciente de la pared de hielo entre sus protagonistas.
—Marcus, pon tu brazo alrededor de ella. Así, pero con tus manos uniéndose en el medio. ¡Oh! ¡Justo así!
La dejé tomar unas pocas fotos antes de romper el falso abrazo.
—Está bien, creo que son suficientes fotografías. Sabes, a Marcus quizás le gustaría ir en verdad al baile como parte de esta experiencia… —Esperaba que Marcus y yo compartiéramos una mirada cómplice sobre Malvina —no inusual para nosotros— así podríamos comenzar a rescatar la noche de alguna manera antes de que estuviera completamente arruinada. Pero él se quedó de pie, una mano en los pantalones de su esmoquin, agitando una uña y luciendo aburrido, y multiplicando mi sentido de premonición.
La preparatoria de artes, de Marcus es relativamente pequeña, con una modesta clase de graduados. Juzgando por la respuesta que su llegada generó, él es claramente uno más del montón. El lugar es una carpa en la terraza del Hotel Citizen, el rascacielos más antiguo de la ciudad. Aunque la vista es muy familiar en Sacramento, desde esta altura es impresionante.
La distancia altera todo. Me presenta a su grupo de amigos por medio de, “Esta es Lali”, y un giro de su muñeca en mi dirección, no me presenta ninguno de ellos a mí.
Increíblemente, nadie se adelanta, tampoco, estoy atorada sin saber el nombre de nadie —excepto aquellos que descubro                escuchando a escondidas conversaciones vecinas— así que no hay nada que hacer aparte de pararme cerca de Marcus, mi vestido y su esmoquin coordinados perfectamente que no queda duda que estamos juntos.
Atrapada recibiendo miradas y susurros en la multitud de personas donde no conozco a una sola persona, además del imbécil de mi cita, considero llamar un taxi, o a papá, para que me recoja.
No puedo sacudirme la convicción de que estoy recibiendo lo que merezco por darle pie a Marcus, tan convincente como Candela se opuso a esa conclusión—. Marcus no es tu dueño. —dijo después de que le conté lo que pasó con Peter en New York, y el resultante altercado con Marcus—. No veo un anillo en tu dedo, no es que nunca hayas querido uno de ese pomposo idiota.
—¿Pensé que te gustaba él? —dije.
—Psshh. —dijo, mirándome mientras daba un giro a la derecha. Íbamos de camino a tener nuestras pedicuras anuales de casi verano—. Lo toleraba. Luca y yo no pensábamos que era para ti.
Balbuceé, antes de contestar—. ¿Tú y Luca lo discutieron…?
—Claro que sí. —Ella parecía, como siempre, sin arrepentimientos—. Esperábamos que desapareciera antes de que terminaras en New York con él descargándose contra ti. Derek piensa que él solo te quería por tus conexiones en el cine y teatro. Con el adicional de tu cuerpo ardiente, claro.
Casi escupo el batido de bayas en su tablero—. Dios, Can. Me siento tan barata.
—Sí, bueno, me alegro que no tuvimos que usar el último recurso de separarlos. —Estacionó el Sentra y tiró del freno.
—¿Quieres decir que Luca y tu habrían…?
—¿Cuántas veces en esta conversación tengo que decir claro que sí? No habría sido tan difícil, tampoco. Tú no estabas tan atada a él, por suerte. Solo espero que nos guste este chico Peter.
La miré—. No. Peter esta fuera de los límites. No me importa si ustedes dos lo odian.
Sonrió y pellizcó mi brazo—. Ahora eso me gusta más.
Cuando vuelvo a la tierra, aún estoy en el baile de graduación de Marcus, siendo deliberadamente ignorada por cada persona aquí.
Después mi enfoque aterriza en el otro lado del enorme espacio interior/exterior. Uno de los fotógrafos tomando fotos de los graduados parece estar apuntando su           cámara exclusivamente               en mi dirección. Pienso ¿paparazzi? Antes de darme un sacudón mental, sintiéndome ridícula.
Aún, miro alrededor disimuladamente, buscando por los otros fotógrafos, que están avanzando a través de la multitud, creando planos de pequeños lazos de personas hablando y riendo, sacando fotos naturales de parejas bailando y profesores como chaperones. Deslizando mi ojo de regreso al primer fotógrafo, noto dos cosas. Uno, su cámara es ruda en comparación con lo que los otros dos están utilizando. Y dos, aún apuntaban cada uno de los disparos en mi dirección. Tengo un sentimiento de inquietud sobre esto.
***
Can pasó diez minutos regañándome sobre mi última idiota decisión; primero, intentar apaciguar a Marcus yendo a su baile, y segundo, romper mi propia regla de no revisar sitios de chismes. Ella tiene razón, por supuesto. No puedo no ver las fotos de mí —alternando entre miserable y enojada— de pie junto a Marcus, siendo rechazada por todos en el baile. No puedo no haber leído las historias afirmando que fue mi elección aislarme a mí misma, y el rumor adicional de que estoy engañando a Pablo Martinez.
Mi mejor amiga camina hacia atrás y adelante por mi habitación mientras Luca y yo la miramos en silencio. Finalmente, se detiene y mira la pantalla de la laptop—. ¡Qué montón de jodidos envidiosos! —Cande nunca será acusada de andarse por las ramas.
—¿Los amigos de Marcus o los sitios de chismes? —No estoy segura de que la enfurece más.
—Todos ellos. —Está tan enojada que está gruñendo.
—Cálmate, bebé. —dice Luca, tirando de su mano mientras pasa a su lado.
—¡No me calmaré! —Deteniéndose de repente, se desliza en su regazo—. Luca hazme un favor. —Ella acaricia el costado de su rubia casi rapada cabeza y sus ojos se cierran.
—Lo que quieras.
—Por favor dale una paliza a Marcus.
—Excepto eso.
Sentándose derecha, cruza sus brazos sobre su pecho y lo mira—. ¿Para qué demonios sirve tener un novio musculoso si no va a golpear a las personas por ti?
Estoy feliz de que el mensaje de texto de Pablo lega después de que se fueron.
Poli: ¿Fuiste al baile de graduación con otro chico? Estoy herido.
Yo: Muy gracioso.
Poli: Nuestro pequeño acto es un éxito. Ya he sido contactado en busca de comentarios.
Yo: Mierda.
Poli: Ayudaría si vamos a cenar y lucimos felices.
Yo: No creo que eso sea una buena idea.
Poli: Claro que lo es. Una salida feliz en la cara de esas historias les pondrá final.
Yo: Sabes que estoy a más de 600 kilómetros de Los Angeles, ¿verdad?
Poli: Voy a visitar a un amigo en San Francisco mañana. Conduce hasta allí, quédate. Iremos a algún lugar genial.
Yo: No me encontraré contigo en San Francisco, Pablo.
Poli: Bien, yo iré a ti
***
Peter es de tanto apoyo como Cande, aunque anhela mucha menos violencia.
—Debería haberme echado atrás con lo del baile. —Suspiro hacia mi cámara web, frotando mis manos contra mi rostro—. Marcus no iba a estar feliz sin importar lo que hiciera, y ahora todo el mundo piensa que soy una perra presumida que no se rebajaría a hablar con gente regular.
—Estoy seguro de que nadie cree una palabra de eso. —Su voz es tan cálida y suave que casi le creo.
—¡Las personas lo creen! Y ¿Sabes cuál es la parte más molesta? Antes de ahora, era una cero a la izquierda de clase media para la mayoría de las personas de su escuela. Marcus y yo nos hemos cruzado con sus compañeros varias veces, y cada vez me sentí igual que hago cuando los ojos de Malvina, sea lo que sea que esté usando, y se prepara para burlarse de sentido de la moda, o la falta de él.
Él sonríe tranquilizadoramente—. A mí me gusta tu sentido de la moda.
Apenas lo escucho—. Y ¿Qué hay de los rumores de que estoy engañando a Pablo con Marcus? No estoy saliendo con Pablo, pero el estudio quiere que todo el mundo piense que si lo estoy… así que por supuesto soy una infiel si salgo con alguien más. ¿Qué significara eso cuando estés aquí? Tendremos que salir a escondidas. Si somos atrapados, luciré como la mayor zorra en Hollywood.
Se ríe y sacude la cabeza—. Lali, amor, tienes un largo camino antes de ganar esa corona.
Rio tontamente a mi pantalla—. Me llamaste amor.
Sonríe, la barbilla baja, mirando su pantalla a través de sus pestañas—. ¿Estás bien con eso?
—Sí. —Miro sus hermosos ojos cálidos y deseo por centésima vez en dos días que estuviera de pie frente a mí—. ¿Estás bien conmigo saliendo a cenar con Pablo?

Asiente y dice—. Tan bien como puedo estar. —Lo que parecía críptico, pero no presiono. No puedo esperar a que esté entusiasmado al respecto.

4 comentarios:

  1. Peter tiene k pasar xk ella tenga salidas obligadas con esos dos estúpidos

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  2. Me encana más!! El amor me mato de amor je!

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  3. MASSSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!
    MUERO JAJJA
    SEGUILA

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