Han pasado cuatro días desde que la vi.
En persona, de todas maneras.
Actualmente estoy mirando un brusco
gráfico de ella en la pantalla de mi laptop, la mejor substituta de Lali que la
tecnología tiene para ofrecer.
No es suficiente. Ni siquiera cerca.
—¿No tienes clases mañana? —pregunta, parpadeando
en su propia webcam, mirando a su correspondiente imagen espasmódica de mí.
—Sí, tengo. —La diferencia horaria entre
nosotros no juega a mi favor.
Ella es la que se puede permitir dormir;
yo soy el que tiene clases a las ocho. 10:03 p.m. en Sacramento y son las 1:03
a.m. en New York—. Pero si estuvieras aquí, tampoco estaría durmiendo. Así que
¿Cuál es la diferencia? Además del hecho de que, sentado en mi cama, la laptop
inclinada para ver tu rostro mientras hablas, es mucho más inferior que el
sentimiento de ti en mis manos, el sabor tuyo en mi lengua. — La borrosa imagen
de Lali sonríe, una mano nerviosamente colocando su cabello detrás de su oreja.
Mira lejos, hacia la puerta de su habitación, imagino, y de regreso a mí.
Inclinándose más cerca, su rostro llena
mi pantalla—. ¿Oh? —Su voz baja—. ¿Y qué estaríamos haciendo, en lugar de
dormir, si yo estuviera allí?
Le di una versión un tanto dócil. No
exactamente censurada, pero no lo suficiente como para asustarla, tampoco. La
luz en su fondo es demasiado oscura para ver si se sonroja, pero sus labios se
separan y sus ojos se amplían suavemente y se muerde los labios adorablemente y
escucha como si estuviera contando la mejor historia del mundo.
No sé qué tan lejos llegó con Pablo. O
con alguien antes que él, ya sea el caso, aunque suponía que no hubo nadie
antes de él, por lo frustrado que lucía frecuentemente. Sé lo suficiente sobre
Pablo Martinez y sus capacidades de seducción. Sin querer una descripción
entera de cuán críticamente la había cagado al no tomarla de él, el otoño
pasado, no tenía ningún plan de preguntarle sobre su involucramiento. No tiene
nada que ver con lo que pienso de ella. No tiene nada que ver con nosotros.
—Desearía que estés aquí. —dijo
finalmente, su labio superior sobresale tan ligeramente que podría estar
imaginándolo. Corro mi dedo por él en la pantalla, lo que no puede verme hacer.
—Estaré allí, en una semana.
Ella gruñe—. Demasiado tiempo.
Rio suavemente—. Estoy de acuerdo.
Un leve rasguño viene desde la puerta
cerrada de mi habitación.
—Vete, Noodles. —Llamo. El gato de Cara
usualmente está dormido a los pies de su cama a la 1:00 a.m., no vagando por la
casa arañando en puertas cerradas al azar.
Entonces mi pestillo gira, la puerta se
abre un poco antes de que un pequeño rostro aparezca—. ¿Papi?
—Tengo una visita. —Digo a la diminuta
cámara en la parte superior del marco, empujo la laptop en la cama y vago por
la habitación—. ¿Cara? ¿Qué estás haciendo levantada? —Abro la puerta y ella se
aferra a mí, obstaculizada solo por el conejo de peluche apretado en un puño.
Asiéndola por debajo de los brazos, la
levanto y la acomodo en mis brazos. Estornuda y entierra su rostro en mi
cuello—. ¿Un mal sueño? — pregunto, y asiente, estornudando un poco más fuerte.
—¿Puedo dormir contigo? —Un hipo sigue
su ahogado pedido. Lali tose ligeramente, el sonido viniendo a través de los
parlantes de la laptop con irregularidad rasposa, y la cabeza de Cara salta—.
¿Quién es ella?
—Estoy hablando con Lali. —digo—. Vamos
a llevarte de regreso a tu cama.
Ella gira la cabeza de un lado al otro
tercamente, sus oscuros ojos decididos—. Yo quiero hablar con Lali, también.
Genial. Luchar para llevar a Cara de
regreso a su cama podría tomar media hora. Querría contarme la pesadilla
entera, y es una narradora bastante dramática. Sospecho enteramente que adhiere
detalles mientras relata, solo para realzar la historia. Y después el pedido de
agua. La solicitud de un beso.
La necesidad de ser acompañada al baño. El
comprobar los monstruos en el armario, bajo su cama y detrás de las cortinas.
Otro beso. Amo a mi hija, pero mierda, qué sincronización.
Me acerco y tomo la laptop con mi mano
libre, girándola hacia Cara y yo—. Podría dejarte ir. —Le digo a Lali—. Esto podría
tomar un tiempo.
—Hola, Lali. —dice Cara, posando para la
cámara, la pesadilla horrible olvidada. Suele conversar conmigo de esta manera
cuando estoy lejos de casa y está con Brynn o Cassie—. Este es Bunny. —Sostiene
el conejo frente a la cámara web. Estoy segura de que todo lo que Emma puede
ver es una pantalla llena de piel azul gastada.
—Oh, bueno hola, Bunny. ¿Eres de
casualidad… una tortuga?
Cara suelta risitas, arrebatando a Bunny
hacia su pecho y reemplazando el peludo juguete con su propio rostro—. Nooooo.
—Una jirafa, ¿quizás?
—¡Nooooo!
—¿Un perrito? Bueno, estoy perpleja.
¿Qué clase de animal tiene un nombre como ese?
—¡Un conejo! —Cara se está revolviendo
en un ataque de risa, y no puedo evitar reír con ella. Se gira hacia mí y
apunta a la cama—. Siéntate, papi.
Me siento, con un suspiro, dividido
entre conmoción y euforia ante la habilidad de Lali de cambiar en la marcha.
Hace cinco minutos le susurraba detalles perversos de lo que quería hacerle, y
si la mirada en su cara era alguna indicación, no tenía ningún problema en
seguirme la corriente. Y ahora estaba encantando a mi hija.
Cara comienza a quedarse dormida
rápidamente, desplomándose en mi regazo un corto tiempo después, acurrucada
alrededor de Bunny. Son casi las 2 a.m. —Voy a volver a acostarla y espero que
se quede así. ¿A la misma hora mañana?
—Más temprano mañana. —promete—. Buenas
noches, Peter.
—Buenas noches, La. Te veo pronto.
—Suspiro y la pantalla queda negra.
Ah, Dios. Mi vida se ha vuelto más
complicada de lo que nunca imaginé que podría volverse. No tenía ninguna idea
real de lo que hacía cuando decidí aceptar la paternidad.
Para arreglármelas, hice algunos ajustes
que pensé podría manejar, como olvidar enredos románticos cercanos. Al
principio, nada podría haber sido fácil, porque aún estaba enamorado de Zoe.
Una vez que finalmente la superé, me di
cuenta que también había crecido, madurado. Las chicas en el campus me miraban
con desvergonzada curiosidad y deseos señalizados sin complicaciones, y mi
negativa de compartir cualquier trozo de información personal solo aumentaba su
interés. No me importaba particularmente si les gustaba mi posición
sin-ataduras o no. Algunos trazaron algunas líneas, y yo simplemente me alejé.
Nunca le mentí a nadie. Nunca prometí nada. Nunca quise nada más de nadie.
Hasta Lali. La amistad que desarrollamos fue como ninguna otra relación que he
tenido antes. Tan fácil, tan compañera, pero la atracción física estaba ahí,
también, desde el primer momento en que la vi. Me rehusé a creer que estaba
enamorándome de una chica de 17 años, y peleé, duro. La primera vez que la
besé, sus sentimientos al descubierto fueron tan irresistibles que caí en modo
protector. La resolución vino naturalmente: no la tocaría —más allá de lo que
habíamos hecho— hasta que fuera una adulta legal, hasta que ella me lo pidiera
específicamente. Por primera vez desde Zoe, mi guardia se había bajado.
Exactamente por eso esa foto de Pablo y
Lali cortó a través de mí.
Lali
El baile de graduación es una pesadilla.
Claro que no es exactamente Carrie, pero no es High School Musical III,
tampoco.
Cuando Marcus me llamó para decirme que
aun quería que lo acompañara a su baile de graduación, tragué promesas clichés:
No eres tú, soy yo. Aún podemos ser amigos. No era mi intención lastimarte.
Aunque no vocalicé ninguna de estas, sí
le dije que lo sentía al menos media docena de veces. Mi culpa aparente debe
haberle dado un mental “sigue adelante” para transformarse en un completo
idiota para el fin de semana siguiente.
La espiral descendente comenzó cuando llegó
a recogerme. Le dije a papá y Malvina que íbamos como amigos, así que no quería
que hicieran un gran alboroto por eso. Naturalmente, Malvina ignoró esa suplica
y tenía la cámara cargada y lista.
—Recuerdo mi baile de graduación. —dijo,
sonriendo soñadoramente hacia la distancia mientras pensaba, Oh, mierda, aquí
vamos—. Era una total princesa, con todo hasta la zapatilla de cristal. —Puso
una mano en su boca como si estuviera por revelar un secreto—. En realidad,
esos zapatos eran de acrílico muy incómodos.
—Ah. —dije, intentando lucir simpática.
Malvina nos cegó con flashes múltiples
mientras Marcus deslizaba un ramillete en mi muñeca en la entrada. Nos guio
afuera y nos hizo posar frente al paisaje de la piscina; la que hizo a papá
caminar alrededor, con la mandíbula apretada, por días, mudo y furioso, después
de que recibió la factura por todas las refacciones que ella había autorizado.
Sacando fotos como si tuviera aspiraciones
a una fotógrafa de alta costura, Malvina no era consciente de la pared de hielo
entre sus protagonistas.
—Marcus, pon tu brazo alrededor de ella.
Así, pero con tus manos uniéndose en el medio. ¡Oh! ¡Justo así!
La dejé tomar unas pocas fotos antes de
romper el falso abrazo.
—Está bien, creo que son suficientes
fotografías. Sabes, a Marcus quizás le gustaría ir en verdad al baile como
parte de esta experiencia… —Esperaba que Marcus y yo compartiéramos una mirada
cómplice sobre Malvina —no inusual para nosotros— así podríamos comenzar a
rescatar la noche de alguna manera antes de que estuviera completamente
arruinada. Pero él se quedó de pie, una mano en los pantalones de su esmoquin,
agitando una uña y luciendo aburrido, y multiplicando mi sentido de
premonición.
La preparatoria de artes, de Marcus es
relativamente pequeña, con una modesta clase de graduados. Juzgando por la respuesta
que su llegada generó, él es claramente uno más del montón. El lugar es una
carpa en la terraza del Hotel Citizen, el rascacielos más antiguo de la ciudad.
Aunque la vista es muy familiar en Sacramento, desde esta altura es impresionante.
La distancia altera todo. Me presenta a
su grupo de amigos por medio de, “Esta es Lali”, y un giro de su muñeca en mi
dirección, no me presenta ninguno de ellos a mí.
Increíblemente, nadie se adelanta,
tampoco, estoy atorada sin saber el nombre de nadie —excepto aquellos que
descubro escuchando a
escondidas conversaciones vecinas— así que no hay nada que hacer aparte de
pararme cerca de Marcus, mi vestido y su esmoquin coordinados perfectamente que
no queda duda que estamos juntos.
Atrapada recibiendo miradas y susurros
en la multitud de personas donde no conozco a una sola persona, además del
imbécil de mi cita, considero llamar un taxi, o a papá, para que me recoja.
No puedo sacudirme la convicción de que estoy
recibiendo lo que merezco por darle pie a Marcus, tan convincente como Candela
se opuso a esa conclusión—. Marcus no es tu dueño. —dijo después de que le
conté lo que pasó con Peter en New York, y el resultante altercado con Marcus—.
No veo un anillo en tu dedo, no es que nunca hayas querido uno de ese pomposo idiota.
—¿Pensé que te gustaba él? —dije.
—Psshh. —dijo, mirándome mientras daba
un giro a la derecha. Íbamos de camino a tener nuestras pedicuras anuales de
casi verano—. Lo toleraba. Luca y yo no pensábamos que era para ti.
Balbuceé, antes de contestar—. ¿Tú y
Luca lo discutieron…?
—Claro que sí. —Ella parecía, como siempre,
sin arrepentimientos—. Esperábamos que desapareciera antes de que terminaras en
New York con él descargándose contra ti. Derek piensa que él solo te quería por
tus conexiones en el cine y teatro. Con el adicional de tu cuerpo ardiente,
claro.
Casi escupo el batido de bayas en su tablero—.
Dios, Can. Me siento tan barata.
—Sí, bueno, me alegro que no tuvimos que
usar el último recurso de separarlos. —Estacionó el Sentra y tiró del freno.
—¿Quieres decir que Luca y tu habrían…?
—¿Cuántas veces en esta conversación tengo
que decir claro que sí? No habría sido tan difícil, tampoco. Tú no estabas tan
atada a él, por suerte. Solo espero que nos guste este chico Peter.
La miré—. No. Peter esta fuera de los límites.
No me importa si ustedes dos lo odian.
Sonrió y pellizcó mi brazo—. Ahora eso
me gusta más.
Cuando vuelvo a la tierra, aún estoy en
el baile de graduación de Marcus, siendo deliberadamente ignorada por cada
persona aquí.
Después mi enfoque aterriza en el otro
lado del enorme espacio interior/exterior. Uno de los fotógrafos tomando fotos
de los graduados parece estar apuntando su cámara exclusivamente
en mi dirección. Pienso ¿paparazzi? Antes de darme un sacudón mental,
sintiéndome ridícula.
Aún, miro alrededor disimuladamente, buscando
por los otros fotógrafos, que están avanzando a través de la multitud, creando
planos de pequeños lazos de personas hablando y riendo, sacando fotos naturales
de parejas bailando y profesores como chaperones. Deslizando mi ojo de regreso
al primer fotógrafo, noto dos cosas. Uno, su cámara es ruda en comparación con
lo que los otros dos están utilizando. Y dos, aún apuntaban cada uno de los disparos
en mi dirección. Tengo un sentimiento de inquietud sobre esto.
***
Can pasó diez minutos regañándome sobre
mi última idiota decisión; primero, intentar apaciguar a Marcus yendo a su
baile, y segundo, romper mi propia regla de no revisar sitios de chismes. Ella
tiene razón, por supuesto. No puedo no ver las fotos de mí —alternando entre
miserable y enojada— de pie junto a Marcus, siendo rechazada por todos en el
baile. No puedo no haber leído las historias afirmando que fue mi elección
aislarme a mí misma, y el rumor adicional de que estoy engañando a Pablo
Martinez.
Mi mejor amiga camina hacia atrás y adelante
por mi habitación mientras Luca y yo la miramos en silencio. Finalmente, se
detiene y mira la pantalla de la laptop—. ¡Qué montón de jodidos envidiosos!
—Cande nunca será acusada de andarse por las ramas.
—¿Los amigos de Marcus o los sitios de
chismes? —No estoy segura de que la enfurece más.
—Todos ellos. —Está tan enojada que está
gruñendo.
—Cálmate, bebé. —dice Luca, tirando de
su mano mientras pasa a su lado.
—¡No me calmaré! —Deteniéndose de repente,
se desliza en su regazo—. Luca hazme un favor. —Ella acaricia el costado de su
rubia casi rapada cabeza y sus ojos se cierran.
—Lo que quieras.
—Por favor dale una paliza a Marcus.
—Excepto eso.
Sentándose derecha, cruza sus brazos sobre
su pecho y lo mira—. ¿Para qué demonios sirve tener un novio musculoso si no va
a golpear a las personas por ti?
Estoy feliz de que el mensaje de texto de
Pablo lega después de que se fueron.
Poli:
¿Fuiste al baile de graduación con otro chico? Estoy herido.
Yo:
Muy gracioso.
Poli:
Nuestro pequeño acto es un éxito. Ya he sido contactado en busca de
comentarios.
Yo:
Mierda.
Poli:
Ayudaría si vamos a cenar y lucimos felices.
Yo:
No creo que eso sea una buena idea.
Poli:
Claro que lo es. Una salida feliz en la cara de esas historias les pondrá
final.
Yo:
Sabes que estoy a más de 600 kilómetros de Los Angeles, ¿verdad?
Poli:
Voy a visitar a un amigo en San Francisco mañana. Conduce hasta allí, quédate.
Iremos a algún lugar genial.
Yo:
No me encontraré contigo en San Francisco, Pablo.
Poli:
Bien, yo iré a ti
***
Peter es de tanto apoyo como Cande,
aunque anhela mucha menos violencia.
—Debería haberme echado atrás con lo del
baile. —Suspiro hacia mi cámara web, frotando mis manos contra mi rostro—.
Marcus no iba a estar feliz sin importar lo que hiciera, y ahora todo el mundo
piensa que soy una perra presumida que no se rebajaría a hablar con gente
regular.
—Estoy seguro de que nadie cree una
palabra de eso. —Su voz es tan cálida y suave que casi le creo.
—¡Las personas lo creen! Y ¿Sabes cuál
es la parte más molesta? Antes de ahora, era una cero a la izquierda de clase
media para la mayoría de las personas de su escuela. Marcus y yo nos hemos
cruzado con sus compañeros varias veces, y cada vez me sentí igual que hago
cuando los ojos de Malvina, sea lo que sea que esté usando, y se prepara para
burlarse de sentido de la moda, o la falta de él.
Él sonríe tranquilizadoramente—. A mí me
gusta tu sentido de la moda.
Apenas lo escucho—. Y ¿Qué hay de los
rumores de que estoy engañando a Pablo con Marcus? No estoy saliendo con Pablo,
pero el estudio quiere que todo el mundo piense que si lo estoy… así que por supuesto
soy una infiel si salgo con alguien más. ¿Qué significara eso cuando estés
aquí? Tendremos que salir a escondidas. Si somos atrapados, luciré como la
mayor zorra en Hollywood.
Se ríe y sacude la cabeza—. Lali, amor,
tienes un largo camino antes de ganar esa corona.
Rio tontamente a mi pantalla—. Me
llamaste amor.
Sonríe, la barbilla baja, mirando su
pantalla a través de sus pestañas—. ¿Estás bien con eso?
—Sí. —Miro sus hermosos ojos cálidos y
deseo por centésima vez en dos días que estuviera de pie frente a mí—. ¿Estás
bien conmigo saliendo a cenar con Pablo?
Asiente y dice—. Tan bien como puedo estar.
—Lo que parecía críptico, pero no presiono. No puedo esperar a que esté
entusiasmado al respecto.
Peter tiene k pasar xk ella tenga salidas obligadas con esos dos estúpidos
ResponderEliminarMaasss oor favooorr jajaj
ResponderEliminarMe encana más!! El amor me mato de amor je!
ResponderEliminarMASSSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!
ResponderEliminarMUERO JAJJA
SEGUILA