Lali
Pensé en Peter una docena de veces desde
que llegué a Nueva York, reprendiéndome a mí misma, cuando mi atención iba
hacia algún tipo alto, moreno, con las manos en los bolsillos de pie frente a
una tienda de delicadeces, u otro, cruzando rápidamente en una intersección, o
fumando en un patio.
Peter dejó de fumar hace meses, por
supuesto.
Más al punto, sin embargo, ¿Cuál era la
probabilidad de que me encontrara a Peter en una ciudad tan enorme? Me sentí
ridícula, incluso por considerarlo una posibilidad. Y entonces, allí estaba él,
sentado en una cafetería en McDougal. Con su hija.
—Por lo tanto, ¿Cara tiene cuatro?
—pregunto, tomando mi turno.
—Realmente va a tener cuatro en un par
de meses. —dice él, acercándose, su aliento cálido en mi oído—. Justo después
de mi cumpleaños.
—Landon es tan inmaduro. —una de las niñas
en el pasillo, declara a las demás. Todas asienten y miran con desdén sobre el
niño responsable de la mayoría de los ruidos groseros.
— ¿Qué he hecho? —dice, las palmas hacia
arriba—. ¿Qué?
Uno de los otros chicos le contesta. —Perras,
hombre. —y un golpe de puño como consuelo, y todos ellos aúllan de risa,
mientras que las niñas se niegan a mirarlos abiertamente de nuevo.
Peter y yo nos miramos fijamente el uno
al otro, evitando los ojos y los labios apretados, en un esfuerzo por seguir
siendo exteriormente indiferentes.
—Yo estaría dispuesto a jurar que nunca
fui un niño preadolescente. —dice, rodando los ojos.
—Eso suena como negación.
—Sí, bueno, esa es mi historia. —Sus
ojos danzan—. Siguiente pregunta: ¿Estás saliendo con alguien ahora?
Candela me hizo citas con varios chicos
en los pasados meses, cenas, cine, ballet, los bolos. Cada uno estaba perfectamente
bien, pero no sentía una conexión con ninguno. Luego, durante la producción de
teatro comunitario de It’s a Wonderful Life, en las vacaciones, me encontré con
Marcus. Había sido aceptado con anticipación en Pace, y estaba eufórico ante la
posibilidad de los dos comenzando la universidad en Nueva York, en el otoño.
Desde diciembre, salimos varias veces. Lo vi la semana pasada. Se supone que
saldremos a pasar el rato esta noche cuando llegue a casa. Y... estuve de
acuerdo en ir, el próximo fin de semana, a su pequeña escuela privada para el
baile de graduación.
—Hmm. No es la negativa rápida que yo
esperaba —dice Peter, su pulgar haciendo un movimiento hipnótico contra el
dorso de mi mano—. ¿Debería planear seguirte a casa y desafiar a un tipo a
duelo? —En sus ojos veo la burla y la sinceridad detrás de sus palabras—. Nunca
he sido un hombre terriblemente posesivo, Lali, y sé que todo esto es repentino
e imprevisto para los dos. Pero verte con Pablo fue casi más de lo que podía
soportar. No creo que mi corazón pueda tolerar compartirte otra vez. Eres libre
de tomar tu propia decisión, por supuesto. Pero debo tener permitido tomar la
mía, también.
Detesto la
idea de lastimar a Marcus. Ha sido
paciente, nunca
presionándome en cuanto a mi conocido
fallido desenlace con Pablo Martinez.
Cuando volví a casa después de la sesión de fotos de Instituto Prejuicio, el
mes pasado, Marcus mantuvo su carácter alegre, mientras que yo pasaba por una
depresión tardía entre el debacle Pablo y llegar a enfrentarme al hecho de que
todavía me preocupaba por Graham, sentía su ausencia, a pesar de que lo que sea
que había entre nosotros en Austin, había desaparecido.
Sólo que ahora, de repente, no se ha ido.
Y Peter está sentado aquí a mi lado, esperando a que yo le diga que lo quiero.
—He estado saliendo con alguien, pero no
es... esto. —Trago, fuerte, con la esperanza que me dé el tiempo para ser compasiva—.
Voy a terminar con él cuando regrese a casa. —Cuando él exhala, me doy cuenta
de que estaba conteniendo la respiración—. Pero... le prometí ir a su fiesta de
graduación el fin de semana que viene.
Sus labios hacen una mueca y me observa
de cerca. —¿Debería estar preocupado?
Niego con la cabeza ligeramente. —No.
Sus antebrazos se flexionan mientras lleva
nuestras manos entrelazadas hacia arriba, girando su brazo y besando la palma
de mi mano. —Entonces creo que no hay ninguna razón para envidiar a un pobre
tipo por su cita para el baile.
El grupo de niñas en el vagón suspira audiblemente,
y creo que una de ellas acaba de tomar una foto nuestra con su teléfono. Es
posible que ellas sepan quiénes somos. Instituto Prejuicio no sale hasta el
próximo mes, aunque el bombardeo mediático ha comenzado. O tal vez las chicas
son sólo idealistas, y los dos de nosotros enredados el uno con el otro en el
metro de Nueva York es un clásico romántico, que me hace pensar en Candela. Voy
a tener mucho que decirle al llegar a casa.
— ¿Estás tú, ya sabes, saliendo con
alguien?
Sacude su cabeza, sus ojos oscuros intensos
a pesar de la media sonrisa en los labios. —Pasé al nivel de estar dispuesto a
asentarme hace mucho tiempo. Si no me apego fuertemente, no me molesto.
Presiono mis labios, pero ellos se
levantan a un lado. En realidad no es justo, que me alegre de no tener
competencia por su atención, mientras que él confía en mí para ir a casa, ir al
baile de graduación con un chico sin rostro y quedarse dándole patadas a la
acera.
Los pre-adolescentes llegan a su parada,
y el ruido se intensifica a algo parecido a la corrida de toros, mientras los
auxiliares intentan asegurarse de que todos y cada uno de ellos sale del metro antes
de que se aleje. Está más tranquilo una vez que salen, tanto que puedo escuchar
mi propia respiración.
Peter se acerca más. — ¿Cómo es que he
sobrevivido a verte sólo una vez en los últimos cinco meses, y ahora la idea de
estar separado de ti durante cuatro meses, parece una locura?
Apoyo mi mejilla en su hombro, atrapada
en su mirada penetrante. —El estreno es el próximo mes. Mi agente dice que habrá
televisión y apariciones en entrevistas antes de esa fecha, probablemente a
partir de la próxima semana.
Hace una mueca. —Lali, yo no soy la
estrella de Instituto Prejuicio, tú y Pablo lo son. Voy a estar en el estreno,
por supuesto, pero la mayoría de las otras apariciones serán sólo de ustedes
dos.
Por alguna razón, no había considerado esta
posibilidad. —Uh. —digo, y Peter se ríe.
Peter
Decirle que no soy posesivo, no es
técnicamente una mentira... pero no es del todo cierto, tampoco, sobre todo,
cuando a Pablo Martinez se refiere. Después de ver cómo se las arregló para
ganar la confianza de Lali el último otoño, aunque lo arruinara poco después.
Tengo un gran respeto por su habilidad para jugar con el encanto. La verdad es,
que es encantador. Esa parte de su personalidad no es falsa. Él es simplemente,
demasiado egoísta e inmaduro para preocuparse por los cuerpos que deja a su
paso. Literalmente.
Estoy noventa y nueve por ciento seguro
de que Lali no caerá con su fachada de nuevo, pero ese uno por ciento de inseguridad
fastidia en la parte trasera de mi mente. Criado por una feminista, pronto aprendí
a resistir la tentación de ir todo macho alfa. Pero después de años de aversión
hacia Pablo, en nombre de Paula, seguido por el deseo de sacarle la mierda a
golpes, por herir a Lali, un anhelo inusual para reclamarla y protegerla pasa a
oleadas a través de mí, me dice que tal vez deba ser un hombre.
—¿Peter? —Miro hacia su rostro
preocupado, deduciendo por su expresión que tengo el ceño fruncido.
—Odio la idea de ti pasando tiempo con
él. —Dios. Si mi madre, o hermanas, me oyeran decir esto, nunca escucharía el
final de la misma. Lali se ve sorprendida, inclinando la cabeza mientras revela
una lenta sonrisa.
—No tienes que estar celoso de Pablo, ya
sabes. —Le hago una mueca a cambio.
—Supongo que en cierto modo, no lo sé.
—Ella mira nuestras manos entrelazadas, arrastrando las puntas de sus dedos
sobre mi antebrazo y de inmediato deseo que estuviéramos en un lugar más
privado.
—El mes pasado, me habló después de la
sesión de fotos. Me dijo que quería otra oportunidad. No sé cuán sincero era,
en realidad, quiero decir, es Pablo, así que quién sabe, pero parecía más serio
de lo que ha sido siempre.
Hablaron en privado esa última noche en
el hotel, en su habitación. Él le tomó la mano y la retuvo como si el resto de
nosotros estuviésemos infiltrados en el pasillo. Y miré desde mi puerta entreabierta,
cómo ella salía de su habitación minutos más tarde. Se echó a llorar cuando
abrió la puerta de su dormitorio, y mis sentimientos estaban desgarrados. No quería
que fuera infeliz, pero me sentí aliviado de que todo lo que hablaron no diera
lugar a cualquier tipo de regreso. Pablo Maritinez nunca ha sido, que yo sepa,
bueno para nadie.
—Lo que tenía que decir no importa, sin
embargo, —continúa, mirándome—, porque yo sabía que no era la clase de persona
que quería, estaba segura de que no podría tenerlo a él, per se. —Le beso la
punta de la nariz, riendo en voz baja, y moviendo la cabeza.
—No tenía ni idea. Podrías ganar una
buena suma de dinero como jugador de póker, Lali. No tienes que decirlo. Justo
en ese momento, el tren sale de la tierra a la orilla del East River, en
dirección al Puente de Manhattan, uno de los principales conductores a Brooklyn.
El sol en nuestros ojos hace que la escena sea semi-ciega, en un primer
momento. Y entonces, el carril individual pasa a través de las vigas de los
edificios que bordean la orilla opuesta, se reflejan como olas frente a los rascacielos
detrás de nosotros, brillando en toda la escasa extensión de agua.
Se trata de una visión mágica, a la que
pocas personas son inmunes.
—Oh. —dice Lali, parpadeando. He
comenzado oficialmente mi plan para disuadirla de que una vez que se mude a
Nueva York no quiera irse de aquí.
Mi hermana mayor, Cassie, es una
madrugadora. Si bajamos a DeKalb, podemos estar en su loft en cuestión de minutos.
Saco mi teléfono y giro la palma de la mano de Emma sobre mi pierna. Me gusta
tenerla allí, demasiado.
Yo:
¿Estas despierta? Quiero que conozcas a alguien.
CAS:
¿Ahora? ¿Estás drogado? ¡Ni siquiera son las 7 am! ¿QUIÉN es ese alguien?
Yo:
Sí y sí, y lo sé y Lali
CAS:
¿La Lali?
Yo:
Sí.
CAS:
¡Pero no estoy presentable!
Yo:
No te preocupes, ella no es así.
CAS:
Si tú lo dices. Doug sigue durmiendo. El bebé está levantado. El bebé está
siempre levantado. Tengo muchas ganas de dormir de nuevo algún día. Recuerdo
vagamente el sueño...
Yo:
Jaja, lo siento Cas. Nos vemos en unos minutos.
—Vamos a ver a mi hermana. —La alarma
parpadea en el rostro de Lali, con sus ojos muy abiertos.
—¿Qué, ahora? —Tengo que reír, ya que
Cassie tuvo la misma respuesta.
—Vive justo sobre el puente. Quiero que
la conozcas. La amarás. —Meto el teléfono en el bolsillo de mis pantalones
vaqueros y tiro de la mano que ella está presionando contra su pecho, hacia mi regazo.
No me he sentido así de impulsivo en años, lo que es bastante trágico teniendo
en cuenta el hecho de que ni siquiera tengo veintiuno todavía. Sentirse más
viejo que mi edad es una sensación bastante común para mí, la paternidad
temprana hace eso.
Los dos seguimos tranquilos el resto del
camino, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Sé que es prejuicioso
suponer que para Lali, por ser tan joven, le será difícil manejar el hecho de
que tengo una hija. Pero la paternidad es la razón por la que no tengo citas,
la razón por la que no me atrevo a establecer relaciones románticas. No quiero
decir con esto que he sido célibe, aunque le haya dado esa impresión a Lali,
precisamente. No estoy seguro de cómo aclararlo sin tener una incómoda
conversación, que sin duda puede esperar.
Mis hermanas han sido de apoyo, obligándome
a salir y manejar lo más cercano a una vida normal como fuese posible, sobre
todo Cassie. Brynn está más cerca de mí en edad, es cuatro años mayor pero soy
más cercano con Cassie, seis años mayor que yo.
Ella es a la que siempre me dirigí cuando
las interacciones con mis compañeros se echaban a perder, como sucedía a
menudo. La combinación de ser más académico y más joven que todos mis compañeros
de clase era bastante mala. Añadir ser algo así como un listillo, equivalía a
muy pocos amigos. La naturaleza artística de Cassie le dio más entendimiento de
mi sensibilidad que nuestros profesores-padres podrían comprender. A sus veinte
años de edad, cuando su hermano de apenas diecisiete años se convirtió en padre,
ninguna de mis hermanas me envidiaba el título. Pero Cassie se ofrecía para
llevar a Cara a casa, de la noche a la mañana, dejándome libre para salir como
un adolescente normal y corriente, y ella y nuestros padres comenzaron a tomar
turnos para cuidarla, cuando recibía papeles en el cine con regularidad.
La vida universitaria en Columbia fue inmediatamente
menos íntima que en mi pequeña escuela preparatoria, y fácilmente podría perderme
entre la población de pregrado. Vivir en una zona residencial con mis padres en
lugar de en el campus le negaba a cualquiera la oportunidad de ir a casa
conmigo por la noche. Cuando Cassie tenía a Cara, me quedaba en dormitorios o apartamentos
de amigos que sabían poco sobre mí, o chicas que no sabían más que mi nombre y
a veces ni siquiera tanto.
—¿En qué estás pensando? —Lali me
pregunta, probablemente ansiosa por conocer a mi hermana mientras yo me
preocupo demasiado pronto sobre si puede o no puede hacer frente a mi condición
de padre
—¿Hmm? Oh. Nada importante. —Desenredo
mi mano de la de ella y deslizo mi brazo por su espalda, tirando de ella a mi
lado.
— a Cassie ya le gustas. —Su expresión
se hace más y no menos alarmada. Uh-oh—. Er, hablé con ella acerca de ti
mientras filmábamos. —Es mejor no revelar que se trató de más de una vez, creo.
—¿Qué dijiste para que le guste? ¿No habrá
sido ella coaccionada a tu favor? —Me río. Lo entenderá cuando conozca a
Cassie.
—No, me culpó del noventa por ciento del
resultado final y el otro diez por ciento lo culpó a él.
—Uh. —dice Lali, y no puedo responderle
con cualquier otra cosa que inclinarme y besarla.
—Esta es nuestra parada. —le digo una
vez que lamentablemente rompo el contacto de sus labios, después de haber
logrado distraerla por unos minutos.
Hay razones por las que no soy por lo general
impulsivo, y una de ellas tiene que ver con lo absorbente de eso. La única cosa
que tengo en mente cuando llegamos en el metro es el calor y la increíble vista
que sólo puede ser superada por el paisaje en el camino de regreso. Visitar a
Cassie entraba derecho a la espontaneidad. Ahora que lo pienso con más
claridad, arrastrar a Lali a que conozca a mí hermana, hace menos de dos horas
después de declararnos, podría ser mucho más que espontáneo, siguiendo por el
buen camino de lo irrazonable. Mierda.
Me encanta maaas
ResponderEliminarMe encanta la comunicación k tienen
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