Las últimas semanas de rodaje pasan en
un abrir y cerrar de ojos.
De
acuerdo a las páginas de fans, Lali y Pedro continúan sus ejercicios por la mañana y se rumora que han
estado besándose por toda la
ciudad, a pesar de que no hay
fotografías como prueba más allá
del incidente cuando se tomaron de las manos en Dallas. En privado,
no son diferentes a como
lo habían estado. Familiaridad,
pero no mirándose través de la habitación como si apenas pudieran esperar a estar solos o
diferente a lo que haya
sido testigo. Pedro sigue designándose como protector de Paula, lo que ahora
entiendo. Aun así sigo creyendo que están involucrados.
Lali fue elegida para interpretar a Lizbeth
debido a la química entre nosotros, la que
se niega
a bajar sólo porque nosotros lo queremos.
Y, oh, cómo quiero que lo haga. Grabar
la declaración de amor de Will Darcy para
Lizbeth es una tortura. Tocarla es una tortura. Besarla es una tortura.
Cuando
me es posible, evito cualquier grupo social
en los que Lali podría estar
involucrada. Agus, por supuesto,
es el que se da cuenta
de mi malestar. O tal vez es sólo
el único a quien le importa esta mierda o no cree automáticamente que merezco lo
cosechar lo que he sembrado. ―Casi termina, amigo.
― Qué? ―Estamos en el set, esperando
para ver si Richter quiere grabar más en
el argumento entre Will y Charlie, cuando Charlie se da cuenta que su mejor amigo saboteó su relación con Jane. Tengo
la sensación de que Agustín no se
refiere a la filmación de hoy, sin embargo, la química entre nosotros en la película
es tan fácil como nuestra
relación siempre lo ha sido,
por lo que probablemente estamos bien.
Quitándose el cabello
de los ojos, nivela su mirada
a la mía,
su boca torcida en la mueca sarcástica que conozco tan
bien. ―Nunca te había visto tan
mandilón, hombre. ¿Por qué no te das por vencido y le pides perdón?
Mi boca se abre. ― En una frase me llamas
mandilón y en la siguiente sugieres que
suplique por perdón? Qué demonios, hombre.
Eso no tiene sentido.
Suspira ruidosamente, cruzando sus brazos
sobre el pecho. ―Sí, un poco sí. Te
las arreglaste para
ser un cabrón con la chica
de la que te
estás enamorando. Podrías tratar de disculparte. Dios sabe que has intentado sacarla de tu cabeza lo mejor que has podido.
―Sonríe suavemente―. Lo que por cierto, no está funcionando.
Me quedo mirando el objeto de esta
discusión a través de la habitación donde toma sorbos de una botella de agua y
se ríe sobre algo que Eugenia acaba de
decir, y
aprieto la mandíbula.
―No voy dejar caer mi cara a sus pies sólo para
que pueda aniquilarme con mayor
facilidad. El esfuerzo
sería inútil, por no mencionar
degradante.
― Más degradante de lo que es para ella
verte llevar a todas las chicas a la cama?
Me encanta el hombre, pero Dios, Agus es
un sabelotodo a veces. ―Ella eligió
escuchar el lado de Paula y ni siquiera pregunto por el mío ―resoplo―. ¿Dónde
está su
disculpa hacia mí? ―Cuando
el asistente de producción ve hacia
nosotros, sé que este debate ha ido demasiado lejos. No quiero debatir si debo o no pedir disculpas a Lali por algo
percibido que le hice a Paula
Agustín se vuelve hacia mí,
sus ojos claros azules
graves. ―Tío, eres miserable…
―No. Estoy cabreado. Pero como tú has
dicho, ya casi termina.
―Buen trabajo, caballeros ―dice Richter―.
No hay más tomas, pueden retirarse.
A medida que nos retiramos, Agus asiente
una vez, apretando la boca cerrada y
conteniendo todo lo que iba a decir. Una vez que he tomado una decisión, no
hay marcha atrás, y
siempre he sido bueno en ocultando
mis emociones. Me estoy poniendo
mejor.
Lali
Estoy en casa.
Las últimas semanas de rodaje fueron difíciles, no
debido a las escenas en sí, sino por lo que pasaba en
ellas. Cuando Pablo y yo filmamos escenas íntimas, cuando nos mirábamos a los
ojos del otro recitando el juego de
palabras entre Will y Lizbeth de cómo se enamoraron a pesar de todos sus esfuerzos por evitarlo, él fue
totalmente convincente. Sin embargo,
Richter gritando:
―¡Corte!
―apagó la pasión y
la devoción en sus ojos como
un interruptor.
Tenía
miedo de que besarlo
fuera insoportable, pero con la
preparación, una vez que tenía
los ojos cerrados, me convertía
en Lizbeth Bennet besando a Will Darcy, y Pablo Martinez había
desaparecido. Hubo un par de veces en
que no estaba preparada,
y el sentir la
forma de su boca sobre
la mía me quitaba el aliento. En ambas ocasiones, podría haber jurado que él
también se vio afectado, hasta
que la escena tuvo
fin, y cuando
él parpadeó la conexión se había
ido.
En el
último día de rodaje, el
ambiente de celebración fue
opacado por la tristeza
agridulce de haber
terminado. Risas simultáneas
y lágrimas, abrazos y
promesas de mantenernos en contacto pasaron entre todos nosotros. Los labios de Pablo
rozaron mi sien, brevemente, antes de alejarse y darse un abrazo-macho con Vico. Él y Richter
dejaron el hotel esa noche.
El resto de nosotros al día siguiente.
Peter y yo tomamos un taxi hasta el aeropuerto;
nuestros vuelos eran al amanecer, con
una salida de sólo diez minutos de diferencia. Pasamos por el control de
seguridad más rápido de lo que esperábamos, y decimos pasar el rato en el apretado café. Nos sentamos
viendo a los otros viajeros: algunos con
cara de sueño, algunos de ellos perdidos, algunos frustrados con los demás.
Peter arrancó un trozo de rollo de canela que compartimos.
― Has aplicado a alguna universidad? ―Preguntó, tragando
el trozo de un sólo
bocado.
―Lo
haré cuando llegue a
casa. Tenemos todo organizado;
que escuelas quieren un ensayo, cuales tienen aplicaciones
extensivas, cuales requieren cartas de recomendación.
Sonrió. ―Eso es genial.
― Y
tú que harás después
de graduarte? ―Mordí un segmento pequeño de nuestro desayuno compartido,
lamiendo mis dedos reflexivamente. Y después
Peter estaba observando
mis dedos y boca, inundándome con un calor inesperado tan fuerte que se sentía visible.
Mientras bajó su mirada hacia la última
parte de rollo, me sequé los dedos en la servilleta
de mi regazo, mientras luchaba
por detener de imaginarme su boca chupando
la dulzura pegajosa de cada uno,
lento y cuidadosamente―. Tú,
uh, puedes tener el resto. ―Me esforcé por sonar impasible y
haciendo caso omiso de la electricidad comprimida a través de mi cuerpo.
Se aclaró la garganta. ―Mi agente llamó ayer; tengo otra película indie en fila para
mediados del verano, se filmará
en Nueva York. ―Después de
mirarme por un largo momento,
dijo―: si te decides por una
universidad de esa ciudad,
probablemente voy a estar cerca cuando inicies el
próximo otoño. ―Revisó su teléfono, mirando la hora―. Será mejor que nos
vayamos a nuestras puertas.
Nos paramos al mismo
tiempo y quedamos cara
a cara; nuestras
direcciones eran opuestas. Alargó la mano hacia mí y yo me sumergí entre
sus brazos. Apreté mi rostro contra su
pecho, respirando su olor. Se iba a alejar, y
yo iba a
dejarlo ir sin preguntarle por
qué me besó. ―Te echaré de menos, Lali
―dijo. En mi oído, su pecho resonó débilmente con mi nombre.
―Yo también te extra aré.
Aflojando su agarre, tomó mi cara entre
sus manos y me besó en la sien con
suavidad. ―Yo te echaré de menos más ―susurró, antes recoger
sus maletas. Cuando estaba a quince o veinte metros de distancia, volvió
a mirar, y me sonrió.
Saludé con la mano y tomé
una respiración profunda, memorizando su
caminar familiar. La
forma en que no prestó
atención a las chicas que se volteaban a verlo pasar. La forma
en que sentí su pérdida, aun cuando todavía estaba dentro de mi vista.
―Así que… creo que lo tomó bien ―dice papá después de la llamada telefónica con Gastón para decirle que voy
a tomarme una pausa de los roles de éxito para poder ir a la universidad. Papá
se frota la parte posterior de su cuello
con una mano mientras mira el teléfono en la otra.
―No eres un buen mentiroso, papá.
―Bien, recibió
la
noticia. Me imagino que cómo
lo tome será su problema.
―Hmm
―dice Malvina desde de la mesa de
la cocina donde está calificando exámenes. Ella todavía
está disgustada porque estoy renunciado a
mi carrera de cine, posiblemente para bien. Sus sueños de ser la madre de una gran estrella, viajando
por alrededor del mundo, codeándose con las celebridades, se han desvanecido. No nos
dirigió la palabra a ninguno de los dos
por días, pero creo que ya sé ha resignado a la idea ahora. Creo. Papá me guiña el ojo, inclinándose sobre su
hombro y diciéndole: ―Yo creo que nos
vendría un buen fin de semana para nosotros solitos. Visitar una o dos bodegas
de vino… o alojarnos en un B-y-B16.
― En serio? ―Su rostro se ilumina y su
expresión se viene abajo―. Pero… ―hace un gesto hacia mí, mientras me sirvo un
vaso de jugo de naranja.
―Lali es una adulta ahora, Malvi. Puede
soportar un fin de semana sola en casa. ―Cuando me lo mencionó la semana
pasada, le aseguré que estaba más que
bien con eso.
―Claro ―le dije―. Vayan y
diviértanse.
Reviso mis mensajes de texto mientras camino
a mi habitación. Hay un tema con Peter
desde anoche que quiero volver a leer.
Pitt:
Hey, chica cumpleañera.
Yo:
Te acordaste.
Pitt:
Por supuesto, ¿vas hacer algo especial
para celebrar tus 18 años?
Yo:
¿Cómo qué? ¿Votar?
Pitt:
Ja.
Yo:
Sólo voy a ir a cenar con papá y Malvina.
Pitt:
¿Cómo va eso por cierto?
Yo:
Muy bien, en realidad.
Pitt:
Bien. Acabo de registrarme para mi
último semestre. Rumbo hacia norte del estado con mis hermanas, para algunos
r&r para este fin de semana.
Yo:
Celosa. Siempre he querido hermanas.
Pitt:
Créeme, para mí eso fue lo opuesto a lo increíble los primeros 15 años, hasta
que fui lo suficientemente guay para que me reconocieran en público.
Yo:
Jaja. Disfruta de tu fin de semana.
Pitt:
Gracias, tú también.
Muevo el texto en el almacenamiento
permanente en mi teléfono. No he visto a
nadie del Instituto Prejuicio por semanas desde que terminamos la película.
La nueva versión de mi vieja vida me ha
reabsorbido. Estas pocas líneas y pocas semanas de recuerdos (infinidad
de conversaciones y un beso inolvidable)
es todo lo que tengo de Peter.
El día que conocí a Luca, él y Candela habían
llegado del trabajo. Cada uno
estaba vestido para
vender la imagen a sus respectivos clientes, la mayoría de ellos no
serían aceptados en cada uno de los círculos sociales. Desde las rayas violetas en su pelo oscuro y el
negro en la punta de su uñas hasta sus botas de ciclista con hebillas corriendo
del tobillo hasta la pantorrilla, no podría haber aparecido
más incompatible con él, broceado
y desgarbado, con pelo
corto y rubio,
vestido con una camisa abotonada,
pantalones pulcros y casuales. Mientras los observaba desde mi dormitorio,
no pude evitar la idea de que su
relación estaba condenada al fracaso. Y luego, tomando su mano, él la atrajo
hacia él y le sonrió como si ella fuera todo lo
que necesitaba para ser feliz.
A medida que él enmarcaba
su cara cuidadosamente y la besaba, ella se derritió
en él.
Can
confesó que ambos están
aplicando a las mismas universidades, la
mayoría de su elección.
Las aspiraciones de Derek
incluyen obtener un título en
inglés mientras escribe una novela y él dice que cualquier universidad decente puede hacerlo. Nunca
la he visto así.
Mi mejor amiga, independiente, e
inflexible durante toda la vida, se ha enamorado. Duro.
Aún estoy empeñada
en vivir en Nueva York, aunque ya
no siento la necesidad de escapar de mi estado natal. Una
vez la perspectiva
de mudarme de aquí se alojó
en mi mente, todo lo demás parecía
inferior en comparación. Papá y Cande se han resignado a perderme a la
costa este, al menos por un tiempo.
He hecho un poco de teatro
para la comunidad
durante las vacaciones, el
papel protagónico en una
producción de bajo presupuesto de
It s a Wonderful Life. Papá no se perdió ni una sola presentación. La idea de
dejarlo el otoño
siguiente apesta, a pesar de que he estado yendo y
viendo durante años. Pero está bien.
El dolor me dice que voy a extrañarlo y
por la forma en que me mira ahora,
como si no me hubiera
visto en años, como
si no pudiera obtener suficiente de mí, ahora que estoy aquí.
Hayy me encantooo el capo
ResponderEliminarOtrooo otrooo
Más me encanta!!
ResponderEliminarMáaas!!
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