jueves, 12 de junio de 2014

"Entre lineas" capitulo 56


Paula
Me desplazo hasta el celular y presiono el botón de llamar a Pablo. Justo cuando creo que me mandará al buzón de voz, dice: —Hola.
—Tiempo de hacer la interferencia. —digo—. Su vuelo aterrizó hace un par de horas, pero él no responde su celular. Hubo una pausa. Pablo nunca mira su celular antes de responder, y obviamente, él aún no está familiarizado con mi voz. Un poco de irrazonable hostilidad burbujea a la superficie, aunque supongo que debería sentirme privilegiada, sus zorras no consiguen su número telefónico en lo absoluto.
Estoy segura de que él aprendió eso por las malas. No es que yo pueda decir algo al respecto. Tuve que cambiar mi número celular una media docena de veces antes de que finalmente comprendiera que los chicos guapos pueden volverse tan acosadores como una chica.
—¿Paula?
Suspiro. —Por amor de Dios, Pablo, ¿Quién crees que soy? ¿O acaso es que aún no me has puesto en tus contactos?
—Sí lo he hecho... es sólo que el número me aparece como Satanás, y había olvidado que ese es el pequeño nombre que te había asignado.
Estaría realmente encantada de darle un golpe de lleno a su personalidad de “siempre amando.” —Eso es muy gracioso. Eres realmente muy simpático. ¿Podemos pasar de los insultos infantiles?
—Seguro, pero en realidad, deberías considerarlo como un elogio hacia tu nivel de maldad.
—Como sea. Creo que deberíamos registrarnos en el hotel. Recrear la atmosfera desde la última caída en Austin.
Él ríe una vez con un tono lleno de condescendencia. —Porque eso funcionó muy bien para cada uno de nosotros.
Cierto, idiota. Pero no viene al caso. —En ese momento nosotros no estábamos trabajando juntos dhaaa…
Él suspira en el teléfono. —Me atrevería a decir que por lo menos en tu final, estábamos haciendo lo contrario a trabajar juntos. Yo podría incluso sugerir que uno de nosotros contribuyó en el sabotaje del otro.
Sabía que él podía guardar rencor, justificado o no, pero al infierno con eso. —De acuerdo, lo admito, yo ayudé a que te la jodieran. Pero no hubiera podido hacerlo si tú no           hubieras hecho la mayor parte por ti mismo. Tú podrías haberlo salvado.
—Si tú lo dices.
Sujeto el teléfono más fuerte, obligada por mis propios métodos a volver a conectar con él en primer lugar, lo que podría resultar imposible si no comienza a aceptar este esquema. ¿A quién estoy engañando? Eso será imposible. —Pablo, si no crees en mí en esto, entonces no confiarás en lo que te pida que hagas para tenerla de vuelta, y también podríamos rendirnos ahora. En cuyo caso, yo tendría que matarte.
—Muy drástico.
—Sí, bien. —No escucho ningún ruido en su lado, lo que me parece curioso—. ¿En dónde estás?
—Manejando. De camino a recoger a un par de chicos, buscar buenos clubs...
—Buscar algunas chicas, querrás decir.
Suelta una carcajada. —Oye, considéralo como mi última noche de soltero. Me dijiste que debía ser bueno una vez que atrajera a Lali a mi guarida, ¿No? Esta puede ser la última noche en la que pueda echarme un polvo por un buen tiempo.
—Realmente elegante. —Lanzo su opinión sobre mí de regreso a él.
—Bueno, tú preguntaste. Así que, piensas que deberíamos registrarnos en el hotel donde están todos los demás, a pesar de que ambos vivimos en LA. La proximidad a las victimas tiene sentido, supongo. ¿Victimas?
—Mierda, Pablo. Hablando sobre ser drásticos. Ya sabes que solamente no quiero arruinar a Peter.
—Supongo que no lo sé. Sobre todo teniendo en cuenta tu Modus Operandi.
Por medio segundo, considero lanzar mi teléfono contra la pared.
—Mira, ya he tenido suficiente con los comentarios sarcásticos. No soy más puta de lo que lo eres tú, así que puedes irte al infierno de una buena vez.
—Maldita sea, ahí va mi estúpido acento. Puedo ser una perra sin corazón todo el día y sonar como una perfecta nativa de LA, pero haz que me ponga furiosa y me viene con todo el acento Texano, lo que sólo me molesta más. Si él lo menciona, juro por Dios que...
—Está bien, está bien. Me detendré. Y, ¿Paula? —Su voz se vuelve ronca, y su sonido me golpea directo en el plexo solar—. Ese acento aún consigue ponerme caliente, maldita seas.
Respiro profundamente y me estremezco. No estoy jugando ese juego con él. —Disfruta tu última noche de libertad, ja, ja. Haré las reservaciones para ambos en el hotel. Nuestra historia es que el estudio nos quiere ahí junto a los demás. Nadie lo dudará. Mándame un mensaje mañana por la mañana y revisaremos la estrategia. Recuerdas la mañana, ¿Cierto? ¿Ese brillante espacio de tiempo entre las ocho y el mediodía cuando usualmente estás dormido recuperándote de una resaca?
—Estoy saludando, en caso de que te lo estés preguntando.
Puedo imaginar el saludo exacto que está haciendo. —Baja tu dedo medio, idiota, antes de que alguien crea que vas a golpearlo y saque tu trasero de la carretera. Te necesito.
—Sin comentarios.
—No esperaba ninguno.

Peter
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que he estado tan contenido. No es que no quiera más. Porque por Dios que lo quiero. Pero no estoy lo suficientemente desesperado a renunciar a la necesidad de tenerla cerca, de sentir su corazón latir contra mí, de requerir nada más que la exquisita fusión de nuestras bocas, y la caricia al entrelazar nuestras manos.
Permanecemos entrelazados en el centro de la cama y pasó de ser un par de horas de besos que prendieron fuego, a todas las emociones que alguna vez he sentido hacia esta chica. Sé que ella puede decir que me he realizado a mí mismo al checar que un par de veces, físicamente, una pequeña arruga aparece en su frente, o afecta a una retirada marginal de su cuenta. Espero que ella sepa que no tiene necesidad de preocuparse. Tanto como yo la quiero, he estado enamorándome de ella por meses, y dormir con la persona que amas hace que la cosa se vuelva más seria. No puedo ir solo. Tengo que saber que ella vendrá conmigo.
Como si pudiera sentir mis pesados pensamientos, voltea su cara por sobre mi hombro y mira fijamente a mis ojos en silencio. Mis dedos continúan acariciando su brazo, subiendo por su hombro y bajando hacia su espalda, y observo las diferentes facetas de sus ojos grisáceo-verdosos sin ninguna vergüenza, saboreando la manera en la que ella me permite estudiarla sin ninguna queja. Mi cabeza me dice que es demasiado pronto para confesarle todos los sentimientos que mi corazón quiere dejar escapar. La última cosa que quiero es espantarla. Le daré todo el tiempo que necesite, seré más paciente de lo que lo he sido jamás, si eso significa que ella será mía al final. No tengo temor de mis propios sentimientos. Sólo tengo miedo de malinterpretar los de ella.
Las palabras se quedan en mi boca, sin ser pronunciadas. Esperando.
Mis dedos vagan por su espalda, subiendo y bajando por cada pequeño arco de su columna hasta alcanzar su cuello. Me desplazo un poco inclinándome sobre ella y la beso suavemente. Mis labios están adoloridos, al igual que deben estar los suyos, aunque he tratado de contenerme. Sonrío, sabiendo que cualquier intento que pude haber hecho por aguantar, no duró mucho. Prácticamente la he devorado durante dos horas. Desde la mesita de noche, nuestros celulares han sonado y vibrado un par de veces, pero ninguno de nosotros hace algún esfuerzo por alcanzarlos.
—¿Qué es lo que te hace sonreír? —pregunta con voz ronca, entre el tono normal y un susurro, una tentadora sonrisa de respuesta en su roja boca.
—Estaba pensando sobre cuán adoloridos siento los labios, y me preguntaba si tú también sientes los tuyos igual.
Ella asiente y su sonrisa se hace más grande. —Creo que ni siquiera puedo sentirlos.
—¿Puedes sentir esto? —le pregunto mientras me inclino más cerca y paso mi lengua sobre su hinchado labio inferior, hundiéndome en su boca en el momento que ella suelta un gemido.
—Mmm-hmm. —murmura, alzando su               mano hacia mi  cara y sosteniéndome justo como yo la estoy sosteniendo. Cuando su pequeña lengua se desliza dentro de mi boca, suelto un gemido, que suena más bien como un gruñido y luego estoy recitando las estadísticas de beisbol y ordenando frases en mi cabeza (Estaba tan seguro de que la Avanzada Estructura de Inglés
Moderno del semestre pasado nunca llegaría a tener un uso).
—Tal vez… —mi voz se corta y aclaro mi garganta—. Tal vez deberíamos ir a cenar… o algo así.
Ella parpadea, y me alegro de ver que luce tan afectada como yo.
—¿Servicio a la habitación y una película? —Hace un gesto hacia la televisión, leyendo mi mente.
—Suena perfecto. No quiero salir de esta habitación. Bueno, quiero decir, no hasta que tenga que hacerlo. Um...
—¿Tú quisieras… dormir aquí? —Baja su mirada, observando su mano mientras la coloca en mi pecho, subiendo y bajando con cada respiración que tomo. Mis latidos se aceleran con sus palabras; ella debe sentirlo, latiendo bajo su palma—. Sólo tenemos un par de días, y yo probablemente me quede dormida si estamos despiertos hasta tarde...
No menciona el gran impedimento, el hecho de que gracias a la treta, Pablo y ella se están revelando, ella y yo no podemos ser demostrativos en público. Su cuarto, y el mío, son como islas privadas. El único lugar en el que podremos tocarnos libremente sin restricciones.
—¿Y me quieres aquí cuando despiertes? —Ella asiente y la beso cuidadosamente—.                Me encantaría estar contigo esta noche, Lali. —
Levantando su barbilla, la miro a los ojos—. Y no estoy tomando eso como una invitación para cualquier otra cosa más que dormir a tu lado.
***
Después de cenar, me dirijo a mi habitación para coger un cepillo de dientes y algo limpio para usar mañana, revisando mis mensajes telefónicos en el camino. Ninguna llamada de casa, pero sí una llamada perdida y un mensaje de texto de Paula. El típico, “Oye, bebé, ¿Aún estas aquí?” y esas cosas.
Respondo que ya estaba registrado y que dormiría temprano, usando las tres horas de diferencia como la razón de mi agotamiento.
Fiel a su palabra, Lali está dormida antes de que la segunda película acabe. Se acurruca contra mi costado, durmiendo sobre su estómago, aplastando una almohada bajo su cara y su pecho. Una de sus rodillas descansando contra mi muslo y la otra expandida detrás de ella.
Sonrío de oreja a oreja y sacudo mi cabeza, una persona tan pequeña puede abarcar mucho de una cama grande. Su rostro inclinado hacia mí, sus pestañas destacan a través de su piel cremosa y sus labios se encuentran entreabiertos, realmente luciendo un poco hinchados. Ese pensamiento me tiene contemplando sintagmas nominales (Los labios de Lali) y frases verbales (están hinchados) y frases preposicionales (a causa de horas de besos).
Lo que no hace absolutamente nada para ayudarme. Cuando un gemido se me escapa, Lali gime suavemente en respuesta, cambiando de posición sin despertar, su brazo apoderándose de mi abdomen. Oh, hombre. Nunca voy a lograr conciliar el sueño. Sin embargo, no cambiaría el sentimiento de tenerla así junto a mí por nada.
Es medianoche en LA, 3:00 a.m. en Nueva York, y yo estoy observando los patrones de los remolinos del techo, tratando de concentrarme en cualquier cosa que no sea mi camiseta, vagamente amontonada en el puño de Lali.
Unos minutos, o media hora, más tarde, ella se estira, jalando mi torcida camiseta al mismo tiempo. Cuando miro hacia abajo, ella está despierta, más o menos. Un soñoliento y lento parpadeo muestra que ha despertado.
—Hola. —me susurra.
—Hola. —le susurro de vuelta. Mi brazo se durmió debajo de su cabeza, así que estoy agradecido cuando ella se mueve para poner su cara en mi pecho—. ¿Comprobando que mi corazón esté latiendo? —pregunto, estirando mis brazos, regresando uno de ellos para acercarla más a mí y metiendo el otro detrás de mi cabeza para poder mirarla más claramente. Sus ojos se enfocan en mis bíceps, y me siento como un adolescente idiota, con ganas de flexionarlos e impresionarla. Se inclina sobre sus antebrazos, sostiene su barbilla en sus manos, y me mira.
—No puedo creer cuán cómoda me siento. —Me dice, con una nota confusa en su confesión—. ¿Cómo lo haces?
Levanto una ceja, confundido al igual que ella. —¿Cómo hago qué?
Lanza un suspiro, con sus dedos rosando la parte inferior de mi barbilla.
—Hacerme sentir como… como que puedo confiar en ti en todo. No me he sentido así en mucho tiempo, con nadie. Siempre tengo miedo de ser dejada. Nunca soy yo misma completamente.
Me encojo de hombros. —Eres prudente. Tal vez... perder a tu madre te hizo eso.
Sus dedos siguen en mi barbilla, se queda callada un momento antes de decir. —Tal vez sea así.
—Gracias por confiar en mí, Lali. Seré digno de tu confianza. Lo juro. —En mis oídos, esto parece una promesa demasiado solemne, pero de alguna manera, parece necesaria en este momento. Ella no responde más allá de un suspiro.

Pasando mis manos sobre ella, extiendo su cabello sobre mi pecho, trazando con las yemas de mis dedos los lados de su cara, masajeando sus hombros con mis manos y reposando sobre ella como una manta. No tengo ningún problema para conciliar el sueño otra vez, teniéndola protegida con mis brazos.

10 comentarios:

  1. que lindo el capituloooooooooooooo me encantoooooooooooo y la novela que decirte es fantasticaaaaaaaaaaaa gracias por escribir asiiiiiiiiiiiiii

    ResponderEliminar
  2. Ayy me mantan de dulces q son!
    Masss ❤️❤️❤️❤️

    ResponderEliminar
  3. ternura.com
    me encanto el capitulo, derraman ternura
    besos

    ResponderEliminar
  4. Espero k no les crean nada a los otros dos intrigantes.
    K Peter la proteja siempre

    ResponderEliminar
  5. por que no subido :?
    bueno espero que estes bien y que sigas la nove esta muy buena y medejas siempre esperando mas jajajaj

    ResponderEliminar
  6. HOLAAAA!! Y PERDON...
    encerio perdon por no firmar estos capitulos pasa que borre todo el historial y con ello la direccion del blog, y pues me olvide de tu nove.. perdonnnnnnnnnnnnnn
    pero ya me puse al dia y quiero decirte una cosa nomas:
    son extremedamente tiernosssssssssssssssss

    ResponderEliminar