Paula
Me desplazo hasta el celular y presiono
el botón de llamar a Pablo. Justo cuando creo que me mandará al buzón de voz, dice:
—Hola.
—Tiempo de hacer la interferencia.
—digo—. Su vuelo aterrizó hace un par de horas, pero él no responde su celular.
Hubo una pausa. Pablo nunca mira su celular antes de responder, y obviamente,
él aún no está familiarizado con mi voz. Un poco de irrazonable hostilidad
burbujea a la superficie, aunque supongo que debería sentirme privilegiada, sus
zorras no consiguen su número telefónico en lo absoluto.
Estoy segura de que él aprendió eso por
las malas. No es que yo pueda decir algo al respecto. Tuve que cambiar mi número
celular una media docena de veces antes de que finalmente comprendiera que los
chicos guapos pueden volverse tan acosadores como una chica.
—¿Paula?
Suspiro. —Por amor de Dios, Pablo, ¿Quién
crees que soy? ¿O acaso es que aún no me has puesto en tus contactos?
—Sí lo he hecho... es sólo que el número
me aparece como Satanás, y había olvidado que ese es el pequeño nombre que te
había asignado.
Estaría realmente encantada de darle un
golpe de lleno a su personalidad de “siempre amando.” —Eso es muy gracioso.
Eres realmente muy simpático. ¿Podemos pasar de los insultos infantiles?
—Seguro, pero en realidad, deberías
considerarlo como un elogio hacia tu nivel de maldad.
—Como sea. Creo que deberíamos registrarnos
en el hotel. Recrear la atmosfera desde la última caída en Austin.
Él ríe una vez con un tono lleno de
condescendencia. —Porque eso funcionó muy bien para cada uno de nosotros.
Cierto, idiota. Pero no viene al caso.
—En ese momento nosotros no estábamos trabajando juntos dhaaa…
Él suspira en el teléfono. —Me atrevería
a decir que por lo menos en tu final, estábamos haciendo lo contrario a trabajar
juntos. Yo podría incluso sugerir que uno de nosotros contribuyó en el sabotaje
del otro.
Sabía que él podía guardar rencor,
justificado o no, pero al infierno con eso. —De acuerdo, lo admito, yo ayudé a
que te la jodieran. Pero no hubiera podido hacerlo si tú no hubieras hecho la mayor parte por ti
mismo. Tú podrías haberlo salvado.
—Si tú lo dices.
Sujeto el teléfono más fuerte, obligada
por mis propios métodos a volver a conectar con él en primer lugar, lo que
podría resultar imposible si no comienza a aceptar este esquema. ¿A quién estoy
engañando? Eso será imposible. —Pablo, si no crees en mí en esto, entonces no
confiarás en lo que te pida que hagas para tenerla de vuelta, y también
podríamos rendirnos ahora. En cuyo caso, yo tendría que matarte.
—Muy drástico.
—Sí, bien. —No escucho ningún ruido en
su lado, lo que me parece curioso—. ¿En dónde estás?
—Manejando. De camino a recoger a un par
de chicos, buscar buenos clubs...
—Buscar algunas chicas, querrás decir.
Suelta una carcajada. —Oye, considéralo
como mi última noche de soltero. Me dijiste que debía ser bueno una vez que
atrajera a Lali a mi guarida, ¿No? Esta puede ser la última noche en la que
pueda echarme un polvo por un buen tiempo.
—Realmente elegante. —Lanzo su opinión
sobre mí de regreso a él.
—Bueno, tú preguntaste. Así que, piensas
que deberíamos registrarnos en el hotel donde están todos los demás, a pesar de
que ambos vivimos en LA. La proximidad a las victimas tiene sentido, supongo. ¿Victimas?
—Mierda, Pablo. Hablando sobre ser drásticos.
Ya sabes que solamente no quiero arruinar a Peter.
—Supongo que no lo sé. Sobre todo
teniendo en cuenta tu Modus Operandi.
Por medio segundo, considero lanzar mi
teléfono contra la pared.
—Mira, ya he tenido suficiente con los comentarios
sarcásticos. No soy más puta de lo que lo eres tú, así que puedes irte al
infierno de una buena vez.
—Maldita sea, ahí va mi estúpido acento.
Puedo ser una perra sin corazón todo el día y sonar como una perfecta nativa de
LA, pero haz que me ponga furiosa y me viene con todo el acento Texano, lo que
sólo me molesta más. Si él lo menciona, juro por Dios que...
—Está bien, está bien. Me detendré. Y,
¿Paula? —Su voz se vuelve ronca, y su sonido me golpea directo en el plexo
solar—. Ese acento aún consigue ponerme caliente, maldita seas.
Respiro profundamente y me estremezco.
No estoy jugando ese juego con él. —Disfruta tu última noche de libertad, ja, ja.
Haré las reservaciones para ambos en el hotel. Nuestra historia es que el estudio
nos quiere ahí junto a los demás. Nadie lo dudará. Mándame un mensaje mañana
por la mañana y revisaremos la estrategia. Recuerdas la mañana, ¿Cierto? ¿Ese
brillante espacio de tiempo entre las ocho y el mediodía cuando usualmente
estás dormido recuperándote de una resaca?
—Estoy saludando, en caso de que te lo
estés preguntando.
Puedo imaginar el saludo exacto que está
haciendo. —Baja tu dedo medio, idiota, antes de que alguien crea que vas a
golpearlo y saque tu trasero de la carretera. Te necesito.
—Sin comentarios.
—No esperaba ninguno.
Peter
Ha pasado mucho tiempo desde la última
vez que he estado tan contenido. No es que no quiera más. Porque por Dios que
lo quiero. Pero no estoy lo suficientemente desesperado a renunciar a la
necesidad de tenerla cerca, de sentir su corazón latir contra mí, de requerir
nada más que la exquisita fusión de nuestras bocas, y la caricia al entrelazar
nuestras manos.
Permanecemos entrelazados en el centro de
la cama y pasó de ser un par de horas de besos que prendieron fuego, a todas
las emociones que alguna vez he sentido hacia esta chica. Sé que ella puede
decir que me he realizado a mí mismo al checar que un par de veces, físicamente,
una pequeña arruga aparece en su frente, o afecta a una retirada marginal de su
cuenta. Espero que ella sepa que no tiene necesidad de preocuparse. Tanto como
yo la quiero, he estado enamorándome de ella por meses, y dormir con la persona
que amas hace que la cosa se vuelva más seria. No puedo ir solo. Tengo que
saber que ella vendrá conmigo.
Como si pudiera sentir mis pesados pensamientos,
voltea su cara por sobre mi hombro y mira fijamente a mis ojos en silencio. Mis
dedos continúan acariciando su brazo, subiendo por su hombro y bajando hacia su
espalda, y observo las diferentes facetas de sus ojos grisáceo-verdosos sin ninguna
vergüenza, saboreando la manera en la que ella me permite estudiarla sin ninguna
queja. Mi cabeza me dice que es demasiado pronto para confesarle todos los
sentimientos que mi corazón quiere dejar escapar. La última cosa que quiero es
espantarla. Le daré todo el tiempo que necesite, seré más paciente de lo que lo
he sido jamás, si eso significa que ella será mía al final. No tengo temor de
mis propios sentimientos. Sólo tengo miedo de malinterpretar los de ella.
Las palabras se quedan en mi boca, sin
ser pronunciadas. Esperando.
Mis dedos vagan por su espalda, subiendo
y bajando por cada pequeño arco de su columna hasta alcanzar su cuello. Me
desplazo un poco inclinándome sobre ella y la beso suavemente. Mis labios están
adoloridos, al igual que deben estar los suyos, aunque he tratado de
contenerme. Sonrío, sabiendo que cualquier intento que pude haber hecho por
aguantar, no duró mucho. Prácticamente la he devorado durante dos horas. Desde
la mesita de noche, nuestros celulares han sonado y vibrado un par de veces,
pero ninguno de nosotros hace algún esfuerzo por alcanzarlos.
—¿Qué es lo que te hace sonreír? —pregunta
con voz ronca, entre el tono normal y un susurro, una tentadora sonrisa de
respuesta en su roja boca.
—Estaba pensando sobre cuán adoloridos
siento los labios, y me preguntaba si tú también sientes los tuyos igual.
Ella asiente y su sonrisa se hace más
grande. —Creo que ni siquiera puedo sentirlos.
—¿Puedes sentir esto? —le pregunto mientras
me inclino más cerca y paso mi lengua sobre su hinchado labio inferior,
hundiéndome en su boca en el momento que ella suelta un gemido.
—Mmm-hmm. —murmura, alzando su mano
hacia mi cara y sosteniéndome justo como
yo la estoy sosteniendo. Cuando su pequeña lengua se desliza dentro de mi boca,
suelto un gemido, que suena más bien como un gruñido y luego estoy recitando
las estadísticas de beisbol y ordenando frases en mi cabeza (Estaba tan seguro
de que la Avanzada Estructura de Inglés
Moderno del semestre pasado nunca
llegaría a tener un uso).
—Tal vez… —mi voz se corta y aclaro mi
garganta—. Tal vez deberíamos ir a cenar… o algo así.
Ella parpadea, y me alegro de ver que
luce tan afectada como yo.
—¿Servicio a la habitación y una
película? —Hace un gesto hacia la televisión, leyendo mi mente.
—Suena perfecto. No quiero salir de esta
habitación. Bueno, quiero decir, no hasta que tenga que hacerlo. Um...
—¿Tú quisieras… dormir aquí? —Baja su
mirada, observando su mano mientras la coloca en mi pecho, subiendo y bajando
con cada respiración que tomo. Mis latidos se aceleran con sus palabras; ella
debe sentirlo, latiendo bajo su palma—. Sólo tenemos un par de días, y yo
probablemente me quede dormida si estamos despiertos hasta tarde...
No menciona el gran impedimento, el hecho
de que gracias a la treta, Pablo y ella se están revelando, ella y yo no
podemos ser demostrativos en público. Su cuarto, y el mío, son como islas privadas.
El único lugar en el que podremos tocarnos libremente sin restricciones.
—¿Y me quieres aquí cuando despiertes?
—Ella asiente y la beso cuidadosamente—. Me
encantaría estar contigo esta noche, Lali. —
Levantando su barbilla, la miro a los
ojos—. Y no estoy tomando eso como una invitación para cualquier otra cosa más
que dormir a tu lado.
***
Después de cenar, me dirijo a mi habitación
para coger un cepillo de dientes y algo limpio para usar mañana, revisando mis
mensajes telefónicos en el camino. Ninguna llamada de casa, pero sí una llamada
perdida y un mensaje de texto de Paula. El típico, “Oye, bebé, ¿Aún estas aquí?” y esas cosas.
Respondo que ya estaba registrado y que
dormiría temprano, usando las tres horas de diferencia como la razón de mi
agotamiento.
Fiel a su palabra, Lali está dormida antes
de que la segunda película acabe. Se acurruca contra mi costado, durmiendo
sobre su estómago, aplastando una almohada bajo su cara y su pecho. Una de sus
rodillas descansando contra mi muslo y la otra expandida detrás de ella.
Sonrío de oreja a oreja y sacudo mi cabeza,
una persona tan pequeña puede abarcar mucho de una cama grande. Su rostro
inclinado hacia mí, sus pestañas destacan a través de su piel cremosa y sus
labios se encuentran entreabiertos, realmente luciendo un poco hinchados. Ese
pensamiento me tiene contemplando sintagmas nominales (Los labios de Lali) y
frases verbales (están hinchados) y frases preposicionales (a causa de horas de
besos).
Lo que no hace absolutamente nada para ayudarme.
Cuando un gemido se me escapa, Lali gime suavemente en respuesta, cambiando de
posición sin despertar, su brazo apoderándose de mi abdomen. Oh, hombre. Nunca
voy a lograr conciliar el sueño. Sin embargo, no cambiaría el sentimiento de
tenerla así junto a mí por nada.
Es medianoche en LA, 3:00 a.m. en Nueva
York, y yo estoy observando los patrones de los remolinos del techo, tratando
de concentrarme en cualquier cosa que no sea mi camiseta, vagamente amontonada
en el puño de Lali.
Unos minutos, o media hora, más tarde,
ella se estira, jalando mi torcida camiseta al mismo tiempo. Cuando miro hacia
abajo, ella está despierta, más o menos. Un soñoliento y lento parpadeo muestra
que ha despertado.
—Hola. —me susurra.
—Hola. —le susurro de vuelta. Mi brazo
se durmió debajo de su cabeza, así que estoy agradecido cuando ella se mueve
para poner su cara en mi pecho—. ¿Comprobando que mi corazón esté latiendo?
—pregunto, estirando mis brazos, regresando uno de ellos para acercarla más a
mí y metiendo el otro detrás de mi cabeza para poder mirarla más claramente.
Sus ojos se enfocan en mis bíceps, y me siento como un adolescente idiota, con
ganas de flexionarlos e impresionarla. Se inclina sobre sus antebrazos,
sostiene su barbilla en sus manos, y me mira.
—No puedo creer cuán cómoda me siento. —Me
dice, con una nota confusa en su confesión—. ¿Cómo lo haces?
Levanto una ceja, confundido al igual
que ella. —¿Cómo hago qué?
Lanza un suspiro, con sus dedos rosando
la parte inferior de mi barbilla.
—Hacerme sentir como… como que puedo
confiar en ti en todo. No me he sentido así en mucho tiempo, con nadie. Siempre
tengo miedo de ser dejada. Nunca soy yo misma completamente.
Me encojo de hombros. —Eres prudente. Tal
vez... perder a tu madre te hizo eso.
Sus dedos siguen en mi barbilla, se
queda callada un momento antes de decir. —Tal vez sea así.
—Gracias por confiar en mí, Lali. Seré digno
de tu confianza. Lo juro. —En mis oídos, esto parece una promesa demasiado
solemne, pero de alguna manera, parece necesaria en este momento. Ella no
responde más allá de un suspiro.
Pasando mis manos sobre ella, extiendo
su cabello sobre mi pecho, trazando con las yemas de mis dedos los lados de su
cara, masajeando sus hombros con mis manos y reposando sobre ella como una
manta. No tengo ningún problema para conciliar el sueño otra vez, teniéndola
protegida con mis brazos.
que lindo el capituloooooooooooooo me encantoooooooooooo y la novela que decirte es fantasticaaaaaaaaaaaa gracias por escribir asiiiiiiiiiiiiii
ResponderEliminarAyy me mantan de dulces q son!
ResponderEliminarMasss ❤️❤️❤️❤️
Tiernos.. maass
ResponderEliminarternura.com
ResponderEliminarme encanto el capitulo, derraman ternura
besos
Es un dulce!! Más!
ResponderEliminarEspero k no les crean nada a los otros dos intrigantes.
ResponderEliminarK Peter la proteja siempre
por que no subido :?
ResponderEliminarbueno espero que estes bien y que sigas la nove esta muy buena y medejas siempre esperando mas jajajaj
Otroooooo
ResponderEliminarHOLAAAA!! Y PERDON...
ResponderEliminarencerio perdon por no firmar estos capitulos pasa que borre todo el historial y con ello la direccion del blog, y pues me olvide de tu nove.. perdonnnnnnnnnnnnnn
pero ya me puse al dia y quiero decirte una cosa nomas:
son extremedamente tiernosssssssssssssssss
masssssssssss
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