Poli
Comienza de la misma manera que la
última vez, con un vaso de vino durante la
cena. Dentro de una semana, será un cóctel antes de la
cena, y vino en la
cena. Y después algo antes
de irse a la cama. Cuando se acercan las horas del día, está por todas
partes.
Algunas personas saltan de la camioneta y
alguna gente se cae.
Mi madre simplemente se baja, con
calma y con la misma resolución con la que
se ha inscrito en rehabilitación en tres ocasiones. La primera vez que
intentó buscar ayuda fue cuando
descubrió que estaba embarazada, pero perdió el
bebé durante la primera restricción de la rehabilitación.
Cuando volvió a casa
y cayó
en depresión, entumeciéndose con
regularidad porque de lo contrario no haría nada más que llorar, nadie
la culpó, no su hijo de diez años de edad, ni su marido, ni su madre, quien
vivía con nosotros.
Mi abuela trató de convencerla de que volviera
y obtuviera ayuda y el asesoramiento que
necesitaba para hacer frente a su dolor, pero mamá no dio
su brazo a
torcer. Sus negaciones no son altas ni desordenadas. Su desacuerdo
es genial, de verdad. Nunca crea una pelea o hace una escena.
Simplemente asiente a todo lo que se le
propone, y luego no sigue adelante.
Ya sea por el dolor de perder a su madre,
o la culpa de no estar a la altura de sus expectativas de ser una hija perfecta, mamá trató
la rehabilitación por segunda vez
después de que la abuela murió. Regresé de estar en una locación de la
película, la película donde conocí a Paula, para encontrarla
desaparecida. Papá estaba
feliz. Él creía
que ella superaría su adicción
y todo estaría bien en el mundo, en la familia Martinez.
Está claro que fue una exageración.
No recuerdo cuando fue cuando ella
comenzó a beber de nuevo ese tiempo,
sólo que yo ya había comenzado. Me sentía mejor de lo que ella se sentía, también, por alguna razón
irracional.
Paula y
yo habíamos roto, explotado,
más bien, después de que múltiples alegaciones de que ella me
era infiel salieran a la luz. Cuando ella
me dijo que estaba embarazada, le dije: ― Y
eso que tiene que ver conmigo?
Suena como tu problema. ―Estaba profundamente convencido de que no era mío. No estoy muy seguro de eso
ahora, no como si importara en estos momentos.
Mamá sabe que bebo. De alguna manera,
sin embargo, ella logró estar sorprendida cuando salí con John en mi diecinueveavo
cumpleaños, un par de semanas atrás
y bebimos de una manera que no
estoy exactamente seguro
de lo que hicimos después de un cierto punto.
Esa es la primera y única
vez que he perdido el conocimiento. Me desperté con dolor en la casa de Nico,
mis dos manos hinchadas y palpitantes, sin idea de por qué.
De acuerdo con él,
nosotros y otros chicos sacamos una camioneta debajo de una escalera de incendios, nos subimos
a la cima de un edificio, hicimos
desmadre (es particularmente horripilante
teniendo en cuenta que estaba
borracho para no recordar nada de esto) y luego tratamos de bajar sin caer. Me
caí justo al final y caí en la parte superior de la camioneta, pero parecía estar bien, John dijo, teniendo en cuenta
que estaba riendo todo el tiempo. Me había
roto mi mano izquierda.
El cirujano tuvo
que operar para eliminar
fragmentos rotos del hueso,
establecerlo correctamente, e insertar
una varilla metálica en el
pulgar, la que es una perra. Tendré que ir a que eliminen
la varilla en unas semanas, y
luego tengo que ir (y
no les estoy mintiendo)
a terapia para la mano dos veces por
semana por no sé cuánto tiempo.
Días después del
pequeño percance fue la primera
vez que llegué a casa y
encontré a mamá con una copa
en la mano. Ella
incluso había pasado las vacaciones sin beber, pero no pudo
llegar más allá de mi frustrado truco de escape de fuego. Papá
había venido a
casa temprano unas cuantas veces, llegando
a cenar de vez en cuando,
viniendo los fines de semana. Una vez que la recaída ocurrió,
simplemente dejó de hacerlo.
Qué manera de apoyar, papá. Todo vuelve
a la normalidad, cualquier mierda que eso sea.
Lali
Mientras papá ordena
cafés para beber, fantaseo
con mitones y fogatas y mantas. Mis dedos
están entumecidos por el
inesperado frío abril en Nueva York, y
anhelo el café con leche por el
calor de la taza tanto
como la cafeína
que promete un expreso. Nueva York me llevará un tiempo para
acostumbrarme después de vivir toda una
vida en California; muy poco se parece a mi suburbio ciudad natal, los dialectos locales, las multitudes,
las condiciones meteorológicas. Me recuerdo a mí
misma que el ser diferente era una
parte esencial de la idea original.
Como miro alrededor en busca de una mesa
desocupada, veo a una niña pequeña llevando una chaqueta
de hombre sobre un leotardo verde
limón y mallas con un tutú rosa.
La chaqueta cuelga
sobre sus rodillas, sus pequeños brazos no le dan abasto a las largas
mangas. Que sobresalen del brazo de la
chaqueta, como si ella no tuviera manos excepto por un palo de madera
con una estrellas brillantes cubierta
de serpentinas al final de ella.
Salta alrededor de la mesa dos veces, se
sienta, cinco segundos después está de
pie nuevamente, dirigiéndose a la
dirección opuesta, su corto
pelo rebotando hacia arriba y
abajo con cada paso.
Mis
ojos de deslizan al hombre
cuya chaqueta ella lleva
puesta. Parpadeo, porque el hombre es Peter. Él
levanta su barbilla,
y la niña
se vuelve hacia mí.
Ellos tienen los mismo ojos oscuros, la
misma forma de la boca,
pero su
cabello es rojizo liso,
donde el de él es ondulado
y oscuro, aunque recuerdo que en el sol sería de color
rojizo. Recuerdo, también, que
Peter tiene dos hermanas mayores. Ella
debe ser su sobrina.
No
lo he visto desde el
mes pasado, pero he pensado
sobre él con frecuencia desde entonces.
Sonrío, pensando ¿cuáles eran las probabilidades? Siento una
timidez inusual con él, con este chico con el que ejercitaba
todas las mañanas cuando estaba en Austin,
compartiendo aspectos de mi
vida que sólo había
compartido con Emily antes que él.
Y luego todo terminó.
Me sorprende el hecho de que aún todavía
no sé por qué Peter me besó, o por qué se alejó de mí después. Supongo que se
retiró debido a una relación con Paula, o
a causa de mi
beso público con Pablo.
Sin embargo, nos hicimos
amigos, aparte de ellos dos.
Aparte de ese beso en mi habitación.
―Aquí
está tu café con leche ―dice papá. Él
está equilibrando una rebanada de pastel
de queso sobre su café,
aprovechando que se encuentra
a miles de kilómetros de
distancia del régimen nutricional de Malvina. Localizando la mesa vacante junto
a Peter, él se dirige hacia ella.
―Hola ―dice Peter cuando nos sentamos.
―Hola. Papá, te acuerdas de Peter Lanzani?
La sobrina de Peter deja de circular la
mesa y presiona su cara en su lado.―Sr.
Esposito ―dice Peter,
estirando su mano
para estrechar la de papá
mientras enrosca su
otro brazo sobre la niña,
quien ahora me evalúa abiertamente.
―Peter,
por supuesto. ―Papá revuelve el
azúcar en su café. Malvina tendría un ataque al
corazón―. De acuerdo con Lali,
tú eras uno de los actores más
talentosos en el reparto de Instituto Prejuicio. Y ella no es fácil de impresionar.
―Eso es interesante ―dice Peter con una
sonrisa―. Yo pensé que ella era la más
talentosa. ―Puedo sentir el rubor que atraviesa a través de mi cara.
Papá
sonríe a la
niña cuando agita
la barra. ― Y
a quién tenemos aquí?
―Ella es Cara.
Mi padre coloca sus codos en sus
rodillas. ― Eres una princesa, Cara?
―Soy un hada madrina. Ve? ―Levanta la chaqueta de Peter para revelar las alas aplastadas―. Oh, no!
Mis alas están hechas Mierda! ―La gente
en las mesas cercanas voltean y muerdo mi labio.
―Um, eso es lo más cercano a maldecir
que mi hermana puede hacer frente a ella.
―Peter se encoje de hombros,
con los labios fruncidos―. Menos impactante que salga de una niña de
cuatro años que la alternativa.
― Te gustaría que te las
arreglara? ―Le pregunto, y ella
se me queda mirando durante un
largo tiempo, contemplando
que tan honesta parezco ser,
creo, antes de que se dé la vuelta. Saco las alas
traslúcidas lejos de sus hombros pequeños, reacomodando el alambre
y admirando los pequeños brillos―. Tus alas son hermosas.
Ella asiente con la cabeza. ―Son
mágicas.
Le sonrío. ― En serio?
― Sí! ―Coge la varita de la mesa―. Cierra
tus ojos ―obedezco―. Ahora pide un
deseo. ―En el vacío
de mi mente, que no ha
hecho un verdadero deseo durante
hace mucho tiempo, llega un pensamiento sin ambigüedades.
Quiero
ver a Peter otra vez. A él solo.
Ella
toca mi frente con la varita;
los listones haciendo cosquillas
en mi nariz. ―Está bien. Deseo concedido.
Abro los ojos, escucho preguntarle a papá
si quiere un deseo, también. Peter me
observa. ―Cualquier que sea, no
dudes de ella. Los deseos de Cara
son legendarios.
Sonrío sobre mi taza, sorbiendo los
restos de espuma y café.
Un minuto más tarde,
Cara me enfrenta cara
a cara, sus pequeñas
manos en mis rodillas.― Qué deseaste? ―Huele como chocolate,
la evidencia que muestra sobre los bordes de sus labios.
―Pensé que no debo decirlo.
Considera esto
por un minuto. ―Entonces, cómo puedo
hacer para que se haga realidad?
No puedo evitar estar sorprendida por su
lógica. ―Eres un hada madrina muy
astuta, Cara.
―Sí,
lo soy. ―Corre
en forma de un ocho
entre las dos mesas, deteniéndose
frente a mí. Se muerde su labio inferior. ― Qué es atuta?
―Astuta. Significa que eres muy
inteligente.
―Sí, lo soy ―dice una vez más, sin una pizca
de presunción. Y luego se vuelve hacia
Peter con una pregunta al azar, precedida con un título no tan al azar―.
Papi, tiene que gustarme el brócoli?
Peter me mira por encima de su cabeza,
analizando mi reacción, y no hay nada
que pueda hacer para ocultar mi asombro. No podría estar con los ojos más
abiertos y sin habla.
Sus ojos caen en ella. ―No te tiene que
gustar el brócoli. Hay un montón de cosas verdes para
comer. Pero tal
vez te guste algún día, cuando
seas mayor.
―Peter debe ser mayor de lo que parece
para tener una hija de esa edad ―dice papá una vez que estamos en el taxi. A
pesar de saber la edad exacta de Peter,
no puedo responder. Todavía estoy en shock que apenas puedo concentrarme. Él
nunca dio indicios de esto. Regresó a casa por una emergencia familiar no especificada
durante el rodaje,
pero eso no exactamente
dice, tengo una hija, ¿verdad?
―Por qué no cancelo
la cena con Ted.
―Toma mi mano―. Vamos a
hacer algo juntos. ¡Estamos en Nueva York!
No debes estar sentada sola
en una habitación de hotel, eso
es una locura.
Sacudo
la cabeza. ―Voy
a estar viviendo aquí
en un par de meses. Debería
empezar a acostumbrarme a la
idea de quedarme de vez en cuando, o
estaré en quiebra en un año. Tú
nunca llegas a ver
a Ted. Ve. Tengo quedarme-sola-en-el-hotel bajo control.
Suspira, mira por la ventana. ―Cara me recuerda
a ti a esa edad. Llena de energía y
lista para cuestionar
todo, clasificarlo, usando
la magia para hacer
un mundo perfecto. Ahora
mírate, en esta ciudad,
visitando campus universitarios, redefiniéndote a ti misma.
Estoy orgulloso de ti, Lali. Inclino
mi cabeza sobre su
hombro, como Cara
lo hizo con Peter.
―Gracias, papá.
Perdonarlo es más fácil
ahora, tan cerca a la separación.
Nos hemos encontrado otra
vez, y el
amargo sentimiento no
hará volver los años que hemos
desperdiciado. Los años en los que no verbalice mi dolor para él. Los años que él
no había visto
en mis ojos. Lo que está
hecho, hecho está, y
lo único que importa es a dónde
iremos a partir de aquí.
No lo puedo creer como q tiene una hija!!???
ResponderEliminarno nos dejes asii massss
No entiendo nada! Maaass
ResponderEliminarPapá??? No se hizo cargo de la hija de Paula no? Más me encanta!
ResponderEliminarBuenísimo el capitulo, espero el siguiente :)
ResponderEliminarporfavor dime que no es la hija de paula porque me muero
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