lunes, 17 de marzo de 2014

¿Jugamos a ser novios?



Cap 11 par 1¿Cómo saber si eres buen besador?

Ya pasaba de la media noche y la fiesta no parecía estar cerca del final lo cual molestaba a Peter. Algo molesto de las fiestas es que los reporteros siempre querían entrevistas para sus revistas de chismes y esa noche Lali, Peter y el rubio imitación pirata de Ken habían dado algo interesante de que hablar.
Después de casi una hora de dar explicaciones a cada uno de los reporteros Peter  logró salir de la ola de flashes para reunirse junto a Lali detrás del salón.
—Hola extraño —dijo Lali observando a Peter ir hacia ella.
—Lamento la tardanza —se disculpó.
Él le extendió una mano a la chica para ayudarla a levantarse de la silla en donde se encontraba sentada esperándolo.
—Te has quitado los tacones —le dijo viendo que ahora estaba unos centímetros más baja y con su mano izquierda sosteniendo los tacones.
—Sí, me he cansado y creo que ya no volveremos a la fiesta ¿o sí? —él negó mientras empezaban a ponerse en marcha hacia la puerta trasera del salón.
Caminaron en silencio por el largo pasillo y al llegar a la puerta Peter sostuvo en sus brazos a Lali que por poco grita de la sorpresa.
—Vas descalza y el camino de ahí afuera es de piedra —le explicó al ver sus ojos llenos de confusión.
Aun sorprendida y con los pelos de punta permaneció en silencio mientras él la sostenía entre sus brazos y caminaban hacia afuera del salón. Afuera ya había empezado a refrescar el viento y la piel de los brazos de Jeanne se erizó al sentir el viento rozarla, quería calentarse los brazos pero en una mano sostenía sus zapatillas y con la otra mano se aferraba al cuello de Peter para no caerse aunque ella estaba segura de que él no la dejaría caer.
Peter caminó con ella durante un par de minutos hasta llegar a las puertas de una casa del triple de tamaño de la casa del modelo, cuando llegaron él dejó a Lali con sus pies descalzos en el suelo y abrió la puerta. El interior de la mansión era tan hermoso que la chica sintió que se quedaba sin aire al observar el tamaño del lugar, en tan solo la sala principal cabía toda la casa de sus padres y probablemente sobraría lugar.
—¿Acaso estamos en algún hotel? —preguntó Lali entrando cuidadosamente a la casa, hasta sentía que sus pies descalzos dañarían el suelo de madera del lugar si pisaba normalmente.
—No, es la casa de mis padres, aunque por las mañanas si tenemos servicio a la habitación así que no dudes en pedir algo —dijo Peter cerrando la puerta tras él.
—Esto es increíble, no entiendo cómo es que mientras tus padres tiene una casa de este tamaño hay niños pobres durmiendo en cajas de cartón, el solo hecho de estar aquí de pie me hace sentir mal.
—Bien, si te hace sentir mejor mis padres donan una generosa cantidad de dinero para crear más casa hogares para niños que viven en esas circunstancias —le informó deteniéndose detrás de ella.
—Sí, un poco —volteó a ver a Peter y se encogió de hombros—. ¿En dónde dormiré?
—Ven —le tomó la mano y empezó a conducirla hacia las grandes escaleras que estaban frente a la gigantesca sala de estar—. Las habitaciones están en el segundo nivel y ahí fue donde pusieron tu mochila con tus pertenencias.
—Bien —dijo Lali siguiéndolo.
Sus pies se sentían más fríos debido al contacto con el suelo mientras subían las escaleras, al llegar al segundo piso parecía ser una nueva casa, la decoración era de un tono más claro, con lámparas blancas colgando sobre el pasillo, en medio del gigantesco pasillo había sillas de espera y en las paredes habían dos puertas blancas con adornos extravagantes de cada lado.
La mano de Peter nunca soltó la de Lali hasta que llegaron al final del pasillo y solo lo hizo porque debía abrir la puerta de la habitación. Cuando abrió la puerta una gigantesca habitación quedó a la vista de los cansados ojos de la chica, en su mayoría estaba desocupada pero la cama enorme en el centro de la habitación y los pocos muebles que había la dejaron sin habla.
—Aquí están tus pertenencias —le informó Peter deslizando su mano por la espalda de Lali para animarla a entrar a la habitación—. Si necesitas algo llámame, hay un teléfono al lado de tu cama y también estoy en la habitación de al lado.
—Esto se parece a la habitación de Mia Thermopolis —dijo Lali ignorando las palabras anteriores del chico.
—¿La? —la llamó Peter y ella pareció reaccionar—. ¿Estás bien?
La chica asintió al mismo tiempo en que pestañeaba intentando aclarar su vista.
—Sí, solo… —suspiró y volvió completamente a la realidad—. ¿Puedo darme una ducha?
—Adelante, siéntete como en casa…
—Créeme que eso será imposible —le interrumpió la chica.
—Entonces solo inténtalo —dijo Peter  y le dio un beso en la mejilla para dejarla de pie a un par de pasos de la puerta de la habitación.
La puerta se cerró detrás de ella, la habitación era iluminada por una tenue luz y al momento en que dio un par de pasos más adentro la luz aumentó su iluminación haciendo que Lali volteara a ambos lados del lugar para verificar que estaba sola. Caminó hacia la cama en donde encontró su mochila café tan fuera de lugar sobre las colchas beige. Tomó su mochila y sacó un cambio de ropa interior, su pijama, crema corporal, un cepillo para el cabello, uno para lavar sus dientes y crema dental, con eso entre sus brazos se dirigió hacia una de las puertas que imaginó era el baño. Al entrar al lugar correcto su mandíbula casi pega al suelo al ver el lujoso baño. ¿Por qué las personas con dinero se preocupaban de que sus baños lucieran como una sala de cine?
Ella acomodó su ropa sobre una mesa de cristal que estaba afuera del cuarto de regadera que también tenía puertas de cristal con el dibujo de una cascada. Sobre uno de los tubos de la regadera había un par de toallas blancas que se permitió tocar para comprobar si eran tan suaves como se veían.
Después de escanear el baño se decidió por entrar a la regadera no sin antes quitarse la joyería y colocarla sobre una repisa al lado del lavabo, después de eso caminó hasta la puerta del cuarto de la regadera y vio que el agua no era de manera manual como en su baño, ahí había una tabla digital en donde te ofrecía la temperatura ideal para el agua, aunque te daba la opción de aumentar la temperatura o disminuirla. Decidió dejar todo como estaba y después de quitarse el vestido y su ropa interior entró a la ducha en donde el agua empezó a cubrirle en todo su cuerpo, se sintió tan regalada con la lluvia artificial que se perdió durante varios minutos hasta que recordó que estaba gastando mucha agua. Enjabonó todo su cuerpo con el jabón líquido con olor a durazno y luego eliminó el jabón con la deliciosa agua.
Minutos más tarde salió de la ducha con una de las toallas envolviendo su cuerpo. Se aplicó crema corporal, vistió rápidamente con su pijama y se detuvo frente al espejo para desenredar su cabello, su cepillo para el cabello lucia tan fuera de lugar y desde luego que luciría así al ser de color amarillo, su color favorito, terminó con su cabello y siguió con sus dientes, su cepillo dental también era del mismo color y mientras veía su reflejo en el espejo algo en su pecho golpeó fuertemente, la realidad.
Terminó y salió del baño. Dejó sus pertenencias sobre la cama y observó el teléfono batiéndose en llamar a Peter o dejar las cosas como estaban. No lo llamó, porque en su casa cuando alguien quería hablar con alguien siempre iban hasta donde se encontraba, tocaban la puerta y hablaban. Ella hizo eso mismo. Salió de la habitación y caminó hasta la habitación de al lado, tocó la puerta y después de unos segundos Peter abrió la puerta, su cabello estaba húmedo al igual que el de Lali. Estaba sin camisa y con un pantalón de pijama puesto, cualquier chica que lo hubiese visto así se habría desmayado frente a él pero ella ni siquiera lo notó.
—No nos conocemos —dijo observándolo.
—¿Qué? —preguntó Peter completamente confundido.
—No nos conocemos realmente —Lali se auto invitó a entrar al cuarto del muchacho y caminó hasta su cama para sentarse mientras él la observaba aún más confundido—. Ni siquiera sabes mi segundo nombre —le dijo.
Peter se quedó serio y recibió una bofetada por parte de la realidad, era verdad, ellos no se conocían casi nada. Dejó la puerta entre abierta y caminó hasta su cama para sentarse al lado de Lali.
—Tienes razón, no nos conocemos —con una de sus manos acarició la mejilla de Lali y ella se encogió de hombros—. ¿Qué te parece si usamos esta noche para hacernos preguntas y conocernos mejor?
—Eso está bien —dijo sonriendo.

Sigue...

Ah!!

Besos
Lunis♥

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