sábado, 31 de mayo de 2014

"Entre lineas" capitulo 42


Poli
Producción alquiló  el piso  treinta  de una  oficina  en jodido  Dallas para  la  sede de Rosings Corp. Lo  que significa  tres días (y  dos noches)  en Dallas con Pedro,  Lali  y  Emilia.  No  soy  el  favorito de cualquiera de ellos en este preciso momento.
Me dirijo  al  ascensor el  lunes  por la  mañana,  una bolsa  de viaje  colgada  al  hombro, mi brazo  alrededor  de mi último  entretenimiento  de la  noche anterior.  Ella  está  riendo  y  usando  mi camisa  (maldita  sea, probablemente nunca la veré otra vez y es una de mis favoritas).  Ella es linda,  pero  después  de  una  noche con ella,  estoy  desesperadamente ansioso  por silencio.
A medida que damos la vuelta de la esquina, Lali acaba de cerrar la  puerta  de su  habitación y  se detiene en el  pasillo,  agarrando  el  asa de  su  bolsa.  Se vuelve hacia  la  puerta  tan  pronto  como  me ve,  pero  es  ya  demasiado tarde, se ha cerrado automáticamente, estamos todos atrapados en el pasillo juntos.
Mientras paso por su lado, dije: ―Buenos días, Lali.
Con labios fruncidos,  levanta  sus ojos a  los míos antes de alejarlos  volviéndose hacia el ascensor. ―Buenos días ―murmura.
Inútilmente,  la  chica  con mi  camisa ríe.  La  ángulo  por sus hombros  hacia  la  dirección de su  habitación y  le doy  una nalgada,  resistiendo  la  tentación de arrojarla en esa dirección. ―Tienes que dormir un poco.
― Ay! ―Dice, seguido de más risas. Jesús.
Siguiendo  a  Lali  hacia  el  ascensor,  no  puedo  evitar  hacer un inventario  de todo  lo  que he encontrado  físicamente atractivo  sobre ella— cómo  su  cabello  fluye sobre sus hombros,  la  manera  en  que se mantiene a  medida que camina, la curva de su cadera y la línea de los músculos por el  lado  de  las piernas por debajo  del  dobladillo  de su  pantalón blanco,  el
apilado  de pulseras  en la  muñeca  de  su  brazo  izquierdo, y  en su  mano  derecha, el anillo de plata con la historia que nunca conoceré. Entramos en el ascensor y esperamos llegar a la planta baja, en silencio, su hombro pálido  contra  la  pared  opuesta.  Tarareo  para  mí  mismo  mientras tomamos el  que  parece ser el más lento descenso en la historia de los ascensores. Y me pongo
a pensar ¿Está esta maldita cosa, incluso en movimiento? Podría  gatear por  las escaleras más rápido, cuando no hace mucho tiempo, los dos de nosotros apreciábamos el lento viaje en ascensor. 
Pedro  y  Emilia se encuentran  en el  vestíbulo,  junto  con Bob, que  está hablando a través de un walkie talkie mientras nos trae hacia fuera. Por suerte, por ser temprano sólo produce un par de paparazis. Emi toma el  brazo  de Lali,  hablando  sin sentido  en el  camino  hacia  el  coche.  Ella  se  sienta al lado de Lali y Pedro se sienta frente a ella. 
Han unido  sus fuerzas para  asegurarse de esté tan lejos de ella  como  sea posible.
Excelente.

Lali
―Nunca  me dijiste cómo  te fue en el  SAT.  ―Peter le agrega  un poco  de todo  a  su  tortilla  de la  fajita  que estamos compartiendo, incluyendo crema agria, queso y guacamole  que debo  de evitar  para  no  ser acusada  de otra  pancita  de bebé.  Los dos hemos encontrado un Tex-Mex para nuestra última cena en Dallas. El novio de Emi está en la ciudad por una consulta de algún proyecto, así que está  con él,  y  Pablo  está,  probablemente,  manoseándose con una de las nuevas  extras o  una groupie local.  El  rodaje fue el  mismísimo  infierno,  pero  ya  está terminado.
―El examen fue largo y arduo. ―Muevo mi pie al ritmo de la música en  el  fondo  mientras selecciono  las piezas margas de pollo  a  la  plancha  y  verduras. Peter sonríe, y me doy cuenta de que tiene un poco de crema  agria en la comisura de la boca. Me pregunto qué haría él si me inclino y se la  quito con un dedo. Tal vez con una servilleta. Tal vez debería decir algo. Tal  vez sólo ignorarlo. 
―Suena traumático ―dice.  Eh? Oh, el SAT.
Me encojo  de hombros,  tomo  un  sorbo  de té helado  y  miro  hacia  su  boca  de otra  vez. La  crema  agria  sigue ahí.  Tengo  una  visión  sobre mí  inclinándome sobre la mesa y lamiendo la crema, y dejo escapar, ―Tienes un  poco… ―y apunto a la esquina de mi boca. Él retira la servilleta de su regazo y limpia la esquina de su boca.
― Listo?
―Sí.  ―Debo  dejar de mirar su  boca.  Me recuesto  en el  taburete de  cuero suave y me obligo a mirar lejos de él. Si Peter y Paula están juntos, o  tratando de estarlo, entonces no tengo nada que contemplar… lamiéndolo. 
―Fans, a las tres en punto.
― Uh? —Dije,  y  él  levanta  una ceja—. Está  bien,  ese no  cuenta. Era  básicamente una pregunta, no sólo un uh.
―Muy bien ―dice sonriendo―. Te dejaré pasar esa.
Trato  de ser encubierta  en mirar por encima  de mi hombro,  pero  no  funciona,  una mesa completa  de chicas universitarias están mirando  hacia  nosotros.  El  hecho de que yo  esté mirándolas enciende el  entusiasmo  para  hablar entre sí, y luego los teléfonos celulares aparecen. 
―Mierda.  Podemos irnos?
―No  he pagado  todavía.  ―Busca  a  nuestro  mesero,  le indica  que se acerque―. Los restaurantes suelen fruncir el ce o a los clientes que se van sin  pagar.  Incluso  a  los que son famosos.  ―El  mesero  llega  con la  cuenta  y  Peter le entrega su tarjeta de crédito―. Tú sabes, hemos hablado de esto  antes.  Va a suceder muchas veces más, una vez que la película se estrene.
―Se ríe en voz  baja  mientras frunzo  el  ceño  en mi regazo―.  Lali  ―dice,  provocando que lo vea. Está recostado, sus antebrazos cruzados delante de  él en la mesa, sus ojos oscuros y directos―. Eres la actriz principal femenina en  una película tan esperada. Esto está a punto de ser tu vida diaria.
Tiene razón, por supuesto. Me apoyo en mi antebrazo, también. ―Cande me dijo que las páginas de fans se están volviendo locos preguntándose por  qué Pablo está  siendo  viendo  con todo  el  mundo,  excepto  por mí.  ―Podría  perderme en sus ojos. Tengo que dejar de mirarlos como si deseara perderme  en ellos―. Sabes lo que esto va a ocasionar, yo siendo fotografiada a lo que  sin duda será descrito como una cena íntima, contigo.

Él sonríe, firmando el recibo y guardando su tarjeta. ―Puedo soportarlo.  Ahora  pon algo  de actitud,  y  vamos a  salir de  aquí.  ―Llama  a  nuestro  conductor para  reunirse con nosotros frente al  restaurante  y  toma  mi mano  mientras  salimos,  y  a  pesar de que  la  gente está  mirando,  tomando  fotografías con teléfonos celulares,  o  simplemente apuntando,  me siento  tranquila con mi mano entre la suya. 

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