Peter
Las primeras escenas en el estudio—el
diseño: un salón de clases estilizado. Todos están maquillados, con sus
cabellos como modelos de pasarela, y con ropa de marcas exclusivas ajustadas en
nosotros con clips y alfileres—si las personas tuvieran una vista 360 de nosotros, luciríamos muchísimo
más tontos.
Como la escena en Austin, la mayoría de
las fotos son de Pablo y Lali, separados o juntos. El cabello de Lali se
encuentra muy arreglado y peinado, y puedo darme cuenta cuánto lo odia por
la mueca de su boca y la manera en que inclina la cabeza. Sus ojos están
delineados y con sombra, sus labios llenos, y parece más de veintiocho, que
de dieciocho. Sé que odia esto también, aunque se ve hermosa. No tan hermosa
como cuando me levanté esta mañana
con su rostro acurrucado contra mi
pecho, pero hermosa de otra manera— agresivamente sexy. El fotógrafo la
tiene mordiendo el collar de perlas que tiene alrededor de su cuello, lo que invoca el
recuerdo de ella mordiendo mi lóbulo anoche.
Nunca en mi vida había repasado tantas
estadísticas deportivas en mi cabeza con tanta frecuencia. No sabía
que conocía tantas estadísticas deportivas.
El promedio de bateo de José Reyes se
convierte en innecesariamente lo único que pienso durante los siguientes
minutos, cuando Pablo acompaña a Lali e intento prepararme
psicológicamente para las posiciones en las que están por ser puestos. Lo han vestido
con un traje azul marino de rayas, una camisa blanca y una corbata roja suelta.
A su lado, el conjunto de Lali es un complemento elegante—un muy corto, muy
ajustado, vestido rojo sin tirantes,
el cual debe sostener más fuerte
alrededor de su cuerpo entre tomas, hasta que el asistente del fotógrafo lo ajusta
detrás de su espalda.
¿Por qué los fotógrafos insisten en
sentarla en sus piernas?
El tipo de Vanity Fair la tiene
envolviendo sus piernas alrededor de él, aunque su postura grita lo incómoda que
está. Ahora, se encuentra sentada en sus piernas con los brazos alrededor de
su cintura, y luego la inclina hacia atrás como si estuviese a punto de
besarla. Todo mi cuerpo se encuentra rígido.
Las audibles instrucciones del fotógrafo
negarían esto si yo no lo estuviera imaginando—si no supiera—que lo habían
hecho antes, en privado. Toda la ilusión de que estoy manteniendo esto
bajo control se hace añicos cuando Paula se me acerca, con sus cejas
juntas y murmura—: ¿Te encuentras bien?
Asiento, fracasando al mostrarme
inafectado, mientras Pablo levanta a Lali y la gira para que lo mire,
mientras se sienta en una de sus piernas. Sus brazos se aprietan a su alrededor, su
cabeza en su hombro desnudo, sus rostros juntos mientras el fotógrafo
toma fotos, balbuceando palabras como sexy, caliente y bebé. ¿Esta sesión de
fotos es para una película PG-1316 o una publicidad para un servicio lujoso de
acompañantes?
Los ojos de Lali me encuentran y su
mirada de inmediato baja hasta mi muslo, donde se encuentra la mano de Paula. La mira fijamente, confundida, con su ceño fruncido, hasta
que el fotógrafo, en un irritado quejido le pregunta que por qué frunce el ceño,
y quita la vista de mi pierna.
Me encuentro al rojo vivo desde la
cabeza hasta mis dedos, viendo cómo las manos de Pablo acarician su cuerpo,
como si pertenecieran allí, y ella se molesta porque la mano de Paula se
encontraba tranquilamente en mi pierna.
Supongo que uno podría discutir que no
había ningún fotógrafo ordenando la posición de la mano de
Paula. Poniéndola en su propia rodilla, me levanto y camino hacia la parte de
atrás, donde se encuentran las botellas de agua y los bocadillos. Tomo una
botella y le quito la tapa, deseando poder derramarla sobre mi cabeza. No es que no
confíe en ella. No confío en él. Y no confío en su historia con ella.
—Oye, —dice Pau, apareciendo a mi lado, con una mano en mi espalda, y moviéndola de arriba abajo.
Tomo un gran respiro, su tacto me calma—. ¿Qué sucede?
Sacudo la cabeza y me río, girándome y
mirándola con una macabra sonrisa. —Nada fuera de lo normal. Sólo
odio de verdad las sesiones de fotos. El maquillaje. La mierda en mi pelo. La
ropa. —Hago gestos hacia mi traje negro que grita “iglesia” o “funeral”,
dependiendo de tu ánimo.
Cualquiera podría adivinar el mío en
este momento—al menos Paula definitivamente puede. Espero que sea
porque me conoce desde hace mucho tiempo, y no porque esté siendo
ridículamente transparente.
Ella inclina su cabeza a un lado un
poco, mirando de nuevo hacia Pablo y Lali. No sigo su mirada. Sólo intento
respirar mientras Pablo Martinez prácticamente se come a besos a mi
novia, en la versión en vivo de las fotos que millones de personas verán. Muchas de
esas personas ya piensan que hacen una pareja muy atractiva. Contra todo
juicio, miro hacia ellos y obtengo una confirmación de este hecho. Ambos son
hermosos. Por supuesto que se ven bien juntos. ¿Cómo no podrían?
—¿Hay algo… entre tú y Lali? —Pregunta
Pau, con su sonrisa de LA, como yo la llamo, firmemente en su
lugar.
—¿Por qué preguntas? —Pregunto a la
defensiva, y ella hace eso de carcajearse en voz baja, todavía
sonriéndome.
—Creo que nunca antes había visto al
Pitt celoso. —Aprieta uno de mis bíceps y arquea una ceja—. Mmm,
bastante macho alfa.
Comienzo a pasar una mano por mi
cabello, pero no puedo. El estilo de la escena luce mejor que mi peinado como
hecho por un casco de Bill Collins durante la filmación, pero no importa.
De todos modos, es intocable.
—Auuugh. —digo, y Paula se carcajea
nuevamente.
—Así que Lali y tú, ¿eh? —Elige una
botella de agua Perrier de la hielera y mueve sus dedos por los
bocadillos, sin elegir nada—. ¿Cuánto tiempo lleva esto?
Sacudo mi cabeza una vez. —No mucho.
El fotógrafo nos llama para fotos
grupales, y estoy feliz de terminar esta conversación. Hablar con Paula ha
tenido un doble efecto. Estoy menos tenso, pero inmediatamente preocupado por la
acusación de ser celoso. ¿Macho alfa?
Dios Santo, no. Mamá y Bryann me sermonearían
hasta que mis oídos sangraran. Los hombres posesivos se
encontraban primeros en la lista de cosas que despreciar. —Un hombre capaz de sí
mismo es lo que una mujer psicológicamente saludable quiere.
—Predica mi madre, la psicóloga—. No a algún tipo que de órdenes y castigos,
físicos o emocionales, y que desconfíe de todos sus movimientos.
Traía a casa suficientes casos de
clientes co-dependientes, y algunos hasta con acosos—dos de los cuales
terminaron en crímenes—para asustar a mi hermana y mantenerla lejos de ese
tipo de chicos y para asustarme a mí y mantenerme lejos de ese tipo de chicas.
Del tipo que quiere—necesita—de novios celosos para probar que valen la
pena. Mis ojos están en Lali
mientras habla y se ríe con Ángela y
Emilia, y sé que ella no se encuentra en esa categoría.
Comprometida y generosa, sí. Perdonadora
también, pienso, mientras veo a Pablo moverse cerca de ella y unirse a
la conversación.
Su respuesta a ser sostenida muy fuerte
sería una rápida salida. Sus ojos se encuentran con los míos, y dentro de
mí todo estalla y canta con placer. Un lento calor comienza en mis entrañas y
sé que seguirá creciendo hasta que estemos solos en su habitación de nuevo,
el resto del mundo dejará de existir. Hay una línea al borde de la posesividad
y ella hace que quiera cruzarla. Estas miradas de tres segundos entre
nosotros, refuerza lo que sé. La amo. Todo lo demás—los trucos de mis
sentimientos y los de ella en conjunto con todo lo que significa—pueden ser
descifrados en su debido tiempo.
La amo.
Es todo lo que importa, y en este
momento, es todo lo que soy.
Paula
Vaya mierda. Esto es más serio de lo que
creí. Él podría fácilmente creer que está enamorado de ella.
He puesto demasiados años en esta
relación como para perderlo así, por ella. Me importa muchísimo Peter, pero
si se hace pareja de ella, lo que tenemos se terminará. Por alguna razón,
sé esto. Mi intuición me lo está gritando—que lo estoy perdiendo. Yo
puedo ser lo que él quiere. Puedo ser más dulce y suave con él. No tan dura. Dios,
estoy cansada de ser tan
intransigentemente dura todo el tiempo.
Si doy un paso atrás y detengo esto
ahora, podría estar siempre a su lado como su amiga y confidente, podría
convencer a Lali que no soy una amenaza. Podría tener su amistad, que
para mí significa muchísimo más de lo que él nunca sabrá.
Pero no. La amistad no es suficiente. Lo
quiero. Todo de él. Es exactamente el tipo de chico que
necesito, y todo lo que debo hacer es quitar a Lali de en medio y convencer a Peter de
que puedo ser lo que necesita. En algún lugar entre RPablo y yo, debe haber
suficiente astucia para logar esto. Y si tiene que ser una batalla de todo o
nada, entonces que lo sea. No hay tiempo para ser delicados. He mentido en casos
muchísimo peores que para ganarme al chico perfecto.
Lali
Salirme de ese pequeño vestido y de los
cinco mil alfileres que usaron para que me quedara como un guante me
tomó por siempre, así que soy la última en salir del estudio.
Tres autos negros están estacionados junto al bordillo,
esperando para llevarnos a los nueve de vuelta al
hotel. Paula sube al primer auto
después de Agustín y estoy un tanto aliviada, como irritada de mí misma, por estar
aliviada de que Peter no esté con ella.
Paula es una fuerza de la naturaleza.
Lo último que una chica sensata haría, sería meterse en un tira y afloja
con ella por un chico. Peter dice que solo son amigos, y debo confiar en él si
planeo que esto funcione. No importa cuán hermosa sea ella. No importa cuán
familiares sus toques casuales parezcan. No importa cuántas veces la
atrape mirándolo, como si él estuviese en el menú del servicio a la habitación.
Mientras me quedo de pie junto al último
auto, buscando con la mirada a Peter lo más disimuladamente posible,
alguien dice, “Pssst.” Muerdo mi labio para acallar un grito cuando
Peter envuelve mi cintura con su brazo y me arrastra dentro del auto. Emi,
que se encuentra hablando con Án a pocos metro, levanta una ceja al yo
desaparecer en el asiento trasero, de espaldas. Se inclina para ver quién me
sacó de la acera. Cuando ve a Peter, sus ojos me dicen que espere a ser
cuestionada sobre esto más tarde.
—Peter, —siseo, riéndome—, me acabas de
hacer ver como el indefenso personaje en cada película de
terror, que es lo suficientemente estúpido para detenerse justo al lado de
la sombría puerta del sótano.
Sonriendo maliciosamente, besa la parte
de atrás de mi cuello, retirando su brazo antes de que alguien lo vea.
Gracias a Dios por las ventanas opacadas.
—¿Así que tú eres la sacrificable
animadora, y yo soy el demonio, u hombre lobo…?
—O el tipo mentalmente inestable con la
gran sierra, sí. —Consciente de que tengo que sentarme derecha y
mantener mis manos para mi sola antes de que alguien se nos una, presiono mi espalda
contra él por un momento, descanso mi cabeza en su hombro y
acaricio la superficie de su mano con mis dedos.
—Me preguntaba si querrías ir a ver el
Parque Griffith en la mañana. — Su pregunta es hecha en mi oído cuando Ángela se mueve para quedarse de pie junto a la puerta abierta, todavía
hablando con Emilia. Voltea su mano y mi dedo índice traza las líneas de su
palma—. Tendríamos que irnos temprano para poder volver a tiempo para la
segunda sesión.
Asiento. —He estado en Griffith, pero
hace muchos años. Mi familia solía hacer excursiones allí.
Los recuerdos de mi excursionismo en
Griffith habían sido aumentados con fotos que mis padres tomaban cuando
era muy joven. Algunas son de semanas—quizás días—antes de que mamá
comenzara a enfermarse. Para ser honesta, no estoy segura si mis
recuerdos del Parque Griffith—o de mi madre— sean reales. Casi cada recolección que
tengo sobre ella está capturada en película. Quizás los verdaderos recuerdos se esfumaron hace tiempo, suplantados por las fotografías que
nunca cambian.
—Si subes lo suficientemente alto,
puedes ver todo Hollywood —digo—, Y el letrero.
Mi libro de recortes de cuando era niña
contiene una serie de fotos que mamá tomaba de mí, cada año, a sólo
pocos días de mi cumpleaños, de pie en el mismo lugar de un inespecífico camino
de Griffith. En cada una de éstas, el letrero de Hollywood se encuentra puesto
en la montaña como fondo, mi propia tabla de crecimiento personal. En la
última, había cumplido seis. Su rápida decaída no le había permitido regresar,
y papá, o había olvidado la tradición, o no tenía el corazón para mantenerla.
—Eso es lo que he leído, suena genial.
Rentaré un auto y haré que lo traigan alrededor de las, diría, ¿5:30?
Podemos empacar termos con café y ver el amanecer. —Toma mi mano en la suya, y
sus dedos acarician la parte de arriba de mi brazo. Sus ojos encuentran
los míos y sostiene mi mirada—. A menos que ir allá sea muy doloroso para
ti.
Sacudo al cabeza, torciendo una y otra
vez la sortija de mi madre alrededor de mi dedo. —No. Me gustaría
ir contigo.
Cuando Án comienza a subirse, me
enderezo de estar inclinada contra Peter y pongo mis manos firmemente en
mis piernas. Siento cómo él se ríe de mi súbita postura.
Justo antes de que Jenna se siente,
escucho la voz de Pablo. —Oye, Ángela. Paula quiere que viajes con
ella. ¿Quieres cambiar?
—Oh. De acuerdo, seguro.
Me quedo pensando en lo extraño que es
que Pablo entregue un mensaje de Paula, mientras él se sienta a mi
lado. La pierna de Peter se tensa contra la mía.
—Hola —dice Pablo, tendiéndole la mano a Peter—. ¿Cómo estás, hombre?
—Bien. —Responde Peter, devolviendo el
saludo. Me quedo tensa por algunos irreales segundos mientras sus
manos se mantienen unidas, justo encima de mis piernas, la tensión
irradia de ambos, aunque ninguna de sus expresiones lo muestra.
Quitándose el cabello de los ojos, Pablo me mira y guiña antes de regresar su atención a Peter. Su rodilla se
presiona contra la mía al inclinarse. — ¿Tienes algún proyecto nuevo planeado?
Mi rostro se calienta cuando el puño de
Peter se abre y cierra antes de establecerse sobre su pierna. —No por
ahora. Estoy terminando mi último semestre en Columbia. ¿Y tú?
—Nada hasta el otoño, sólo intento tener
una figura decente antes de eso. Se supone que debo hacer algunas
acrobacias por mí mismo, en la próxima película. Con suerte no serán aquellas
que terminen matándome. —Un lado de su boca se levanta y me mira de nuevo.
—Genial. —dice Peter.
Pablo se aclara la garganta, y mira de
nuevo a Peter. —Así que…¿Licenciatura en teatro?
—Literatura Inglesa.
—Ah.
Llegando al fin de los temas de
conversación, Pablo se inclina de nuevo hacia atrás y ambos quedan en silencio
conmigo en medio sin decir una palabra, pensando en cómo demonios me metí en esta posición tan increíblemente incómoda.
Cuando llegamos al hotel, Pablo sale, se
gira y me ofrece su mano. La tomo sin pensarlo. Tirando de mí hasta
ponerme a su lado, coloca una mano en mi espalda baja y le sonríe a los
paparazzi reunidos en la entrada del hotel, mientras nuestros guardaespaldas se
aseguran de que lleguemos a nuestra puerta sin daño alguno. No tengo
oportunidad de buscar a Peter hasta que estamos en el lobby, donde Pablo quita su
mano de mi espalda. —Todos nos
reuniremos en mi habitación dentro en un
rato. Vienes, ¿Verdad?
Antes de poder responder, se gira y mira
hacia Peter, cuya mirada se encuentra con la mía. Nuestras horas
para estar solos disminuyen cada vez más. Paula viene caminando detrás de Peter, su mano descansa en el brazo de él, podría decirse que no era
intencional, si no lo hiciese tan seguido.
—Hola. —dice.
—Paula, le dijiste a Laliy a Petersobre esta noche, ¿Cierto? — Pablo pregunta sin ningún trazo de la
hostilidad —sin mencionar el deseo permanente de mutilarse mutuamente— que
normalmente adorna cada palabra que se dicen.
Peter parece tan sorprendido como yo de
este intercambio tan amistoso, especialmente cuando Paula responde.
—Oh, mierda, lo olvidé. — Sin primero arrancarle la cabeza a Pablo.
Enlazando su brazo con el de Peter, le sonríe, su perfecto bronceado falso y
sus garras rojas resaltaban en su pálida piel—. ¡Fiesta en la habitación de Pablo!
Tienes que venir. —Voltea su sonrisa de anuncio de crema de dientes hacia mí,
diciendo—. Oh, tú también, Lali. —
Como si fuese una idea de última hora.
El deseo de pisar su pie regresa, cien
veces mayor de lo que era esta mañana. Y lo peor, es que su calculadora
sonrisa me dice que está más que consciente de eso.
Mi hermana sigue internada, pero me pido que les suba un capitulo, si puedo sigo subiendo.
Esta bien, pero no esta estabilizada, asi que aun la tienen en observacion.
Gracias por los buenos animos.
Saludos.
Me alegré d ver k había cap.Aunque no me emociona nada saber k es en estas condiciones,(ojo,no xk lo subas tu),sino xk Lunis sigue internada.Espero k pronto se restablezca,y aunque sea, esté d buen humor ,eso le dará fuerzas.
ResponderEliminarXfa le trasmites mis deseos d k se recupere pronto,y k tenga paciencia k todo se supera.K se sienta optimista , con buen ánimo y disposición,k eso la ayudará.
Besos.
K endiablados k son Pablo y Paula,aunque me molestaba la actitud d Pablo con las mujeres,en estos momentos creo k Paula es una mayor arpía ,puesto k está urdiendo todo desde hace mucho,poquito a poquito.
Espero k no se les de,y k Lali y Peter no se dejen embaucar en sus tramas ,y confíen ,el uno en el otro.
Espero que lunis se siente mejor! Le mando fuerzas desde israel (:
ResponderEliminarQue no se preocupe por nosotras, aquí estaremos cuando se recupere del todo, muchos besos y que se mejore pronto :))
ResponderEliminarArii
que no se preocupe aqui lo importante es que se recupere del todo, besos desde españa para ella. muaccccccccccccccc
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