viernes, 18 de julio de 2014

"Entre lineas" capitulo 73

Lali
Estoy a punto de mandarle un mensaje de texto a Peter para ver si ya ha hecho su check in cuando oigo un golpe en la puerta. Me miro en el espejo de pasada, deseando tener dos minutos para checar mi cabello y cepillar mis dientes. Tomo un profundo respiro y me obligo a caminar hasta la puerta. Quiero correr hasta ella.
Abro y siento mi sonrisa decaer.
—Pablo.
Suspira. —Dios, mujer, al menos trata de verte como si yo no fuera la última persona en la tierra a la que querrías ver. Puede que mi auto-imagen nunca se recupere. No quieres ser la responsable por destruir mi carrera. ¿Cierto?
Rodando mis ojos ante la exageración de Pablo, —como si pudiera hacer algo contra su sentido de sí mismo— ignoro su tonto discurso, retrocediendo para dejarlo entrar.
—¿Qué pasa? —No debí haber esperado a Peter. Ni siquiera sé si ya ha llegado al LAX.
Pablo se deja caer en el pequeño sofá. —Deberíamos hablar de la logística de esta noche. La alfombra roja, lo asientos durante el show, si vas a necesitar o no una bolsa de papel para respirar mientras miras una película entera, llena de Lali Esposito, en una pantalla gigante…
—Ja, Ja. —digo con un nervioso aleteo en mi estómago ante el pensamiento de eso. La incomodidad de verte a ti misma en la pantalla, no es insólito que algunos grandes actores se rehúsen a hacerlo, lo que me hace sentir como un completo bicho raro. No necesitaré la bolsa de papel si Peter se sienta a mi lado. Él puede relajarme con una mirada, con el más pequeño
roce. En lugar de unirme con Pablo en el sofá, regreso a desempacar, llamando al conserje para tener mi vestido para esta noche.
—Supongo que caminaremos juntos y tendremos que sentarnos juntos durante el espectáculo. Pero… me gustaría tener a Peter al otro lado mío.
Su boca se contrae en una pequeña sonrisa que no alcanza sus ojos.
—Estará bien. En todo caso, tan solo le agregará drama. ¿Lo tomo como que producción no tiene ninguna pista sobre Peter y tú?
Sacudo mi cabeza, sacando los bonitos tacones de aguja plateados. Estoy segura que los odiaré para el final de la noche. Malvina me ayudó con la compra de los zapatos y del vestido. Estaba extasiada cuando estuve de acuerdo con dejarla asistir y debió haber ganado el sello de aprobación de Candela, por la reprimenda fulminante que le dio a un empleado incompetente de una tienda:
—¡Ésta es Mariana Esposito y estamos escogiendo un vestido para el estreno mundial de la película Orgullo Escolar, en la cual ella actúa junto a Pablo Martinez ¡Encuentre a alguien que pueda dar con lo que requerimos, o nos llevaremos nuestros negocios a otra parte!
La presumida vendedora tenía sus ojos muy abiertos, con pánico, cuando escuchó el nombre de Pablo, corrió hacia la parte trasera. Minutos después, fuimos llevadas a unos cambiadores privados y nos ofrecieron champaña, mientras que docenas de vestidos fueron mostrados para nuestro escrutinio.
Después de examinarlos tanto, como si estuviera escogiendo armas para una guerra, Malvina me hizo probarme unos pocos que iban para la ocasión. El vestido verde y plateado que escogimos —de mutuo acuerdo, lo cual fue mi segunda sorpresa del día— es sin espalda, y cae hasta la mitad de la pantorrilla.
Difícilmente puedo esperar a que Pitt me vea en él. Pablo me observa sacar el vestido de mi maleta y colgarlo en la puerta.
—Eso se va a ver impresionante en ti, con tus hermosos ojos verdes. Aclaro mi garganta y murmuro. —Gracias. —Recordando lo que él dijo un par de semanas atrás —si Peter lo estropeaba, él quería otra oportunidad. Y ese beso el lunes, ¿Qué era eso? Incluso si no lo sentí o lo respondí, el hecho de que él lo había empezado era desconcertante.
Cuando me vuelvo lejos de la puerta, está tan cerca que me sobresalto, mi corazón galopando debajo de mi mano.
—Dios, Poli. —Instantáneamente reconociendo su caliente expresión, empujo mis manos en su pecho. —No.
No se acerca, pero tampoco se aleja.
—¿Crees que también estás enamorada de él?
Su voz es muy suave, sus ojos casi azul marino en el hueco de mi habitación, lejos de las ventanas y la luz.
—¿También?
Un golpe en la puerta me envía tropezando hasta él. Estabiliza mis hombros bajo su firme agarre, mientras mi corazón se acelera ante ese fuerte e inesperado golpe.
—Debe ser el servicio de lavandería, para recoger el vestido. —Mi voz está sin aliento, él sonríe.
Estirándose detrás de mí, retira el vestido del pomo, y luego abre la puerta. En el otro lado no está un empleado del hotel. El enérgico golpeador es Peter, su sonrisa decae cuando ve a Pablo de pie justo detrás de mí, en mi habitación. Sigo sosteniendo el vestido. Me vuelvo y lo empujo en las manos de Pablo y él lo sostiene sin ningún comentario.
—Hola. —Abro la puerta aún más, para dejar a Peter entrar. Para dejar a Pablo  salir.
Moviéndose hacia la puerta, Pablo me da la espalda.
—El conserje llamará cuando la limosina llegue. Les sugiero mantenernos todos juntos, para que la salida sea sencilla. Habrán tantos flashes para que puedas ver. Nunca localizarás a nadie que no esté a tu lado.
—Está bien.
Pablo se vuelve hacia Peter. Están separados por dos pies; la tensión pulsando entre ellos,     como golpes  lanzados. de repente, Pablo está completamente a gusto.
—Pedro. —dice.
La mandíbula de Peter sigue tensa. —Pablo.
Chicos.

Poli
Con todo el elenco reunido a lo largo de la alfombra roja, los paparazzi son como barracudas en frenesí. Entre sus usuales preguntas y los gritos de los fans, el nivel de ruido es una locura. Los guardaespaldas tienen sus manos ocupadas evitando que la gente salte las barras de contención. Tomo la mano de Lali mientras salimos de la limosina y ella acepta el apoyo, apretando mis manos tan fuerte que estoy preocupado de que esté aterrada. Cada vez que bajo la mirada a su rostro, está sonriendo y se ve perfectamente tranquila.
El vestido, como predije, se ve impresionante en ella, el verde de sus ojos más potente, junto con la sedosa esmeralda fabricada, los hilos plateados brillando con cada flash. No puedo retener el pensamiento de trazar mis dedos por sus espalda desnuda, o deslizar los tirantes de sus hombros. Se ve como una diosa y estaría contento de adorarla. Eclipsa a todos, incluso a Paula, en su predecible pequeño vestido negro.
Mi ex novia está celosa. Posando en las fotos entre Pedro y Agus, sonríe encantadoramente, pero cuando dirige su mirada en la dirección de Lali, el resentimiento es palpable. Cuando su mirada se posa en mí, mi deliberada sonrisa hace que sus ojos se enciendan en llamas.
Si, me mataría definitivamente si pudiera.
Ninguno de nosotros puede ver hasta que finalmente completamos la caminata de quince minutos de la limosina, hasta las puertas del teatro, también estamos medio sordos. Tomo el asiento al lado de Lali y Pedro toma el otro asiento que está junto a ella. El lenguaje corporal de Lali es claro. Cuando él se acerca para hacer un comentario o una observación, se
balancea hacia él como si la gravedad estuviera implicada. Paula toma el asiento en el lado opuesto de Pedro.
La película no es perfecta, pero ninguna de ellas lo es. Es un poco dulce, tratando muy duro de verse como la novela clásica en la que está basada. Esto llevará ventas en taquilla y las chicas la devorarán como un dulce. Lo siento, novios de todos lados; se verán forzados a sentarse durante una hora y cuarenta y siete minutos. ¿La recompensa? Entre mi cara, los abdominales de Agusy los bíceps de Vico, tu chica estará lista para el despegue tan pronto como los créditos comiencen. Eres bienvenido.
El after-party oficial tendrá lugar en la terraza del tercer piso del hotel.
Algunos de nosotros tomamos la oportunidad para cambiar nuestros atuendos, algunos no. Estoy contento de ver que Lali no lo hace. Todos los chicos se mantienen en corbatas y trajes oscuros, aunque con cuellos flojos, botones desabrochados y chaquetas abiertas. Agustín está usando la corbata de correa y el sombrero de vaquero que compró en Austin, y junto a él, está Emilia con un sedoso vestido blanco y dorado que usó en el teatro. Eugenia y Ángela
cambiaron sus atuendos por unos jeans y Paula cambió su vestido negro por un micro vestido azul que combina con sus ojos azules y deja ver sus suaves y largas piernas.  Su esfuerzo da resultados sorprendentes, pero no es lo suficiente para superar a Lali.
—Lindo vestido. —digo cuando Paula se une a mí en la mesa. Nadie más está sentado allí, todos están admirando el buffet con las esculturas de hielo y la fuente de chocolate—. Combina con tus ojos.
Me río cuando entrecierra esos ojos hacia mí.
Mira alrededor para asegurarse que nadie más está oyendo.
—¿Sabes donde están ubicadas las habitaciones, cierto? La habitación de Peter está en el área cerca de los elevadores y la de Lali y la mía están entre la tuya y la de él.
Asiento. Ya había revisado la ubicación que ella me había dado antes de marcharme.
—¿Tenías algo que hacer respecto a dónde están nuestras habitaciones Paula?
Ella se encoge de hombros y me pregunto si no se perdió de la convocatoria como un agente de la CIA.
—¿Dejaste tu teléfono en su habitación?
Sonrío. —Ingeniosamente acuñado entre los cojines del sofá.
—Nos iremos cuando ellos lo hagan. Tan pronto como llegues a tu habitación, llámala y convéncela de que lleve tu teléfono a tu habitación.
Cuando cuelgues con ella, llámame. Estaré en el vestíbulo entre sus habitaciones, oirá mi conversación. Cuando colguemos, sal de tu habitación y encuéntrala. Mantén su cara hacia     la tuya,—eso es verdaderamente importante— ¿Me estás escuchando?
Algo acerca de su prepotente modo de dar instrucciones, tan solo hace que no quiera poner atención.
—Sí, pedirle que me regrese mi teléfono. Luego llamarte. Luego entrar en el vestíbulo. Bastante complicado.
Su mandíbula se tensa. —Pablo, juro por Dios, si hechas esto a perder…
—¡Pablo Martinez! —Una mujer aparece junto a nuestra mesa, con una chica de unos doce o trece años, quien me está mirando con una expresión estupefacta.
—Eh ¿Si?
—Soy Johanna y esta es Christina Noel y debo decir que somos ¡Grandes fans tuyas!
Estira una fría y húmeda mano para que la sacuda.
—Christina Noel, ¡Sacude su mano!
La chica obedece, su mano temblando.
—Ganamos entradas para el estreno y el after-party. ¡Viajamos 1421 millas para estar acá! —dice la mujer, acercándose para susurrar—. ¡Este hotel cuesta una fortuna! —Fuertemente, añade—: vale la pena cada centavo, pero ¡Son muchos centavos!
Grita como una niña, mientras la cara de la chica se torna roja.
—En fin, ¡Tan sólo vinimos para tener el placer de hablar contigo!
Hablar no es la palabra que habría elegido para ella, aunque parece adecuada para su desafortunada hija.
—Oh ¡Miren! —dice estudiando a Paula, le da un codazo a la chica.
—Es Caroline. —Siento a Paula endurecerse detrás de mí ante el tono condescendiente.
—Estuviste en esa pequeña serie. ¿Cuál era su nombre? ¿Life’s a Beach? no dejamos a Christina Noel mirar cosas de mala calidad —sin ofender— por lo tanto no la hemos visto. Pero estoy segura que estuviste adorable, para lo que es.
Oh mierda. Limpieza para la mesa uno en tres, dos…
—¿Tienes una cámara? —Pregunto—. ¿Qué tal una foto de mí y Christina, ehh, Noel?
Le indico a la chica para se sitúe junto a mí, ya que somos de la misma altura, si permanezco sentado. Se inclina, temblando visiblemente. Su madre revuelve el contenido de su bolso, lanzando pañuelos desechables, mapas de celebridades, y botellas desinfectantes para manos en la mesa, totalmente ajena al hecho de que Paula le está lanzando una mirada de muerte.
—¡Ah-ha! —Saca la cámara barata y la enciende, pero en lugar de pulsar el botón para que tome la foto automáticamente, la empuja en las manos de Paula.
—Se un amor y tómanos una foto ¿Lo harás?
Se apretuja junto a mí, golpeando a Paula fuera de su silla. Ella toma una foto antes de perforarme con la mirada, como si yo hubiera tenido algo que ver con el insultante discurso.
—Llámame después.
Devuelve la cámara a Johanna, para luego dirigirse hacia Emi y Agus.
—Qué gracioso, lo que la abeja se ha metido en el sombrero. —Murmura Johanna.

Paula
Mi teléfono zumba. Cuando respondo, Pablo dice: —Hora de actuar. Lali está en el corredor, a punto de doblar la esquina. Mi corazón está latiendo tan fuerte que apenas puedo escuchar sus pisadas. Enfrento la ventana, como si fuese normal estar observando el paisaje a las 3 a.m. mientras hablo por teléfono, no es la gran cosa. Aquí vamos.
Deseando tener dos minutos para checar mí cabello y cepillar mis dientes.
—Se supone que Pitt me llamará pronto, pero quería hacerte saber las prontas-nuevas noticias. —digo, escuchando las pisadas de Lali. Oye el nombre de Peter y se detiene en la esquina, como sabía que iba a hacer.
—Entonces, ¿Tendré los detalles sucios? —dice Pablo, determinado a hacer miserable esta falsa conversación.
Me concentro en decir lo que quiero que ella escuche.
—Sabes lo impaciente que soy. Estaré feliz cuando se haga cargo de esto, así podremos estar juntos abiertamente. Todo lo que tenemos son momentos robados cuando ella no está alrededor.
—Tu crueldad no conoce límites, ¿Verdad? —dice él. 
Quiero decirle que se vaya al demonio. Él está sólo en la línea para saber cuándo salir de su habitación, el idiota.
—No quiere herir sus sentimientos, pero lo nuestro está destinado a pasar. —Trato de sonar casual, pero los comentarios de Pablo están haciendo que mis dientes se aprieten—. Dios mío, la noche que pasamos, quiero decir, he estado con mucho chicos, —Se ríe Pablo en mi oído, el bastardo, —pero él es tan caliente. Mejor que ningún otro.
—Si tan solo fuera verdad… —dice Pablo. Lo voy a matar.
—Debimos haber empezado una relación hace años en vez de poner tanto esfuerzo en mantenernos como amigos.
—Entonces, ¿Nunca, en cuatro años, ha hecho una jugada? —Pablo se ríe—. Hombre, ¿Qué habrá causado eso a tu colosal ego sexual?
Hijo de… ignora, ignora, ignora.
—Estoy segura de que le dirá pronto. Sabe que soy mejor para él, incluso estoy lista para ser la mami-adoptiva de Cara, y sabe que Lali es muy joven para eso. Oye, está llamando, me tengo que ir.
Pretendo colgar. Imagino a Lali al otro lado de la esquina, presionada a la pared, escuchando cada palabra que digo.
Hora del golpe final.
—Oye, guapo. —Mi voz es un ronroneo—. ¿Cuándo se lo dirás?
Probablemente está apoyada contra la pared. Empujo lejos la culpa. Soy la indicada para él.
—Peter, sé que parece brutal, pero tienes que rasgar el vendaje. Quiero estar contigo, sin ocultarnos de nadie.
—Bastante brutal. —Murmura Pablo.
—Claro, puedo ir ahora —Empiezo a volverme en la dirección de Lali—. También te quiero. Verás cuánto lo hago cuando llegue a tu puerta. 
Pablo empieza a hacer otro comentario, pero le cuelgo antes de que pueda escucharlo.
Lali se apresura a esconderse en la habitación más cercana justo antes de que doble la esquina. Oyendo un pequeño audible sollozo, vacilo, pero me esfuerzo a deslizarme hacia la puerta de Peter sin mirar atrás. Soy la indicada para él. Volteo por el corto pasillo en el que su habitación se encuentra y espero. Diría que ahora viene la parte difícil, pero toda esta maldita cosa es difícil. No creo que venga a su habitación para enfrentarnos. Aposté que no me enfrentaría, diez segundos atrás, pero, ¿Quién sabe? Lo cual es la razón por la cual Pablo se topará con ella casualmente.
—¿La? —Escucho la voz de él—. ¿Cuál es el problema?
Me acerco silenciosamente hacia la esquina, sin atreverme a mirar alrededor todavía. La escucho jadear, espero que no empiece a hiperventilar o algo parecido, porque eso arruinaría nuestros planes.
—No-puedo, no-puedo. —dice, con voz rota.
Me asomo por la esquina, cuidadosamente. Pablo me está dando la cara, Lali le está dando la cara a él. Perfecto. No hay ninguna mirada de traición en su rostro, aunque sé que es consciente de mí. Toma su cara en sus manos y la mira directo a los ojos con la mirada más compasiva que he visto en él. Dios mío, Pablo es bueno.
—Ven conmigo. —dice—. No podemos hablar aquí en el pasillo. Solloza otra vez, mientras que él la acerca, una mano colocada gentilmente en su cuello, la otra cae en la parte baja de su espalda. Acercando la cabeza de Lali hacia la de él, murmura algo que no puedo oír y ella asiente. Se dan la vuelta, su brazo alrededor de ella, y caminan hacia su habitación.
Me dirijo de nuevo hacia la habitación de Peter, mirando las fotos que acabo de tomar, asegurándome que cada una sea clara.
Esta debe ser la cosa más solapada que jamás he hecho, y la culpa está empezando a crecer. Me consuelo con la certeza de que Pablo en verdad parece preocuparse por Lali. Se hará cargo lo suficientemente bien de ella. Por un rato.
Alejando las lágrimas de Lali de mi mente, me concentro en la meta principal. Mi madre solía ser aficionada a arcaicos dichos como: No pongas todos tus huevos en una cesta y no puedes hacer un omelet sin romper unos cuantos huevos y siempre estoy caminando sobre cáscaras de huevo alrededor de ti. La última vez que ella dijo un comentario de esos dije: —¿Qué pasa con todos esos consejos sabiondos acerca de los malditos huevos? Es esto Puedes llevar a la chica fuera de la finca... recordándole a su cerdo, que persiga un pollo, con un Neiman Marcus sin pasado. Nunca más dijo algo sobre los huevos de nuevo.
Ahora,  por alguna  incomprensible razón, esos clichés se están derramando en mi cabeza —porque todos mis huevos están en una cesta. Y acabo de romperlos para hacer un omelet gigante. Y cada paso que doy hacia la habitación de Peter es sobre cáscaras de huevo, porque esto tiene que funcionar. Esto tiene que funcionar.
Soy la indicada para él.
Toco su puerta y la abre con una sonrisa, la cual decae un poco cuando me ve. Mi corazón tambalea. Estaba esperando a Lali. Me ahogo en los celos, eso destruye cualquier sentimiento de remordimiento. Su cabeza se inclina un poco.
—¿Pau? —dice.
Me impulso para parecer más alta y lo miro a los ojos con una expresión
de pena.
—Peter. Tengo… tengo algo que mostrarte.
No se mueve del marco de la puerta.
—¿Qué?
Señalo su habitación.
—¿Podemos entrar, por favor? Necesito mostrártelo en privado.
Frunce el ceño, no estoy sosteniendo nada más que mi teléfono, se aleja para que pueda entrar.
Me siento en el borde de su cama y le doy palmadas al espacio que hay junto a mí.
—Siéntate.
Se sienta, aún frunciendo el ceño. —¿De qué se trata? Hora de mi maldita actuación.
—Es acerca de Lali y… Pablo.
Su ceño se frunce aún más, empiezo a buscar las fotos en mi teléfono.
—Estaba yendo por hielo, para prepararme un trago. Los escuché en el pasillo, susurrando. Y, cuando miré por la esquina…
Le pasé mi teléfono, con la primera foto abierta. Él pasa las fotos, lentamente. Una. Dos. Tres. Cuatro. Otra vez. Y otra.
Me devuelve el teléfono, en silencio. Un violento pulso vibra en la base de su garganta, y está tan callado que tengo miedo de respirar.
—Pitt…
—Me gustaría estar solo Paula. —No me mira.
Trago. La clave para que esto funcione es que no se enfrenten, que no haya comunicación entre ellos, justo como la última caída.
—No puedo dejarte solo Peter. —Coloco mi mano en su brazo, cuidadosamente—. No tienes que hablar, pero no te dejaré lidiando con esto solo.
Cubriendo sus ojos con ambas manos, se deja caer, sus rodillas siguen en el borde de la cama y sus pies están en el suelo. Permanezco junto a él sin tocarlo, recostándome a su lado sobre mis codos mientras inhala y exhala, inhala y exhala. Finalmente sus manos caen y observa el techo. No está llorando. Tampoco se ve enojado. Su cara está casi desprovista de expresión, como si alguien la hubiera borrado de su cara. Excepto sus ojos. En sus ojos, pensamientos están rodando como un reflector, metiéndose en esquinas oscuras.
Alcanzo su cara y suavemente la giro hacia la mía.
—Pitt. —digo y luego lo beso.



Respondo a la chica "Anónima" que pregunto si estaba mejor: Si mucho, la verdad que una semana en casa sin salir me hizo bien. Ahora me estoy poniendo las pilas con mas animo. Gracias por preguntar y por la preocupación.
Besos
Lunis♥

6 comentarios:

  1. que embolante se volvio la novela.

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  2. Noo q hdp los dos.. q se tiren x el presipicio. Q los pise un trenn!! Me alegro q estes mucho mejor! Me llamo belu! Besoss espero el ultimo!

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  3. Uff no pueden ser tan pelotudos la verdad!ncaen en todos los trucos!
    Maaass

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