Estoy a punto de mandarle un mensaje de
texto a Peter para ver si ya ha hecho su check in cuando oigo
un golpe en la puerta. Me miro en el espejo de pasada, deseando
tener dos minutos para checar mi cabello y cepillar mis
dientes. Tomo un profundo respiro y me obligo a caminar hasta la puerta. Quiero correr
hasta ella.
Abro y siento mi sonrisa decaer.
—Pablo.
Suspira. —Dios, mujer, al menos trata de
verte como si yo no fuera la última persona en la tierra a la que
querrías ver. Puede que mi auto-imagen nunca se recupere. No quieres ser la
responsable por destruir mi carrera. ¿Cierto?
Rodando mis ojos ante la exageración de
Pablo, —como si pudiera hacer algo contra su sentido de sí mismo—
ignoro su tonto discurso, retrocediendo para dejarlo entrar.
—¿Qué pasa? —No debí haber esperado a
Peter. Ni siquiera sé si ya ha llegado al LAX.
Pablo se deja caer en el pequeño sofá.
—Deberíamos hablar de la logística de esta noche. La alfombra roja, lo
asientos durante el show, si vas a necesitar o no una bolsa de papel para respirar
mientras miras una película entera, llena de Lali Esposito, en una pantalla gigante…
—Ja, Ja. —digo con un nervioso aleteo en
mi estómago ante el pensamiento de eso. La incomodidad de
verte a ti misma en la pantalla, no es insólito que algunos grandes actores se
rehúsen a hacerlo, lo que me hace sentir como un completo bicho raro. No
necesitaré la bolsa de papel si Peter se sienta a mi lado. Él puede relajarme
con una mirada, con el más pequeño
roce. En lugar de unirme con Pablo en el
sofá, regreso a desempacar, llamando al conserje para tener mi vestido para
esta noche.
—Supongo que caminaremos juntos y
tendremos que sentarnos juntos durante el espectáculo. Pero… me
gustaría tener a Peter al otro lado mío.
Su boca se contrae en una pequeña
sonrisa que no alcanza sus ojos.
—Estará bien. En todo caso, tan solo le
agregará drama. ¿Lo tomo como que producción no tiene ninguna pista
sobre Peter y tú?
Sacudo mi cabeza, sacando los bonitos
tacones de aguja plateados. Estoy segura que los odiaré para el final de
la noche. Malvina me ayudó con la compra de los zapatos y del vestido. Estaba
extasiada cuando estuve de acuerdo con dejarla asistir y debió haber ganado el
sello de aprobación de Candela, por la reprimenda fulminante que le dio a un
empleado incompetente de una tienda:
—¡Ésta es Mariana Esposito y estamos
escogiendo un vestido para el estreno mundial de la película Orgullo Escolar,
en la cual ella actúa junto a Pablo Martinez ¡Encuentre a alguien que
pueda dar con lo que requerimos, o nos llevaremos nuestros negocios a otra
parte!
La presumida vendedora tenía sus ojos
muy abiertos, con pánico, cuando escuchó el nombre de Pablo, corrió hacia
la parte trasera. Minutos después, fuimos llevadas a unos cambiadores
privados y nos ofrecieron champaña, mientras que docenas de vestidos fueron
mostrados para nuestro escrutinio.
Después de examinarlos tanto, como si
estuviera escogiendo armas para una guerra, Malvina me hizo probarme unos
pocos que iban para la ocasión. El vestido verde y plateado que escogimos
—de mutuo acuerdo, lo cual fue mi segunda sorpresa del día— es sin
espalda, y cae hasta la mitad de la pantorrilla.
Difícilmente puedo esperar a que Pitt me vea en él. Pablo me observa sacar el vestido de mi
maleta y colgarlo en la puerta.
—Eso se va a ver impresionante en ti,
con tus hermosos ojos verdes. Aclaro mi garganta y murmuro. —Gracias.
—Recordando lo que él dijo un par de semanas atrás —si Peter lo
estropeaba, él quería otra oportunidad. Y ese beso el lunes, ¿Qué era eso? Incluso
si no lo sentí o lo respondí, el hecho de que él lo había empezado era
desconcertante.
Cuando me vuelvo lejos de la puerta,
está tan cerca que me sobresalto, mi corazón galopando debajo de mi mano.
—Dios, Poli. —Instantáneamente
reconociendo su caliente expresión, empujo mis manos en su pecho. —No.
No se acerca, pero tampoco se aleja.
—¿Crees que también estás enamorada de
él?
Su voz es muy suave, sus ojos casi azul
marino en el hueco de mi habitación, lejos de las ventanas y la
luz.
—¿También?
Un golpe en la puerta me envía
tropezando hasta él. Estabiliza mis hombros bajo su firme agarre, mientras
mi corazón se acelera ante ese fuerte e inesperado golpe.
—Debe ser el servicio de lavandería,
para recoger el vestido. —Mi voz está sin aliento, él sonríe.
Estirándose detrás de mí, retira el
vestido del pomo, y luego abre la puerta. En el otro lado no está un
empleado del hotel. El enérgico golpeador es Peter, su sonrisa decae cuando ve a
Pablo de pie justo detrás de mí, en mi habitación. Sigo sosteniendo el vestido.
Me vuelvo y lo empujo en las manos de Pablo y él lo sostiene sin ningún
comentario.
—Hola. —Abro la puerta aún más, para
dejar a Peter entrar. Para dejar a Pablo salir.
Moviéndose hacia la puerta, Pablo me da
la espalda.
—El conserje llamará cuando la limosina
llegue. Les sugiero mantenernos todos juntos, para que la salida sea
sencilla. Habrán tantos flashes para que puedas ver. Nunca localizarás a nadie
que no esté a tu lado.
—Está bien.
Pablo se vuelve hacia Peter. Están
separados por dos pies; la tensión pulsando entre ellos, como golpes lanzados. Y de repente, Pablo está completamente a gusto.
—Pedro. —dice.
La mandíbula de Peter sigue tensa.
—Pablo.
Chicos.
Poli
Con todo el elenco reunido a lo largo de
la alfombra roja, los paparazzi son como barracudas en frenesí. Entre
sus usuales preguntas y los gritos de los fans, el nivel de ruido es una
locura. Los guardaespaldas tienen sus manos ocupadas evitando que la gente salte las
barras de contención. Tomo la mano de Lali mientras salimos de la limosina
y ella acepta el apoyo, apretando mis manos tan fuerte que estoy preocupado de
que esté aterrada. Cada vez que bajo la mirada a su rostro, está sonriendo y
se ve perfectamente tranquila.
El vestido, como predije, se ve
impresionante en ella, el verde de sus ojos más potente, junto con la sedosa
esmeralda fabricada, los hilos plateados brillando con cada flash. No puedo
retener el pensamiento de trazar mis dedos por sus espalda desnuda, o deslizar los
tirantes de sus hombros. Se ve como una diosa y estaría contento de
adorarla. Eclipsa a todos, incluso a Paula, en su predecible pequeño vestido negro.
Mi ex novia está celosa. Posando en las
fotos entre Pedro y Agus, sonríe encantadoramente, pero cuando dirige su
mirada en la dirección de Lali, el resentimiento es palpable. Cuando su
mirada se posa en mí, mi deliberada sonrisa hace que sus ojos se enciendan
en llamas.
Si, me mataría definitivamente si
pudiera.
Ninguno de nosotros puede ver hasta que
finalmente completamos la caminata de quince minutos de la limosina, hasta las puertas del
teatro, también estamos medio sordos. Tomo el
asiento al lado de Lali y Pedro toma el otro asiento que está junto a
ella. El lenguaje corporal de Lali es claro. Cuando él se acerca para hacer un
comentario o una observación, se
balancea hacia él como si la gravedad
estuviera implicada. Paula toma el asiento en el lado opuesto de Pedro.
La película no es perfecta, pero ninguna
de ellas lo es. Es un poco dulce, tratando muy duro de verse como la
novela clásica en la que está basada. Esto llevará ventas en taquilla y las chicas
la devorarán como un dulce. Lo siento, novios de todos lados; se verán forzados
a sentarse durante una hora y cuarenta y siete minutos. ¿La
recompensa? Entre mi cara, los abdominales de Agusy los bíceps de Vico, tu chica
estará lista para el despegue tan pronto como los créditos comiencen. Eres
bienvenido.
El after-party oficial tendrá lugar en
la terraza del tercer piso del hotel.
Algunos de nosotros tomamos la
oportunidad para cambiar nuestros atuendos, algunos no. Estoy contento de ver que
Lali no lo hace. Todos los chicos se mantienen en corbatas y trajes oscuros,
aunque con cuellos flojos, botones desabrochados y chaquetas abiertas. Agustín está usando la corbata de correa y el sombrero de vaquero que compró en
Austin, y junto a él, está Emilia con un sedoso vestido blanco y dorado que usó
en el teatro. Eugenia y Ángela
cambiaron sus atuendos por unos jeans y
Paula cambió su vestido negro por un micro vestido azul que combina con
sus ojos azules y deja ver sus suaves y largas piernas. Su esfuerzo da resultados sorprendentes, pero no es lo suficiente para superar a Lali.
—Lindo vestido. —digo cuando Paula se
une a mí en la mesa. Nadie más está sentado allí, todos están admirando
el buffet con las esculturas de hielo y la fuente de chocolate—. Combina con tus
ojos.
Me río cuando entrecierra esos ojos
hacia mí.
Mira alrededor para asegurarse que nadie
más está oyendo.
—¿Sabes donde están ubicadas las
habitaciones, cierto? La habitación de Peter está en el área cerca de los
elevadores y la de Lali y la mía están entre la tuya y la de él.
Asiento. Ya había revisado la ubicación
que ella me había dado antes de marcharme.
—¿Tenías algo que hacer respecto a dónde
están nuestras habitaciones Paula?
Ella se encoge de hombros y me pregunto
si no se perdió de la convocatoria como un agente de la CIA.
—¿Dejaste tu teléfono en su habitación?
Sonrío. —Ingeniosamente acuñado entre
los cojines del sofá.
—Nos iremos cuando ellos lo hagan. Tan
pronto como llegues a tu habitación, llámala y convéncela de que
lleve tu teléfono a tu habitación.
Cuando cuelgues con ella, llámame. Estaré
en el vestíbulo entre sus habitaciones, oirá mi conversación.
Cuando colguemos, sal de tu habitación y encuéntrala. Mantén su cara hacia la tuya,—eso es verdaderamente importante— ¿Me estás escuchando?
Algo acerca de su prepotente modo de dar
instrucciones, tan solo hace que no quiera poner atención.
—Sí, pedirle que me regrese mi teléfono.
Luego llamarte. Luego entrar en el vestíbulo. Bastante complicado.
Su mandíbula se tensa. —Pablo, juro por
Dios, si hechas esto a perder…
—¡Pablo Martinez! —Una mujer aparece
junto a nuestra mesa, con una chica de unos doce o trece años, quien
me está mirando con una expresión estupefacta.
—Eh ¿Si?
—Soy Johanna y esta es Christina Noel y
debo decir que somos ¡Grandes fans tuyas!
Estira una fría y húmeda mano para que la
sacuda.
—Christina Noel, ¡Sacude su mano!
La chica obedece, su mano temblando.
—Ganamos entradas para el estreno y el
after-party. ¡Viajamos 1421 millas para estar acá! —dice la mujer,
acercándose para susurrar—. ¡Este hotel cuesta una fortuna! —Fuertemente,
añade—: vale la pena cada centavo, pero ¡Son muchos centavos!
Grita como una niña, mientras la cara de
la chica se torna roja.
—En fin, ¡Tan sólo vinimos para tener el
placer de hablar contigo!
Hablar no es la palabra que habría
elegido para ella, aunque parece adecuada para su desafortunada hija.
—Oh ¡Miren! —dice estudiando a Paula,
le da un codazo a la chica.
—Es Caroline. —Siento a Paula endurecerse detrás de mí ante el tono condescendiente.
—Estuviste en esa pequeña serie. ¿Cuál
era su nombre? ¿Life’s a Beach? no dejamos a Christina Noel mirar cosas
de mala calidad —sin ofender— por lo tanto no la hemos visto. Pero estoy
segura que estuviste adorable, para lo que es.
Oh mierda. Limpieza para la mesa uno en
tres, dos…
—¿Tienes una cámara? —Pregunto—. ¿Qué
tal una foto de mí y Christina, ehh, Noel?
Le indico a la chica para se sitúe junto
a mí, ya que somos de la misma altura, si permanezco sentado. Se
inclina, temblando visiblemente. Su madre revuelve el contenido de su bolso,
lanzando pañuelos desechables, mapas de celebridades, y botellas desinfectantes
para manos en la mesa, totalmente ajena al hecho de que Paula le está
lanzando una mirada de muerte.
—¡Ah-ha! —Saca la cámara barata y la
enciende, pero en lugar de pulsar el botón para que tome la foto
automáticamente, la empuja en las manos de Paula.
—Se un amor y tómanos una foto ¿Lo
harás?
Se apretuja junto a mí, golpeando a Paula fuera de su silla. Ella toma una foto antes de perforarme con la
mirada, como si yo hubiera tenido algo que ver con el insultante discurso.
—Llámame después.
Devuelve la cámara a Johanna, para luego
dirigirse hacia Emi y Agus.
—Qué gracioso, lo que la abeja se ha
metido en el sombrero. —Murmura Johanna.
Paula
Mi teléfono zumba. Cuando respondo, Pablo dice: —Hora de actuar. Lali está en el corredor, a punto de
doblar la esquina. Mi corazón está latiendo tan fuerte que
apenas puedo escuchar sus pisadas. Enfrento la ventana, como si
fuese normal estar observando el paisaje a las 3 a.m. mientras hablo por
teléfono, no es la gran cosa. Aquí vamos.
Deseando tener dos minutos para checar
mí cabello y cepillar mis dientes.
—Se supone que Pitt me llamará pronto,
pero quería hacerte saber las prontas-nuevas noticias. —digo,
escuchando las pisadas de Lali. Oye el nombre de Peter y se detiene en la
esquina, como sabía que iba a hacer.
—Entonces, ¿Tendré los detalles sucios?
—dice Pablo, determinado a hacer miserable esta falsa conversación.
Me concentro en decir lo que quiero que
ella escuche.
—Sabes lo impaciente que soy. Estaré
feliz cuando se haga cargo de esto, así podremos estar juntos abiertamente.
Todo lo que tenemos son momentos robados cuando ella no está alrededor.
—Tu crueldad no conoce límites, ¿Verdad?
—dice él.
Quiero decirle que se vaya al demonio.
Él está sólo en la línea para saber cuándo salir de su habitación, el
idiota.
—No quiere herir sus sentimientos, pero
lo nuestro está destinado a pasar. —Trato de sonar casual, pero los
comentarios de Pablo están haciendo que mis dientes se aprieten—. Dios mío,
la noche que pasamos, quiero decir, he estado con mucho chicos, —Se ríe Pablo en
mi oído, el bastardo, —pero él es tan caliente. Mejor que ningún otro.
—Si tan solo fuera verdad… —dice Pablo.
Lo voy a matar.
—Debimos haber empezado una relación
hace años en vez de poner tanto esfuerzo en mantenernos como amigos.
—Entonces, ¿Nunca, en cuatro años, ha
hecho una jugada? —Pablo se ríe—. Hombre, ¿Qué habrá causado eso a
tu colosal ego sexual?
Hijo de… ignora, ignora, ignora.
—Estoy segura de que le dirá pronto.
Sabe que soy mejor para él, incluso estoy lista para ser la mami-adoptiva de
Cara, y sabe que Lali es muy joven para eso. Oye, está llamando, me tengo
que ir.
Pretendo colgar. Imagino a Lali al otro
lado de la esquina, presionada a la pared, escuchando cada palabra que
digo.
Hora del golpe final.
—Oye, guapo. —Mi voz es un ronroneo—.
¿Cuándo se lo dirás?
Probablemente está apoyada contra la
pared. Empujo lejos la culpa. Soy la indicada para él.
—Peter, sé que parece brutal, pero
tienes que rasgar el vendaje. Quiero estar contigo, sin ocultarnos de
nadie.
—Bastante brutal. —Murmura Pablo.
—Claro, puedo ir ahora —Empiezo a
volverme en la dirección de Lali—. También te quiero. Verás cuánto lo hago
cuando llegue a tu puerta.
Pablo empieza a hacer otro comentario,
pero le cuelgo antes de que pueda escucharlo.
Lali se apresura a esconderse en la
habitación más cercana justo antes de que doble la esquina. Oyendo un
pequeño audible sollozo, vacilo, pero me esfuerzo a deslizarme hacia la puerta
de Peter sin mirar atrás. Soy la indicada para él. Volteo por el corto
pasillo en el que su habitación se encuentra y espero. Diría que ahora
viene la parte difícil, pero toda esta maldita cosa es difícil. No creo que venga a su
habitación para enfrentarnos. Aposté que no me enfrentaría, diez segundos atrás,
pero, ¿Quién sabe? Lo cual es la razón por la cual Pablo se topará con ella
casualmente.
—¿La? —Escucho la voz de él—. ¿Cuál es
el problema?
Me acerco silenciosamente hacia la
esquina, sin atreverme a mirar alrededor todavía. La escucho jadear,
espero que no empiece a hiperventilar o algo parecido, porque eso arruinaría
nuestros planes.
—No-puedo, no-puedo. —dice, con voz
rota.
Me asomo por la esquina, cuidadosamente.
Pablo me está dando la cara, Lali le está dando la cara a él. Perfecto.
No hay ninguna mirada de traición en su rostro, aunque sé que es
consciente de mí. Toma su cara en sus manos y la mira directo a los ojos con la mirada
más compasiva que he visto en él. Dios mío, Pablo es bueno.
—Ven conmigo. —dice—. No podemos hablar
aquí en el pasillo. Solloza otra vez, mientras que él la acerca, una
mano colocada gentilmente en su cuello, la otra cae en la parte baja de
su espalda. Acercando la cabeza de Lali hacia la de él, murmura algo que no
puedo oír y ella asiente. Se dan la vuelta, su brazo alrededor de ella, y caminan
hacia su habitación.
Me dirijo de nuevo hacia la habitación
de Peter, mirando las fotos que acabo de tomar, asegurándome que cada
una sea clara.
Esta debe ser la cosa más solapada que
jamás he hecho, y la culpa está empezando a crecer. Me consuelo con la
certeza de que Pablo en verdad parece preocuparse por Lali. Se hará cargo lo
suficientemente bien de ella. Por un rato.
Alejando las lágrimas de Lali de mi
mente, me concentro en la meta principal. Mi madre solía ser aficionada
a arcaicos dichos como: No pongas todos tus huevos en una cesta y no
puedes hacer un omelet sin romper unos cuantos huevos y siempre estoy caminando
sobre cáscaras de huevo alrededor de ti. La última vez que ella dijo un
comentario de esos dije: —¿Qué pasa con todos esos consejos sabiondos acerca de
los malditos huevos? Es esto Puedes llevar a la chica fuera de la finca...
recordándole a su cerdo, que persiga un pollo, con un Neiman Marcus sin pasado.
Nunca más dijo algo sobre los huevos de nuevo.
Ahora, por alguna incomprensible razón, esos clichés se están derramando en mi cabeza —porque todos
mis huevos están en una cesta. Y acabo de romperlos para hacer un omelet
gigante. Y cada paso que doy hacia la habitación de Peter es sobre cáscaras de
huevo, porque esto tiene que funcionar. Esto tiene que funcionar.
Soy la indicada para él.
Toco su puerta y la abre con una
sonrisa, la cual decae un poco cuando me ve. Mi corazón tambalea. Estaba
esperando a Lali. Me ahogo en los celos, eso destruye cualquier sentimiento de
remordimiento. Su cabeza se inclina un poco.
—¿Pau? —dice.
Me impulso para parecer más alta y lo
miro a los ojos con una expresión
de pena.
—Peter. Tengo… tengo algo que
mostrarte.
No se mueve del marco de la puerta.
—¿Qué?
Señalo su habitación.
—¿Podemos entrar, por favor? Necesito
mostrártelo en privado.
Frunce el ceño, no estoy sosteniendo
nada más que mi teléfono, se aleja para que pueda entrar.
Me siento en el borde de su cama y le
doy palmadas al espacio que hay junto a mí.
—Siéntate.
Se sienta, aún frunciendo el ceño. —¿De
qué se trata? Hora de mi maldita actuación.
—Es acerca de Lali y… Pablo.
Su ceño se frunce aún más, empiezo a
buscar las fotos en mi teléfono.
—Estaba yendo por hielo, para prepararme
un trago. Los escuché en el pasillo, susurrando. Y, cuando miré por
la esquina…
Le pasé mi teléfono, con la primera foto
abierta. Él pasa las fotos, lentamente. Una. Dos.
Tres. Cuatro. Otra vez. Y otra.
Me devuelve el teléfono, en silencio. Un
violento pulso vibra en la base de su garganta, y está tan callado que tengo
miedo de respirar.
—Pitt…
—Me gustaría estar solo Paula. —No me
mira.
Trago. La clave para que esto funcione
es que no se enfrenten, que no haya comunicación entre ellos, justo
como la última caída.
—No puedo dejarte solo Peter. —Coloco
mi mano en su brazo, cuidadosamente—. No tienes que hablar,
pero no te dejaré lidiando con esto solo.
Cubriendo sus ojos con ambas manos, se
deja caer, sus rodillas siguen en el borde de la cama y sus pies están
en el suelo. Permanezco junto a él sin tocarlo, recostándome a su lado sobre
mis codos mientras inhala y exhala, inhala y exhala. Finalmente sus manos
caen y observa el techo. No está llorando. Tampoco se ve enojado. Su cara
está casi desprovista de expresión, como si alguien la hubiera borrado de su
cara. Excepto sus ojos. En sus ojos, pensamientos están rodando como un
reflector, metiéndose en esquinas oscuras.
Alcanzo su cara y suavemente la giro
hacia la mía.
—Pitt. —digo y luego lo beso.Respondo a la chica "Anónima" que pregunto si estaba mejor: Si mucho, la verdad que una semana en casa sin salir me hizo bien. Ahora me estoy poniendo las pilas con mas animo. Gracias por preguntar y por la preocupación.
Besos
Lunis♥
que embolante se volvio la novela.
ResponderEliminarYa termina linda
EliminarPerra hdp!!!!!! Otro los odio!
ResponderEliminarNoo q hdp los dos.. q se tiren x el presipicio. Q los pise un trenn!! Me alegro q estes mucho mejor! Me llamo belu! Besoss espero el ultimo!
ResponderEliminarUff no pueden ser tan pelotudos la verdad!ncaen en todos los trucos!
ResponderEliminarMaaass
Nooooo, otro!!!! Besoo :)
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