jueves, 17 de julio de 2014

"Entre lineas" capitulo 71


Peter
Ayer por la mañana, me desperté en la cama con Paula. Vestido y en la parte superior del cubrecama, pero aun así. No es exactamente el tipo de cosa en que me gustaría que mi madre, mi hija o mi novia vieran si entraran, no importa lo inocua que fuera.
Se despertó cuando yo estaba empezando a salir de debajo de su pierna (encarcelando mi muslo) y su mano (en mi pecho, agarrando mi camiseta).
Sonriendo hacia mí, dijo: —Buen día.
Me quedé helado. —Lo siento. Supongo que estaba muy cansado ayer por la noche.
—Yo también. No es ningún problema. Me gustó dormir contigo. ¿Qué demonios iba a decir a eso?
Y luego se desplazó hacia arriba y me besó en la mandíbula. Yo estaba totalmente despierto para el segundo beso, que aterrizó justo debajo de mi oreja.
Hizo un ruido decepcionado cuando me senté, mientras que busco algo
que decir. Sentada detrás de mí, apretó el pecho a mi espalda, sus dedos detrás, deslizándose por mi brazo, y me puse de pie y di la vuelta para mirarla.
—Paula, espero que haberme quedado dormido junto a ti, no te de una impresión equivocada, nada ha cambiado entre nosotros. Eres una de mis más viejas amigos, pero eso es lo que somos. Amigos. Lo entiendes, ¿Verdad?
Sonríe, con los ojos cerrados. —Sí, lo sé, Pitt. Y estoy bien con eso.
Sé que Paula tiene diferentes parámetros de relación que yo, pero va a tener que ceder ante los míos. ¿Besar? ¿Dormir juntos? No es lo que hago con mis amigos. —Um. Muy bien.
Puso las piernas en el suelo y tomó mis manos en las suyas. —Eso no quiere decir que estoy ciega de lo grandioso que eres, o que a veces, ya sabes, no piense en ti de otras maneras...
Mierda. —Paula...
—Oye, shh, sólo estoy hablando. No hay peligro, ¿Ves?—Soltó mis manos, sin dejar de sonreír—. Mejor que Lali cuide bien de ti, sin embargo, o ¡Ella tendrá que responder ante mí!
Su tono era tan alegre, que me sentí casi tonto por la advertencia que sentí debajo de las palabras.
—Probablemente sería mejor si no te quedas aquí más y sé que vas a estar en Nueva York, mientras estés filmando en el otoño.
Ella hizo un gesto con la mano. —Estoy consiguiendo mi propio lugar. No te preocupes.
—¿En serio?
—Sí, me imaginé que iba a estar aquí tres o cuatro meses, y recientemente he considerado mudarme a Nueva York, así que pensé en subarrendar un lugar, ver cómo me gusta.
Mientras trataba de imaginar a Paula -cada centímetro una Chica de California- viviendo en Manhattan, en lugar de Hollywood; echó la maleta vacía en la cama y me dio un suave empujón. —Ahora lárgate. Tengo que conseguir empacar y estar lista para volver a Los Ángeles.
***
El teléfono de Lali estuvo fuera de servicio desde ayer por la tarde, justo después de que me colgó. Ninguna sesión en Skype anoche, no sé el número de su casa, y no figura en la guía. No tengo el número de Candela, tampoco. Mis opciones eran limitadas: verla a ella en el programa de Ellen o subirme a un avión. He optado por hacer las dos cosas.
No soy un tipo que toma decisiones precipitadas. Sin embargo, me embarqué en la travesía de un vuelo de cinco horas, sin ningún pensamiento en la mente, más que ver a Lali.
Yo todavía no entiendo el asunto de la foto en la cama, y Paula nunca respondió a mi texto pidiéndole explicaciones al respecto. Si tal foto existe, Paula tiene que haberla tomado... ¿Le envió un mensaje a Pablo? ¿En qué universo tiene eso algún sentido?
Ver a Lali y Pablo, en el programa de Ellen, me da mi último incentivo para hacer algo, cualquier cosa. Cuando le tomó la mano y la besó, tuve que ponerme de pie y pasear por la habitación para evitar destruir la televisión. Y cuando dijo:
—Podríamos confesar.
Creo que mi corazón, de hecho, dejó de latir. A continuación, procedió a tomar cada pedacito de chisme que la prensa sensacionalista ha escrito acerca de ellos y tejió una historia de una locura, pero la forma en que la miró, dijo más que sus palabras.
Yo sé que la quiere todavía. ¿Por qué no habría de hacerlo? Incluso si dudara de su capacidad para comprender lo que es una persona amante— compasiva. Es superficial y tiene acceso a muchachas hermosas donde quiera que vaya, pero es raro cuando una lo rechaza. Es posible que la quiera por ninguna otra razón más que aclarar qué paso en falso dio, en su récord perfecto, y eso despierta la cosa protectora—posesiva en mí como nada antes lo ha hecho.
Tomé un taxi directamente al hotel que reservé, ya que incluso ganando tres horas entre Nueva York y California, no llegue aquí con tiempo suficiente para dejarme caer de forma casual por su casa. Son casi las 23:00 cuando me registré, y traté de llamarla de nuevo. Su teléfono permanece apagado. Eso, o está bloqueando mi número. Dios mío, ella es terca. No puedo evitar sonreír ante eso, debido a su obstinación, es lo que le impidió dormir con Pablo el último
otoño.
Golpeé la marcación rápida del número de Paula. Si no contesta los textos, tal vez conteste una llamada.
—¡Pitt! Hola, bebé. —Grandioso. Ella esta más que un poco destrozada.
—Oye, Pau. Pregunta rápida: ¿Te envié un mensaje ayer por la noche, sobre una foto que puedes haber tomado de nosotros dos...?
La música pop a todo volumen y las voces gritando de ida y vuelta en el fondo me dice que está en un club. —¿Una foto? ¿Qué? Yo apenas te puedo oír. —Se ríe y dice algo sobre otra ronda con alguien—. Oh, ¿te refieres a una que tomé de nosotros dos durmiendo? Oh, mierda. ¡He eliminado eso! ¿Cómo te enteraste? —Bueno, responde a una pregunta.
—¿A quién se lo enviaste Paula?
—¿Qué? Oh. Creo que solo a Pablo.
—¿En qué pensabas? —Comienzo a pasearme. Inhalo. Exhalo—. ¿Por qué infiernos le envías esto? De hecho, ¿Qué infiernos te hizo tomarla?
—No te enojes, Pitt. Lo siento mucho. Yo todavía estaba un poco golpeada cuando lo hice. Fue una estupidez. ¡Estoy muy, muy arrepentida!
Mis dientes crujieron y estuve a punto de colgar, porque tengo la información que necesito y ella está tan ida que, probablemente, ni siquiera recordará la conversación.
—Está bien. Nos vemos la próxima semana, Paula.
—Espera. Pitt, por favor no te enfades, ¿Vale? Le diré que lo elimine. Yo lo amenazare. Estoy taaaan arrepentida.
—Este bien. Hasta luego. —Cuelgo y me siento en la cama del hotel, la mirada fija en el horizonte de Sacramento, los extensos barrios suburbanos, tan diferentes de Nueva York.
Esta situación está lejos de ser aceptable. Paula no estaba borracha cuando llegamos a casa de la fiesta de Daniel. Un poco aturdida, tal vez. Sin embargo, ¿Borracha? No, no puedo imaginarme lo que le dio la idea de crear esa foto, y aún más confuso, ¿por qué se la envió a Pablo Martinez? No sé qué demonios está pasando entre los dos, pero rápidamente estoy empezando a no creer una mierda.
Los sentimientos de Lali son lo único que me importa. Yo realmente no tengo un plan. Me siento como si hubiera saltado de un avión sin comprobar si hay un paracaídas atado a mi espalda. Siempre he sido el tipo que analiza y evalúa todo. Considero los pros y los contras. Sopeso las opciones. Tomo decisiones, informado. Estas precauciones no eliminan errores, pero, ciertamente, reducen probabilidad de ellos.
Y luego conocí a Lali, y tan lógica como que ella es, me hace sentir imprudente. Estoy haciendo caso omiso de las consecuencias. Mis planes y metas y los objetivos y el sentido común, se van por la ventana, frente a lo que ella me hace querer. Provoca el infierno dentro de mí y calma mi alma, al mismo tiempo. Tal vez eso es lo que es el amor, una contradicción total, que de alguna forma se equilibra.

Lali
Cande me dejó en casa antes del mediodía. Tenía el turno de doce a seis, en el centro comercial, así que estaba vestida con el uniforme de Hot Topic. El de ese día era extrañamente similar al disfraz del Halloween pasado de Malvina como Madonna en Like-a-Virgin.
No le mencioné ese pensamiento a Can.
—Pasaremos por ti a las 7:00. Estate ya lista, y sexy. Porque Joe es… umm.
—Candela, realmente no me siento…
—¡Détente! ¡Détente! —Levanta sus manos y cierra sus ojos, como si eso le impidiera escuchar mis objeciones de emparejarme con otro de los amigos de Luca.
Trato de usar un argumento diferente. —He interferido en las dos últimas noches de ustedes… ¿No quieren algo de tiempo a solas?
Ella baja su barbilla y me mira por encima de sus gafas de sol con marco morado. —Sí. Es por eso que estamos empeñados en que conozcas a Joe esta noche. Ahora, se una buena niña y deja de quejarte. Te veré a las siete.
Tiro de mi bolsa de viaje hasta mi hombro, derrotada. Sé que ella y Luca únicamente trataban de disuadirme para no revolcarme en la depresión por Peter, pero me tomó meses superarlo la última vez, y ni siquiera había una relación significativa que superar. Probablemente cumpliré los veinticinco, antes de superar esto. No podía revelar mi patético panorama a mi mejor amiga, porque probablemente respondería algo como: —Reto. Aceptado. —Y luego sería sometida a ver un desfile de chicos durante todo el verano… Aunque parece que esa estrategia ya ha comenzado. Ugh.
Subió el volumen de la música y se marchó, mientras yo, penosamente, me dirigía a la casa, donde no dudo que seré asaltada por el olor a desinfectante y aromatizantes. El sábado es el día de limpieza en la casa, y Malvina ama el olor a pino. Cuando tenía ocho o nueve, le pregunté por qué, y ella dijo: —¡Huele tanto a limpio!
—¡Huele como un centenar de aromatizantes para autos dentro de un hospital! —Repliqué antes de que papá dijera mi nombre como una advertencia, para dejar de burlarme de mi madrastra. He estado limpiando mi propio cuarto de baño desde entonces, utilizando el mismo limpiador no-tóxico y ecológico que mamá utilizaba antes. He escuchado que el sentido del olfato es más poderoso en lo referente al amor. No recuerdo si mi madre usaba perfume o si su champú olía a flores o frutas, pero recuerdo el olor a menta en la cocina después de que limpiara las alacenas.
Abro la puerta principal, y me recibe el olor a pino. ¡Qué bien!
—¡Papá, Malvina, estoy en casa! —Llamo, cerrando la puerta y dirigiéndome a las escaleras y hacia la santidad de mi habitación, donde, dentro, el olor a pino no está permitido.
—¿La? —Pregunta papá desde la sala—. Ven aquí, cariño. Tienes un invitado.
Aún sonrió cuando papá me llama cariño.
Y entonces analizo la otra parte, y me doy la vuelta de las escaleras.
¿Tengo un invitado? ¿Quizás Gas? Únicamente ha estado aquí un par de veces, pero Pablo y yo estaríamos juntos el lunes, así que tal vez… Peter esta sentado en el sofá.
Peter. Esta sentado. En el sofá.
Me congelo en el lado opuesto de la habitación. Mirándolo. Sin palabras.
—Bueno, vamos, Malv, tenemos una limpieza que hacer. —Papá la empuja fuera de la habitación.
Sus ojos nunca dejan los míos, Peter se pone de pie, con sus manos sobre sus muslos en un gesto nervioso. Parece más alto en mi sala. Está usando sus botas de suela gruesa, apenas atadas, sus vaqueros desgastados, su camisa con el logo (por supuesto) de la banda que Cande estaba tratando de introducirme en su auto.
Peter pasa la mano por su cabello y toma una respiración profunda.
Finalmente, con un determinado ceño fruncido, cruza la habitación. Mis sandalias me dejan una cabeza más abajo y tengo que estirar mi cuello para mirarlo, porque no se detiene a una distancia segura. Sus manos agarran mis hombros. —Nosotros no… —su voz es una suave temblor—, romperemos.
—¿Ah? —digo, aún aturdida. Peeter está aquí en mi sala.
—Me quedé dormido a su lado. Eso es todo. No sé por qué tomó esa foto. No sé por qué se la envió a él. Pero no es nada. Y no quiero perderte por eso. Tomo una hambrienta y temblorosa bocanada de aire, como si no hubiera sido capaz de respirar completamente en dos días. Quizás no lo he hecho. Él se vuelve borroso por mis lágrimas. Parpadeó para alejarlas. —Lo siento. —dice, con una mano deslizándose a la parte baja de mi espalda mientras que la otra se mueve para acunar mi cara. Me besa, ligeramente—. Lo siento. —El segundo beso es profundo, más largo. Me apoyó en él y en los dedos de mis pies, mientras me acerca más—. Lo siento. — Susurra, y sacudo mi cabeza, mis brazos anudándose detrás de su cuello, tirando de él hacia mí. Su lengua se desliza por mi boca, mientras me doy por vencida.
—¡Oh! —Exclama mi madrastra desde la puerta de la cocina. Malvina. Arruina. Todo.
—¡Lo siento tanto! Umm. Hay café en la cocina. Si quieres. —Se escabullé lejos. No estoy segura de si la he visto correr antes. Río, el sonido es amortiguado por el pecho de Peter. Él esta riéndose en voz baja, también.
—Ese debió de haber sido un beso muy bueno. —dice. Levanto la mirada a sus ojos oscuros. Una ceja arqueada, parece muy satisfecho de sí mismo.
—¿Cómo sabes que para mi lo es?
Se inclina más cerca, su respiración en mi oído. —Oh, sólo lo sé, sin duda. Déjame comprobártelo otra vez.
—Uh. —digo.
Ríe entre dientes, la punta de su lengua toca la piel detrás de mi oído. Cuando me estremezco y me pierdo en él, sus brazos me rodean, abrazándome fuertemente, antes de reclamarme con su boca nuevamente.
***
Yo: Cambio de planes… Peter está aquí.
Can: Paula—> cama—>foto—> ¿No lo hablaste con él?
Yo: Malentendido.
Can: ¿Qué hay con Joe? ARGH. Te llamaré por teléfono cuando pueda.
Con un suspiro, introduzco el teléfono en mi bolsillo delantero y tomo la mano de Peter mientras caminamos la última media cuadra hacia el parque.
—No está feliz, ¿Eh? Si quieres salir sin mí esta noche…
—No, no saldré sin ti. —Dejo de caminar y aparto mi mano de la suya, cruzando mis brazos sobre mi pecho y frunciéndole el ceño.
Él se vuelve a mí, sus ojos se convierten en caramelos en la luz del sol. ¡Dios, es hermoso! Pero desearía que dejara de ser tan… complaciente.
Observando mi postura, sonríe a sus pies y deja escapar un suspiro. Su expresión es hipnótica cuando arquea una ceja.
—La. —Da un paso más cerca, trazando con sus dedos un camino desde mis hombros a mis codos—. ¿Te molesta que yo no sea más… posesivo?
—¿Qué? No, eso es lo último que me quisiera. —Mis brazos parecen débiles. El recuerdo de Eugenia y Nacho, el último otoño me hace estremecer.
Cuando hablé con ella una par de semanas atrás, las cosas no iban bien. Las llamadas telefónicas furiosas y acusaciones habían comenzado otra vez, y sus emociones eran un desastre. Esperaba que los arrebatos verbales de Nacho nunca se convirtieran en algo físico.
—¿En serio?
Pongo mis ojos en blanco un poco. La idea de un Peter posesivo consistiría en una mirada aguda y respuestas concisas. —Bueno. Quizás no es lo último que quisiera…
Ríe. —¿Ah, sí? ¿Que podría ser lo último?
Muerdo mi labio, no lo miró a los ojos, hasta que él levanta mi barbilla.
Tiene una sonrisa arrogante que hace que yo también sea más arrogante.
—Desinterés. Despedida. —Me encojo de hombros—. Eso podría ser lo último.
En lugar de una mirada de suficiencia, sacude su cabeza y desliza sus brazos a mí alrededor, descansando su frente contra la mía. Mis manos se detienen en su pecho. —Eso nunca pasará, Lali.

12 comentarios:

  1. Me encantooo! Menos mal q peter se desperto un poco! Subi otro hoy porfis porfis porfis! Dale se buenita :) q pablo y paula se tiren x un barranco ya! Jajaja maass! Si subis otro te voy a amar toda la vida? :p y ojala q el prox sea exclusivamente laliter :) besos genia!!!

    ResponderEliminar
  2. Bien peter te diste cuenta por fin! Mas por favor! Subi uno mas xfa (caritadeperritompjado)

    ResponderEliminar
  3. Uno mas y no jodemos mas :)

    ResponderEliminar
  4. Si laliter :) sube otro hoy por favor!

    ResponderEliminar
  5. me encantooooooooo el capituloooooooooooooooo geniallllllllllll

    ResponderEliminar
  6. Peter hizo pero k muy bien.
    Todo aclarado ,y ellos dos felices.
    Paula no es tan lista ,y espero k no meta pua respecto a esa foto.
    Aunque dudo k se quede quietita ,y no invente muchas más cosas para separarlos.

    ResponderEliminar