Pablo
Ver a Paula y Lali enfrentadas, es
posiblemente lo más caliente que involuntariamente he presenciado. Son
sutiles, y perfectamente civiles entre ellas, mientras que en la superficie
acechan mortales mordidas, patadas, jaladas de cabello, bofetadas, y
violencia pura. Lo único que lo hubiese hecho mejor—mucho mejor, de hecho—es si yo
fuese la inspiración detrás de esos sentimientos perversos. Pero no. Todo es
por Pedro.
Por una parte lo entiendo. Digo, es bien
parecido. Y tiene ese elemento misterioso que a las chicas les atrae.
Sé que su sentido protector atrae a Paula. Cuando ella y yo estamos juntos
y me vuelvo sólo un poco posesivo—lo cual, debo aceptar que no viene
naturalmente en mí—le encanta. De hecho, lo más celoso que fuese, lo más controlador
que actúe, más le gusta a ella. Como que me asusta un poco, en realidad.
—Estás coqueteando mucho con ella en
frente de Peter. —Paula entra por mi puerta un cuarto de hora
antes, discutiendo críticas no solicitadas sobre mí progreso—. Si lo pones celoso
antes de que algo suceda entre Peter y yo, nunca se la quitarás.
Sonrío. —Gracias por el voto de
confianza. Y eso no fue lo que ocurrió la última vez.
Se gira, con los brazos cruzados debajo
de sus senos y esa expresión de sé-más-que-tú, sólo deteniéndose cuando
sus ojos bajan rápidamente hacia mi pecho desnudo, ya que todavía no había
abotonado la camisa que me había puesto luego de la ducha. Aclarando su
garganta y enfocando su mirada en cualquier lugar de la habitación menos
en mí, contesta. —La última vez, estaba luchando contra sus sentimientos por
ella. Esta vez no. La única manera en que la dejaría es si se acuesta contigo.
Y ya que fuiste un gran fracaso, antes de ella siquiera saber lo promiscuo que
eres, creo que es seguro decir que eso no va a suceder muy fácilmente.
Tomo aire lentamente. No hay manera en
que le haré saber cuánto deseo aceptar el reto que acaba de lanzar,
simplemente porque me lo lanzó. Aunque probablemente tenga razón, ninguno de
ellos va a ceder fácilmente. —Mierda, Paula, si crees que es tan imposible,
¿Por qué molestarse?
Me mira mal. —Te lo dije. Lo quiero. Soy
adecuada para él, y no es imposible. Sólo hacen falta planes
inteligentes y ejecuciones cuidadosas, no quiero que lo arruines.
Me está matando la combinación de una
caliente ex amante en mi habitación, junto con la manera en que
sus brazos se cruzan debajo de sus senos, mostrando el escote. Con
esfuerzo, retiro la mirada de su abundante pecho y engañosamente perfecto rostro, y
me sirvo un vaso de lo que sea que está en mi vestidor.
—¿Cuánta atención has estado prestando
al seguir tus propias órdenes, Paula? Lali definitivamente ha notado
el hecho de que no puedes despegar tus manos de él. Si te preocupas de no
condenar tus ingeniosos planes antes de que se arruinen, eso lo hará. Si ella se
siente amenazada y habla con él sobre su relación contigo, todo este pequeño
juego podría ser pan tostado.
Miro su rostro por el espejo encima del
vestidor. Una arruga aparece entre sus cejas, mientras la confianza
en sí misma se desvanece un poco. — ¿Cómo lo sabes? Que has notado algo,
digo.
Lo que me pregunto es por qué Paula no
lo ha notado. Creí que las chicas estaban mejor conectadas entre
ellas que eso. —Estaba de pie justo al lado de ella, y soy observador. —Hace un
sonido de burla que decido ignorar—. Lo está notando. Así que, cálmate, o si
no tendrás que darle una oportunidad a mi cama si quieres tener relaciones. —Si
los objetos de nuestras afecciones no estuviesen por aparecerse en cinco
minutos, le daría un esfuerzo más entusiasta a mi proposición.
—¿Otra oferta para dormir contigo? Qué dulce. Estoy halagada. ¿Olvidaste lo que te dije la última vez?
—Es casi imposible asociar esta Paula, con la chica que era cuando la conocí.
Casi.
—Lo recuerdo. —Me acerco más, pero ella
no se mueve. Siempre ha sido alta y delgada —esbelta, diría George.
Cuando yo tenía catorce y ella quince, éramos casi de la misma estatura, ahora
tengo unos cuantos centímetros por encima de ella. Con sus brazos cruzados
debajo de sus senos, la vista desde mi posición se mejora notablemente—.
También recuerdo cómo éramos juntos, incluso, aunque sólo fuésemos niños sin experiencia. —Me encojo de hombros—. Bueno, sólo uno de nosotros no
tenía experiencia.
Está en silencio, pero sus ojos son
furiosos. Cada vez que comenzamos a entrar en esto, quiero que sienta lo que
yo sentí cuando vi las fotos y leí la historia que terminó con lo nuestro.
Pero eso no es posible. Ella no tiene corazón y hace años se las arregló para
sacar la mierda del mío. Estoy jugando con una víbora y lo sé perfectamente.
Debería sentir pena por Pedro, pero en realidad, no lo conozco, él tiene a la
chica que quiero, y tengo ánimos de ser mezquino.
—Escucha. Tenemos tiempo antes de la
premier. Ella y yo tenemos una entrevista del infierno programada, pero
eso significa que estaremos juntos, bastante, sin la interferencia de
Pedro. Sugiero que trabajes en él desde el mismo ángulo. No puede quedarse en LA,
tiene escuela. ¿No se está graduando o algo así? Por qué no te apareces en
Nueva York para eso. Y pasan tiempo juntos luego.
Asiente, con su cara de póker firmemente
en su lugar. —Ya había considerado hacer eso.
Por fuera está muy calmada, pero su
respiración es superficial.
—Todavía digo que no la presiones hasta
que me involucre con Peter. Te rechazará desde el comienzo.
—De acuerdo. —Estamos a quince
centímetros de distancia, y no se está separando.
—Es en serio, Pablo. —Levanta una mano
para detenerme, supongo, pero su mano se encuentra con piel desnuda y
sus ojos se ensanchan, y sé que ambos sentimos la misma agitación.
—También yo.
Sube la mirada para verme como si fuese
alguna clase de retorcido enigma, luego suena un toque en la
puerta y salta, murmurando, “Jesús,” en voz baja.
Abotono la camisa mientras camino hacia
la puerta. Hay algo gratificante en hacer que una ex te desee, incluso
por un segundo.
Peter
No dormí en la habitación de Lali anoche.
En la habitación de Pablo no hubo juegos
que nos dejaran embriagados, ya que la última sesión de
fotos era hoy, pero Paula no tuvo problemas en convencer a Agustín que se encargara del bar y de mezclar
margaritas. Incluso, cuando las bebidas se habían terminado, todos bebieron
suficiente tequila para liberar inhibiciones y soltar lenguas. Y Lali y yo tuvimos demasiado
como para arriesgarnos.
Una mirada a sus ojos medio delineados y
supe que fallaría a cualquier examen que implicara tenerla en la cama
con bóxer o franelas de por medio.
¿Lo peor? Quería fallarlo, y habíamos
estado toda la tarde sin tocarnos. Mi historial sexual comenzó con Zoe,
seguido por un autoimpuesto período de sequía, esperando a que Cara
naciera, y que Zoe regresara —lo que no ocurrió. Luego, algunos experimentos de relaciones de universidad indiscriminadas. Nada me había
satisfecho al final y, cuando era capaz de sentirme encendido y de querer una
conexión física, nunca sentí nada más intenso. Nada más profundo, ningún
enlace emocional. No fue sino hasta Lali. Para el momento en que la había
dejado en ese aeropuerto, el octubre pasado, quería tantas cosas con ella,
que me asustaba hasta la muerte. Esperé que se desvaneciera con el tiempo, y
luego de la sesión con VF en Marzo, me sentía seguro de haberlo superando.
Y luego allí estaba ella, un mes después
—de pie en esa maldita cafetería, nuestras miradas se encontraron por
encima de la cabeza de Cara.
Mi hija había demandado chocolate
caliente luego de su ensayo de danza, introduciendo sus pequeños deditos
helados dentro de mi suéter para probar su necesidad por él. Si no nos
hubiésemos detenido exactamente allí, exactamente en ese momento, Lali y yo
nunca hubiésemos cruzado caminos cuando tenía mi guardia baja. No estoy
seguro si creo en el destino, pero esto puede ser la evidencia de ello.
Lo llaman caer enamorado porque es menos
como subir y más como tropezar. El tropezar es la parte donde
todavía intentas mantenerte de pie. Con Zoe no había luchado contra eso. Solo me
metí de una vez, de cabeza. Con Lali, luché hasta el final, y ahora,
había perdido.
Lali: ¿Vas a dormir aquí?
Yo: No es una muy buena idea esta noche.
No respondió por varios minutos, en los
cuales me llamé todas las clases de idiota, esa era una invitación
abierta, como lo era la mirada progresivamente sin reservas de sus ojos toda la tarde.
Sólo quería estar seguro de sus sentimientos, no que se preguntara sobre
los míos.
Yo: Esto tiene todo y nada que ver con
cuánto te deseo. Si estuviese en tu cama esta noche… luego del alcohol... Te
deseo. Créeme.
Lali: Ahora me siento un poco como una
descarada.
Yo: NO, no es a lo que me refiero. Soy
yo. Sería muy difícil. Mañana en la noche, sin beber y seré bueno.
Lali: Demonios, debiste haberme dicho
esto antes de las margaritas. Hubiese practicado mi “solo di que no”.
Me refiero al alcohol :(
Yo: Qué bien cómo me haces reír durante
esto. Descarada, de verdad. Estoy a punto de ir a tu habitación y
comerte hasta el infierno.
Lali: Quiero que lo hagas.
Yo: Oh Dios Mío, Lali…
Lali: Lo siento.
Dos repiques. Tres repiques. Por mi cabeza
rodaba, por favor no me mandes al buzón. Contestó hablando.
—Peter, lo siento, de verdad, yo.
—No, por favor no te disculpes. Es por
eso que te llamo. —Me recuesto en la cama, con los ojos cerrados. El
efecto del alcohol disminuye, pero no se ha ido completamente—. No te disculpes,
Lali. —Mi voz es casi un murmullo—. ¿Recuerdas esas cosas que dije que
quería hacerte? —Algunas de nuestras llamadas y conversaciones por Skype,
durante el último par de semanas, nos habían reducido a papilla.
Su respuesta fue un jadeo. —Sí.
—Nada de eso ha cambiado. Aumentado, tal
vez. Algunas de esas cosas parecen bastante aburridas, en realidad.
—Oh, Dios. Ni siquiera estoy segura de
lo que… lo que eso significa… La imagino, acostada en su cama,
exactamente como yo estoy en la mía.
—Sí. Lo sé. Es por eso que estamos
esperando un poco.
—Pero vas a regresar a Nueva York.
Su tono resentido me hizo reír. —Sí. Y
volveré a LA en tres semanas.
Su suspiro es lejano. No aliviado, o
exasperado. Sólo… resignado.
—De acuerdo. —Sonando mucho como Cara,
cuando no obtiene lo que quiere y sabe que no va a hacerlo.
—Simplemente no quiero aprovecharme de
ti, ni presionarte. —Mentiras, mentiras, mentiras. La deseo tanto que
puedo imaginarme su esencia, la textura de su piel debajo de mis dedos…
—Pero Peter, yo te estoy presionando.
—Sí. —Mi voz es como un gruñido —muy
apropiado al hambre salvaje que corre por mi cuerpo—. Y, en tres
semanas, te lo voy a permitir. Si todavía lo deseas.
—Lo haré.
Le entrego un termo cuando llega a mi
lado, luchando con el impulso de deslizar mi brazo a su alrededor y
besarla.
—¿Lista? —Pregunto, y ella asiente. Tomo
su mano, lanzando la mochila a uno de mis hombros. Esto es un riesgo,
pero solo es para cruzar el lobby. No la quiero mortificada por historias de
múltiples relaciones como lo había hecho en Austin, así que debemos permanecer en
secreto, hasta después de la premier. Lo entiendo, pero aun así
apesta—. Empaqué agua, panecillos y una manta. Me imaginé que esta mañana sería
más sobre ver el amanecer y menos sobre hacer ejercicios.
Su mano le da un apretón a la mía.
—Suena perfecto.
El Jeep es ideal para conducir en la
mañana, y el clima es frío, pero no conduce a la conversación silenciosa.
Debemos gritar para poder escucharnos por encima del ruido del camino.
Quedándonos en silencio luego de unos minutos, sólo nos sostenemos de la mano
y vemos cómo las luces de la calle se apagan, cuando el cielo comienza a
aclararse. Anoche estuve una hora en internet asegurándome del camino hacia
Griffith y la ruta que tomaremos una vez allí. El cielo ya está a la mitad
del horizonte para el momento en que llegamos al lugar que había visto en el
mapa, y extiendo la manta.
Juntos tomamos café y vemos lo que queda
del amanecer. Quizás deba decir que ella lo mira, mientras yo la
veo a ella. Muy pocas veces estoy así de cerca de ella y me permito el placer de
mirarla, de absorberla —todos los detalles aparentes. La imagen borrosa de
una cámara web nunca revela los delgados cabellos rubios de sus sienes,
y la oscuridad de su cama esconde las pecas debajo de su oreja y el rubor en
sus mejillas cuando se da cuenta que la
estoy examinando.
Inclinándome hacia ella, le digo
suavemente—: Eres tan hermosa.
Sus pestañas se elevan al mirarme a los
ojos antes de cerrarse.
—No, tú lo eres.
Un lado de mi boca se levanta. Estamos
un poco fuera del camino concurrido, pero no tan lejos que no
podamos escuchar a la gente caminando y hablando. —Dios. —Uno de ellos dice,
quedándose de pie justo fuera de vista, donde hay una gran panorámica del
amanecer—. ¡Tan hermoso!
Lali y yo aguantamos la risa, tratando
de evitar la atención. La beso suavemente. —Ves, él está de acuerdo
conmigo. —Murmuro.
Ella se inclina hacia delante, con su
mano en mi mandíbula.
—Quizás está de acuerdo conmigo. —Cuando
comienza a reír, cubro con mi boca la suya, por una parte para
acallarla, pero principalmente debido a que no puedo escapar de la necesidad de
besarla nuevamente.
Poli
No se me había ocurrido cuánta ventaja
tenía esta sesión de fotos, y era hacer que Lali nuevamente se
acostumbrara a mis toques. No era que particularmente respondiese a ellos.
Lamentaba esa pérdida de su mirada anhelante y embelesada que tenía cuando
comenzamos a filmar Instituto Prejuicio, el pasado agosto, pero, de
nuevo, el hecho de que esté menos afectada por mí, lo compensa.
Sí, soy uno de esos chicos —más
encendido por lo que no tengo que cualquier otra cosa. Aunque cuando
piensas en ello, ¿Cuán sorprendente es eso? Cuando escoger a las chicas es tan
simple como decidir la que quieres — en realidad sin mucha diferencia de
cuando escoges el almuerzo— por supuesto las que se destacan serán las que no
vengan cuando las llamas.
Lali es como la pizza que sólo obtengo
en ese pequeño lugar en el medio de Brooklyn, y en ningún otro
lugar. Si viviera en Brooklyn, quizás no sería tanto problema. Pero vivo en LA, y
demonios, odio cuando pienso en esa pizza que no puedo tener.
Estamos en algún lugar de las colinas de
LA, pero en el fondo es básicamente en medio de la nada. El
suelo es rústico y natural, pero cuidadosamente cultivado para que se vea
de esa manera, en vez de sólo dejar la tierra virgen. Mis padres
probablemente lo odiarían. Nuestro césped parece que pertenece más bien a un paisaje
inglés —rodeado de setos y arbustos con formas, rosas, etc.
Es impresionante pero un poco gracioso y
fuera se sincronía, al mismo tiempo.
Lali está sentada en un columpio de
madera, sostenido en una de las ramas de un árbol muy alto. Miro hacia
arriba y me pregunto cómo hicieron para colgar las cuerdas tan alto —si
alguien lo trepó como se hacía hace unos cien años, o si trajeron un camión con
una escalera, o una de esas cosas largas con cubetas al final que usan los tipos
que trabajan en las líneas telefónicas.
Mientras el fotógrafo rehace la toma por
lo que parece la centésima vez y esperamos por instrucciones, sostengo
las cuerdas por encima de la cabeza de Lali, con mis meñiques rozando sus dedos
índices.
—Si no nos dan un descanso para almorzar
pronto, voy a comenzar a comerte. —Murmuro, con cuidado de no
inclinarme tan cerca—. Estoy jodidamente hambriento. —Justo en ese
momento el estómago de Lali gruñe, lo que nos hace reír a ambos. La cabeza
del fotógrafo se levanta y comienza a tomar fotos. Maldición si no estoy
pensando en esa pizza ahora. Y luego en Lali diciéndome que sí esa noche en mi
habitación el pasado otoño, horas antes de que todo se fuera al infierno.
—Pablo, dale un suave empujón. —Tiro del
columpio hacia atrás, luego lo suelto, y ella se balancea adelante y
luego regresa de nuevo a mí.
Nunca había intentado ganarme una chica fingiendo solamente intenciones amistosas, mayormente porque
parece contra todo sentido común.
El plan de Paula no es infalible, pero
si llega a tener éxito metiendo a Pedro en su cama, Lali estará
perturbada. Y yo estaré justo allí para asegurarle que es deseada y proveer
soporte emocional —la clase de soporte que todos necesitan luego de descubrir
una infidelidad. Antes, ella se sentía atraída a mí. No hay razón para que esos
sentimientos no puedan ser revividos con Pedro fuera del camino. Todo lo que
debo hacer es tener paciencia. No precisamente mi fuerte.
A mi hermana le dieron el alta hoy!!! Sigo subiendo a pedido de ella, pero ahora me esta supervisando jajaa.
Cuando pueda, se pone ella y les explica bien todo.
Saludos
Que bueno!! Mas
ResponderEliminarEspero que se siente bien!!!
ResponderEliminarBuenísimo k ya esté en casa,ahora a relajarse.
ResponderEliminarLlénala d mimitos,k eso ayuda mucho.
No soporto a estos dos intrigantes d Paula y Pablo.
Solo espero k Peter y Lali no caigan en su trampa,ellos están haciendo las cosas bien ,y con calma.
Que bueeeeeno, mandale besos y que bueno que este mejor :))
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