jueves, 17 de julio de 2014

"Entre lineas" capitulo 72




A pedido del publico...

Peter
—Olvidé preguntarte ¿Cuándo llegaste, y cuánto tiempo te quedarás, y te quedarás conmigo? —Sus preguntas fueron rápidas, seguidas de un sonrojo a sus mejillas.
Hemos estado sentados en un banco en el parque, observando a la gente.
El parque en el vecindario de Lali cuenta con un estanque artificial, con una fuente en el centro. Es la mitad de tamaño del Turtle Pond en el Central Park, y contiene una colección de gordos y perezosos patos. Cuando los niños lanzan pequeños trozos de pan al agua, los patos sólo engullen lo que está lo suficientemente cera. Cualquier cosa arrojada lejos de un metro de un pato se humedece y se hunde.
—Llegué a Sacramento anoche. Me voy mañana al mediodía, lo cual me tendrá en el JFK alrededor de las ocho a la hora de Nueva york. Y me estoy quedando en un hotel en el centro.
Sus ojos siguen a una pareja de ancianos que deambulan tomados de la mano por la acera. —¿Por qué no me llamaste cuando llegaste anoche? —La miro y espero que ella recuerde nuestra llamada telefónica—. Oh. Correcto. Pero, ¿No puedes quedarte otro día o mañana en la noche?
Sonriendo hacia un pequeño niño que lanza pequeños trozos de comida a los patos, me permito una sonrisa privada ante el oculto malhumorado tono de voz.
—Cassie tiene que llevar a Caleb a un chequeo, y todos los demás estarán trabajando el lunes, así que tengo a Cara. Y le prometí un viaje al zoológico ya que he estado fuera o estudiando mucho últimamente.
—Oh, por supuesto. —Observo su rostro, mientras finge ver los patos, a la vez que contempla mi responsabilidad hacia mi hija. Siento, también, la otra pregunta que ella no hace.
—Me encantaría que te quedaras conmigo esta noche. —digo, y levanta su mirada para encontrarse con la mía—. Pero creo que tu papá es como yo.
—Lo es.
—Prefiero que él continúe siendo como yo.
Lali mira los patos una vez más, observando como los trozos de pan se hunden. —Hablé con él sobre tener un departamento en lugar de un dormitorio. —El viento sopla y lanza un mechón de cabello sobre su rostro, y automáticamente alargo mi mano para colocarlo detrás de su oído. Se vuelve hacia mí, su ceño fruncido, sus ojos buscando los míos—. Sé que piensas que vivir en un dormitorio es lo más normal para una chica o algo así, pero quiero un departamento. He querido tener un gato desde que Malvina me hizo deshacerme de Héctor, y en los dormitorios no está permitido. Y quiero las plantas que Malvina dijo que succionan todo el oxígeno.
Entrecierro mis ojos, seguro de que ella no dijo eso. —No lo dijo, ¿Verdad?
Asiente, riendo. —Lo hizo. También dice que arruinan los suelos, lo cual podría ser verdad, pero no me importa. Quiero intentar hacer crecer las cosas. Quiero cocinar. Y no solo hacer café. Y dejar mis zapatos en la sala, y los platos en el fregadero. Y nunca, nunca, nunca, oler el aroma a pino.
Aparto otro mechón de cabello de su rostro. Su piel es suave, y ella es tan hermosa. Mis dedos están inquietos, apartando su cabello, colocándolo detrás de su oído. —Y, Peter, le dije que quería más privacidad que la que puedo conseguir en un dormitorio… por ti.
Mi mano se congela. Su padre no me había golpeado la cara o trató de asesinarme esta mañana, cuando me presenté en su puerta, sin previo aviso.
Ni siquiera fue grosero. Mi pulgar acaricia su labio inferior.
—Lo que dije antes sobre mudarte a un dormitorio, lo dije porque no quiero hacerte vivir una vida que no quieres. Quiero que seas libre de tomar las decisiones que son lo mejor para ti, sin tenerme en cuenta.
Sus pequeñas manos se cerraron sobre mi antebrazo, y ella inclina su rostro hacia mi palma. —Entonces, tienes que confiar en mí para tomar esas decisiones. Incluso si algunas de ellas te incluyen. —Cuando habló, las vibraciones de su voz viajaron a través de mi mano—. Solo porque te involucran, no quiere decir que elijo algo que no quiero.
Cierro mis ojos. No merezco esto, no la merezco, y sin embargo ella está aquí.
Me besa una vez más —un veloz y tímido toque de labios.
—Me gustaría desayunar contigo mañana, antes de tu vuelo a casa, si eso está bien.
—Sí.
—Y esta noche conocerás a mi mejor amiga, y te amará, o se la tendrá que ver conmigo.
Río suavemente y ella lo hace también. —Supongo que será mejor ser agradable con ella. No quiero ser el responsable de que pierdas a tu mejor amiga.
***
Cuando Candela llama, Lali camina hacia el pasillo con su celular, dejándome sentado en su cama, hojeando viejos álbumes de fotos de su mamá, antes de morir. Al otro extremo del pasillo, la conversación de Lali es perfectamente audible, incluso si habla siseando en voz baja.
No, no traerás a Joe para compararlos.
—Lo sé, y lo siento.
—Candela, voy a colgar la llamada. Él no tenía otra elección…
—No, no tienes voto.
—Él no es como él, en absoluto.
—De acuerdo. Te veré en una hora.
Regresa a la habitación, su boca haciendo una mueca. —Probablemente escuchaste todo, ¿Uh?
Le dedico una sonrisa y palmeo el espacio a mi lado. —Ven aquí.
Sus ojos están ensombrecidos por la preocupación, lanza su teléfono al buró y viene a colocarse frente a mí. Tiró de ella hacia la cama y la beso, hasta que se relaja. —Deja de preocuparte. Todo saldrá bien.
Una pequeña arruga sigue en su frente. —¿Cómo?
—De alguna manera saldrá bien. Te lo aseguro. —Recogiendo el álbum de fotos, señalo una serie de fotos que ella me dijo fueron tomadas en el Parque Griffith—.Te pareces a tu mamá.
—Excepto por lus ojos. —Inclina su cabeza hacia atrás, apoyándola sobre mi hombro—. Los ojos de mi mamá son de un castaño oscuro como los tuyos. Los míos son como los de mi papá.
Uso esa excusa para examinar sus ojos de nuevo. Si yo los pintara, podría usar una base de gris tormenta, con manchas verdes sobre ella, y pequeños puntos dorados.—Recuerdo       pensar en eso cuando nos encontrábamos en el café. Cómo no te parecías a nada en él, excepto por tus ojos. Nunca he conocido a nadie con ojos como los tuyos, y son exactamente… un color hermoso, brillantes. Basándome únicamente en los ojos, nadie tiene comparación con los tuyos.
—Cara tiene tus ojos.
Asiento. —Los tiene.
—¿Y el cabello de su madre? —Asiento otra vez, observando su confusión.
—Pero, ¿Nunca ha conocido a Cara, o llamado, o pedido una fotografía, o algo?
Niego con la cabeza.
—¿Cara está de acuerdo con eso? ¿Ha preguntado por su madre?
—Está bien. Muy bien, de hecho. Mamá, Carrise y Brynn están más que feliz de llenar la vacante.
Lali mira las fotos de su madre que perdió a los seis. —Eso es bueno.
Me alegro. —Observo su rostro desde arriba, la manera en que sus mejillas se estiran con una sonrisa—. Mi abuela y la madre de Cande hicieron un buen trabajo conmigo, creo. Me enseñaron a ser una chica.
Mis dedos hacen un camino a los costados de su rostro. —Hicieron un increíble trabajo. —Levanto su barbilla y acerco mi cara a la suya, en silencio alabo a cada mujer que la hizo ser quien es. Incluso a Malvina… a pesar de que nunca le diría eso a Lali. Una verdad aprendida de cuatro años de estudiar literatura: nada mejor para construir el carácter de una antagonista.
***
Candela es tan directamente opuesta a Lali en apariencia, que tengo que darme una sacudida mental. Cabello rosa. Botas de combate. Ojos oscuramente delineados. Una chica Emo con una inclinación al animé. ¿Y un novio con buen gusto?
Por supuesto que esta chica es su mejor amiga.
Cuando nos sentamos en una cabina en Chili’s, Emily señala mi camisa.
—Así que tu, uh, ¿Te gustan? —Oculta su tono entusiasta de fanática.
Bajo la mira a mi pecho y después la levanto. —Oh, sí. Son brillantes. ¿Los has visto tocar en vivo?
Se encoge de hombros. —No aún, pero definitivamente lo haré. ¿Tu?
Asiento. —Un par de veces.
—¿Qué? ¿De verdad? —Adiós indiferencia. Presiona sus labios para tratar de frenar su interés, mientras Luca y Lali suprimen sus sonrisas.
—Sí, el bajista y el baterista fueron compañeros míos en Columbia. Chicos geniales.
Su boca cae abierta. —Escúpelo.
—Sí. Se supone que harán un Unplugged este verano, creo. Quizás podrías colarte a la grabación, si estarás en Nueva York. —La mano de Lali se desliza sobre la mía y tira de ella hacia su regazo. Aprieto su mano y ella regresa el apretón.
Candela parpadea, aturdida. Supongo que no se aturde fácilmente. O a menudo. —Uh, sí, eso sería genial.
Luca aclara su garganta para ocultar una risa. —Entonces, ¿Fuiste a Columbia, hombre? —Pregunta. Asiento—. Teatro, ¿verdad?
—No. Literatura. —Espero que reaccione como Pablo, sin nada más que decir. Pero no, él planea estudiar Inglés en la Universidad de Colorado, donde Candela planea especializarse en Antropología. Cuando comenzamos a discutir teorías literarias y programas de escritura, en la forma en que algunos chicos hablan sobre estadísticas deportivas, las chicas se ríen de nuestra jerga académica, pero se sonríe la una a la otra, secretamente.
Y así de sencillo, estoy dentro.

Poli
La última expresión que esperaba ver en el rostro de Lali el lunes por la tarde, era de felicidad.
Después de que la maquillista hiciera su trabajo, esperamos detrás del escenario para ser llamados al set de Conan. Al principio, pensé que estaba fingiendo estar feliz para la entrevista. Luego noté que era real. Hace cuatro días atrás, le mostré a Laliuna foto que debería haberla devastado arruinado cualquier posible relación que hubiera comenzado con Pedro. En su lugar, ella resplandecía como el sol.
—Ésta es una transformación inesperada. —Sonreí, rígidamente, hacia su resplandeciente rostro. El sofá verde era pequeño y nuestras rodillas se tocaban un poco. No parecía darse cuenta. No hay duda en mi mente de que su actual estado de ánimo no tiene nada que ver conmigo.
—Tenías razón sobre esa foto.
—¿Cómo?
—Se quedaron dormidos juntos, pero nada ocurrió. Estuviste en lo correcto, sobre que ella estaba provocándote o lo que sea, porque parece que eres el único a quien se la envió.
Así que Pedro no confesó su culpa, incluso después de esa foto —¿Y se las arregló para convencerla de que nada ocurrió? Eso me temo. El chico tenía los cojones más grandes de lo que pensaba. Consideré dos posibilidades: O intentaba jugar con ambas… o consideraba a Paula un revolcón de una noche
—un error que no pensaba repetir.
—Sé lo que estas pensando. —dice Lali.
Lo dudaba. —¿Qué estoy pensando?
—Que me está mintiendo. Pero sé que no lo hizo.
Increíble. Prácticamente todo lo que hice el otoño pasado le enseñó a Lali a desconfiar, ¿Pero estaba dispuesta a pasarlo por alto?
—Así que después de la comprometedora —algo que podría decirse incriminatoria— foto de él en la cama con Paula, no estás preocupada de que posiblemente esté engañándote. Tengo que conocerlo más a fondo. —Él es un Dios, puede salirse con la suya.
Suspira. —No todos los chicos son mujeriegos, Pablo.
—Auch.
—No quise decirlo de esa manera.
La miro fijamente y no pregunto de cuál otra manera podría querer referirse. Las posibles respuestas son un revoltijo de nada importante, una reprimenda o un coqueteo y al final decidí no decir nada. Después de unos segundos, aparta su mirada.
Una asistente aparece para decirnos que tenemos cinco minutos. No podemos ir por allí con esta incomodidad y falta de contacto visual. Intento hacer una pequeña charla y regresar a la normalidad, le pregunto que hizo el fin de semana.
—Pase el rato con Cande. Y, umm, Pitt estuvo en Sacramento el sábado y el domingo.
—Ah. —¿Qué diablos pasó? Mi cerebro está zumbando al pensar en las razones por las cuales Pedro viajaría por el país para estar con ella. Sospecho que Paula no sabe nada de esto.
—Vimos una película el sábado por la noche y vi el tráiler de Instituto Prejuicio. Sé que es una rutina para ti, pero verme a mí misma en la pantalla se siente extraño. La película se ve bastante buena, sin embargo.
—Pareces sorprendida.
Ríe. —Supongo que lo estoy, un poco. La última vez que una novela de Jane Austen fue modernizada fue Fuera de Onda.
Le sonreí. —Eres una snob de esos libros.
Antes de que pudiera volver mis pensamientos a Pedro, en Sacramento, la puerta se abrió y volvió a aparecer el     asistente. —Ustedes siguen.
La entrevista con Conan va bien —La combinación entre comedia y hablar de trabajo ayuda a desenvolvernos mejor. Cuando pregunta sobre las historias que improvisé en Ellen, las embellezco con ayuda de Lali, quien le invita a Conan a sentir las pataditas del bebé. La audiencia cree que somos muy graciosos. Presenté un par de videos de la película —uno de los cuales incluye un ardiente beso entre Lali y yo que pone a todos eufóricos y emocionados, y luego nos vamos.
Antes de separarnos, le doy un rápido abrazo a Lali y un beso en la mejilla —porque es el lado de su cara que me ofrece cuando me inclino hacia ella. Luego se adentra en la limusina hacia el aeropuerto y yo en mi auto, marcando el celular de Paula.
—¿Eres consciente de que Pedro estuvo en Sacramento este fin de semana?
—¿Qué?
—Lo tomaré como un no. Él, obviamente, esta jugando con las dos. Lali se presentó a la grabación de Conan, feliz como una mierda. Prácticamente resplandecía y esta completamente convencida de que nada ocurrió entre ustedes. Lo subestimé.
—Él no es como tú. —Su tono fue hiriente.
—Jesús, Paula, ¿En serio? ¿Te lo demostró tan bien? O quizás está planeando utilizarte como un revolcón —como la otra— mientras tendrá su relación con Lali públicamente…
—No tuvimos sexo, ¿De acuerdo? —Sus palabras eran enojadas, como si las escupiera—. Lo que él le dijo fue cierto. Se quedó dormido y me dormí a su lado.
Estoy conduciendo en un estado de shock. En realidad tengo que volver a cerrar la boca. —Bien, espera. ¿Estás diciéndome que aún no se ha acostado contigo? Tienes razón. Olvida el comentario de que él es como yo.
—Vete a la mierda.
Mis manos se aprietan en el volante. —¿Y ahora qué? —Hago la pregunta que nunca debí haber preguntado. No había un ahora qué. Estaba hecho. Perdimos. Por otro lado, ninguno de nosotros perdió nada en realidad. Sólo regresamos al punto de partida, como el maldito juego de mesa de serpientes y escaleras que mamá jugaba conmigo cuando era niño, antes de que decidiera volverse una borracha a tiempo completo.
—La noche del estreno. —dice.
—La noche del estreno ¿Qué? ¿Estás planeando desnudarte sobre una mesa con la esperanza de llamar su atención? Para mi es obvió que ya ha tomado una decisión.
—Lo que ocurre con Peter y yo es asunto mío, no tuyo. —Replicó de regreso. La imaginé con su boca echando espuma, porque, francamente, eso es lo que parecía—. Tú deberás estar allí para consolar a Lali cuando lo necesite, porque va a necesitarlo.
Sacudo mi cabeza, incrédulo antes su negativa a enfrentar el fracaso.
—Correcto.
Ignorándome, habló fuertemente y la escuché a pesar de mis dudas. —Ve a su habitación antes de que nos marchemos del estreno. Discute sobre caminar por la alfombra roja juntos, arreglar los asientos del teatro, pasar un rato en la fiesta, lo que sea. Mientras tú estás allí, deja algo en su habitación, algo no muy visible —como tu teléfono. Déjalo en silencio y bloqueado, claro. Y borra todos tus mensajes, por si acaso.
Paula ha perdido definitivamente la razón.
—No creo que Lali sea el tipo de chica que revise y lea mis mensajes.
—Cállate y déjame pensar. —Maldición, me alegraré cuando esto termine.
Me encantaría decirle que se vaya al diablo, pero me está ofreciendo una posibilidad de estar con Lali, así que me muerdo la lengua—. Tan pronto como todos estemos en nuestras habitaciones después de la fiesta, llama al teléfono de su habitación. Dile que dejaste tu móvil en su dormitorio y pregúntale si puede traértelo al pasillo de tu habitación, porque no te sientes bien. Cuando cuelgues con ella, llámame a mi celular. Estaré lista para salir y arreglarlo todo. ¿Crees que puedes hacer eso?
—Sí, claro, puedo manejarlo. ¿Que es exactamente lo que tendré que manejar?
—No lo sé. Tengo que pensar. Sólo estate listo. Cuando cuelgue el teléfono, dame un par de segundos y luego sal al pasillo y encuéntrala.

Peter
Volé a LA con Tim Warner —Sr. Bennet en Instituto Prejuicio— quien también vive en Nueva York. Discutimos proyectos futuros y charlamos sobre Pablo —específicamente, Pablo y su falsa relación. Me encontré a mí mismo tamborileando el brazo de la silla y no haciendo contacto visual cuando él mencionó que son una linda pareja.
—¿Dije algo malo? —dice Tim, con una pequeña inclinación de cabeza.
—Um, no. —Trato de parecer confundido por la pregunta, negando con mi cabeza y encogiéndome ligeramente de hombros.
—Umm —Él no me cree—. Peter, yo fui un chico gay, en Alabama, a principio de los ochenta. En el interés de salvar mi propio culo, he aprendido a ser enigmático y cómo ser discreto, así que sé cómo reconocerlo cuando lo veo. Tienes una misteriosa parte oculta, pero, ahora, no mentir, es una basura. Confesarse es bueno para el alma, yo sé escuchar. Así que, ¿Qué te mueres por decir?
Como Pau, él no tiene acento. —No suenas como si fueras de Alabama. —Agregué.
Se encogió de hombros. —Me fui a Nueva York cuando tuve diecisiete, decidí alejarme de mi pasado en todas las formas posibles. Fue una buena cosa, pero también un poco trágico. Pero no estamos hablando de mí. Hablamos de ti. Dado que tenemos cinco horas de vuelo por delante, quizás sea bueno que comiences a hablar. —Arqueó una ceja—. Juro que te sentirás mejor después.
Suspiro, admitiendo la derrota. —¿Alguna vez tuviste que fingir estar en una relación con tu coprotagonista porque la producción así lo quería?
Me lanzó una mirada puntiaguda. —No, pero ciertamente tuve que fingir no estar en una relación con un compañero de reparto, porque la producción no quería que se supiera.
Miro mis manos. —¿Sí? Bueno, yo también. A pesar de que la producción realmente no sabe de ello. Es más bien una cláusula no dicha, debajo de toda la publicidad que envuelve a Lali y Pablo.
—Pensé que ellos salían. ¿Tuvieron una pelea o algo…?
—No, rompieron el pasado otoño.
Ambos aceptamos el servicio de café y una galleta caliente que la azafata nos ofreció. Di lo que quieras —Viajar en primera clase es un ejemplo impactante de  disimilitud entre los privilegiados y los no-privilegiados.
Mientras Tim y yo disfrutamos de una comida  cara, algunos aperitivos y atención constante, cientos de personas en la parte trasera del avión tienen suerte si consigue un paquete de galletas saladas y un refresco.
—Ah… bueno, como mi gaydar no está sonando en lo que a ti se refiere, supongo que tu amante secreto es Lali, no Pablo. ¿Por cuánto tiempo han ocultado eso?
Río entre dientes ante la sola idea de Pablo y yo en una relación, pero mi sangre corre con fuerza ante la noción de Lali como mi amante. —Uh, sí, Lali. Y hasta después de las grabaciones.
—El estreno es esta noche, y la película estará en cine el viernes… ¡Eso es en dos días! ¿Qué hay con esa cara de cachorro triste?
Paso una mano a través de mi cabello. Gay o no, Tim es un chico. —No puedo soportar verlos fingir. Quizás porque tuvieron algo el pasado otoño—. Sigo imaginándolos juntos, lo cual es absurdo y estúpido. Pero me está volviéndo loco. Nunca me he sentido así.
Asiente con la cabeza, sus labios apretados.
—El hombre de las cavernas. —dice finalmente.
—¿Quién?
—Cada hombre tiene un hombre de las cavernas dentro. A menos que sea una flamante chica, en ese caso tiene una perra celosa. Pero estoy divagando.
—Comienza a comer su galleta y pienso en su reflexión sobre los impulsos de Neandertal, hasta que me mira a los ojos—. Imagínate a ti y a Lali solos. Ella te mira profundamente a los ojos y declara: eres mío. ¿Cómo te hace sentir eso?
Era jodidamente obvio como me hacía sentir —mis dedos se curvaron en mis palmas, mi pulso se aceleró, mi respiración se volvió irracional y no me sorprendería si mis ojos estaban dilatados.
Rió entre dientes. —En privado, acá entre nos, no hay nada malo con un poco… de hombre de los cavernas. O una mujer de las cavernas, como sea el caso. Es natural.
Yo prácticamente había llevado a Lali a su habitación de hotel y entrado a su cama la primera vez que la vi después de que decidimos estar juntos. La probabilidad de que eso volviera pasar, tan pronto como llegar al hotel esta tarde, eran altas. Quería tanto tocarla que mi piel se tensaba al pensar en ella, mis terminaciones nerviosas se sensibilizaban y ardían. Esas reacciones eran viscerales —primitivo. Y he estado tratando de reprimirlas desde el primer momento que la vi. Que desperdició de energía ha sido.
—Gracias, Tim.
—Me alegra haber servido. —Arqueó sus cejas una vez más, tirando de los auriculares e inclinado su asiento hacia atrás.


Mañana últimos 2 capítulos!! No se preocupen que van a tener Laliter en estos capis ;)

4 comentarios: