Poli
—Tu padre dice que estará en casa esta
noche. ¿Por favor, Poli? — Mierda.
—Sí, seguro, mamá.
Las cenas con Bartolomé y Julia siempre
son entretenidas. Las evito cuando me es posible, pero mamá me ha arrinconado
antes de que me vaya a mi reunión con Larry, mi agente relaciones públicas.
Ella está tan ansiosa que es difícil para mí decirle no. Papá no parece tener
el mismo conflicto. Tiene una visión idealista de nosotros como una familia
feliz: Si nos sentamos juntos en la mesa, mágicamente se producirá la felicidad
doméstica. ¿Por qué no deja de hacerse ilusiones, tomando en cuenta que esto
nunca ha funcionado antes? No lo sé. Me iré pronto de todas formas. Me niego a
contemplar hasta qué punto ella va hundirse entonces. No he decidido cuando me
voy a mudar, de hecho. Mi dormitorio tiene una entrada independiente y se
parece más a un apartamento unido a la casa de mis padres que una habitación
dentro de ella. Mi abuela vivía con nosotros hasta que murió hace unos años, y
esta fue su suite. No mucho después de que ella se hubiera ido, hablé con mamá
acerca de dejarme cambiar habitaciones. Papá se molestó porque yo tenía como
quince años y podía ir y venir sin que ellos lo supieran, pero ya me había
mudado cuando él se dio cuenta y lo ignoré hasta que dejo de molestar.
—Felicidades por estar en Instituto
Prejuicio, hombre —aduló Larry, como de costumbre. Estamos en un lugar donde
venden sushi en Ventura, y él me está irritando demasiado. Ni siquiera puede
usar los palillos correctamente, es como si sus manos fueran retardadas.
—Gracias. —Introduzco un pedazo de
sashimi de salmón en mi boca.
Él aclara su garganta. —Bien, así que,
bueno… —Mierda, hombre, escúpelo ya—. Estamos pensando que tú deberías, uh,
incluirte en algunos esfuerzos caritativos, ahora que eres un adulto. —Tiene un
aspecto cómo si yo fuera a tener un problema con eso, lo que me hace preguntar
si debería tener un problema con esto.
Lo observe, aun masticando. — ¿Cómo qué?
Juro por Dios que él se retorció en su asiento como un niño a punto de orinarse
en los pantalones. —Bueno, hay muchas opciones. Teletones, o bien, eh, un día o
dos de algo como un Hábitat para la Humanidad, podrías apoyar la alfabetización
de personas adultas o la vacunación infantil con un comercial de televisión.
Había olvidado la tendencia de Larry de
decir bien y uh cuando está nervioso. Me dan ganas de meterle el sushi en su
boca hasta que ya no pueda hablar en absoluto.
—No voy a hacer Teletones o trabajo
manual.
— ¿Y vacunación infantil?
Arqueé una ceja. — ¿No deberían dejar
eso a la gente con niños?
Él limpió su cara con una servilleta.
—Bueno…
Esto va a tomar todo el maldito día. —
¿Nada más?
Picoteó su pedazo de atún. —Podrías visitar
escuelas, participar en presentaciones de conciencia sobre drogas y alcohol…
—Um, no. —La ironía sería muy graciosa,
pero no lo voy a hacer. Sería como las famosas celebridades adolecentes que
pretenden ser vírgenes, luciendo anillos de castidad y predicando la
abstinencia a otros adolescentes, sólo para ser atrapados con los pantalones abajo
en algún momento. Literalmente. Ya tengo la suficiente vigilancia por parte de
la prensa sin desafiarlos a atraparme ebrio o drogado.
—Bueno… uh, podrías simplemente donar
efectivo…
—Vamos a hacer eso. Consulta con mi
papá, él se encargara.
— ¿Tienes una causa en mente?
Lo volteo a ver en blanco. La única
causa en la que creo es la mía. ¿Los pollitos son como animales, verdad? —Algo
con animales. —Estipulación: mientras más lindos mejor—. Pero no locos grupos
activistas. Y que sea animales domésticos, no salamandras en peligro de
extinción o esa mierda.
—Oh está bien, bien… animales
domésticos, ¿Como la SPA 1?
—Seguro. SPA. Algo… Algo… Algo de
animales.
Lali
Estoy recalentado mi cena en el
microondas cuando mi celular comienza a sonar con el tono de llamadas de Can.
Ella no espera por un hola. — ¡Mira el canal diez!
—Está bien, sólo un minuto…
— ¡No! ¡Ahora!
Me dirijo, obedientemente, a la
televisión. —Tranquila, voy para allá. ¿Qué está saliendo?
—Quien está saliendo, querrás decir.
Programo el canal en el control remoto y
la pantalla estalló en destellos de imágenes y la música del tema familiar de
Entertainment Tonight. —…Y él está aquí esta noche para hablarnos de un nuevo
proyecto en el que trabaja, —dice el anfitrión mientras la pantalla de 52 pulgadas
alcanza al sistema de sonido envolvente.
La cámara muestra a Pablo Martínez, el
hombre más sexi, en una película. —Sí, estoy realmente ansioso por eso —Retira
el cabello rubio oscuro de sus ojos y sonríe con esa sonrisa de marca: un poco
tímida, algo humilde, totalmente sexi.
—Oh. Mi. Dios —suspira Cande.
Pablo Martínez es toda una delicia para
la vista: ojos azules oscuros enmarcados con largas pestañas oscuras y boca
casi en un puchero, pero las líneas de su rostro son todas varoniles. Su
cabello esta perpetuamente despeinado, pero es un desorden sin errores. Él no
parece real; es como la interpretación hecha por un artista de un dios del sexo
de 18 años.
— ¿Escuchamos que la película va a ser
una adaptación de la clásica novela de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio?—El
anfitrión tiene el micrófono bajo su barbilla.
—Um, sí. Tiene lugar en una escuela estadounidense,
por lo que va a ser diferente. Fresco, ¿Ya sabes? Voy a estar trabajando con
Adam Richter, lo que realmente me emociona.
— ¡Lali! —Siento la euforia de Emily a través
del teléfono—. Esa es tú película, ¿Verdad? Vi el anuncio y pensé ¡Santa
mierda, es la película de Lali!
—Aja —No puedo responder coherentemente
aún. Pablo Martínez estará interpretando a Will Darcy en una adaptación de una
película por la cual yo no estaba del todo emocionada hace 24 horas.
—La pregunta que todo el mundo quiere
saber: ¿Quién va a ser tu coestrella?
—Vamos a comenzar con las audiciones en
un par de semanas, así que esperemos que sepa la respuesta a eso muy pronto
—Otra sonrisa asesina.
El anfitrión voltea hacía la cámara. —Ya
lo escucharon amigos. Pablo Martínez interpretara a Will Darcy junto a una
compañera suertuda aun sin ser nombrada, Lizbeth Bennet. ¿Quién será? ¡Los
mantendremos informados!
La filmación deberá comenzar a finales
del verano.
Apagué el televisor y me dejé caer en el
sofá.
—La, es el destino. Vas a ser tú. Pablo
Martínez es Darcy y tú vas a ser Elizabeth Bennet.
—Es Lizbeth —dije—. Cambiaron los
nombres.
—Como sea —Cande está llena de su
habitual confianza en representación mía—. Vas a ser ella.
Estoy exhausta de concentrarme en las
partes de las audiciones hasta las 2 a.m. El aroma de café fluye desde la cocina,
y yo me dirigí hacia allá, arrastrando los pies, sin otro objetivo en mente, un
zombi que ansía cafeína en lugar de cerebros, hasta que escucho a Malvina, mi
madrastra, hablando con mi padre en la cocina. Renuente a encontrarme con
alguno de ellos tan temprano, especialmente si se están sintiendo desairados
por mi reacción carente de entusiasmo hacia la noticia de la audición, vacilé
en la cima de la escalera.
—Ella vendrá. Siempre lo hace. ¿Qué va a
hacer? ¿Manejar su propia carrera?—Me tense ante el tono sarcástico de Malvina.
Mi padre es menos mordaz, más exasperado.
—Podría ser su boleto fuera de los pequeños papeles y comerciales. Ya han
elegido a Pablo Martínez para el protagónico. Dan dice que el chico
difícilmente tiene que audicionar. Si él quiere un papel en especial, está casi
garantizado que lo conseguirá.
—Además de ser deliciosamente caliente.
— ¿Cómo Malvina puede decir cosas como esas cuando Pablo Martínez está
asquerosamente cerca a la edad de los estudiantes de geografía a los que
enseña? Se podría pensar que pasa la línea de educación personal. Asco.
—No tengo ni idea lo que ella quiere
—dice él. ¿Si rento una valla publicitaria o contrato a un maldito avión para
que lo escriba en el cielo, podría comprender él lo que digo que quiero?
—Ella vendrá —dice Malvina—. Cuando sea
rica y famosa, tendrá un trabajo decente en lugar de estar cazando cualquier
mierda de roles que pueda conseguir. Aunque sería una exageración llamar
trabajar a lo que ella hace —Me aferro de la barandilla, esperando a que papá
diga algo en mí defensa.
—Umm —dice él, marchando hacia la puerta
para irse trabajar. Malvina se detiene frente a Buenos Días, América, porque
desafortunadamente las vacaciones de primavera aplican a los profesores,
también. Por lo general, no podría importarme menos su opinión, es tan molesto
escucharla a las primeras horas de la mañana. El café tampoco ya puede
inducirme bajar ahora.
Mi padre estaba allí cuando hice mi
primer comercial: diecinueve tomas para obtener el sorbo preciso de jugo, que
no impedía de dijera mis dos líneas sobre qué tan delicioso y saludable era.
Todavía no puedo ver jugo de uva sin tener náuseas. Estaba allí cuando el
director de una película de bajo presupuesto para la televisión me gritó en la
cara porque se me cayó un teléfono de utilería. Él observaba mientras yo sudaba
a mares a través del caluroso desierto de Arizona con un grueso abrigo
abrochado hasta mi barbilla, representando a la hija de un explorador
intergaláctico que había sido desterrado a un planeta seco y congelado. Pensé
que al menos él tenía claro qué tan duro trabajo. No me malinterpreten: me
encanta lo que hago. Y soy muy buena. Algunas personas asumen que actuar sólo
es usar la ropa o el acento de otra persona, pero eso no es todo. Tienes que
utilizar la piel del personaje, entrar en ella completamente, fusionarte con
ella. Debes convertirte en el personaje. Incluso si el personaje es un niño al
que realmente le gusta jugo.
Debería estar agradecida, me debería sentir
afortunada y lo estoy, lo hago. Pero incluso si tienes lo que todo el mundo
quisiera tener, si a ti no te gusta, no es lo que quieres.
¿Una versión en una escuela de una de las
mejores novelas de todos los tiempos? ¿Es en serio? A menos que Jane Austen sea
fan de Pablo Martínez probablemente ella está retorciéndose en su tumba.
Besos
Lunis♥