Poli.
Voy a la habitación de Paula primero.
Cuando ella abrió la puerta, fue un déjà vu durante unos dos segundos. Y luego
no. Hace cuatro años atrás, estaríamos encima del otro antes de que yo entrara
a su habitación. Esta noche, ella sólo me mira y se hace a un lado para
permitirme entrar. —Pablo—dice.
—Paula —Colocó
varias botellas pequeñas sobre una mesa, tomando un par y abriéndolas, y
comienzo a beber inmediatamente. Lanzó una botella a la basura, y abro la
segunda—. ¿Cuánto tiempo ha pasado? —dije, sabiendo que esto era un tema
espinoso para hablar.
Su mandíbula se endurece y ella se deja caer
sobre el sofá, tratando de parecer indiferente y sin miedo al mismo tiempo,
levantó su barbilla y me miró a los ojos. —No tengo ni idea. Llamaron a la puerta
y me giré, aliviado, llegó Emilia, Victorio y Ángela. Un momento después, llegó
Agustín.
Paula se remueve incómoda en el sofá,
mientras que Emi hojea la más reciente Cosmo en la única silla. El resto de
nosotros nos sentamos en el suelo, platicando, mientras me preguntó cómo
debería sentirme porque Lali y Pedro son
los únicos quienes no han llegado aún. Pasados cinco minutos ellos aparecen,
juntos.
—Por fin llegan
—se burla Emilia.
—De verdad, ¿Qué
les tomó tanto tiempo, chicos? —Los ojos como dardos de Paula vuelan entre
ellos dos.
Lali observo el territorio y cuadro sus
hombros —Tuve que hacer una llamada por teléfono —juguetea con la botella en su
mano—. Umm, ¿Dónde?
—Ponlo con las
otras cosas —Paula señala una mesa con una docena de botellas en miniatura.
Lali le da el tequila a Vico mientras Agus revisa los caballitos para tequila
con el emblema de una universidad estampados en los lados. Sonriendo hacia
Pedro, Paula acaricia el cojín a su lado, mientras que Lali se sienta en el
espacio entre Án y yo, exactamente donde yo quería.
—¿Quien es el primero,
chicos? —pregunta Paula.
Agus se pone de pie, coloca una mano sobre
su corazón y habla como si estuviera actuando para un papel de Hamlet. —Requiero
una dosis de valor alcohólico para el reto frente a mí.
—Concuerdo con
eso —Vico curiosea el envoltorio del cuello de la botella que Lali trajo, lo
cual sospecho fue a través de Pedro, destapó la botella y vertió varios tragos
de tequila.
Agarrando una botella de ron y vertiéndola
directamente en su botella de Coca-Cola dietética, Paula sugiere brindar por el
éxito de la película. — Antes de que estemos demasiados borrachos para recordar
lo que estamos haciendo —Todo el mundo obedientemente choca sus vasos y
botellas, murmurando: por la película.
— ¿Dónde está
Eugenia? —pregunta Ángela.
—Su novio estaba
esperándola en el vestíbulo cuando regresamos de cenar —Paula se encogió de
hombros—. Es una tonta, creo.
—De acuerdo,
espera —Agustín está incrédulo—. ¿El tipo que se presentó en el set para
terminar con ella? Que cabrón.
—No sé quién
rompió con quien, sólo que parecía bastante inminente. Por lo tanto, Sr. Sierra,
¿Qué preparaste para nuestro placer auditivo? — pregunta mientras Pedro pone
sus manos en la guitarra.
—Cualquier
canción como Stairway to Heaven o algo de John Mayer propone Tadd, agarrando unos cuantos acordes
y preparando el instrumento.
—Si eso es todo
lo que tienes, entonces definitivamente John Mayer. ¿Qué
opinan, chicos? —dice Paula.
—¡Zeppelin es
clásico! —insiste él, que le hace ganar abucheos de las chicas.
—La reina ha
hablado —dije, tomando un segundo trago de tequila, atrapando la atención Paula
y sonriendo mientras ella se enfurece. Está decidida a molestare por cualquier cosa
que diga o haga; puede que disfrute de esto.
Agus toma una trago, coloca el vaso en
la mesa y comienza a tocar, cantando las líneas de Your Body is a Wonderland
para cada una de las chicas, paseando por la habitación y terminando su
actuación encaramado en el regazo de Emilia. Mientras todo el mundo aplaude, él
se inclina y pasa la guitarra a Pedro.
—Pitt, nada de
Zeppelin, creo que eso ya está decidido —dice Paula.
—Pensé en tocar
algo en lo que he estado trabajando.
—¿Algo que tú
mismo has escrito?
—Aún está en
progreso, pero, sí.
—Genial —Ella
toca su brazo ligeramente, y me encuentro con la mirada de Lali y sus cejas
levantadas en el gesto universal de: ¿Vistes eso?
Pedro se desliza en el borde del sofá y
comienza a tocar, los acordes son complicados, sus dedos se mueven sobe el cuello
de la guitarra como si él la estuviera acariciando. La voz es definitivamente
buena. A diferencia de Agus, él no mira a nadie mientras canta, excepto una
vez, al final del último coro, sus ojos se encuentran con Lali por una fracción
de segundo. Muevo
mi estatus de “él me desagrada” a “odio
a este tipo”. Cuando él termina, todo el mundo estalla en aplausos. Él y Agus
se estrechan las manos mientras el resto de nosotros bebe las bebidas envenenadas
que hemos preparado, y Vivo sugiere un juego de bebidas.
Paula le explica las reglas a Án, quien
nunca ha jugado. —Este juego tiene dos objetivos: aprendemos cosas estúpidas
sobre los demás, y todo el mundo se emborracha —se desliza en el asiento,
tomando la mano de Pedro y tirando de él hacia ella—. Agustín comenzara
diciendo, ―Yo nunca he…‖, seguido de algo que él nunca ha hecho. Quien haya
hecho lo que sea que él digas, tomara un trago. Chicas, nosotras podemos tomar medio
trago.
El primer Yo Nunca que me viene a la
cabeza implica a Lali, y no es algo que pueda decir en voz alta. Además, intento
no echarlo a perder hasta que termine la semana, si no lo hago el final de la
noche.
Lali.
Vico sirve nuestros tragos mientras Agus
suplica por ser el primero en comenzar el juego. —Yo nunca he… sido sólo un niño.
Pablo y yo bajamos nuestros vasos, y
mientras el tequila deja un camino ardiente por mi garganta, suspiro. Nunca he
sido buena para beber. Durante las fiestas que asistí con Cande, pretendimos
beber más de lo que realmente bebíamos.
—Esto no es un
buen comienzo para nosotros —Él sonríe mientras mis ojos lagrimean—. Esto es un
grandioso comienzo —inclina la longitud de su brazo contra el mío por un
momento, su piel es un par de tonos más oscura, su antebrazo cincelado, mi fino
vello rubio se levanta donde nos tocamos—. ¿Tienes
frío? —Recorre un dedo a lo largo de mi brazo, multiplicándolos.
—Supongo —No
quiero admitir que tengo la piel de gallina en todo mi cuerpo, que mi estómago
se hizo un nudo debido a su proximidad y atención.
Él se mueve más cerca hasta que nuestros
costados se presionan juntos. Oh, sí. Esto va a ayudar.
—Nunca he
saltado del bungee —dije Ángela.
—Bien, mierda
—Emi bebe medio trago, junto con Agus.
—Espero no ser
atrevido por sugerirte que vistas algo más para calentarte —El cálido aliento
de Pablo levanta los vellos de mi piel detrás de mi oído, su sonrisa se vuelve
hambrienta después de bajar la mirada el escote de mi blusa de tirantes.
Gracias, Candela.
Mi turno. —Nunca he cantado alguna vez
en un escenario —Sé que soy la minoría en esta habitación llena de actores de
cine y teatro.
—Malvada —dije
Pablo, su voz es baja, la admiración está en su sonrisa mientras se une a todo
el mundo para beber otro trago. Comienzan los zumbidos de alerta en mi cabeza,
y peleo para no lanzarme sobre él como un imán a una barra de acero.
Pablo se gira a la habitación, consciente
de que es su turno, aunque yo apenas soy consciente de algo más allá de él. —Nunca
he… besado a un chico —Las cuatro chicas rodamos nuestros ojos y tomamos
nuestros tragos, y me doy cuenta de que tendré una colosal resaca. Es bueno que
no haya rodaje mañana.
—Esta va por ti,
amigo —Agus bebe otro trago, sonriendo maliciosamente—. Hazme saber si quieres
intentarlo.
Peter también bebé un poco de tequila.
—Malditas películas independientes —gruñe con buen humor mientras Vico se muere
de la risa.
—Nunca he comido
langosta —dice Vico, y todos en la habitación toman sus vasos de tequila.
—Agus hace una
gran T‖ con sus manos. —Tiempo fuera, tiempo fuera, eso no puede ser verdad, es
una trampa.
—No seas mal perdedor,
bebé. Aguanta —Emilia despeinó su pálido cabello.
Paula espero hasta que Agus dejó de
maldecir y quejarse. —Nunca he estado enamorada, —dijo, mirando fijamente a
Pablo. Él la miró sin pestañear, nadie se movió. Peter tomó un trago, observándome.
Yo no estoy segura de si alguna vez he estado enamorada, pero siento que lo que
sentí por Justin de Newark, o cualquier otra persona, no puede llamársele amor.
No bebí.
—Nunca he estado
en Hawai —dice Peter. Soy la única persona quien no bebe, y él me sonríe desde
el otro extremo del círculo. En Hawai fue la luna de miel de mi padre y Malvina.
—Nunca he… —La
voz de Emilia se desvaneció—. Jugado este estúpido juego antes —Ella chocó su
vaso con el de Án mientras todo el mundo bebía.
Agus admitió que nunca ha aprendido a
montar en bicicleta, y todos reímos y bebimos antes de que Ángela admitiera que
ella nunca aprendió a nadar.
—¿Qué? —Paula
bajó su bebida hasta la mitad—. Tenemos que ir a la piscina justo ahora. ¿Qué
pasaría si consigues un papel en una película en la que tienes que sumergirte
en la playa, y salir mojada y sexi?
—Ese es un buen
punto —Ángela mordió su labio.
—¿Mojada y sexi?
¿En serio? —Las fans de Victorio se sorprenderían al saber que él veía la serie
de Paula—. No todo el mundo es capaz de parecer una celebridad recién salida de
la playa, para que tengan tu poster pegado en la pared.
—Sí, es
necesario, y estoy bien calificada para enseñarle —El poster de Paula fue
sacado el mes que cumplió la mayoría de edad. Ella tenía al lado una tabla de
surf, y un traje de neopreno con la cremallera a mitad de pecho, con su dedo
dentro, como si aún estuviera bajando la cremallera. El hermano de Candela
tenía un poster enorme en su dormitorio.
—Estaría
dispuesto a ayudar con tu noble causa —dice Victorio, recostándose en la
alfombra—. Asegúrate de llamarme cuando comiencen las lecciones.
—Te enviaré un
mensaje —dijo Paula.
Para cuando le toca otra vez el turno a
Agus, estamos arrastrando las palabras que son más largas, el equivocarnos nos
provoca risas. Peter está en mejores condiciones que los demás chicos, pero su
sonrisa en un poco tonta. Lo pillo mirándome un par de veces, pero también lo
pillo mirando a
Paula.
—Hagamos esto
más interesante —dice Agus, apoyándose en sus codos. Él espera hasta que todos
dejen de hablar—. Nunca he estado… liado con una compañera de trabajo.
—Espera. ¿Estás
queriendo decir besuquearte o liarte? —pregunta Victorio—. Porque no creo ni
por un segundo que tú, como eres de pervertido, no hayas hecho nada con alguien
en el set.
—No lo he hecho.
Déjame decirte que no he hecho ni liarme, ni besuquearme.
—¿Qué? Estas
mintiendo —dice Vico.
—No —Agus llevó
su mano al corazón—. Soy un chico puro cuando se trata de la actuación. Pero no
te preocupes… fuera del set de filmación hago otras cosas.
Emi golpea a Agus en la cabeza, con
demasiada fuerza como ser una reprimenda. Cuando todos beben, incluyendo a
Ángela, hay un sorprendente silencio en la habitación, todos reímos y Vico
levanta su mano hacia ella para chocarlas, mientras ella se sonroja. Agus
parpadea hacia ella, —Eres un enigma —eso fue lo que quiso decir, porque las
palabras sonaron como: eres un enegma. Reímos hasta que nos dolió el estómago;
Vico ríe tan fuerte que comenzó a llorar.
A mi lado, la mirada de Poli se desliza
de mi rostro hacia mis pechos, sobre el pequeño moño que decora mi blusa justo
en mi cintura, combina con las uñas de mis pies. Quiero saber lo que él siente
por mi —no solo mi cuerpo (cuando esta borracho y me pone atención), por mi
verdadero yo. Después de nuestras escenas esta semana, estaba reducida a puré,
y él me ignoro en el club. Debería estar molesta. Lo cual es imposible cuando
mi cabeza está dando vueltas y él estaba sentado a mi lado, luciendo tan locamente
exquisito.
Mierda. El tequila se me subió
rápidamente.
—¿Que debería
hacer contigo, Emma Pierce? —Él se acerca a mí, su sonrisa es ladeada, sus ojos
son lo único que veo en esta habitación.
—¿Que es lo que
quieres hacer? —coqueteó de regreso.
—Hmm —sus ojos
no se separan de los míos, y siento mi cuerpo emocionarse—. ¿No lo sabes?
Sacudí mi cabeza, inmediatamente deseé
no haberlo hecho. Los efectos del tequila están expandiéndose, a pesar de que
comencé a hacer trampa hace media hora, fingiendo beber. Mis pensamientos giran
con mi visión. Cierro mis ojos por un momento y escucho la suave voz de Poli.
Oh, no. No puedo dejar que todo se vuelva
más rápido al lado de Pablo; no estoy segura de lo que él quiera. Corrección.
Estoy bastante segura de lo que él quiere, pero no sé que tanto significa para
mí. Ese juego de te coqueteo/te ignoro es confuso. ¿Está tratando llevar las
cosas con más calma? ¿Normalmente sale con chicas durante los filmes? ¿Si sólo
quiere pasar el rato conmigo, voy a permitírselo? El mundo se movía con
rapidez.
—Juguemos a la
botella —sugirió Vico—. O siete minutos en el cielo. Podemos usar el balcón.
Emilia se levanta. —Es aquí donde me
gusta llamarme a mí misma madura, niños —se mueve zigzagueando por la
habitación, acallando las protestas—. Ya no estoy en la escuela.
—Emi, creo que
tienes miedo de darme un beso —dice Agus.
Ella se giró, colocó una mano en su
cadera. —Y quizás tengas razón.
Mientras ella salió de la habitación,
Agustín bromeó, —Creo que fue un insulto justo.
Los ojos de Peter se encontraron con los
míos, pero estoy seguro que él recuerda la promesa que me hizo hace unas horas,
él se levanta, estirándose. —Estoy muerto. Pero para que lo sepas, Agus, yo no
tengo miedo de besarte —Recogió su guitarra. Con naturalidad se vuelve hacia mí
y agrega—: Lali, ¿Dijiste algo sobre correr en la mañana? —extiende una mano
para mí. Tomó su mano y él me levanta. La habitación se mueve de un lado a
otro, pero su agarré en mi muñeca es firme. Medio minuto después, estábamos en
el pasillo dirigiéndonos a nuestra habitación, uno de nosotros se tambalea más
que el otro.
—Quizás soy
rara, pero los juegos de besos me hacen sentir incómoda
—Mis palabras
son arrastradas—losjuegosdebesosmehacensentirincómoda — eso me hace reír.
Llegamos a mi puerta, su cálida mano
está en mi cintura, manteniéndome firme para no caerme. —Estoy de acuerdo.
Prefiero besar porque así lo quiero, no porque una botella vacía lo diga —dice
en voz baja, tomando mi llave, desbloqueando mi puerta y abriéndola.
—No estaba lista
para salir al balcón con... bueno. Es decir, todos estamos un poco borrachos.
Los balcones no son seguros. Alguien podría caerse. O algo así. —Me apoyé
contra la puerta abierta, un sonrojo subió desde mi cuello.
—Sabes, podrías
haber terminado conmigo allí, no con él, —Levanté la mirada hacia él—sus ojos
café eran tan oscuros que estaban cerca de ser negros— imaginé lo que pasaría
si él tuviera que salir al balcón con Paula, para hacer… esas cosas.
—Uh.
Me regreso la llave y sonrió, —Buenas
noches, Lali. Se giró para ir a su habitación, y lo observe hasta que abrió su
puerta. — ¿Lali? —me llamó suavemente mientras me
adentre en mi dormitorio.
Detuve mi puerta antes de cerrarse, mi
corazón latía tan fuerte que podía escucharlo, y respondí sin llegar a mirarlo
-¿Sí?
—Definitivamente
van cuatro —Mientras se reía su puerta se cerró con un click.
me encantooooooooo massssssssssss
ResponderEliminarMe encanta más!
ResponderEliminarMe encanta como se acercan d a poco
ResponderEliminarAaa mas!
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