Poli
El lunes por la noche, todos pasan el
rato en mi habitación de hotel, tumbados sobre la cama, el sofá y
el suelo. Ordenamos servicio a la habitación mientras vemos
(e imitamos) una horrenda película ochentera. Agus trajo
su guitarra con él desde LA, y Peter y él intercambian ideas
mientras los demás hablamos sobre nuestros fines de semana. Hay momentos
en los cuales Lali está prestando más atención a ellos que al resto de las
conversaciones alrededor de nosotros. Recuerdo vagamente cuando
George me dijo que debía aprender a tocar un instrumento. Otra de sus
sugerencias que no tomé en cuenta.
Lali y yo estamos sentados en la cama, y
estoy teniendo problemas concentrándome en otra cosa que no sea
ella. Reconozco la esencia que lleva ahora, dulce y delicado. Si
pudiera desaparecer a todos de mi habitación con un tronar de mis dedos,
no lo dudaría ni un segundo. Ella está sentada con sus piernas cruzadas y pies
descalzos, sus hombro tocando el mío, sus uñas de los pies pintadas de un
color purpura oscuro que casi parece negro. Cuando retiro mi vista de sus
pies, ella me está sonriendo, y las chicas del sábado por la noche son una memoria
lejana, nadie para ser recordadas.
La ex novia de Vico está haciendo
todo lo posible para regresar con él. Ambos compartimos el mismo vuelo
desde LA por lo que conozco los detalles y ya le he dado consejos que no
necesitará. Escucho distraídamente mientras él comparte sus problemas con
el resto del grupo.
―Ni siquiera
había estado treinta minutos en casa cuando mi ex llegó. Mi hermana pequeña la deja entrar, es
casi como si alguien le hubiera informado cuando estaría en casa. ―Él
levanta una ceja.
Án se ríe. ―Casi, ¿eh?
Los dedos de Agus se congelan sobre las
cuerdas. ―Amigo, mi ex tenía hermanas. Si ella decide entrometerse en
tu vida amorosa, estás frito.
―Sí, qué
coincidencia, ¿verdad? Así que me encerré en mi habitación, tomé una siesta y después una ducha,
pensando que cuando saliera ella ya se habría ido. Pero cuando abrí la
puerta de mi habitación, toda la jodida casa olía a galletas de chocolate.
―Sacude su cabeza―. Stefania sabe que no me puedo resistir a esas cosas. Son como
pequeñas cucharadas de cielo.
Paula levanta ambas manos. ―¿Acabas de
decir pequeñas cucharadas de cielo? Si lo vuelves a
repetir te retiraré tu estatus de hombre.
―Oh, Vico.
¿Qué fue lo que hiciste? ―Emilia pregunta.
―¡Ustedes no
comprenden! Esta chica, nos conocemos desde que teníamos cinco años. ¡Ella sabe cada
debilidad que tengo!
―¿Regresaste con
ella? ―pregunta Paula. Vico pasa una mano por su rostro y asiente, y luego la
habitación irrumpe con opiniones.
Pedro continúa acariciando las cuerdas
suavemente, y después está viendo a Lali con una media sonrisa,
rodando sus ojos. Siento sus hombros vibrar tranquilamente con sus risa
silenciosa. Oh, demonios.
Volteo mi cabeza y ella me ve. Quiero
besarla, pero eso es demasiado sospechoso en la escala de los celos, no
estuvo muy contenta la última vez que hice eso. En su lugar, pongo mi
frente sobre la suya y hablo en un susurro, ignorando la existencia de Pedro,
obligándola a hacer lo mismo. ―Te extrañé. Demasiado.
―Yo también te
extrañé.
Algo que Victorio dice lanza al resto del
grupo en risas histéricas, rompiendo nuestra conexión. Lali ve
hacia su celular. ―Vaya, es tarde ―dice,
desdoblando sus piernas―. Necesito despertarme temprano para correr. Será mejor que me vaya a la
cama.
―¿Correrás en el
primer día de regreso? Qué dedicada.
Me sonríe. ―Sólo funciona cuando soy
implacable. ―Les desea buenas noches a todos mientras yo me levanto
para acompañarla hasta su puerta, y tomo su mano cuando salimos de la
habitación.
―Nunca pensé que
fueras del tipo cruel. Es atractivo. En un sentido escalofriante.
Abre su puerta y voltea a verme,
permitiéndome atraparla entre la puerta y mi cuerpo. Coloco una mana en
cada lado de su cabeza sobre la superficie de la puerta, veo su
respiración acelerarse, su pecho subir y bajar.
Sus manos están detrás de ella, sus
palmas sobre la puerta. Me inclino, besándola suavemente, mi lengua trazando
sus labios, abriéndolos para profundizar el beso, mis manos se
trasladan hacia su cintura.
Ella retira su boca de la mía, y ambos
estamos respirando aceleradamente. ―Regresa a mi habitación
―le digo―. Patearé a todos fuera de la habitación ahora mismo. Estarán
fuera en cinco minutos.
―Poli―dice, y
siento como si ambos estuviéramos luchando por posición contra una frontera invisible.
Ella me está volviendo loco.
Me alejo, mis manos delante de mí como
si ella estuviera a punto de leerme mis derechos y arrojarme en la
parte trasera de una patrulla.
―Detente. Sólo…
no te he visto en cuatro días. Arruga su entrecejo. ―Lo siento. No
estoy tratando de frustrarte, lo prometo.
―No puedo evitar
el desearte, lo sabes. Sólo espero que comiences a confiar en mí en algún momento. ―Sus
cejas ahora están fruncidas, y me digo a mí mismo que tengo que contenerme
antes de arruinar esto completamente.
―Pablo, ¿qué es
lo que quieres decir? No estaría con alguien en quien no pudiera confiar.
―¿Estamos
realmente juntos, no?
Mierda, ni siquiera puedo escuchar los
consejos de mí mismo. Una puerta se abre al final del
corredor, mi habitación. Creo que la fiesta ha terminado. Pedro y Paula aparecen en la esquina. Sus ojos se deslizan sobre nosotros y Paula levanta
una ceja hacia mí como si ella
esperara tal cosa. ―Buenas noches,
chicos. ―Su voz derrocha consideración.
Lucho para evitar responder.
Ambos desaparecen en la habitación de
Pedro, y sé que tengo que dejar ir esto por hoy. ―Sólo, sabes,
olvida lo que dije. Diablos, yo ya he olvidado lo que dije. Ha sido un día muy
largo. Tenemos una semana difícil frente a nosotros. Te veré mañana. ―La
beso una vez más, y regreso a mi habitación.
No sé si tengo ninguna virtud, o
potencial, pero sé una cosa. Estoy seguro que paciencia no es ninguna de
ellas.
Lali
Entro a mi habitación y cierro la puerta,
me cambio de mis jeans y blusa a una camisa extra grande y
bóxers. No puedo olvidar lo que Pablo dijo, sólo porque él me dijo
que lo hiciera. Así que, si no estamos durmiendo juntos, ¿no somos
pareja? ¿Es eso a lo que se refería?
Su pregunta se siente demasiado
importante, es como una pista. Cree que no confío en él porque no estoy
lista para tener sexo. Tal vez en algún aspecto, es verdad. Tal vez no confío en
él para que quiera algo más que eso, y sólo el dormir con Pablo Martinez no es suficiente para mí. O tal vez no sé qué es lo que quiero, y él está
sufriendo por mi indecisión.
Desempacando mientras me cepillo los
dientes, fuerzo mis pensamientos en otra dirección,
preguntándome qué está sucediendo dos puertas abajo en la habitación de
Peter. Una vida entera ha pasado desde que Peter y yo nos sentamos en mi
balcón, comiendo pastel de
chocolate y hablando de partes de
nuestras vidas. Paula y Pablo han dado a conocer su deseo hacia nosotros, y
Pitt y yo estamos siguiendo el rol, a pesar de que no estoy avanzando tan
rápido como Poli quisiera.
Me lavo la boca llena de pasta de
dientes y camino hacia la terraza, abro la puerta y voy hacia la cálida
oscuridad. Él está allí en su balcón, solo, viendo hacia el cielo, respiro de alivio
sin saber por qué. La vista de él es confortante. El hecho de que esté solo,
sin embargo, no hay una buena razón para que me sienta así.
―Lali ―dice,
volteando. Espero ver un cigarrillo en su mano, pero está parado con sus manos dentro de sus
bolsillos―. ¿Estás bien? ―Pregunta, su voz teñida de preocupación.
―Sí, estoy, eh,
estoy bien. ―Estoy tratando en vano para buscar una buena excusa de por qué salí al balcón
para espiarlo. Como si me importara que un chico de veinte años, un chico
que no me pertenece, tuviera algo con una chica hermosa―. Er, sólo estaba
tomando un poco de aire fresco.
―Vaya. Qué
creíble.
―Está bien
―dice, inseguro.
―Bien. Ya he
tomado un poco. Me refiero a aire. Así que, creo que entraré.
Doy vuelta para escapar, sintiéndome
como una idiota. ―¿Lali? Intento componer mi expresión mientras
me vuelvo a verlo. ―¿Sí?
―Nosotros…
correremos por la mañana, ¿verdad?
―Oh, sí, claro.
―¿Seis en punto,
entonces? ―Pregunta, y yo asiento. Ambos nos quedamos parados allí por un momento, el
silencio alargándose y sintiéndose íntimo, hasta que su celular suena
dentro de su habitación―. Te veo por la mañana ―dice, entrando.
Lo escucho decir: ―¿Hola? ―antes de que
cierre la puerta de su terraza.
Desde que regresé de Sacramento, Peter y yo hemos estado discutiendo las aplicaciones
universitarias y ensayos, escuelas y programas disponibles durante nuestros ejercicios
matutinos. Él está entusiasmado al respecto, y es contagioso. Me ha estado
enviado nombres de escuelas para buscar: Julliard y NYU, son las que reconozco, y otras
escuelas pequeñas que no sé sobre ellas. Algunas de ellas
tienen menos estudiantes que la escuela secundaria de Cande. Creo que eso puede
gustarme.
Cuando le pregunto por qué la mayoría de
las escuelas que recomienda están en Nueva York, se
encoge de hombros y dice: ―Ahí es donde vivo, por lo que conozco el área,
además yo quise ir a la universidad cerca de casa. ¿Quieres quedarte cerca
de tu casa? Podríamos buscar universidades que podrían gustarte en
California.
Quedarme cerca de mis padres es lo
último que quiero. Una escuela en la costa opuesta a Malvina es exactamente
lo que quiero. ―No, mudarme a través del país suena adorable. ―Él ríe
mientras me digo a mí misma que esto no tiene nada que ver con el hecho de
que Peter viva en Nueva York.
Para nada.
Comienzo a buscar información sobre
cualquier cosa que él sugiere cerca del Este de Ohio.
La casa Bingley mandará a Malvina al
éxtasis de envidia. Está en un lado de una colina, cientos de metros de
piedras, acero y azulejo exterior, con techos altos y pisos de mármol. Ninguna
comodidad fue omitida, desde la cocina espectacular que haría a la mamá
de Cande babear hasta la infinita piscina que causaría que Malvina comenzara
a cantar. Siento la urgencia de borrar ese pensamiento de mí.
Los primeros dos días de filmación son
basados en lo que será una escena de tres minutos con Euge debajo del capó de un Civic descompuesto, frente a su hermosa casa.
Afuera. En temperaturas altísimas.
La producción contrató un mecánico
experto para ayudarme a lucir como si supiera la diferencia entre una
bomba de gas y una bujía mientras estoy debajo del capó del auto, debido a
una razón no explicada, la Lizbeth de hoy-en-día cuenta con el conocimiento
básico para arreglar autos.
Primero tengo que aprender cómo abrir el
capó del auto, lo que no es tan fácil como ustedes piensan. Stan el
mecánico es experto en eso, rodando sus ojos mientas mis dedos se deslizan hacia
adelante y atrás donde el estúpido pestillo de escape supuestamente está
localizado. Soy forzada a agacharme y buscarlo.
―Ajá ―suelto el
pestillo con Stan parado con sus fuertes y tatuados brazos sobre su pecho, sin estar
impresionado. Entrecierro mis ojos en su dirección―. Está bien, no sé nada sobre
autos. ¿Puedes llorar cuando se te dice? Hazlo. Esperaré.
Suspira y me demuestra nuevamente dónde
encontrar el seguro. Una vez que lo encuentro sin mirar, él
cierra el capo y me ordena buscar y abrirlo por lo menos cincuenta veces, hasta el
grado de poder hacerlo con los ojos cerrados. Ah, las cosas importantes pero
insignificantes que aprendo por mi trabajo.
Dado al calor y humedad, el equipo de
maquillaje quiere arrancarse los cabellos, y el de nosotros. Eugenia y
yo viajamos juntas de regreso al hotel al final del segundo día, agradeciéndole al
hombre que inventó el aire acondicionado. El escenario de la ciudad
vuela mientras analizo las razones sobre mi precaución con Pablo. No soy
inmune a la forma en la que me toca. La verdad es, físicamente, sí lo deseo,
mas no estoy lista emocionalmente.
Mientras más me presiona, más precavida
me siento, y más quiero evitarlo.
Y luego está Peter, quien no ha
mencionado mi raro comportamiento en el balcón el lunes por
la noche, gracias a Dios. Por un segundo, me pregunté si él también
estaba en su balcón por la misma razón que yo, esperando que yo saliera sola, o
tal vez sólo deseando que no haya estado en cama con Pablo.
Abruptamente, regreso a mis sentidos.
Qué pretensioso, que Peter esté preocupado o pensando sobre lo que
sucede, o no, entre Pablo y yo. Él tiene su relación con Paula para
preocuparse.
No que su relación con ella tenga nada
que importarme a mí.
No concreta con Pablo ,xk tiene su mente en Peter.
ResponderEliminarLunis podrías decirle a familialaliterfan ,k ponga la forma fácil d comentar?.
ResponderEliminarGracias
Ya le puse, y que de paso, saque la verificacion.
EliminarPero no se si lee ella. espero que lo lea.
Besos
Más!!!
ResponderEliminarMass <3 :)
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