Poli
Sai está en una fase de
mi-cuerpo-es-un-templo. No juzgo — pero siento que chocó contra un muro. Ni
siquiera lo tocó, porque no sé qué es lo que tocaré. Y ya
he tocado bastante.
Estamos en el bar que tocara mañana, y
mientras yo voy en mi segunda cerveza, Sai esta pidiéndole al
cantinero una taza de agua caliente para tomar su té (Lleva su propia marca de té
consigo).
Sí, un chico medio asiático quiere tomar
té en un bar. Y voy a estar maldito si algunas chicas me ven a su
lado cuando él esté haciendo esto. Bob, evidentemente, sigue ofendido
porque le disparé a su personaje en el videojuego, ya que envió a Jeff
con nosotros está noche. Él tiene tanta masa muscular como Bob, cubierto con
tatuajes y tiene una particular cicatriz atravesando una ceja, pasando su mejilla
y bajando hasta la mandíbula. En algún momento que esté lo suficiente
borracho voy a preguntarle cómo se la hizo. Sólo espero recordar su respuesta,
si es que él me la da. Debe de haber una buena historia.
La banda es buena. No tan buena como la
banda de Simón, pero decente. El espacio debajo de la pequeña
plataforma en la que se presentan está llena de personas
bailando—en su mayoría chicas. Mientras la noche avanza, ellas comienzan a notar a
Sai y a mí… y a Jeff. Esas son las ventajas de tener un guardaespaldas. El
objetivo principal de ellos es intimidad, la protección esta en un
segundo lugar. En este caso, no hay ninguna amenaza. Estoy a punto de
decirle a Jeff que se aleje para no llamar la atención cuando un par de chicas se
apartan de su grupo y se acercan.
Jesús, por fin.
—Perdón —dice
una de ellas—. Estábamos pensando que se ven algo solos —No muy original. Pero las dos son
muy lindas, así que no importa.
Aparentemente, a Simón si le importa.
—Nop. Estoy disfrutando de la música y sólo quiero verlas bailar,
¿Verdad, Pablo?
En el rostro de las chicas pasan varias
emociones, que van desde haber sido rechazadas a elogiadas, pero
entonces sus ojos se abren mucho y me ven, parpadeando, —¿De verdad eres Pablo Martinez? Es decir, pensábamos que te parecías a él, ¿Eres realmente
él? No me engañes.
Jeff se sienta más recto, cruza sus
brazos sobre el pecho. La postura no pasa para nadie desapercibida, pero eso
no las intimida, tampoco. —¿En serio? —dice la segunda chica—. Oh, Dios
—Ve más fijamente a Sai.
—No soy nadie
—dice él, y da un sobo a su té, observándolas a través de su flequillo negro.
Ella no le creé. —Entonces, ¿Él no se
molestará si te llevo conmigo? — Hace una seña hacia Jeff.
Simón rió. —Supongo que sí. Pero no estoy
interesado en irme a ninguna parte. Las invitamos a sentarse, ¿Está
bien?
La chica mira su regazo mientras agarra
una silla vacía en una mesa cercana y tira de ella. Apenas
sentándose, una pegajosa canción pop suena por los altavoces. La banda ya ha
comenzado a tomar su descanso. Las chicas dan un grito y nos preguntan si
bailamos. Algo en la expresión de Sai me dice: Santa madre de Dios, claro que
no, pero él sólo sonríe. —No, gracias.
En ese momento, la guitarrista de la
banda, una chica curvilínea con el cabello morado, múltiples perforaciones
y enormes ojos azules se desliza entre las otras chicas y se sienta en una
silla, ignorándolas a ellas y a mí por completo, se inclina hacia Simón. —Eres
Simón Arrechavaleta —Alarga su mano—. Soy Carrie —Sai la saluda y gira su mano
para leer un tatuaje en el interior de su muñeca, parece algo en latín—.
Básicamente dice, ―He estado allí‖ —habló ella.
—Genial… ¿Estás
segura de haber ―estado allí‖ el suficiente tiempo como para escribirlo permanentemente?
Se encogió de hombros. —Quizás no. Pero
estuve muy cerca y tengo un tatuaje que dice que estuve allí.
Él le da una sonrisa sincera y ella ríe
con voz ronca y alegre. Tengo que reconocerlo, la chica tiene las manos
más intrigantes en el bar.
—Volveré
enseguida —dije, lleve a ambas chicas a la pista de baile, Sai no les estaba prestando atención.
Jeff y yo dejamos a Simón en su hotel un
par de horas más tarde. Creí que él iría a la habitación de Carrie,
ya que ellos hablaron cada vez que ella no estuvo tocando, pero él dijo:
—No pasará nada,
hombre, esto es una relación profesional, ya sabes. ¿Has escuchado
la regla "No ensucies donde comes"?
—Pero acabas de
conocerla esta noche, así que, ¿Qué tan profesional puede ser esa relación?
Se mordió el labio, pensado. —Esa es la
cuestión. ¿Cuán profesional podría ser si sólo nos usaremos para
tener sexo ahora?
Uh. —Si fueras a trabajar con ella, creo
que ese razonamiento tendría sentido. Pero, ¿Si la atracción es
mutua?
Él sonrió, negando con su cabeza. —Nunca
es mutuo. Siempre hay alguien que quiere más. Los pensamientos
de las mujeres son complejos, amigo.
Lo considere durante unos cinco
segundos. —Está bien, envíame un mensaje mañana con la hora en que
quieres que estemos en la entrada trasera. Iremos entre cinco o diez
personas.
—De acuerdo. Nos
vemos mañana.
Lali
Lo último que me esperaba, después de un
beso así, fue salir a correr sola está mañana.
El vestíbulo estaba desierto, excepto
por la recepcionista y yo.
Nada inusual teniendo en cuenta la hora
tan temprana, y esperé un poco a que Peter bajara. Tomé la sección del
periódico en la mesa del vestíbulo y me la pase leyendo, segura de que él
bajaría en cualquier momento. Estaba nerviosa, con las manos sudadas y el
estómago revuelto, pero sabía que una vez que comenzáramos a correr, una vez
que comenzáramos a hablar, esas sensaciones desaparecerían.
—¿Srta. Esposito?
—Me giré para encontrarme con la recepcionista a unos cuatro pasos de distancia—. Tengo
un mensaje para usted —Me dio una hoja de papel doblada. Lali Esposito estaba garabateada en la parte exterior. Reconocí la letra de Peter por la nota que dejó en mi buró un par de noches atrás.
Lali.
Algo surgió y tuve que ir a casa.
Lamento no poder correr contigo está mañana. Quizás esté afuera por algunos
días. No estoy seguro. Simplemente, no quería que estuvieras esperándome.
Peter.
Durante unos minutos, me pregunté si
había un mensaje oculto en esa última frase. Y entonces fui a correr
sola, feliz por continuar con mi costumbre de correr por las mañanas, eso me daba
lo que nadie más podía: La capacidad de concentrarme en nada más
que poner un pie frente al otro, marcando un ritmo en cada paso, hasta
que finalmente estaba de regreso en mi habitación, a unos pasos de tomar
una ducha caliente.
—Tierra a Lali —Emilia se quejó de mi falta de atención. Mientras el equipo de producción estaba trabajando
en unas tomas en la fachada de la casa de los Bennett, pase mi tiempo
sentada en la mesa de la cocina, mirando por la ventana trasera,
repitiendo el beso de Peter en mi mente y tratando de entender ese mensaje tan
críptico.
—Lo siento, Emi —No inventaré una excusa como echarle la culpa a la falta de cafeína, cuando la
verdadera razón no tiene nada que ver con bebidas estimulantes. No puedo conseguir
sacarme ese beso de mi cabeza.
Además, antes de que nos besáramos, él
acababa de salir de la habitación de Paula. No tengo idea de que hacía
con ella, incluso si preferí no pensar en eso mientras nos besábamos.
—Quería saber si
repasaríamos las líneas, pero si no estás de humor, no seré entrometida… —se veía curiosa.
Debía de estar más distraída de lo que pensaba.
—No, estoy bien,
sólo… he tenido mucho en que pensar últimamente, con mis padres aún aquí —La verdad es
que había olvidado por completo que ellos estaban aquí—. ¿Supongo que
haremos las escenas del centro comercial esta semana?
—He escuchado
que retrasaron esas escenas para otra semana más, ya que Peter participa en ellas.
—Oh, sí, Peter…
—Lo dije como si no hubiera estado pensando en él todo el día. Mi dedo trazó círculos
sobre la mesa—. ¿Por qué dejó Austin? ¿Alguien sabe?
—Oí que tiene
algo que ver con su familia en Nueva York. Me sentí culpable al instante. —¿Qué
clase de cosa familiar? Emilia se encogió de hombros. —No lo
sé, estoy segura de que lo sabremos cuando él regrese.
Mis emociones van como una pelota de
ping pong, de aquí para allá, por mis sentimientos entre Pablo y Pedro. Superficialmente, Pablo sólo me presta atención a mí, mientras que
Peter constantemente está ocupado con Paula. Poli es un mujeriego y
Peter… —¿Quién puede saber lo que él está haciendo? Ayer por la noche paso
directamente desde la habitación con Paula hasta la mía, y yo como una
idiota permití que me besara. Esto debería ser bastante obvio… pero el beso
de anoche se sintió demasiado bien.
Y entonces, Peter desaparece esta
mañana, y todo es más confuso que nunca.
—Emi… Eres
bastante buena dando consejos…
—¿Qué necesitas?
Dispara, cariño.
Tragué saliva. —De acuerdo. Supongamos…
¿Cómo sabes si debes seguir la lógica o la intuición? Es
decir, cuando algo parece una cosa, pero se siente otra diferente. ¿Cómo sabes cuál
es la verdad?
Bajó su guión y levanto su mirada hacia
mí. —¿Se trata sobre Pablo?
—¿Qué? No, sólo
es una pregunta general, no se refiera a nadie particular —Sólo a dos nadies. Debería
estar cruzando mis dedos debajo de la mesa.
Ella presiona sus labios, sin creerme.
Finalmente, suspira. —A veces, simplemente no sé puede saber. Pero esto
si te puedo decir, si los hechos parecen en conflicto con lo que sientes,
entonces necesitas algo más de información antes de decidirte.
—¿A pesar de que
los sentimientos parecen seriamente fuertes? —Le pregunté, sabiendo la respuesta.
—Con mayor
razón, entonces —Entrecerró sus ojos, arqueando una ceja—. ¿Estás segura de que no se trata
de Poli? Porque este tipo de preguntas son las que una chica hace
después de haber sido besada por él hasta el cansancio.
—No, no nos
hemos besado —Es cierto.
—Mmm.
—Noté que
dejaste el hotel en lunes por la noche —dejé escapar—. Y quien manejaba me pareció algo familiar…
—Cande me llamaría ingenua si me escuchara—. Emi, ¿Te estás sonrojando?
—No seas
ridícula. Las chicas morenas como yo no nos sonrojamos — Puso cara seria, pero después sonrió.
Que equivocada estaba—. Bien, evidentemente, no soy tan discreta como
lo pensaba.
—Entonces, ¿Qué
paso? ¿Quién era?
—Era un chico
que trabaja con computadoras. No sé los detalles, yo le dije que no se molestara en decírmelo,
me desoriento sólo con tener que encender mi laptop.
—Un chico de
computadoras, ¿uh? —Me pregunté vagamente si ―uh abarcaba el recuento de Peter. Él no
está aquí para prohibirme decirlo ahora.
—Entre otras
cosas —Una sonrisa triste cruzó por su rostro.
—¿Por ejemplo?
—Lali, sabes, no
beso para después hablar de ello.
—Bien —dije—.
Pero tú si puedes preguntarme sobre besar a Poli.
Como si supiera que hablábamos de él, Pablo dobló una esquina, se detuvo y vino directamente a mí, colocó
sus manos sobre el respaldo de mi silla. —¿Qué hacen? —sonríe, y sé que él
me escuchó.
—Umm, estamos,
uh, nosotras…
—Repasamos las
líneas —dice Emilia, levantando el guión y colocándolo sobre la mesa—. ¿Qué estás
haciendo usted aquí, Sr. Martinez? Esta tarde hay sólo escenas
entre Lizbeth/Charlotte. Y por mucho que a los productores les guste la idea
de que aparezca esa linda cara en cada escena, esta vez no entras aquí.
—Tenía que
hablar algo con Richter. Además, hay un concierto esta noche. Es una banda de LA, conozco al
cantante principal. Dijo que podríamos estar detrás del escenario,
lejos de la multitud y tendremos nuestra propia zona para disfrutar del
concierto, así los guardaespaldas estarán apartados. ¿Se apuntan?
Asentí a Emi, y ella dijo: —Claro,
iremos.
—Genial. Nos
encontramos en el vestíbulo a las ocho para ir a cenar, y la banda tocara alrededor de las diez
—Tamborileó con sus manos el borde de la silla, sus ojos azules brillaban—.
Las dejare para que vuelvan a… leer el guión.
Empieza la Maratón!!!
Besos hasta después!
Peter es un enigma.
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