Poli
Debería estar durmiendo hasta el
mediodía. En vez de eso, estaba despierto y mirando el techo a
las nueve de la mañana, decidiendo cuan molesto debería
estar.
Entre la cena tardía y el bar de anoche,
cuando pasamos conduciendo vimos a Paula, Eugenia,
Emilia y Angela entrar a un club.
Agustón las señalo. —Ahí van las chicas,
que pequeño es el mundo, ¿eh?
—No vi a Lali —comenté.
Victorio bostezo, mirando hacia atrás a
través de la ventana trasera. — Sí, hable con Euge hace rato, de
camino hacia el ascensor. Dijo que Lali dudaba sobre ir o no esta noche. Al
parecer, tenía una resaca monstruosa esta mañana.
Significa que Pedro y Lali se quedaron
solos.
—Hijo de
puta—maldije.
—¿Qué?—preguntó
Vico, mientras que Agus me sonríe y sacude su cabeza. Siempre ha sido un fan de
cualquier chica que se mete en mi piel.
El bar estaba llenó de chicas, eso debió
haber calmado mi molestia — al menos hasta esta mañana. Hubo una
despedida de soltera en el bar — nueve chicas y tres chicos y todos eran
bien parecidos. Victorio estaba listo para liderar la ofensiva, pero Agus advirtió que cuando se enfrenta a un grupo como ese, debes observar el Efecto
en Grupo: al haber tantas chicas hermosas, resaltaban las imperfecciones
de sus otras amigas. Una situación posiblemente peligrosa. Como un hombre
de acción, Vico estaba escéptico.
Agus miro al grupo por el rabillo del
ojo. —Bueno, miren. Al primer vistazo, esos tres chicos son los
candidatos. Le están invitando las copas, pero en verdad, solo uno de ellos es material
para una noche. Vico y yo los observamos.
—No lo
veo—dice Victorio.
—Fácil, es el
chico rubio —dije.
Agustín suspiró. —Poli, obviamente tienes
una predilección por lo rubio.
Levanté mis palmas, encogí mis hombros.
—El rubio es mi estándar de oro.
—No te
distraigas por el color de pelo —Sacudió su cabeza, su pelo cayó perfectamente alrededor de sus ojos
y se inclinó más cerca—. Amigos. Es obvio, el chico latino. Miren de
nuevo.
Vico observo con el ceño fruncido.
—Todavía no lo veo.
Agus rodó sus ojos. —Eso es porque tú
estás viendo al otro lado.
—¡Disculpa! Si
se me juzga por no poder reconocer a los chicos guapos, entonces soy culpable de los cargos. Y
de todas maneras, Pablo, esa chica se ve como la reencarnación de Halle Berry.
Tadd frunció los labios. —Amigo, Halle
Berry no está muerta, por lo tanto
no puede estar reencarnada.
Quinton vacío su trago y se puso de pie.
—Lo que sea, hombre, voy a
entrar en acción.
Agus y yo le agarramos cada uno un brazo
y lo sentamos.
—Espera, tonto—dice Agustín—. Deja que esos chicos
traigan a sus chicas hasta aquí.
Victorio se sentó, todavía no estaba
convencido. —¿Podemos hacer eso?
—Observa y
aprende —Agus se volvió hacia mí—. Poli, solo di algo total e increíblemente grandioso —Y
entonces él rió con su patentada risa Agus-Wyler mientras yo sonreía y reía
ligeramente.
Una docena de pares de ojos se posaron
sobre nosotros. Agus hizo contacto visual con su objetivo mientras
que Vico —quien es un alumno admirablemente rápido— hizo lo mismo con
su chica. Yo aparenté estar ajeno, observe dentro de mi martini,
sacando la aceituna de la copa con mis dientes. Agustín rompió contacto visual, solo
para mirar atrás segundos después. Vico sonrió, alisando y
estirando sus brazos detrás de su cuello para presumir sus bíceps. Y luego nos
echamos hacia atrás, y esperamos que nos reconozcan en un par de parpadeos.
Un par de horas después, algunos martinis
y dos cigarros, Bob estaba escoltado a la futura novia desde mi
habitación de hotel hasta un taxi que la llevaría a su casa. Como política
personal —no despierto con ellas en la misma cama. Y no me importa —No había
manera de que ella lograra llegar de blanco, no ahora que ya ha estado
conmigo.
Lali
Mi padre y Malvina ya habían aterrizado
—Ella me envió un mensaje para quejarse de una señora en
silla de ruedas en la parte delantera del avión que tenía
―a todo el mundo de
pie‖. Tenían que recoger las maletas de
Malvina después de descender del avión (ella no puede
viajar sin al menos dos enormes maletas y varias más pequeñas), así que tenía
cerca de una hora después de que llegaron, la que pase deseando que hoy
hubiéramos filmado, mordiéndome una uña, revisando mi ropa, cambiándome
de ropa y poniendo orden en mi
cuarto de hotel con total ansiedad.
Me envió otro mensaje desde el
transbordador, molesta porque no había ninguna limosina para recogerla.
Reservaron un cuarto en el mismo hotel y quería que yo fuera a
encontrarlos en el vestíbulo cuando llegaran.
Cuando salí del ascensor, escuché su voz
aireada contra un trabajador en recepción. Estaba molesta de que su
cuarto no está en el mismo piso que el elenco y equipo. Los productores dejaron
estrictas instrucciones al gerente del hotel con una lista de los huéspedes
aprobados para los cuartos de nuestro piso. No hay excepciones, por razones de
seguridad y privacidad.
Desafortunadamente, ―Sin excepciones no
es algo que Malvina acepte. Hice la única cosa que tenía sentido en
ese momento. Me oculte detrás de una columna.
—¡Pero nuestra
hija menor esta en el cuarto piso!—su voz era alta para que la escucharan todos. El gerente
comenzó a hablar suavemente, asegurándole que había un agradable
cuarto reservado para ellos en el piso inferior del mío. Además, que se
enviaría pronto una botella de vino como invitación del hotel, esperando así
hacer su estadía más confortable.
Salí pitando alrededor del pilar para
evitar ser descubierta, Malvina aceptó con desgana y tomó el ascensor
con su carro de equipaje. Las puertas se cerraron y el tablero mostró
su ascenso al tercer piso y sin querer escuché al gerente regañar a la
recepcionista.
—En el futuro,
simplemente di: ―Lo siento señora, el piso está totalmente ocupado.
Me asomé unos centímetros fuera de la
columna. La recepcionista era joven, delgada y de pelo oscuro, con
bonitos rasgos clásicos. Malvinala odiaría de vista. Con la cara roja, ella se
queda mirando el mostrador de mármol.
—Los parientes
de las celebridades pueden ser poco razonables y si el familiar se llega a ofender, nos
arriesgamos a perder el patrocinio de la celebridad.
—Sí,
señor—murmuró la recepcionista. Gracias al furor de Malvina, la "celebridad" de
la que están discutiendo era yo. Increíble.
—¿Lali?
Salté, escondiéndome entre la columna y
una maceta con una enorme planta.
—Emi —di un
grito ahogado—. Dios.
—¿De quién nos
estamos escondiendo?—se acercó a mí.
—Mi madrastra.
Ella y mi padre acaban de llegar, ni siquiera me han visto y ella ya les ha gritado a la
recepcionista y al gerente. Estarán aquí toda la semana, metiéndose con todo el mundo
—Cerré mis ojos—. Oh. Mi. Dios.
Emilia me tomó del brazo y me guió
hacia el ascensor. —La, déjame compartir una verdad universal
con respecto a las relaciones con nuestros padres, especialmente cuando
nos convertimos en adultos — Presiono el botón del cuarto piso y las
puertas se cerraron con nosotras adentro—. La gente que nos conoce y nos
ama, especialmente nuestros padres, tiene un comportamiento arrogante
contra los demás.
—Pero que hay
sobre todos los demás, ¿Toda la gente que no me conoce y me ama?
—A la mierda
todos los demás.
Malvina y mi padre han sido invitados a
cenar con Adam Richter. El evento ya está maldito antes de
efectuarse, pero algunos miembros del elenco estarán allí. Estoy considerando
presentar excusas (dolor de garganta, convulsiones, ¿muerte prematura?) cuando
el gerente llamó para decir que el auto había llegado, un sentido de
inminente desastre me persiguió hasta su habitación. Malvina abrió la puerta,
usando un vestido negro y tacones de aguja; el vestido es más corto y
apretado de lo ideal, pero para mí madrastra, es prácticamente recatado. Tan pronto
como solté el aire que había estado conteniendo desde que deje el ascensor,
sus ojos me escanearon, —Mariana, ¿Cuándo vas a
comenzar a usar mejor ropa? Algo de joyería mejorarían tu estilo, también.
Mi conjunto: mi top turquesa y falda de
acuarela en varios tonos de azul turquesa. Estoy usando unos pequeños
aros de plata en mis orejas y el anillo de mi madre en mi mano derecha, es de
diamante, corte princesa, fijo a una solida banda de platino.
Malvina suspira, retocándose su oscuro
brillo de labios en el espejo. —Y otra cosa —secó sus labios con una
servilleta—. Algo de maquillaje no te haría daño, tampoco.
Mi padre salió del baño, anudándose la
corbata. —Creo que me veo hermoso tal como soy dice, pasando el
brazo alrededor de mis hombros, ajeno a su ataque sobre mí, como
siempre.
—Oh, Nico —Empujó juguetonamente su pecho.
A la mierda todos los demás, a la mierda
todos los demás, a la mierda todos los demás.
Pobre!! Más!!
ResponderEliminarAa odio a malvina maasss
ResponderEliminarLunis podrías decirle a hastaelfinallaliter,blogspot.com ,k ponga la forma fácil d comentar y sin verificación.Recién entré, y no puedo dejar comentario.
ResponderEliminarGracias
dale le digo, no hay problema... beso
EliminarK pesada k es Malvina ,mejor tenerla lejos.
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