viernes, 30 de mayo de 2014

"Entre lineas" capitulo 38


Poli
 No puedo creer esta noche.
 Primero,  el  texto  de  Nico,  los rumores en línea  sobre Lali, Pedro y  yo.  Ya  que no  suelo  hacer exclusivas de las relaciones,  las especulaciones sobre Lali han estado  enloqueciendo  desde que se hizo  evidente que estaba  más que interesado  en ella que en mi costumbre de estar y dejar botadas a mis compañeras. Si los  tabloides no pueden obtener la confirmación de una relación, la inventan. Y  luego tratan de desenterrar cualquier evidencia de la infidelidad que pueden encontrar.
No  dejo  que esta  mierda  llegue a  mí.  No  lo  hago.  Pero  esta  es la  primera  vez  desde  Puala que he estado  en esta  posición,  en una clase de  relación con alguien que pudiera joderlo todo.
Solo  había  bailado  con Lali y  le cedí  el  turno  a  Agus,  que está  en mejor forma  para  bailar en este momento.  Charlando  distraídamente con algunos de los personajes secundarios  y  algunos de los  extras que se enteraron de dónde íbamos esta  noche,  la  he visto  bailar,  su  forma  de
moverse,  la  forma  en que miró  a  cada  rato  para  ver si todavía  estaba  mirándola. Su tímida sonrisa cuando vio que lo hacía. Todo estaba en camino  para que esta noche fuera alucinante.
Paula estaba un poco perdida, sentada en el bar a pocos metros de  distancia, con Pedro. No le hice caso. Hasta que…
― Disculpe Sr. Martinez? ―dijo el camarero detrás de mí.
Me volví.  ― Sí ¿ ―Me entregó un destornillador, lo  que definitivamente  no había ordenado―.  Qué es esto?
Señaló  a  Paula,  que me lanzó  un beso.  Sin lugar a  dudas en vano.
Cogí el trago, caminé unos pocos pasos hacia ella. ―Um,  gracias? Pero creo  que tu disfrutarías este más de lo yo lo haría.
Su expresión se volvió  casi sensual. ―Te gustaba en un tiempo.
Entrecerré los ojos, pensando en su juego. Pedro se sentó en silencio al otro lado de ella, la mirada fija en su bebida, con los labios fruncidos. ―Ah,  ¿sí? ¿Cuándo fue eso?
―No debería estar sorprendida de que no recuerdes.
Ah, me acuerdo bien. No mucho antes de nuestra separación, Paula  entro  una botella  de vodka  a  mi casa en su  bolso.  ―Consigamos algunas  naranjas y  hagamos destornilladores ―susurró.  Me hizo  una demostración de  hacer palomitas  de maíz  en el  microondas mientras ella  tomó  dos vasos  grandes de plástico y los medio-lleno con jugo de naranja y cubitos de hielo, y  les dijimos a mis padres que íbamos a ver una película en la sala  de medios  cuando desaparecimos en mi ala de la casa.
Una hora más tarde, estábamos emborrachados por completo, riendo y  uno sobre el otro. Habíamos estado al tanto de poco, pero juntos esa noche,  y fuimos imprudentes de toda manera posible.
Por qué le gustaría recordarme  esa noche, con Pedro a su lado, era incomprensible.
― Hay  alguna razón  que esperes que recuerde  bebiendo destornilladores contigo Paula?
Ella me miró, muy bien bajo la superficie, los dos de nosotros estallando  y  rompiendo  con la  tensión.  Ella  estaba  con alta tensión,  peligrosa e  inestable, y un presentimiento me asalto, diciéndome que tenga cuidado. En un instante de idiotez,  lo  descarto.  ―Solo  a  causa  de lo  que salió de ella ―respondió.
Ese es el punto en que mis ojos se mueven rápidos para ver a Pedro cerrar sus ojos, respirando un suspiro. Se volvió, su mano al antebrazo de ella.
―Paula. Volvamos al hotel.
―Quiero  que recuerde.  Solo  esta  noche.  Solo  una vez. ―Fue entonces  cuando supe que ella le había contado.
Me incliné hacia ella. ― Así que estás diciendo que sabes exactamente cuándo? Por  favor. Dudo  incluso  que en verdad  sepamos exactamente quién…
Se deslizó fuera de la banqueta, con los puños apretados, pálida y no  tan borracha como yo había asumido. ―Eres un bastardo.
Pedro se puso delante de ella. ―Eso estuvo fuera de lugar ―me dijo, su  mano  sobre ella,  manteniéndola  su  justo  detrás de él,  como  si le  hiciera  daño, si estaba demasiado cerca.
Todos nosotros, hablamos en voz baja, híper conscientes del hecho de  que estábamos en público. Aun así, estaba enojado con la condescendencia  en su tono. ―Esto no es de tu maldito asunto.
―Como su amigo, lo estoy haciendo mi asunto. Solo aléjate.
―Su Amigo? Cierto. Paula sabe que has estado corriendo con Lali en las mañanas, y ¿quién sabe qué más? Así que estas tratando de tener tu otro  pastel  y  comértelo,  también?  ―La  forma en que dije  esto  no  deja   ninguna  duda  en cuanto  a  lo  que quiero  decir―.  Por lo  menos estoy  solo  tras una chica. ―Haciendo un gesto hacia la pista de baile.
Pedro miró  en esa dirección. ―Voy a patearte el culo si haces da o a  Lali. No pienses ni por un segundo que no lo hare.
Bueno.  Confuso, justo  en  frente de Paula.  ―Mi relación con Lali  definitivamente no es asunto tuyo.
En ese momento, Paula se marchó a la sala de estar. Me eché el corto  de tequila  que el  camarero  había  colocado  en mi lugar y  me fui tras ella.
Pedro me siguió, pero no me importa una mierda. Tenía que saber si ella le  había dicho, aunque sabía que lo había hecho. Nuestra conversación en el  baño  lo  confirmó.  Cuando  empujé la  puerta  abierta  minutos más tarde,  él  estaba de pie junto a la puerta, su mandíbula apretada. Lo saludé y me dirigí directamente hacia la barra, buscando en la pista a Lali.

Lali
No tengo ni idea de cómo me las arreglé para salir del club y  llamar a  un taxi sin ser detenida  por nadie,  pero  lo  hice.
Cuando  llegué a  la  manilla  de la  puerta,  Peter está  allí, abriéndola para mí.
― Lali?  Estás bien?
Sacudí mi cabeza, secándome las lágrimas de mi rostro.
―Entra  ―dice bruscamente,  y  obedezco,  doblándome en  el  asiento  trasero  y  corriéndome por él  cuando  se hace evidente  que se subirá  conmigo.  Me duele  la  cara  al  tratar de evitar llorar y  me  vuelvo  hacia  la  ventana mientras que él le da el nombre del hotel conductor.
No  decimos una palabra  durante el  regreso  en auto, a  pesar de que me toma la mano,  me empuja a sus brazos mientras lloro.  Mi mente es puro  caos. Acabo de dejar a Pablo sin ninguna explicación, ni siquiera un adiós, y no puedo imaginar lo que voy a decir. ¿Puedo hacer lo que Paula sugirió y sólo  usarlo  de la  manera  que piensa  que él  quiere usarme? Difícilmente.  Me imagino  a  Cande  diciéndome que si uso  a  Pablo Martinez  para  perder mi virginidad sería la manera más alucinante que podría perderla.
Por lo  menos no  estoy  enamorada  de él.  Mi desilusión por el  no  tan  perfecto  Pablo Martinez  es el  toque final  a  una semana  miserable.
¿Decepcionada y sorprendida? Por supuesto. ¿Con el corazón roto? No.  Perderlo no se puede comparar con lo mucho que duele haber perdido  a  mi mejor amiga. Cierro  mis ojos,  nuevas lágrimas corren por mi cara  y  gotean por mi barbilla. No puedo soportar la forma en que la echo de menos.
Como  un miembro  amputado.  Al  igual  que la  voz  tranquila  de conciencia.
Como el hambre.
―Lali ―dice Peter mientras nos deteníamos en la acera y le paga  al  conductor―.  Quédate cerca. ―Me pregunto  acerca de su  instrucción durante dos segundos y luego inician los flashes. Me acerca rápidamente y se dirige a  la  puerta,  mientras un par del  personal  de seguridad  se apresura a  introducirnos al  interior.  Mañana  las historias deberían ser  fascinantes.  Por  suerte, no me importa.

Cuando  llegamos arriba,  se asoma  a  la  puerta  de Paula cuando  pasamos y sé que es donde quiere estar. Espero que ella se dé cuenta de lo  que tiene. Él no es como Pablo. No puedo creer que alguna vez los comparé.
 Deslizo  la  tarjeta  en  la  puerta,  dije: ―Gracias.  Ve… a  cuidar de ella.  Estoy bien.
― Estás segura? ―su preocupación es tan dulce que casi duele.
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Asiento con la cabeza, toma mi barbilla con su mano y me examina la  cara.  Cierro  los ojos,  sabiendo  que debo  ser un desastre total.  ―Vas a  estar bien, Lali. Eres más fuerte de lo que crees ―su voz es suave pero segura, y  asiento de nuevo. Me besa la frente suavemente y se aleja.
Mi teléfono  vibra  tan pronto  como  entro  en mi habitación.  Cuando  compruebo la pantalla, hay dos llamadas perdidas y cuatro mensajes, todos de Pablo. Me desplomo sobre la cama y las reviso.
Poli: ¿Dónde estás? ¿Todavía estás aquí en alguna parte?
Poli: llamada perdida
Poli: llamada perdida
Poli: En serio, ¿desapareces y luego no respondes? Estoy preocupado, devuélveme la llamada.
Poli: Ángela dijo que te vio hablando con Paula. ¿Vas a escuchar mi  versión o solo la escucharas a ella?
Poli: Bien. Lo entiendo. Llámame en  5 o tengo que  asumir que terminamos.
Ya  han pasado  dos minutos desde el  último  texto.  Me acuesto  en la  cama y miro el reloj marcar los últimos tres minutos de su ultimátum, y luego  me pongo de espalda.
No  me importa  si es  absurdo  rechazar lo  que podría  ser una  fantasía  para  todas las chicas  en el  mundo,  perder mi virginidad  con alguien como Pablo Martinez.  No  me importa  si es pasado  de moda  esperar por perderla  con alguien que importa. Tal vez a alguien que me rompa el corazón, no daré una mierda con quien me acueste. Tal vez miraré hacia atrás a este momento
 y pensaré que fue la mayor idiotez en el estado de Texas.
Dios mío, Cande me mataría.

Primero de la maraton!!

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