Poli
No
puedo creer esta noche.
Primero,
el texto de Nico, los rumores en línea sobre Lali, Pedro y yo.
Ya que no suelo
hacer exclusivas de las relaciones,
las especulaciones sobre Lali han estado
enloqueciendo desde que se
hizo evidente que estaba más que interesado en ella que en mi costumbre de estar y dejar
botadas a mis compañeras. Si los tabloides
no pueden obtener la confirmación de una relación, la inventan. Y luego tratan de desenterrar cualquier
evidencia de la infidelidad que pueden encontrar.
No
dejo que esta mierda
llegue a mí. No
lo hago. Pero
esta es la primera
vez desde Puala que he estado en esta
posición, en una clase de relación con alguien que pudiera joderlo
todo.
Solo
había bailado con Lali y
le cedí el turno
a Agus, que está
en mejor forma para bailar en este momento. Charlando
distraídamente con algunos de los personajes secundarios y
algunos de los extras que se enteraron
de dónde íbamos esta noche, la he
visto bailar, su
forma de
moverse,
la forma en que miró
a cada rato
para ver si todavía estaba
mirándola. Su tímida sonrisa cuando vio que lo hacía. Todo estaba en
camino para que esta noche fuera
alucinante.
Paula estaba un poco perdida, sentada en
el bar a pocos metros de distancia, con
Pedro. No le hice caso. Hasta que…
― Disculpe Sr. Martinez? ―dijo el
camarero detrás de mí.
Me volví. ― Sí ¿ ―Me entregó un destornillador, lo que definitivamente no había ordenado―. Qué es esto?
Señaló
a Paula, que me lanzó
un beso. Sin lugar a dudas en vano.
Cogí el trago, caminé unos pocos pasos
hacia ella. ―Um, gracias? Pero creo que tu disfrutarías este más de lo yo lo
haría.
Su expresión se volvió casi sensual. ―Te gustaba en un tiempo.
Entrecerré los ojos, pensando en su juego.
Pedro se sentó en silencio al otro lado de ella, la mirada fija en su bebida, con
los labios fruncidos. ―Ah, ¿sí? ¿Cuándo
fue eso?
―No debería estar sorprendida de que no
recuerdes.
Ah,
me acuerdo bien. No mucho antes de nuestra separación, Paula entro
una botella de vodka a mi
casa en su bolso. ―Consigamos algunas naranjas y
hagamos destornilladores ―susurró.
Me hizo una demostración de hacer palomitas de maíz
en el microondas mientras ella tomó
dos vasos grandes de plástico y
los medio-lleno con jugo de naranja y cubitos de hielo, y les dijimos a mis padres que íbamos a ver una
película en la sala de medios cuando desaparecimos en mi ala de la casa.
Una
hora más tarde, estábamos emborrachados por completo, riendo y uno sobre el otro. Habíamos estado al tanto de
poco, pero juntos esa noche, y fuimos
imprudentes de toda manera posible.
Por qué le gustaría recordarme esa noche, con Pedro a su lado, era
incomprensible.
― Hay
alguna razón que esperes que recuerde
bebiendo destornilladores contigo Paula?
Ella me miró, muy bien bajo la
superficie, los dos de nosotros estallando
y rompiendo con la
tensión. Ella estaba
con alta tensión, peligrosa
e inestable, y un presentimiento me
asalto, diciéndome que tenga cuidado. En un instante de idiotez, lo
descarto. ―Solo a causa de lo
que salió de ella ―respondió.
Ese es el punto en que mis ojos se mueven
rápidos para ver a Pedro cerrar sus ojos, respirando un suspiro. Se volvió, su
mano al antebrazo de ella.
―Paula. Volvamos al hotel.
―Quiero
que recuerde. Solo esta
noche. Solo una vez. ―Fue entonces cuando supe que ella le había contado.
Me incliné hacia ella. ― Así que estás
diciendo que sabes exactamente cuándo? Por
favor. Dudo incluso que en verdad
sepamos exactamente quién…
Se deslizó fuera de la banqueta, con los
puños apretados, pálida y no tan
borracha como yo había asumido. ―Eres un bastardo.
Pedro se puso delante de ella. ―Eso estuvo
fuera de lugar ―me dijo, su mano sobre ella,
manteniéndola su justo
detrás de él, como si le
hiciera daño, si estaba demasiado
cerca.
Todos nosotros, hablamos en voz baja, híper
conscientes del hecho de que estábamos
en público. Aun así, estaba enojado con la condescendencia en su tono. ―Esto no es de tu maldito asunto.
―Como su amigo, lo estoy haciendo mi
asunto. Solo aléjate.
―Su Amigo? Cierto. Paula sabe que has
estado corriendo con Lali en las mañanas, y ¿quién sabe qué más? Así que estas
tratando de tener tu otro pastel y
comértelo, también? ―La
forma en que dije esto no
deja ninguna duda
en cuanto a lo que
quiero decir―. Por lo
menos estoy solo tras una chica. ―Haciendo un gesto hacia la
pista de baile.
Pedro miró en esa dirección. ―Voy a patearte el culo si
haces da o a Lali. No pienses ni por un
segundo que no lo hare.
Bueno.
Confuso, justo en frente de Paula. ―Mi relación con Lali definitivamente no es asunto tuyo.
En ese momento, Paula se marchó a la sala
de estar. Me eché el corto de
tequila que el camarero
había colocado en mi lugar y
me fui tras ella.
Pedro me siguió, pero no me importa una
mierda. Tenía que saber si ella le había
dicho, aunque sabía que lo había hecho. Nuestra conversación en el baño
lo confirmó. Cuando
empujé la puerta abierta
minutos más tarde, él estaba de pie junto a la puerta, su mandíbula
apretada. Lo saludé y me dirigí directamente hacia la barra, buscando en la
pista a Lali.
Lali
No tengo ni idea de cómo me las arreglé
para salir del club y llamar a un taxi sin ser detenida por nadie,
pero lo hice.
Cuando
llegué a la manilla
de la puerta, Peter está
allí, abriéndola para mí.
― Lali?
Estás bien?
Sacudí mi cabeza, secándome las lágrimas
de mi rostro.
―Entra
―dice bruscamente, y obedezco,
doblándome en el asiento
trasero y corriéndome por él cuando
se hace evidente que se
subirá conmigo. Me duele
la cara al
tratar de evitar llorar y me vuelvo
hacia la ventana mientras que él le da el nombre del
hotel conductor.
No
decimos una palabra durante
el regreso en auto, a
pesar de que me toma la mano, me
empuja a sus brazos mientras lloro. Mi
mente es puro caos. Acabo de dejar a
Pablo sin ninguna explicación, ni siquiera un adiós, y no puedo imaginar lo que
voy a decir. ¿Puedo hacer lo que Paula sugirió y sólo usarlo
de la manera que piensa
que él quiere usarme?
Difícilmente. Me imagino a
Cande diciéndome que si uso a
Pablo Martinez para perder mi virginidad sería la manera más
alucinante que podría perderla.
Por lo
menos no estoy enamorada
de él. Mi desilusión por el no
tan perfecto Pablo Martinez es el
toque final a una semana
miserable.
¿Decepcionada y sorprendida? Por supuesto.
¿Con el corazón roto? No. Perderlo no se
puede comparar con lo mucho que duele haber perdido a mi
mejor amiga. Cierro mis ojos, nuevas lágrimas corren por mi cara y gotean
por mi barbilla. No puedo soportar la forma en que la echo de menos.
Como
un miembro amputado. Al
igual que la voz
tranquila de conciencia.
Como el hambre.
―Lali ―dice Peter mientras nos deteníamos
en la acera y le paga al conductor―.
Quédate cerca. ―Me pregunto
acerca de su instrucción durante
dos segundos y luego inician los flashes. Me acerca rápidamente y se dirige
a la
puerta, mientras un par del personal
de seguridad se apresura a introducirnos al interior.
Mañana las historias deberían
ser fascinantes. Por suerte,
no me importa.
Cuando
llegamos arriba, se asoma a
la puerta de Paula cuando pasamos y sé que es donde quiere estar. Espero
que ella se dé cuenta de lo que tiene.
Él no es como Pablo. No puedo creer que alguna vez los comparé.
― Estás segura? ―su preocupación es tan
dulce que casi duele.
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Asiento con la cabeza, toma mi barbilla
con su mano y me examina la cara. Cierro
los ojos, sabiendo que debo
ser un desastre total. ―Vas
a estar bien, Lali. Eres más fuerte de
lo que crees ―su voz es suave pero segura, y
asiento de nuevo. Me besa la frente suavemente y se aleja.
Mi teléfono vibra
tan pronto como entro
en mi habitación. Cuando compruebo la pantalla, hay dos llamadas perdidas
y cuatro mensajes, todos de Pablo. Me desplomo sobre la cama y las reviso.
Poli:
¿Dónde estás? ¿Todavía estás aquí en alguna parte?
Poli:
llamada perdida
Poli:
llamada perdida
Poli:
En serio, ¿desapareces y luego no respondes? Estoy preocupado, devuélveme la
llamada.
Poli:
Ángela dijo que te vio hablando con Paula. ¿Vas a escuchar mi versión o solo la escucharas a ella?
Poli:
Bien. Lo entiendo. Llámame en 5 o tengo
que asumir que terminamos.
Ya
han pasado dos minutos desde
el último texto.
Me acuesto en la cama y miro el reloj marcar los últimos tres
minutos de su ultimátum, y luego me
pongo de espalda.
No
me importa si es absurdo
rechazar lo que podría ser una
fantasía para todas las chicas en el
mundo, perder mi virginidad con alguien como Pablo Martinez. No me
importa si es pasado de moda
esperar por perderla con alguien
que importa. Tal vez a alguien que me rompa el corazón, no daré una mierda con
quien me acueste. Tal vez miraré hacia atrás a este momento
y
pensaré que fue la mayor idiotez en el estado de Texas.
Dios mío, Cande me mataría.
Primero de la maraton!!
massssssssssssssssss
ResponderEliminarX fin le abrieron los ojos
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