Poli.
Lali y Pedro se fueron antes de que
pudiera reaccionar, gracias a todo el alcohol que bebí. Con excepción de una mirada
entre ellos, él pareció estar concentrado en Paula toda la noche, así que no
tuve la oportunidad de preguntarle nada antes de que se fuera con Lali.
Agus se puso de pie tambaleándose,
después nos dio una mirada a Paula y a mí. —Vico, ayúdame a llevar a este bebé
a su habitación — Señaló hacia Ángela, ella estaba durmiéndose en el suelo. No
queríamos que nos acusaran de corromper a una chica de quince años. Agus le dio
un
suave codazo para despertarla y luego
Victorio y él la tomaron en sus brazos—. Gracias a Dios que pesa tanto como una
hoja —dijo Agus, sosteniéndola en sus brazos. Vico cerró sus ojos, apoyándose
sobre Án y Agus. —Voy a odiarme en la mañana.
—Yo te odio
ahora, hombre. Aún no creo que nunca hayas probado langosta.
Ambos rieron, dirigiéndose hacia la puerta,
Ángela apenas despertaba entre ellos.
—Buenas noches.
Compórtense bien —Agus nos dice a Paula y a mí, levantando sus cejas, mientras
los tres tropezaban en el pasillo.
La puerta se cerró detrás de ellos y nos
quedamos sentados, mirándonos fijamente el uno al otro a través de la gran
alfombra. Ninguno dijo nada durante un par de minutos.
Finalmente, incliné mi cabeza hacia su
cama. —Una vez más, ¿Por los viejos tiempos?
Incrédula, parpadeó, tratando de
descubrir cuan serio hablaba. Teniendo en cuenta que Lali acababa de salir de
la habitación con Pedro, Paula estaba borracha y parecía sexi y buscando calor,
y ambos estábamos solos, jugaría su juego. Por un par de segundos —Uno, dos,
tres— ella fue la Paula de antes. Y luego esa Pau desapareció. —Nunca en la vida.
—No fui tan
inexperto —Sonreí divertido—. No fue tan malo.
Ella jadeó ligeramente, su boca formó
una pequeña ―o‖ mientras parpadeaba, y otra vez, antes de esconder sus
emociones, vi las expresiones que pasaban por su cara. Ella tomó el control
rápidamente, sus ojos se encontraron con los míos. Y cuando acorto los metros
que nos separaban, se sentó en mi regazo, sus rodillas a los lados de mis
caderas. Me besó, primero suavemente y luego más duro, como castigándome, ella
envolvió sus brazos alrededor de mi cuello, sus uñas perforaron mi piel a
través de mi camisa mientras sus dedos recorrían mis hombros y frotaba su
pelvis contra la mía. A pesar del alcohol en mi sangre, mi cuerpo respondió,
aunque quizás por el alcohol en mi sangre no noté lo que ella estaba haciendo. Sin
previo aviso ella retrocedió y se deslizo de mi regazo, apartando mis manos de
su cintura. —Eso no fue demasiado bueno, tampoco —su tono era desinteresado y
sonrió fríamente. Se enderezó y camino erráticamente hacia su baño,
ignorándome—. Puedes irte, Poli. No quiero nada de ti.
Me levante y reí, vi como sus hombros se
tensaron al escucharme. —De acuerdo. Olvide por un momento la perra fría que
eres, Paula. Ahora lo recuerdo. No te preocupes, no deberás esforzarte para que
me vaya.
—Vete al diablo,
Pablo —dice mientras cerraba la puerta. Reí, y salí cerrando suavemente la puerta,
sin parecer afectado. Cuando llegue a mi habitación, me tomó todo mi esfuerzo
no hacer un maldito agujero en el muro. Paula fue la primera, y yo fui el de
ella. Éramos jóvenes y estúpidos y por un breve espacio de tiempo, pensé
amarla. No lo hice, por supuesto, no más de lo que ella llegó a amarme. Por
mucho que deseara que ella no pudiera afectarme, eso era imposible. No puedo negarlo.
Lali.
Mientras la habitación gira, me acuesto
en la cama, calculando cuantos vasos me bebí esta noche.
Definitivamente más de lo que alguna vez
he bebido. Correr por la mañana está fuera de cuestión; es un muy buen hábito.
Recuerdo enviarle un mensaje a Cande antes de que mi batería muera,
a pesar de que el mensaje probablemente
sea incomprensible por las letras, ya que los botones del celular me parecen
muy pequeños.
Despierto con un ruido y al principio
estoy convencida de que viene dentro de mi cabeza. Abrí solamente un ojo. Mi
boca se siente totalmente seca. Tock-tock-tock. No. Definitivamente es la
puerta. El reloj sobre el buró dice que son las diez de la mañana.
Arrastrando mis pies, me asomó por la
mirilla. Desbloqueé la puerta y la abrí mientras cerraba la puerta para que no
entrara la luz del pasillo. — ¿Peter?
Él sostenía una taza con la etiqueta de
Starbucks y sonreí. —Ve a cepillarte los dientes y echarte algo de agua en tu
cara.
—Peter, me veo y
me siento como una mierda.
Se adentró en mi habitación. —Vamos, voy
a ayudarte. ¿Cómo tomas tu café? —Camina hacia el escritorio con los cafés,
sacando los paquetes de azúcar y crema de sus bolsillos.
Suspiro, incapaz de discutir con este
dolor de cabeza. —Espérame — obedientemente, voy al baño y cierro la puerta
detrás de mí. Me lavo la cara, me cepillo los dientes y tiro de mi cabello en una
coleta, evitando verme en el espejo tanto como me era posible hacerlo, ya que
mis ojos se rehusaban a abrirse.
Cuando salí, él me entregó el vaso.
—¿Cómo te va?
¿Cómo te sientes con esta…? —Truena sus dedos—. Esta… ¿Cuál es la palabra?
Me frotó mis ojos y me siento. — ¿Resaca?
—Esa es la
palabra.
—Bueno, me
siento como si pesara cien kilos.
Él aparta un par de zapatos de la silla
del escritorio y los coloca en el suelo, y después se sienta.
—¿Nunca has
tenido resaca?
—Yo diría que
no. Pero me lo tomé con calma la noche anterior, mientras que todos los demás
bebían si parar cuando estaban en fiestas de la escuela.
—La noche
anterior fue divertido a su manera.
—¿Qué significa?
Él me observa, tomando su café y echando
su espalda hacia atrás. — Mmm. Me gustaría saber lo que piensas.
—Me alegro que
no jugáramos a girar la botella o… bueno, no soy fan de todos esos juegos de
besos.
Tomó un sorbo de su café,
considerándolo. —Sí, yo tampoco.
—Creía que a los
chicos les gustaba ese tipo de juegos.
Bajó la mirada, ocultando sus ojos. —No
soy un chico que se ande con juegos —Pensé en sus palabras mientras él bebía su
café, y luego noté que él tenía esta típica maniobra, él cambia de tema
completamente—. ¿Crees que quieras ir a almorzar o ir de compras?
¿Un chico que
quiere ir de compras? —No piensas llevarme a una tienda de deportes o cómics,
¿verdad?
—Estaba pensando
en una librería. Pero si tú quieres entrar a los cómics…
—No, por favor.
Librería sí; comics no —Brevemente salí con un chico el año pasado, a él le
gustaban los comics. Nunca dejaba de hablar de ellos, incluso cuando lo amenace
con hablarle sobre Las Chicas Gilmore. Sabía más sobre comics de lo que cualquier
otra chica podría saber.
—¿Te dejo
terminar tu café y regreso como en cuarenta y cinco minutos? —se levantó y se
dirigió a la puerta.
Mientras me bañaba, noté que Peter
eludió completamente mi pregunta sobre su comentario de que la noche anterior fue
―divertido a su manera‖. Definitivamente mi mente no está corriendo a toda
velocidad, como diría mi padre.
Mi teléfono estaba recargado y parpadeaba
cuando salí. Había un mensaje de Cande en respuesta a lo que le envié la noche
anterior:
*Yo:
Etoy bstante borrcha ;; mch tragos d tquila.
Can:
Supongo por tu mensaje que hubo mucha bebida involucrada. ¿Hola?
¿Algo que pueda leer?*
Le respondí el mensaje y ella contesto
inmediatamente.
*Yo:
Lo siento, fue por el tequila. El teclado se estaba moviendo.
Can:
Prometiste decírmelo todo. ¡Suelta la sopa!
Yo:
La noche anterior jugamos Yo nunca, y me fui antes de que giraran la botella.
Can:
¿QUÉ? ¡DIABLOS! ¡TE LLAMÓ!*
—¿En serio jugaron
Yo nunca y a girar la botella?
—Sí, y casi.
—De alguna manera
imaginaba las fiestas de las celebridades más… ¿Sofisticadas?
Reí. Sí, yo también. —Me fui cuando Vico sugirió
girar la botella o siete minutos en el cielo.
—¿Estás loca? Había
una posibilidad de estar siete minutos con Vico D’Alessandro, ¿Y tú te fuiste
antes?
—Can, ya sabes que
no me gustan esos juegos…
—Sí, lo sé. Aun así,
¡No puedo creer que no quisieras estar a solas con él! Si tú no querías
hacerlo, yo pude haber hecho el sacrificio por ti.
Me di cuenta de que Peter tocaba la puerta.
—Umm, debo ir a
almorzar, ¿Te llamo más tarde?
—Claro. No te
preocupes por mí. Estoy aburriéndome en Sacramento. Sola. Sin vida.
—Can, sabes que
estoy contigo siempre, en espíritu.
—Muérdeme —dice
ella—. Quiero estar en persona contigo, jugando a girar la botella con Poli y
Vico.
—¿Ahora quien está
quejándose? —bromeé.
—Bien. Pero uno de
estos días, espero cosechar los beneficios de ser la mejor amiga de una
celebridad.
—Por supuesto. Eres
la primera en la línea.
Más!
ResponderEliminarMaasss
ResponderEliminarHOLA!!!! ASE RATO NO FIRMO PERO ME CORTARON INTERNET Y TENGO Q IR A UN CIBER, PERO ME ENCANTA ESTA NOVELA, SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
ResponderEliminarBESOS ALDYY
Jajjajajaja,no me extrañaría k Cande viaje para estar allí.
ResponderEliminarK caballeroso es Peter ,le llevó el café.