Poli
Filmé con Agus y Paula el día de hoy,
escenas en el interior que serán mezcladas con las escenas al aire
libre que Lali y Eugenia filmaron el día de ayer. No me
estaba sintiendo bien
anoche, por lo que me fui a dormir
temprano. Me desperté con una maldita reseca que no era resaca. No
puedo describirla, en verdad. No creo que haya bebido mucho ayer, pero no
puedo recordar.
Superé la filmación, no tuve ningún
conflicto con Paula, lo que es realmente extraño. Todo lo que sé es que
me siento como mierda y no quiero estar despierto. Debería irme a cama y
dormir, lo que sea que tenga.
Probablemente debería enviarle un
mensaje a Lali, pero puedo hacer eso cuando despierte.
Lali
No he escuchado nada sobre Poli el día de
hoy. No llamadas, no mensajes de texto, y no ha aparecido
en mi puerta.
Después de una mañana tranquila con Eugenia, discutiendo las novelas que hemos escogido para
nuestra tesis, tuvimos Francés junto a Ángela e hicimos planes para cenar lo que
asumo incluye a todo el grupo.
Paso junto a la puerta de Poli, enojada.
La ley del hielo debe ser alguna clase de berrinche de hombres.
El antiguo novio de Cande, Vic, la
presionó para tener sexo. Al comienzo, ella me dijo que ellos habían estado
juntos por varios meses y que tal vez era tiempo de hacerlo, a pesar de que ella
no estaba lista para ello. Y después él comenzó a decir cosas como; "Si hubiese
sabido que eras una mojigata…" y "Soy un chico.
Tienes que admitir que he sido paciente." El último colmo sucedió en la cafetería escolar, cuando
estaban sentados junto a sus amigos.
"―Oye, Vic, ¿Cómo
puedes averiguar si una chica es frígida? ―Su amigo hizo una pausa para efecto―. Cuando
abres sus piernas y una luz se enciende.
―Ding ―dijo Vic,
viendo a Candela mientras sus amigos reían.
―No es gracioso
―dijo ella, dándose cuenta que él le había dicho a sus amigos lo que sucedía entre ellos. O
mejor dicho, lo que no estaba sucediendo.
―¡Ding! ―Repitió
el más odioso de los amigos de Vic, un chico que Cande soportaba sólo porque ella se preocupaba
por Vic.
Ella se puso de pie y abandonó la mesa
con burlas a su espalda, y Vic no hizo nada más reír y decirle: ―Vamos,
cariño… Jesús, sólo era un chiste."
Una semana más tarde después que se
separaran se enteró de que él había estado durmiendo con una alumna de
segundo año de su clase de arte por un mes, tal vez más. Él había
estado diciéndole que dicha chica estaba enamorada de él pero que mantenía
su relación estrictamente platónica.
―¿Desde cuándo
platónico es un sinónimo para teniendo relaciones?
―Ella le
preguntó durante una de sus últimas peleas, la cual ocurrió al instante que se enteró.
―Te tengo
noticias, Cande… tú y yo hemos terminado, por lo que técnicamente, ya no tienes derecho sobre
mí. Pero déjame darte un último consejo; es exageración llamarlo joder a
tu novia, cuando ella no se acuesta contigo en primer lugar.
Ella y yo lanzamos infinidad de
maldiciones a Vic por su vil excusa, pero apostaría a que Poli me presiona.
Estoy cansada del berrinche de Pablo.
Quiero dejarle saber que él no puede manipularme, pero también quiero
estar preparada por si usa la justificación de Vic. Sin saber
exactamente qué decir pero determinada para decirlo, regreso y tocó en su puerta. Un
minuto después él no ha respondido, pero cuando estoy por irme, la puerta se
abre.
La última cosa que espero ver es a Pablo con un brazo sobre su abdomen. Su cabello usualmente perfecto
está aplastado contra su frente y él se ve pálido.
―¿Pablo? ¿Estás
bien?
―Sí. No. No lo
sé. No me siento muy bien, La. He estado durmiendo desde que regresé.
―¿Necesitas que
llame a alguien? ¿Un doctor?
Parpadea lentamente. ―Sólo regresaré a
la cama a dormir.
―¿Por qué no te
traigo algo; sopa tal vez, de la cafetería? Estaré de regreso en veinte minutos. Dame tu
llave, para que no te levantes nuevamente.
Regresa adentro, apuntando hacia su mesa
de noche. ―Está en mi billetera. ―Mientras tomo la llave, él
colapsa en la cama con un quejido.
―Poli, ¿estás
seguro que no necesitas un doctor? ―Menea la cabeza, no sé qué hacer excepto por ir a traerle
un poco de comida, la cual estoy segura no comerá.
Cuando regreso, él ha pasado de pálido a
ruborizado.
Traje sopa de pollo y Sprite, pero él no
toma más de un trago de ambos.
Sus rodillas estás dobladas, ambas manos
en su estómago, sus ojos cerrados.
Colocando mi mano sobre su frente, sé
que algo está realmente mal porque está ardiendo en fiebre. ―¿Estás
mareado?
―No sé ―responde
después de un minuto―. Deberías irte. No sé si lo que tengo sea contagioso. Dile a Richter que
no estoy de humor para filmar mañana.
―Claro.
―Probablemente él tiene razón, lo mejor que puedo hacer es irme, pero no puedo dejarlo así.
Mi celular suena desde mi bolso, un
mensaje de texto de Peter.
Pitt: Oye, ¿vendrás? Estamos a punto
de tomar taxis.
Yo: Estoy en la habitación de Pablo. Creo
que está enfermo.
Pitt: ¿De qué?
Yo: No lo sé. Fiebre. Está apretando su
estómago pero no ha vomitado… aún.
Pitt: Estaré allí en un minuto.
Yo: Está bien, gracias.
Humedezco una toalla pequeña con agua
fría, retiro el cabello sudado de Pablo de su frente y presiono la
toalla en su cabeza. Suspira pero no abre los ojos.
El llamado de Peter es suave. Abro la
puerta para recibirlo, diciendo:
―Espero no
exponerte a nada.
―Está bien.
―Saca un termómetro desechable de una bolsa de papel y sonríe―. Un regalo.―Pablo ni siquiera se
da cuenta de que Peter esta aquí.
Unos minutos después, no me siento tan
bien. ―Treinta y nueve y medio ―dice Peter―. Necesitamos llamar un doctor.
Llamo a AP, quien llama al asistente
personal de Pablo, Andrew, quien localiza a un doctor que está dispuesto
a venir al hotel. Andrew es uno de las docenas de personas en producción que
son invisibles. Sus habilidades de asistente personal, hasta hoy, eran
principalmente conseguir café expreso de caramelo y supervisar que todo estuviera
en su lugar. Mas hoy, él está en la habitación de Pablo, caminando de un lado
a otro en la sala de entretenimiento, llamando a los padres,
manager y agente de Pablo. Peter llama al servicio de habitación y ordena
emparedados, los cuales son agregados a su cuenta de hotel. Cuando
trato de negarme, me dice que tengo que comer.
―Oh, ¡tú debías
de ir a cenar con los demás! ―dije.
Sacude su cabeza. ―No hay problema. Les
dije que se adelantaran.
Cuando la doctora llega, Andrew, Peter y yo somos pateados fuera de la habitación mientras ella examina a Pablo. Hay un llanto de dolor en la
habitación, congelándonos a Andrew y a
mí en nuestros lugares. Peter toma mis hombros y me ve a los ojos. ―Él
estará bien.
La doctora abre la puerta para dejarnos
entrar nuevamente.
―Necesitamos
hacer exámenes para apendicitis. ―Ella ya ha llamado a la recepción para que envíen una
ambulancia―. ¿Tiene familiares cerca? ―Pregunta, y
Andrew comienza llamar como un hombre poseído.
Peter y yo seguimos a la ambulancia en
un taxi. Él sostiene mi mano durante todo el recorrido, y en la sala
de espera, donde pasamos la noche.
―Él estará bien
―repite, después de que se nos dijera que Poli tendría cirugía; la doctora estaba en lo correcto sobre
su primera diagnosis―. ¿Qué hubiera sucedido si tú no hubieras ido a
buscarlo, o si lo hubieras dejado dormir cuando él te lo pidió?
Andrew habla y envía mensajes sin parar,
caminado cerca de las ventanas y a veces afuera, donde sospecho
que busca algún lugar para fumar. Los hospitales usualmente no son
muy amables con fumadores. Inclino mi cabeza sobre el hombro de Peter,
agradecida de que él haya aparecido con el termómetro, que haya
sabido que hacer. Mis ojos se cierran, y me doy cuenta que he estado
durmiendo cuando me siento y mi cuello se siente adolorido. Él se
remueve, su mano acariciando los duros músculos, presionándome contra su pecho,
su corazón en mi oído.
Andrew se interpone entre el área de
espera y la estación de enfermeras para preguntar por milésima
vez sobre el estado de Pablo. ―Él. Continúa. En. Cirugía ―dice una de las enfermeras a través de dientes apretados.
―¡Hmph!
―responde Andrew, y Peter ríe mientras yo suelto risitas contra su camiseta.
Minutos después, Andrew camina hacia
nosotros y me entrega su teléfono celular. ―Richter quiere charla
contigo.
Tomo el celular. ―¿Hola?
―Hola, pequeña,
agradezco que hayas sido observante para darte cuenta de que Pablo necesitaba ayuda. Si
esto hubiese pasado sin ser detectado, él podría haber tenido muchos
problemas.
―Fue Peter quien se dio cuenta, no yo. ―Mis ojos se deslizan hacia él y le da un apretón a mi hombro.
―Bien, ustedes
dos salvaron su vida. Sin embargo, no tienen que quedarse. Estoy seguro que Andrew puede
hacerse cargo de cualquier cosa que ocurra. ―Andrew, nervioso, parece
preparado para saltar a cualquier problema que necesite solución.
―Regresaremos en
cuanto él salga del quirófano.
―Está bien.
Comunícame con Andrew para asegurarme de que pueda contactarnos a todos. ―Le entrego el
celular y Andrew camina hacia la salida, hablando. Hora para otro
cigarrillo.
Me vuelvo hacia Graham. ―¿Cómo van esos
parches?
―Demasiado bien,
de hecho. Aún tengo problemas con mis manos, porque están impuestas a sostener un
cigarrillo. No estoy seguro que hacer con ellas. ―Flexiona sus dedos y voltea
sus manos con las palmas hacia arriba, observándolas como si le pertenecieran a
alguien más. Tomo la más cercana a mí sin verlo, y nos sentamos,
silenciosamente sosteniendo nuestras manos, hasta que el doctor emerge para decirnos
que Poli se está recuperando
El horario de filmación es modificado
para sustituir las últimas escenas que no incluyen a Pablo; él estará en
descanso por una semana completa, posiblemente dos. Como él es uno de los
personajes principales, nosotros filmamos unas escenas parciales, un
doble representando el lado de la conversación de Pablo, o uno de nosotros
filmando de lado lateral, su porción se filmará después, todo siendo colocado
en el corte final.
La producción organiza el uso de la casa
Bennet para después, y Eugenia y yo hacemos una escena
emocional donde su personaje, Jane, se da cuenta que el chico que ella ama se
ha ido sin planes de volver. Sé por su concentración antes de comenzar a filmar
que ella está recordando su última separación para efecto emocional. Ella
me dice que desea que pudiera usar algo más, pero ella sabe que las sobras
de sus sentimientos para su ex son la cosa más cercana que comparte con su
personaje.
―Hablé con
Robbie la noche anterior ―dice mientras esperamos a que preparen el set.
―¿Oh? ―Estudio
su rostro, y a pesar del exquisito maquillaje, puedo darme cuenta que ha tenido una noche
dura. Círculos oscuros aún son visibles en la delicada tez.
―Dice que me
extraña. No soy idiota… pero es tan tentador. Lo conozco. Él me conoce. Sólo tengo miedo
que lo que siento por él nunca terminará. Que si lo dejo ir, moriré
sola y miserable.
―Eugenia. ―Tomo
su brazo, espero hasta que se vuelve a mí―. Por favor dime que sabes mejor que eso. O tendré
que discutir contigo sobre no ser idiota.
―Sé más
―murmulla. Me inclino y la miro directamente a los ojos―. Lo hago. No quiero amarlo ―dice
miserablemente.
―Euge, ¿qué
clase de persona espera que alguien a quien ama deje lo que ella quiere ser, lo que ella
necesita hacer? Eso no es amor.
―Sí. ―Ella está
escuchando pero no oyendo, y quiero sacudirla―. ¿Sabes qué, Lali?―Suspira―. El maldito amor
apesta.
Un dulce peter!! Más!!
ResponderEliminarMe encanta como la contiene
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