Poli
El padre de Nico llamó anoche y le ordenó
irse a su casa.
Aparentemente comienza orientación
vocacional en la universidad el lunes, y se suponía que
debía verificarlo mañana.
Oops.
No importa cuán escandaloso e
intimidante mi padre sea, no se puede comparar con el padre de Nicolás, un
director ejecutivo que se encarga de lo que sea que encuentra, no importa
quiénes sean, te trata como si trabajaras para él. Y eso incluye a Nico, quién lo
llama el Señor Oscuro desde que tenía dieciséis. Nico no trabaja y es
completamente dependiente, financieramente, así que cuando el Señor
Oscuro dice salta, él salta.
Nicolás y yo compartimos la cabaña, y él
llamó a la puerta de mi dormitorio, por así decirlo, en un
momento inoportuno ayer por la noche. La chica —vamos a llamarla Macy porque me
gusta ese nombre y no puedo recordar su nombre real— se levantó como
si hubiera sido golpeada por un cable de electricidad.
—Jesús. ¿Qué?
—dije, molesto.
—Hey amigo, un
minuto —dijo Nico al otro lado de la puerta.
Miré a Macy, quién estaba casi desnuda
pero lucía como si se quisiera ir.
—No te muevas.
—Puse un dedo entre medio de sus pechos y la empujé hacia atrás, sonriendo—. Es sólo
mi idiota amigo. Volveré en un segundo.
Vagabundeé a través de la habitación,
sin camisa, vaqueros con la cremallera abierta, y abrí la puerta con
un crujido.
—¿Qué mierda
quieres, hermano? Sé que tienes más condones de los que puedes usar en una semana.
—Mi padre acaba
de llamar. Yo… umm… tengo que estar mañana en casa.
—¿Y?
—En un vuelo a
las diez.
—¿Qué?¿Por qué?
—Sacudí mi cabeza—. No importa. Le enviaré un mensaje a Jeff. Dios sabe que no lo
estoy molestando en este momento. Él patearía tu trasero sólo porque no se le
está permitido patear el mío.
—Sí, ése es el
por qué no llamé a su puerta…
—Me encargaré de
eso. Ahora déjame solo por el resto de la noche. En serio. —Él sonrió.
—No te
preocupes, hermano. Gracias.
—Lo que sea.
—Cerré la puerta con un chasquido, la bloqueé y me volteé, agarrando mi teléfono de la
desvencijada cómoda y tecleando un mensaje para Jeff, Agus y Vico mientras caminaba hacia la cama, mirando a Macy—. ¿Dónde estábamos?
Hubo una intensa actividad ésta mañana
para salir de aquí antes de las ocho. Macy acaba de ser persuadida de
subir a un taxi, luciendo severamente con resaca y poniendo mala
cara porque yo me iba. No hay razón para decirle que mi salida no
tenía nada que ver con ponerla en un taxi ésta mañana. Sin ánimo de ofender a las
chicas sexys del mundo —pero noticia de última hora— hay chicas sexys
en todas partes. Yo no tengo segundas citas. No incluyó a Lali en esto —ella no es
una Chica-de-una-noche.
Asumo que ella me mantendrá felizmente
ocupado durante el rodaje de la película. Quizás más, quién sabe. Si
pasas tiempo con tus co-estrellas, por lo general se asume que son una pareja, por
lo menos temporalmente. No creo en el amor, y aun cuando mis padres han
estado casados siempre, no creo en el matrimonio, tampoco. Ellos sólo
viven y giran alrededor de la vida del otro. No hay una relación emocional
allí. Es una relación económica y social.
No es por mí y nunca lo será. No miento a las chicas como Macy (quién
se llama Tracy, apropósito. Estaba cerca). Si ella asume que por lo
de anoche tenemos una relación, probablemente le podría salir el tiro
por la culata —Y no me importa si estamos hablando de mí o de John o de
cualquier otro tipo. Estaría engañándose a sí misma. No tiene nada
que ver con la falta de respeto, ni nada de la mierda con la que tratan de
asustarlas. Es un poco más simple que eso.
Si te conocí la noche pasada y te llevé
a mi habitación, o te seguí a la tuya, y tenemos sexo, eso es lo que
pedimos del otro. Es lo que obtengo, y lo que tú obtienes. No te conozco. No me
conoces. Gracias por jugar, y hemos terminado. Si por alguna casualidad lo
que se dijo en algún momento durante ese intercambio me hace sentir lo
suficientemente curioso como para verte de nuevo, lo haría.
¿Ha ocurrido
antes? Un par de veces. ¿Duró? Claramente, no.
Lali
Peter y yo apenas hablamos en la mañana
mientras corríamos, y en el almuerzo él estaba
ensayando sus líneas con Emi mientras que yo trabajaba
con Tim y Leslie. No sé qué hizo ayer en la noche cuando las
chicas estaban fuera.
Esta mañana, él no ha hablado desde que
murmuró el buenos días en el vestíbulo y nosotros estábamos casi a
la mitad de nuestro recorrido habitual. En contraste con nuestros
confortables silencios, este silencio es incómodo, como si las palabras
estuvieran atrapadas en nuestras bocas.
No hay sonido más allá que nuestros
pasos sincronizados convirtiéndose en pisadas rítmicas, las reverberaciones
del motor de un pequeño avión dando vueltas por encima de una
publicidad sobre una agencia de coches que prometía ¡Sin pago INICIAL!
ondulando por detrás, y el zumbido de los coches en una calle cercana.
Después de otros cincos minutos, no
puedo soportar más la desconexión. Una conversación, no
importa cuán aburrida, sería mejor que este incómodo vacío.
—¿Sin deseos de
fumar todavía?
Leí alivio en su mirada, en la forma en
que sus hombros se relajaron, como si él estuviera esperando que
hablara como yo estaba esperando que él lo hiciera.
—En realidad
sigo drogado por el parche.
—¿Dónde lo
pusiste?
Él empujó hacia arriba la manga de su
camisa para revelar el parche.
Puesto en su
más-musculoso-de-lo-que-me-había-dado-cuenta-antes bícep.
—Se supone que
debo ponerlo en un sitio nuevo cada cierto tiempo. Creo que le estoy dando una especie de
descanso a mi piel.
—Uh —dije,
oyéndome al segundo que dejó mi boca. Un momento pasó, y me pregunté si él iba a decir
algo.
—Has crecido sin
cuidado en mi ausencia. ¿Dónde estamos ahora? ¿En los cuarenta o algo así?
Lo empujé, inexplicablemente complacida
de que no haya dejado de burlarse de mí, y él rió, desviándose
del camino por no más de dos pasos.
—¡Paz, chica!
Sigues siendo menor de diez. Pero hablemos de honor aquí, entonces tienes que dejarme saber
si tú empezaste a acumular sanciones mientras yo no estaba aquí.
Pretendí fruncir el ceño.
—Oye, sabes que
sólo estoy jugando contigo, ¿cierto? Realmente no me importa si usas ―uh‖ cada tres
oraciones que formulas.
—No lo sé. —Puse
mala cara—. Pareciera como si realmente te molestara.
Él sonrió.
—Nah, Tomaría
mucho más que eso para que puedas llegar a alterarme.
Salimos del ascensor en el cuarto piso
entre las enérgicas bromas sobre nuestras co-estrellas. Que han regresado
del viaje en botes inflables. Victorio está arrodillado en el piso, excavando
en su mochila, ropas tiradas por todas partes, mientras que Pablo y Agustín estaban
cerca de él, observando.
—Estoy seguro de
que esa maldita llave está aquí… en alguna parte.
—Llamaré a
recepción, ellos mandarán a alguien aquí arriba con una nueva. —Ofreció Agus.
—Hermano, estaba
justo aquí, la vi cuando estaba empacando esta mañana…
Cuando Peter y yo estuvimos a la vista.
La cara más bronceada de Poli (y algo rosa) se iluminó.
—¡Lali! —dice
él, como si no nos hubiéramos visto en semanas.
Él caminó directamente hacia nosotros y
puso sus brazos alrededor de mí, dando una vuelta en torno a mí, y
dejando un brazo alrededor de mi cintura cuando dijo:
—Hey, Ped...Peter. —Y
le ofreció su mano. Peter la sacudió sin ningún comentario—. Qué lástima que no pudiste
venir, hermano, fue increíble. Nada que hacer en todo el día además de beber
y lanzarnos río abajo —Miró hacia mí—. ¿No eres tú la cosa más linda en
esa blusa y shorts? Ejercitándote en la mañana, ¿eh? —Antes de que pudiera
formular una respuesta, él se inclinó y me besó.
Este beso no fue más que un roce, no más
que una reunión de nuestros labios sólo por una fracción de segundos,
y no fue nada como el apasionado beso de tres noches atrás, pero la
acción guardaba esa reconocible familiaridad. El rostro de Peter estaba
vacío de expresión cuando él se volteó hacia la puerta. Cuando me liberé
de Pablo avergonzada, crucé el pasillo y empujé mi tarjeta-llave por la
puerta, molesta con Pablo por reclamarme con ese beso, molesta con
Peter por darse por vencido tan fácilmente.
—¡Ah-ha!
—Vico encontró su tarjeta en lo más profundo de su mochila.
—¡Hey, salgamos
todos esta noche! —Sugirió Pablo.
—Necesito una
siesta primero —dijo Agus, bostezando—. Una siesta malditamente larga.
—Son sólo como
las 10 a.m. —Pablo golpeó su brazo y él lo esquivó—. Tú puedes tener unas buenas ocho horas de
sueño y seguir teniendo mucho tiempo para maquillarte.
Agus se lanzó hacia adelante y se
tropezó con un montón de ropa, y Vico retrocedió, diciendo:
—Hermano, yo
tengo una seria necesidad de un poco de compañía adulta. —dijo, mientras caía al suelo,
rodando y riendo como un niño de cinco años de edad.
—¿Qué? —rodó
Agus lejos de Poli, su inocente expresión contradictoria por la pierna que
sobresalía para que Pablo tropezara en cuanto se levantara.
Mi puerta se desbloqueó y la empujé para
abrirla mientras Pablo decía:
—¿Te veo esta
noche Lali? —Él no tiene idea de lo que acaba de hacer.
—Claro.
—Genial. Enviaré
un mensaje a todo el mundo; podemos reunirlos a todos e ir juntos.
Peter ya está en su cuarto, su puerta
se cerró con un suave click.
Pasé la tarde en mi habitación,
terminando una novela que me dejó totalmente depresiva. El personaje
principal está dando una fiesta, y toda la historia cuenta el día previo a la
fiesta. Pero durante ese día, mientras ella tiene todo preparado para comenzar, ella
está recordando su pasado, y en las personas quiénes asistirán: un chico
en particular, alguien quién estaba enamorado de ella años y años atrás,
alguien quién ella no escogió. No es como si ella fuera miserable; es peor,
como si a veces ella estuviera muerta por dentro. Por lo menos eso fue lo que
yo entendí.
Leer historias como esas te hacen, o
bien querer salir a una fiesta o quedarte para contemplar la idea de
cortarse las muñecas. Yo aún estoy decidiendo.
Yo: Todo el mundo saldrá esta noche. A
prepararse para las fotos comprometedoras que estarán en internet
mañana. Sigo confundida. ¿Llámame cuando
tengas un descanso?
Cande: Estoy tratando de sentir pena por ti…
2 chicos calientes, 1 tú…
—Hola, estoy en
el descanso de cena. Jasper me dio unos veinte minutos —dijo Cande cuando contesté—.
Dios, hoy ha sido una pesadilla. Algunos de los amigos anti-Dios de Derek
dieron un paseo por la tienda para verificarme, y no me defraudaron. Tú
sabes cómo me visto cuando trabajo.
—Sí.
—Espera un
segundo. —La oí ordenando un pedazo de pizza y una limonada, el zumbido de cientos de
conversaciones y los chillidos de los niños en la parte trasera. Yo casi puedo oler
el orégano y la salsa de tomate de la comida del Court Pizza, mezclado con el
constante aroma de las papas fritas de la tienda de Hot-Dogs que se
encuentra al lado. Se sienten como meses desde que Cande y yo estuvimos allí
juntas, contemplando cómo empezaba a surgir mi fama—. Bien, estoy de vuelta.
Entonces. Sobre qué cosa estás más insegura, ¿sobre qué sientes por Pablo, o
qué siente él por ti?
—No es realmente
cómo me siento con él, sino lo qué significa, ¿sabes?
—Como… "¿Cuáles
son sus intenciones, Sr. Martinez?" o así como…"¿Qué es lo que
esto significa para ti?"¿Demasiado del
siglo diecinueve?
—Un poco.
Además, él no es algún tonto que trabaja en Gap, él es Pablo Martinez.
—Lo sé. Y tengo
17, no 35. No es como si necesitara promesas de un para siempre.
—Sólo porque no
quieres a una persona que bese donde caminas no significa que estás pidiendo un para
siempre.
Mi padre y yo nunca hablamos de la
muerte de mi madre. Fue cáncer, y fue rápido. Lo que he
deducido en los últimos once años: ella era demasiado joven para saber y
empezar a sospechar; no hay historia familiar, ninguna urgencia de ser
diligente con los chequeos médicos. Las células malignas eran maestras en
camuflaje, con tan pocos signos reveladores en las fotos de ella,
tomadas pocos meses antes de morir, no había ni una sola evidencia. Lo sé. Lo
vi. Su apariencia era saludable y hermosa, pero las apariencias engañan. El descubrimiento fue accidental. Su
dentista, preocupado por la pérdida de sangre que sufrió en un
proceso dental sencillo, la persuadió para que fuera a ver a su doctor. Ella cedió
para que se callara, y me la imagino recibiendo la llamada dos o tres días
después, sentada en la mesa de la cocina, sin palabras. Yo era una niña, por lo que ella me
ocultó todo hasta que fue inevitable. No sabía cuánto tiempo tenía
a su lado, por lo que no supe que la estaba perdiendo hasta el momento en que
ella se fue. Tengo unos pocos recuerdos claros de ese tiempo. En el
hospital, los tubos y las aguas que parecían sujetarla a la cama, alejándola
de mí. Una vez en casa, ella se quedó en su cama apoyada en tantas
almohadas que parecía estar flotando en una nube de ellas. Seis años
de edad, el razonamiento me dijo que el estar en casa significaba que
ella estaba mejorando. Partes y piezas de los funerales están vivos en mi
mente. Lloré porque mi padre lo hizo, porque mi abuela lo hizo, porque todos
lo hicieron, y porque mi madre no estaba allí para consolarme, y no
entendía completamente por qué.
Mi abuela se mudó en una semana o dos,
pero finalmente tuvo que volver al trabajo. Ella vivía cerca, y
se convirtió en la única que volvió más a menudo cuando perdí a mi madre, la única
que lo sintió como yo lo hice. Como si un agujero gigante se hubiera
abierto en el medio de mi pecho, y nada pudiera llenarlo nunca. Mi padre estaba tan apartado y tan
silencioso luego de que mi madre se fuera que empecé a olvidar que él
siempre estaba alegre y relajado. Olvidé que nosotros solíamos
perseguirnos alrededor de la casa, nuestras peleas de comida, y cómo él me dejaba
ayudarlo a lavar su auto y yo lo bañaba con un cubo de agua jabonosa. Él
me rociaba con la manguera, y mamá pondría sus manos en sus caderas y
decía:" ―Nico, le juro a Dios que soy una madre soltera con dos hijos". Un
puchero, ojos grandes y brillantes, él estaría haciendo lo que ella llamaba su
mirada de perrito, sosteniendo mi mano mientras yo imitaba su expresión,
ella levantaba las manos, rindiéndose, alejándose, tratando de esconder su
sonrisa. Y mi padre se agacharía a susurrarme, "Ella no es rival para
nuestro encanto de ojos verdes". Por un tiempo breve, cuando él empezó a
ver a Malvina, él era así de nuevo: Feliz. Él me miraba en vez de
mirar a través de mí. Y luego en algún punto en el que él le perteneció a ella,
e incluso si él seguía allí en mi vida, era como si nosotros nos estuviéramos
alejando. Yo estaba fuera de su vida de nuevo luchando en vano por un camino de
regreso que nunca he encontrado.
Ellos se casaron trece meses después de
la muerte de mi madre. Sé que mi padre me ama, en su propia
manera. Esa es la forma en que ellos lo dicen: Él te ama a su manera.
Bueno, ¿Y qué sobre mi manera? ¿Qué si yo necesito que me ame a mi manera?
Pobre lali.. ojala secde cta q poli es un tarado.. y peter se ponga las pilas locoo! Maas
ResponderEliminarme encantooooooooo el capituloooooooo espero que lali se de cuenta que quien de verdad merece la pena es peter y no poli.
ResponderEliminarMás!!!
ResponderEliminarUff odio a poli, lali no puede ser tan ingenua
ResponderEliminarMaass
hola, me puse al dia nuevamente jajaj, hay me encanta esta nove, a ganasdo mi odio asia poli , y angustia con lali jajajajjaja
ResponderEliminarseguila
besos